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CUENT4 SCUENITIONS UNA COLECCION DE CUENTOS PARA MIRAR, LEER Y ESCUCHAR. 1 n dia, Trompén, el elefante, jugaba al escondite con unos amigos. A Trompén no le gustaba jugar al escondite porque siempre le descubrian antes que a los otros. ~Ya te vemos, Trompén —decian sus amigos. =No hay derecho —decia Trompén—. Soy demasiado grandote. No tengo dénde esconderme. En esto aparecié volando un pdjaro y exclamé: —iSe acercan los cazadores! iA ocultarse todo el mundo! Ay de mi —dijo Trompén-. No tengo dénde esconderme. =No te preocupes —dijo el tigre—. Tumbate entre la hierba y los cazadores no te veran... iFijate en mi! El tigre se tumbé sobre la hierba, y como sus rayas parecian sombras, apenas se le distinguia. Pero cuando el elefante quiso hacer lo mismo, result6 que los otros animales podian distinguirle perfectamente. —iA que parezco una sombra? —pregunté Trompén. —iQué va! —contestaron los otros—, Pareces realmente un elefante tumbado en la hierba. =i Qué voy a hacer? —se lamenté Trompén—. iSoy demasiado grande para esconderme! ‘Un mono oyé lo que decia Trompén y acudié en su ayuda. —Subete en lo alto de un arbol —dijo—. A los cazadores no se les ocurrira buscarte alli. un: det un qu dis Es te: Ta ELEFANTE El mono trep6 hasta lo alto del arbol y qued6 oculto por las hojas. Pero cuando el elefante hizo lo mismo, el arbol se incliné hasta el suelo y las hojas no le tapaban. —Eso no sirve —dijo Trompén-. Pero te lo agradezco de todos modos. Entonces intervino una tortuga. —Si te quedas bien quietecito —dijo—, pareceriis una piedra. iFijate en mil La tortuga metié la cabeza, las patas y la cola dentro de su caparazén y se quedo inmévil. —iAsombroso! —dijo Trompén-. iPareces una piedra! —Claro —dijo la tortuga—. (Ahora inténtalo ta! Trompén se encogié todo lo que pudo y se qued6 inmovil. Pero por més que intentaba disimularlo, seguia pareciendo un elefante. —Ay de mi —se quejé—. Se acercan los cazadores y no tengo donde esconderme. —Esconderse es facil —dijo un avestruz— Esconde la cabeza en la arena, como yo, y no te vera nadie. Trompén cavé un agujero profundo y metié Ja cabeza en él. Al cabo de un minuto sacé la cabeza y comenzé a toser. Eso tampoco sirve —dijo tosiendo—. Tengo la boca Ilena de arena y casi no puedo respirar. —iEso no es ninguna soluci6n, estipida! —dijeron los otros animales al avestruz—. iSe os ve casi todo el cuerpo!

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