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PRIMER ACTO
(Escenografía 2)
(Entra Zeus en su auriga, hablándole a sus caballos)
Zeus: No sé qué les pasa a los demás. Se alocan, se rebelan, gritan, platican, se escapan,
hacen berrinches, y demás cosas infantiles. Pero no ustedes, ustedes siempre, creo yo, me
han sido respetuosos. Y creo que me lo merezco. Es un derecho que me he ganado a través
de años de experiencia práctica, por decirlo de una manera. Y no me malinterpreten, mis
queridos amigos. No sólo yo por ser Zeus, el Rey de los Cielos, tengo este derecho.
Cualquiera lo podría tener si tan sólo se esforzaran un poco.
(Camina pensativamente)
¡Aha! Por ejemplo, volteen a ver allá abajo. ¿Ven ustedes ese auriga? (aquí van las
características del auriga de Graco). Observen cómo está fuera de control. Estos humanos
parece que nada más no logran aprender. Desde aquí arriba puedo ver claramente como su
alma está en desacuerdo- como es incongruente e inestable. ¿Lo ven?
(Empieza a bajar y a acercarse)
Sin embargo éste, como todos los demás humanos, lo podría controlar.
(Escenografía 1)
(Entra Graco (humano))
Graco: ¿Y cómo estuvo tu día mujer?
Esposa: (tono sarcástico, un poco humoroso) Pues fíjate que no me quejo, aunque tampoco
puedo decir así que fue un excelente día. Fue sólo otro día.
Graco: No creas, el mío fue exactamente igual.
E: Supongo que “así es la vida”.
G: (suspira) Supongo que sí…
E: A veces me pregunto cómo serían las cosas si nos hubiéramos quedado a vivir en la
ciudad…
G: Pues de-
E: Ya sé lo que me vas a decir. Que seríamos sólo un ciudadano más, una pareja perdida
entre la multitud. Pero debo confesar, sí tengo mucha curiosidad en saber de qué manera
nuestras vidas cambiarían si viviéramos en la gran ciudad.
(Zeus, desde arriba, hablándole a sus dos caballos)
SEGUNDO ACTO
(Entra Graco)
(Escenografía aquí es un fondo negro)
G: ¡Mujer! Levántate ya de la cama. Hazme el desayuno.
(Entra su esposa)
E: (en un tono de “mala gana”) ¿¡Y qué vas a querer desayunar hoy, HOMBRE?!
G: Lo de siempre, no te hagas la loca. Y apúrate, que tengo que estar en la oficina en media
hora, y hay un tráfico de locos.
E: Sí, sí, ya sé. No me lo tienes que repetir todos los días; no soy tonta, ¿Sabes?
Guión mito Auriga
Miss L. Agraz
Santiago Arrangoiz, Juan Carlos Gómez, Daniel Joven, Roberto
Rajme, Tomás y Eduardo Gonzales.
(Se callan los dos un momento- “silencio incómodo”. La esposa mientras está preparando
el desayuno de Graco).
G: A ver ya, dame lo que sea. Me tengo que ir ya.
(Su esposa le lleva el desayuno, él se lo come, y se marcha)
E: No sé qué hacer, realmente no lo sé.
(Zeus desde arriba viendo al auriga de la esposa)
Z: Pocas veces logra ver uno un carro tan desbocado. Esto, mis amigos, es realmente
desafortunado y triste.
(Regresa E)
E: Estoy harta. Cada día mi esposo está peor. El estrés de su trabajo le está drenando la
vida. No sé a dónde va a terminar esto…
(Empieza a llorar, suena el timbre de su casa. Ella hace un gran esfuerzo para
contener su llanto. Abre la puerta y está Tíbalt (en la hoja de personajes, Tíbalt aparece
como “amigo de Graco”))
Hola Tíbalt, qué sorpresa tan grata. Pasa por favor.
T: ¿Cómo has estado últimamente?
E: Bien.
T: Te veo muy cansada y un poco enojada, ¿segura que estás bien?
E: Es Graco. Siempre es la misma historia con él. Nunca llego a dormir bien porque me
duermo muy tarde limpiando su desorden y además ronca mucho. Me despierta y ni me
saluda; le hago el desayuno y ni me lo agradece. La verdad es que la rutina nos está
matando y cada vez él está más insoportable. Luego yo me quedo en la casa todo el día a
limpiar y apenas me da tiempo para preparar la cena cuando él llega. Cenamos, limpio y
nos quedamos dormidos. Es la misma historia siempre. La verdad es que me siento harta.
T: Dile que debe trabajar más para que puedan tener a alguien para que les ayude en la
casa. De esa manera tú podrás descansar más en el día.
E: No lo sé, Tíbalt. Siento que es exigirle demasiado…
(Sube a Zeus quién ve la auriga de la esposa de Graco y de Tíbalt)
Z: Observen como el caballo de ella titubea, ni sube ni baja, sino que se mantiene quieto.
En cambio, el caballo de él va directamente hacia su perdición. Es tan malvado que sus
acciones las lleva a cabo sólo con el instinto y no con la voluntad propia.
(Baja de nuevo a Tíbalt)
T: Hazme caso, si eres lo suficientemente persistente, él se rendirá ante ti y te dará lo que
pidas. Sólo tienes que insistir lo suficiente.
E: Creo que tienes razón. No, de hecho, la tienes. Me lo merezco. Es mi deber decirle a
Graco que merezco un descanso de sus abusos.
(Sube a Zeus)
Z: Tenía que ser. Ahora sí las dos aurigas se dirigen derechito al suelo para chocar. Tan bien
que lo estaba soportando ella.
(Baja de nuevo a Tíbalt)
E: Y tú Tíbalt como has estado?
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Rajme, Tomás y Eduardo Gonzales.
T: Muy bien, gracias. (Se escuchan los pensamientos de Tíbalt: “La verdad es que nunca he
estado peor. Sólo quiero hacerle daño a Graco y qué mejor manera de hacerlo que
apartándolo de la única persona que lo soporta. Ella ya está cayendo. Con la suficiente
insistencia terminarán peleados y él sufrirá.”
E: Me alegro. Oye, ¿no te quieres quedar a ayudarme en la cocina o en la limpieza?
T: Ojalá pudiera. Tengo que llegar al trabajo dentro de una hora y ya sabes cómo es la vida
en la ciudad. Dos minutos más tarde al salir de tu casa se convierten en doce más para
llegar al trabajo.
E: Está bien, cuídate. Muchas gracias por visitar. Se nota que eres un gran amigo.
T: Gracias. Nos vemos pronto. (Pensamientos de Tíbalt) Más pronto de lo que tú crees. En
poco tiempo pasaré a la siguiente fase de mi plan. (Risa malvada) Buajajaj, Graco, no sabes
lo que te espera a ti y a tu esposa.
(Sale esposa de Graco, Tíbalt saca el teléfono y le habla a Graco)
(Sube cámara a Zeus)
Z: Esa auriga de Tíbalt, lo único que hará será jalar hacia al fondo a las otras aurigas que se
le acerquen. Es bastante simple, cuando los caballos de los otros aurigas ven un mal
ejemplo, los más cercanos tienden a hacer lo mismo y todos van en picada.
(Cámara baja a Graco y a Tíbalt)
G: ¿Qué onda Tíbalt?
T: ¿Cómo estás mi buen amigo Graco?
G: No tan bien como desearía. La verdad es que la vida de ciudad me está matando. Ojalá
pudiéramos mi esposa y yo relajarnos cerca de un río o al lado de una montaña. ¡Cómo
quisiera poder despertar con el cacaraqueo de un gallo!
T: ¿Y eso cómo te hace sentir?
G: La verdad muy enojado. Todas las noches mi esposa se mueve mucho y me patea. En las
mañanas me despierto muy temprano gracias a mi alarma que cada vez me irrita más; o me
despierto mucho más temprano con los cláxones de los coches sonando por toda la casa. Es
realmente desesperante. Luego se tarda en bañarse y en preparar el desayuno casi siempre.
T: Pues que mejor se bañe después de que tú te vayas. Al fin que tiene todo el día libre.
¿No?
G: Ya sé, es exactamente lo que yo le digo.
(Sube a Zeus)
Z: Miren mis amigos. Como ya les había dicho, un mal ejemplo es más que suficiente para
que todo quede mal. Ese Graco tiene que librarse de lo que dice su amigo, si no seguirá
cayendo y le será más difícil subir después.
T: Seguramente se la pasa holgazaneando todo el día en la casa y ni siquiera limpia ni
cocina bien.
G: Hmmm. Ahora que lo mencionas, no me gusta mucho su sazón.
T: Dile que necesitas que se ponga a trabajar para que tú puedas descansar o para que
puedas ahorrar para irte al campo.
TERCER ACTO
(Graco se encuentra dormido, cuando en su sueño experimenta algo que no había sentido
en mucho tiempo. Sueña con su vida en el campo, una vida con paz y armonía, junto a su
esposa)
(A la mañana siguiente, Graco despierta y reflexiona sobre su sueño)
G: Santas cucarachas, eso fue casi mágico, como si fuera un mensaje de los dioses.
(Voltea y se da cuenta que su esposa se ha marchado, agarra el celular y le marca a Tíbalt)
T: Hola mi amigo, ¿qué pasa?
G: La verdad las cosas no andan bien por aquí, anoche me pelee con mi esposa por una
tontería. Ahora, ella se ha marchado.
T: ¿Quién lo hubiera pensado? ¿Por que haría eso? (Tíbalt siente felicidad al ver
destrozado a su amigo)
G: Fue mi culpa, ella necesitaba mi apoyo y no se lo brindé.
T: Oh dios, ¿Qué te ha dicho ella?
G: Me dijo que necesitaba que la ayudara, que su trabajo en casa era muy pesado. Mas no
la escuche y solo la critique.
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Rajme, Tomás y Eduardo Gonzales.
T: No puedo creerlo, ella sabe que tú trabajas mucho, ¿qué mosco le habrá picado?
G: No lo sé Tíbalt, tal vez ella tenga razón, no tengo por qué presionarla de mas.
T: ¡Amigo no digas eso! ¡Estás perdiendo el objetivo!
G: No lo sé. Anoche tuve un sueño, donde estábamos ella y yo juntos en el campo con una
vida de armonía; una buena vida.
T: Has trabajado mucho, estás confundido. No has descansado por culpa de ella y ahora
estás perdiendo la cabeza.
G: Era una vida de paz y serenidad.
T: No amigo, esa mujer sólo te está explotando, debes de ser más fuerte.
G: Tal vez, pero debo hablar con ella y resolver esto, no importa de qué manera acabe.
(Cuelga)
(A Zeus)
Z: ¡Miren mis caballos! ¿Ven cómo el alma de Graco se empieza a calmar? (El auriga de
Graco pasa de estar muy agitado a estar más flemático) Esto es porque parece ser que está
dándose cuenta de que esa no es la vida que el realmente quiere. Mi experimento, hasta
ahora, está funcionando.
(Regresa a Graco. Éste toma el teléfono y le habla a su esposa)
E: ¿Si diga?
G: (voz calmada) Hola. Soy yo otra vez. Por favor no cuelgues déjame explicar las co- (su
esposa cuelga abruptamente)
G: (suspira) Soy un tonto. La he perdido por siempre.
(Pasa un momento, después se aparece Zeus súbitamente.)
Z: (voz muy fuerte, grave, larga) Hola Graco.
G: ¿Quién eres tú? ¡¿Qué quieres?!
Z: Quien soy yo no importa. Lo que tengo que decirte, sin embargo, lo es.
G: Lo siento anciano, ahorita realmente no es un buen momento.
Z: Como tú quieras. Qué lástima, yo que te iba a hablar de tu esposa… (Se empieza a
alejar lentamente)
G: ¡Espera un momento! ¿Qué dijiste de mi esposa?
Z: Nada, nada. Después de todo este no es un buen momento. ¿Verdad?
G: ¡Espera! Tienes razón. Lo siento. ¡Regresa!
(Zeus se para. Se queda parado un momento y luego empieza otra vez a caminar hacia
Graco)
G: Gracias.
Z: ¿Qué planeas hacer con respecto a lo de tu esposa, Graco?
G: ¡¿Cómo sabes mi nombre?! (Zeus suspira, y empieza a alejarse) Ok, perdón. Prometo
no hacer más preguntas. (Zeus regresa) No sé qué hacer. Es más, no sé ni por qué
discutimos.
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Miss L. Agraz
Santiago Arrangoiz, Juan Carlos Gómez, Daniel Joven, Roberto
Rajme, Tomás y Eduardo Gonzales.
Z: A veces, hijo mío, las cosas simplemente suceden. Y así como te peleaste sin ninguna
razón aparente, de igual manera podrás reconciliarte. Y no sólo eso.
G: ¿A qué te refieres con “Y no sólo eso”?
Z: Lo verás pronto.
G: ¿Pero cómo puedo arreglar esto?
Z: Yo sólo te diré una cosa: el único que puede sacar la pata eres tú ya que tú mismo
llevaste a ti y a tu esposa a esta situación. Y nadie, ni siquiera yo, te puede decir cómo.
G: No entiendo. ¡Espera!
(Zeus desaparece inmediatamente)
(El escenario se queda vacío un momento, luego entra la esposa de Graco. Momentos
después entra Graco)
G: Gracias por venir. No puedo imaginar lo difícil que es para ti hacer esto.
E: Miren quien es la madre Teresa ahora…
G: Dame una oportunidad. Déjame hablar por favor.
E: ¿Qué otra opción tengo?
G: (respira profundamente) Y aquí va. Estuve preparando este discurso durante horas y
horas. Y la verdad, no sé cómo voy a expresar lo que pienso. Todo lo que hemos vivido
estos años tu y yo ha sido maravilloso. Y sí, mi trabajo, tu trabajo, y nuestra forma de vida
han obstaculizado nuestra relación. Pero quiero que eso cambie. Quiero que las cosas sean
como antes. Quiero despertar y pasar el día sabiendo que en mi casa hay una hermosa
mujer esperándome para cenar. Te quiero a ti. Siento profundamente lo que pasó anoche;
admito que me salí totalmente de control y de razón, y consecuentemente, te puedo afirmar
que nada de lo que te dije es verdad. Dame una oportunidad, y te prometo que nuestras
vidas van a cambiar para bien.
E: Supongo que podría hacer eso… está bien.
G: ¿En serio?
E: En serio.
(Graco ríe y corre a abrazarla)
G: Gracias. Te prometo que todo va a cambiar.
(A Zeus, arriba)
Z: ¡Excelente trabajo, Graco! Estoy orgulloso de ti. Y miren, tanto su auriga como el de su
esposa están más calmados que nunca. ¡Les dije que todos lo podían conseguir! Sus almas
por fin estarán en paz. ¡Qué bello ver a esos carros alados volando con tal gracia! ¡Esto no
se ve todos los días! (Ríe alegremente) Creo que se cumplió mi objetivo. Mostrarles a ellos
una vida alternativa, una vida que siempre quisieron llevar, fue muy útil. Y debo decir, ¡qué
bien manejaron a Tíbalt, a pesar de que hizo lo imposible por hundirlos! No se vean tan
confundidos, caballos míos, Tíbalt es un buen amigo mío que me debía un favor, y le pedí
que hiciera un importante papel en esta lección. Creo yo, no sé ustedes, que Graco y su
esposa están listos para ser regresados a su antigua vida como nuevas y más felices
personas. ¡Y aquí voy!
¡Y a la one, a la two, a la one, two, three!
Guión mito Auriga
Miss L. Agraz
Santiago Arrangoiz, Juan Carlos Gómez, Daniel Joven, Roberto
Rajme, Tomás y Eduardo Gonzales.
(Graco y su esposa empiezan a marearse. Se caen desmayados. El escenario queda oscuro
por un momento.)
CUARTO ACTO
FIN DE LA OBRA