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Daniel cogió la puerta y la abrió con mucha cautela, entonces Jose puso los
bloques que había traído para evitar que la puerta se cerrase. Mientras los
demás veíamos cómo hacían el trabajo. Miré el interior de aquella sala, ento
nces aquel escalofrío me recorrió nuevamente todo el cuerpo, sintiendo el im
pulso de entrar.
Era extraño, estaba como paralizada delante de aquella sala, pero con el ansi
a de entrar en ella. Mi cuerpo parecía estar habándome sobre aquel lugar, tod
a yo estaba temblando, pero aun así no sentía miedo, quería entrar, necesitab
a entrar en el interior de aquella sala.
Daniel se me quedó mirando por un instante, poco después se giró hacia los
demás y les dijo:
Todos ellos asintieron con la cabeza. Tras ver que todo mi equipo estaba corr
ecto di el primer paso hacia el interior de aquella sala. Era como si mi cora
zón estuviese a punto de explotar d elo rápido que latía.
La sala era igual de espaciosa que la de Osiris y al fondo de ésta estaba la
estatua enorme de Isis. Daniel examinaba los jeroglíficos de las paredes de l
a sala, mientras yo me acerqué a la estatua para ver si en ella se encontraba
la otra mitad del Ankh al igual que en la otra sala. Comencé a mirar la esta
tua, pero parecía de lo más normal entonces cogí mi walkie talkie.
Sin decirle nada me puse detrás de la estatua, mirando si había alguna for
ma de sacar aquella mitad del Ankh. Daniel seguía mirándome fijamente.
Daniel me soltó el brazo y comenzó a mirar la estatua sin decir una sola p
alabra. estaba examinándola igual que hacía yo hace un momento. Me sentía
mal por él, pero seguramente pensaría que estaba loca o algo así, aunque p
ensé que quizás él podría entenderme.
-En la otra sala encontré la mitad de un Aknh de madera que estaba dentro de
la estatua. Por eso pensé que en esta podría estar la otra mitad-le expliqu
é mientras me apoyaba en la estatua con la mirada cabizbaja.
-¿Eso es todo? Llegué a pensar que había algo peor-me dijo él sonriéndome.
Ante de que pudiese terminar la frase Daniel me puso su dedo índice en los
labios para que no continuase hablando. Parecía entenderme sin necesidad de
que las palabras fluyesen entre nosotros. Mi corazón volvía a latir con ra
pidez, pero esta vez era porque estaba junto a Daniel, quizás estaba empeza
ndo a gustarme.
Daniel se puso delante de la estatua mirándola fijamente intentando averigua
r la manera de sacar la mitad de aquel Ankh, pero era imposible, la única ma
nera de sacarlo era romper la estatua. Pero sólo de pensar en aquello me dab
a miedo decírselo a Daniel, era una auténtica locura, casi un sacrilegio, ro
mper una estatua tan valiosa.
-Sólo podemos hacer una cosa-dijo Daniel tras examinar varias veces la estat
ua.
-¿Qué?-le pregunté intrigada.
-Hay que romper la estatua. Es la única forma-explicó él.
-A la de tres-dijo Daniel.
Daniel contó hasta tres y ambos hicimos fuerza contar la estatua para echar
la abajo. Entonces cuando parecía que la estatua comenzaba a ceder Daniel p
isó una baldosa que estaba semisuelta.
Daniel miró la baldosa que había pisado. Poco depsués comenzaron a oírse u
nos engranages, como si algo estviese a punto de abrirse.
-Creo que he activado una trampa-dijo daniel al tiempo que quitaba el pié de
aquella baldosa medio suelta.
Antes de que pudiésemos reaccionar miles de agujeros aparecieron por las p
aredes de aquella sala. Me asomé para ver qué se había activado y vi aquel
los agujeros, que me daban un mal presentimiento.
Daniel dejó en el suelo el walkie talkie y se sentó para cogerme en sus bra
zos, al timepo que seguía comprimiendo mi herida.
-Daniel, tengo miedo-le dije con pocas fuerzas por la pérdida de sangre.
-No te preocupes, los chicos encontrarán la manera de sacarnos de aquí-me r
epsondía él con su mirada.
Miré hacia la estatua pensando en que podíamos utilizarla como escudo para
salir de allí, pero era demasiado pesada para cogerla y en mi estado era to
talmente imposible arrastrarla hasta la entrada de la sala. Más tarde los c
hicos intentaron varias acciones para sacarnos de allí, pero ninguna de ell
as funcionó. Comenzaba a sentirme mareada.
Daniel me ayudó a levantarme, las piernas las tenía un poco temblorosas por
el tiempo que había estado recostada, pero se me pasó al cabo de unos minu
tos. Daniel me tenía cogida de la cintura para que no cayese, estaba muy ce
rca de él, sé que aquella no era la mejor situación posible pero me sentía
muy bien estando a su lado. Pasó más tiempo, aún seguíamos aislados en el f
ondo de la sala, las flechas seguían apareciendo sin cesar, sin darnos la p
osibilidad de salir de allí. Me encontraba mucho mejor al haber caminado un
poco, aunque aún sentía algo de dolor y la herida sangraba un poco todavía.
-Ya estoy mejor Daniel, puedo caminar yo sola-le dije mientras me soltaba de
él.
-¿Estás segura?-me preguntó muy preocupado por mí.
-Nada, no te preocupes.
Estaba agotada, los ojos se me cerraban solos, sólo quería dormir. Me quedé
dormida en brazos de Daniel. Habían pasado muchas horas desde que entramos
en el sala, ni siquiera teníamos agua. Daniel me recostó completamente en
el suelo para que descansase, él se levantó y vio que entre los añicos de l
a estatua se encontraba la otra mitad del Ankh. La cogió y tras mirarla por
unos instantes se la guardó el el bosillo de su pantalón.
Mientras yo dormía los chicos aún buscaban la manera de sacarnos, y aunque
Daniel parecía exasperarse aún confiaba en que nos sacarían. Con lo que r
especta a mí, estaba teniendo un sueño de aquella misma sala, en la que se
mostraba que el último de los agujeros estaba a una distancia de unos 30
o 40 cm del suelo, distancia más que suficiente para que una persona total
mente apegada al suelo pudiese avanzar. Me desperté inmediatamente después
de ver aquello.
Tras asentir con la cabeza nos dispusimos a quitarnos todos los materiales
de seguridad que llevábamos. Daniel me ayudó a quitarme los míos y poco d
espués me ayudó a estirarme en el suelo. A continuación Daniel también se
estiró por completo en el suelo y me cogió d ela mano, cuando vi su mirada
tan dulce a la vez que firme, sentí que mi corazón daba un vuelco. No sé
pero cada vez estaba más convencida de que estaba sintiendo algo por él.
Pero se negó rotundamente a salir de allí sin mí. El corazón me latía a mil
por hora, cogí aire e hice el esfuerzo para seguir adelante aun teniendo aqu
el fuerte dolor en el corazón. Ya nos quedaba poco para llegar a la entrada
de la sala en donde estaban todos esperándonos.
Aún seguía sintiendo aquel dolor, notaba como todo mi cuerpo se entumecía p
or su causa. Por fin llegamosa la entrada de la sala, los chicos corrieron
hacia nosotros y nos ayudaron a levantarnos. El dolor que sentía hacía apen
as unos instantes había desaparecido, estaba confusa, entonces Daniel me ab
razó muy fuerte, sus ojos estaban llorosos. Cuando me soltó se giró disimul
adamente para secarse las lágrimas, antes de que pudiese decirle nada als c
hicas se lanzaron hacia mi abrazándome muy fuerte.
-Tomad-nos dijo Juan dándonos una botella de agua fría a daniel y a mí.
Cogimos las botellas y comenzamos a beber sin parar, casi nos la bebimos d
eun trago. Entonces llegó Jose con el botiquín para verme la herida. Me q
uitó el vendage que Daniel había hecho y con mucho cuidado cortó mi camise
ta para examinar mejor la herida. Dejé de beber y me puse la botella en la
frente para refrescarme.
-Estarás completamente bien en un par de días-me dijo Jose al tiempo que cer
raba el botiquín.
-¿Estás seguro que no es necesario llevarla a un hospital?-le preguntó Danie
l preocupado.
-No, su herida es superficial, sólo ah sido un rasguño. En un par de días esta
rá bien-le respondió jose mientars cogía el botiquín para dejarlo en su sitio.
Daniel se quedó mirándome sin decir nada viendo como me iba a mi tienda.
Estaba muy pensativo.
-Menudo susto, y pensar que todo esto ha sido por ese Ankh-dijo Clara antes
de dar un trago de agua.
-La culpa no ha sido del ankh sino de Javier-dijo Laura mirándolo muy enfa
dada.
-¿Pero qué dices?-le replicó él.
-Si hubieses escaneado bien la sala hubieses encontrado la trampa-decía Lau
ra señalándolo con el dedo.
-¡Yo hice bien mi trabajo! No es culpa mía que no apareciese en el escáner.
Además,no me señales con el dedo-dijo Javier furioso.
-Dejad de pelear. Nadie tuvo la culpa son cosas que pasan-dijo Daniel al tie
mpo que metía su mano en el bolsillo.
De él sacó la mitad del Ankh que había cogido de la sala de Isis. Se lo dio a
Juan para que lo dejase junto a la otra mitad. Juan buscó, entre los objetos
de la mesa, la otra mitad, y teniendo las dos en sus manos vio que parecían
poder unirse. Juntó las dos mitades formando lo que parecía ser una llave.
Tras decir esto Daniel se dirigió hacia mi tienda. Estaba tumbada en la cam
a con el pelo totalmente suelto y sin las botas. Aún me sentía un poco mal,
aún estaba algo nerviosa por aquella situación que habíamos vivido dentro
de la sala. Me toqué el hombro, aunque no lo parecía estaba extrañada por l
a herida, juraría que me atravesó.
-La flecha te atravesó. Perdiste mucha sangre. En cambio sólo tienes una her
ida sin importancia.
-No quiero que pienses que te estoy sermoneando ni nada por el estilo. Por
tu expresión sé que tú tampoco sabes cómo ha ocurrido. Yo jamás te haría
daño-me dijo Daniel al tiempo que se acercaba más a mí.
-Tengo miedo y no sé qué hacer-le dije mirándolo preocupada.
-Yo siempre estaré contigo. Pase lo que pase-me dijo sin dejar de abrazarme.
Le puse mi mano en los labios para que no dijese nada, no me hacía falta.
Poco después lo rodeé con mis brazos y lo besé dulcemente. Estuvimos besán
donos durante un largo tiempo. Sus labios no se separaban de los míos y la
pasión entre los dos se hacía cada vez más intensa. Daniel se separó de m
í y empezó a quitarse las botas mientras yo me acostaba mejor en la cama,
se puso encima de mí y continuamos besándonos con más pasión que antes.
-Sé que es poco tiempo el que nos conocemos pero jamás me había enamora
do de alguien de la manera en que me he enamorado de ti-me dijo Daniel
mirándome dulcemente.
-No hace falta que digas nada. Sólo quería que lo supieses-me dijo él antes
de continuar besándome.
-No quiero que te vayas. ¿Puedes quedarte conmigo, por favor?-le dije mirán
dolo con ojos tiernos.
Me senté en una silla, era imposible lo que acababa de pasar. Ese extraño
sueño, pero ahora no estaba durmiendo, por qué por qué me persigue. Qué
significa. La primera vez que tuve aquel sueño sólo corría, en poco tiemp
o se expandió hasta que llevaba un papiro y ahora veo que lo guardo en un
cofre, es como si el sueño fuese un rompecabezas y cada vez que me acerc
o al templo o a algo del mismo aparece algo nuevo. Ahora estoy más segura
que antes, debo averiguar qué me está pasando porque esto no era normal.