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Bryan Klett
Carta Editorial 3
Gestión
Poema 4 José Chapa
Elenor Arrington
y letrados
este compromiso. No puedo evitar mencionar el éxito de la pre-
sentación del primer número y la gran cantidad de personas que se
nos acerca desde aquel día. Y con esta emoción, todavía me acuerdo
de dónde y con quiénes estaba cuando se me metió en la cabeza
la impertinencia de hacer una revista. Me acuerdo del festejo con
que recibieron la idea, como si tuviera ahí mismo el primer número
con tan sólo imaginarlo. A ese día tuvieron que seguirlo muchos de
hablar, pensar y comenzar con una colección de revistas buscando 3
aciertos y palos de ciego; todo seguido por pequeñas convocatorias
y esfuerzos de marketing fallidos sobre los cuales conservo las fra-
ses de “Muerte al anonimato” y “A veces tus textos se distribuyen
solos, a veces”.
De lo que no logro acordarme, es del por qué decidí compro-
meterme con el esfuerzo que nos ha traído hasta aquí. Apenas con
meditaciones posteriores he logrado ir haciéndome una idea de la
razón por la cual nacen tantas revistas universitarias y por la que
algunos ponen las manos al fuego. Pienso que las revistas literarias
conservan gran parte de una visión romántica hacia la literatura y
la cultura. Es acomodar de la mejor manera el trabajo artístico de
muchos y luchar por difundirlos, quizá como una muestra de algo
más grande. Dicho de otra forma, creo que las revistas literarias
son el gran esfuerzo de los pequeños espacios, el esfuerzo que va
de abajo a arriba y que muere pronto. Lo bello es que, pese a lo
anterior, no tarda en regenerarse y en ser desplazado por un nuevo
arranque.
JOSÉ CHAPA
POEMA
ÉPICA PUNK
y letrados
2010
y letrados
i.
Sigo sin creerlo. No esperemos ya de casi nadie el gran fruto 7
de una revolución. Sólo los muertos de hambre quieren que
cambie el mundo. Y les falta energía. Cuando decimos que
nuestros gobiernos han fallado, los bisnietos de nuestros go-
bernantes se mueren de la risa. ¿Cuál era el objetivo? ¿Me
repite la pregunta? Si entran al cargo más o menos pudientes
y salen de él hasta el hartazgo hinchadas sus cuentas ban-
carias… ¿no la hicieron? Misión más que cumplida, bola de
votantes. ¿Pos qué creían? Se hace lo que se puede.
ii.
Millones de pobres nuevos. ¿De veras? ¿No sería que,
como buenos admiradores de empresarios, casi todos lle-
van cuentas dobles y se les está hundiendo una y media? Yo
no veo en las calles a los desempleados que supuestamente
se caen en racimos estos días. ¿Dónde están? ¿Dónde está
su ira tan legítima? ¿Qué volumen se sube en este aparato
para oírlos?
y letrados
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iii.
La clase media. El colchoncito. La apatía. La ignorancia. La desinformación.
El yo me salvo y a los míos tambor, pero a los tuyos tú y hazle como
puedas. Los delicados analistas que concluyen que los pobres son pobres
porque quieren. Cimiento empanizado de un país. Ay, y la shoppingterapia
tan querida. Nada como barrer de arriba abajo para sentir que uno vale la
pena. Qué bueno no ser naco. Los indigentes son de tan mal gusto que ni
van al gimnasio, chulita.
iv.
Por mi parte… ya tengo hambre y quisiera esperar con la historia en la mano
el 2010.
v.
Pero no creo que llegue un fruto revolucionario. Hasta el Peligro cree que
la vía es electoral. Gandhi, haré mi huelga de hambre… Bueno, creo que
es inevitable.
GERARDO ARANA VILLARREAL
PERIODISMO LITERARIO
y letrados
Hay que ser un artista para entender a otro.
Los críticos de arte no se parecen mucho a los
grandes pintores.
Norman Mailer
y letrados
James Copper— se distinguía desde hacía
mucho tiempo por su aparición en tales
eventos.
Yo, en realidad no dudaba de tal en-
cuentro, tales actos eran típicos del escritor.
Mailer, figura del gran divo del oeste tar- noamericana no le había gustado mi revi-
dío, grandioso pensador moderno, centi- sión, me habían enviado una nota con un
nela normativo y asaltante político era tono de desaprobación absoluta. En la nota 11
famoso por haberle dado seguimiento a la me hacían notar entre otras cuestiones el
saga de escándalos que había comenzado hecho de que Mailer era un gran autor,
con su apoyo al homicida serial Jack Abbott ¿cómo había sido yo capaz de reducir su obra
en la búsqueda de su libertad condicional. a un mediano estudio sobre su sexualidad?
Peleas con grandes escritores (Capote, —Antón, no terminé la historia de la
Callaway, Burton Keys). Problemas de po- última vez, cuando la enfermera escapó yo
lítica internacional (Corea, Viet - Kong, tomé su lugar. Mira Antón, te voy a decir
Puerto Rico). la verdad, creo que me acosté con Norman
Tabita parecía interesada en los datos Mailer; no estoy segura de que fuera él.
menores del escritor. Antón, tú sabes que a mí no me gusta la
Ese día hablé muy mal de Norman literatura, pero anda, dime: ¿Me acosté
Mailer. Tabita me pidió la fotografía. Días con un buen escritor?
después Tabita, nerviosa me llamó a la
oficina.
Cuando recibí la llamada yo estaba de .
.
..
un pésimo humor. Al consejo editorial de
la revista de urbanismo y literatura hispa-
AFHIT HERNÁNDEZ
POEMA
LEÓN ALADO
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Pero se levantó.
Miró con furia al joven bello y dispuso el sacrificio.
Él, desarmado, casi desnudo, predijo el ataque del león ahora de fuego,
ahora alado por suerte divina, ya grifo transformado, y no se movió, orgulloso.
y desnudo del cuerpo, quizá un poco ofrecido a las bestias de los siglos,
como ahora, al otro león de Nemea.
Mientras yo,
me despierto en medio de la noche,
buscando atrapar esa presencia que todo lo contiene,
sólo para darme cuenta que yo he sido el que verdaderamente ha muerto.
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BRYAN KLETT GARCÍA
www.fundaciónva.blogspot.com
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entrevista con
Eduardo Antonio 15
Parra
Nació en León Guanajuato en 1965. Fue becario de la Fun-
dación John Simon Guggenheim Memorial, 2001-2002
y ha sido traducido al inglés, francés y portugués. Entre
los premios literarios que ha ganado destaca el Premio de
Cuento Juan Rulfo 2000.
Es uno de los exponentes más reconocidos de la «Lite-
ratura de Frontera». Su obra cuenta con siete libros en
circulación, el último, Sombras detrás de la ventana, fue
publicado por Ediciones Era en 2009.
Seguro que las preguntas bajo mi brazo están nerviosas antes
del enfrentamiento, pero yo no. Con Parra ya he platicado en
varias ocasiones, alejadas por el largo plazo, desde que lo vi por
primera vez en la filu del 2009, platicando con Luis Humberto
Crosthwaite y Magaly Velasco en un rincón de la Feria. Recuerdo
que acercarme a él fue un momento de gran nerviosismo. La
gente ya había entrado a la galería donde se continuarían las
y letrados
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to. A ver, habla otra vez. Ya está. ¿Cómo
te convertiste en escritor? tores o que incluso ya escribían. Yo no me
atrevía todavía. Leía y leía y leía, seguí
Decidí estudiar Letras para escribir des- leyendo, terminé la carrera y todavía no
pués de leer Cien Años de Soledad. Un me atrevía. Terminé la carrera a los 21
lugarsote común, lo sé, pero ocurrió en mi pero no empecé hasta las 25. Sabía que lo
caso. Pensaba: ¿yo sería capaz de provocar que estaba haciendo era prepararme.
estas emociones en alguien más por medio Después de terminar la carrera empecé a 17
de la escritura?. Pero como el escritor na- leer de verdad, lo que me gustaba. Tomé
cido en León, comenta, Monterrey era una trabajos que me quitaban muy poco
ciudad difícil, yo no conocía a un escritor tiempo. Pasaba de siete a ocho horas dia-
ni a nadie que conociera a uno. rias leyendo. Copiaba mucho. Copiaba
párrafos, copiaba capítulos hasta que fi-
Fue una labor difícil tanto para Antonio nalmente dije: bueno ya copié mucho,
como para su padre entender el llamado ahora voy a sacar algo de mi ronco pecho.
que venía desde abajo. Parra pinta una
charla en la que ninguno de los dos tenía Otra ronda de americanos, los camiones
idea de lo que podía significar o en qué pasan bramando en la avenida principal
consistía una formación de letrado. Fue sobre la que se ubica nuestro café en me-
hasta el primer año de la carrera que emer- dio de un limbo. El click del encendedor
gió la realidad de las cosas Bic y una larga exhalación de tabaco.
Como gran defensor y exponente de la
Era una escuela de letras, no de escritores. Literatura de Frontera, la pregunta le re-
Como quiera me quedé… ahí conocí a sulta obligatoria a mi libreta de apuntes:
algunos estudiantes que querían ser escri- ¿qué la separa del resto?
Es una discusión que he tenido muchas mopolitas, por decir algo. No sé. La lejanía
veces. No debería separarla nada. Está del centro también te produce un efecto
dentro del corpus literario, en este caso especial. Hasta en la lectura. En Monterrey
nacional. Pero tiene sus características re- leíamos libros más clásicos porque no nos
gionales, la idiosincrasia, el paisaje, la llegaban las novedades y en el D.F. ellos
situación que yo creo que cada vez se vive vivieron lo que nosotros no: lo que se lla-
más a nivel nacional pero que durante dé- ma la generación Anagrama.
y letrados
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tintas, que sucedió en el romanticismo
original. Cuando se quiso unificar al
neoclásico en todo Europa, los países se
pusieron a rascarle a la historia para mar-
car las diferencias. Yo lo encontraba desde
la adolescencia en Nuevo Laredo. Podemos
encontrar muchos rasgos románticos en la cuperando desde que los escritores del cen-
narrativa del Norte. tro del país comenzaron a desechar todo lo 19
que huele a campo. Colegas del Centro
Ahora, ya comenzaste a responder esta hace más de 10 años decían que ya estaban
pregunta pero hace falta hacerla: ¿Puede hartos de Rulfo, que ya estaban hartos de
la Literatura de Frontera ser el Nuevo rancheritos; y bueno, si tú reduces a Rulfo
Paradigma, pensando que primero fue el a rancheritos es que estás muy equivocado.
campo y luego la urbanidad? Siento la literatura de Centro mucho más
cosmopolita. Pero la narrativa de Frontera
Uno muchas veces se define según la visión tiene peculiaridades físicas y paisajistas y
de los contrarios. Cómo se está viendo la anímicas que son propias de la región.
narrativa de frontera desde el Centro, des-
de el Sur; a lo mejor sí lo están viendo como ¿Cómo percibe el Centro a la Literatura
un paradigma, porque hay una problemá- de Frontera?
tica específica. Pero hay otra cosa, la na-
rrativa de frontera tiene un mezcla de Ahí empezó la fama o el prestigio. Nosotros
campo y de ciudad, lo hemos estado re- pensábamos en una narrativa regional de
Monterrey. Elmer Mendoza pensaba en nosotros, cuando nos juntábamos, era en
una narrativa regional de Sinaloa y los primer lugar, con toda desvergüenza te
sinaloenses también. Crosthwaite no lo digo, aprovecharlo, nos sumamos al barco.
pensaba pero lo hacía. Pero el Centro nos Luego lo empezamos a discutir y dijimos,
señaló. Primero empiezan los periodistas, «sí, es cierto». Aunque algunos, como
luego los editores, algo muy curioso, bus- Toscana, nunca estuvieron de acuerdo: yo
cando quiénes eran estos escritores de soy universal, no me encasillen. Pero eres
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frontera, quiénes son los que están escri- universal y no has escrito nada que salga
biendo ahora, y luego, finalmente la aca- de Nuevo León, maestro. El universalismo
demia, que es la que llega al final pero que no tiene nada que ver con la temática ni
es la más persistente. Ahorita a mí me sor- la geografía, tiene que ver con el trata-
prende cómo es que hay especialistas de miento que le estés dando.
la literatura fronteriza de México-Estados
Unidos en Australia, en Inglaterra, en Oye, y, finalmente, ¿crees que todas las
Francia y en Estados Unidos hay un mon- fronteras son iguales?
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tón; de repente te llegan correos entrevis-
tándote de Croacia… Toda esta clasifica- Síiii… tienen rasgos en común. Lo que más
ción primero vino del centro, luego me ha servido para entender la frontera
de México-Estados Unidos son mis últimas
lecturas del centro de Europa: los yugos-
lavos, los albaneses como Kadare, que te
plantean cómo hay una tensión histórica
que en ellos tiene cinco siglos; la frontera
entre el mundo musulmán y el cristiano,
pero además era mucho más complejo
ahí porque estaban los cristianos orto-
www.edicionesera.com.mx
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EDUARDO ANTONIO PARRA
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fragmento
El cazador
21
senos en abierto desafío a las miradas necesario. Ahí estarían, sepultados en ce-
de lujuria. El peso de la atmósfera se co- niza, los restos de esos cigarros de Maple,
laba en remolinos por su nariz. A cerve- iguales a los que él guardaba en el bol-
za era el aroma dominante, luego taba-
co, más allá humor de cuerpos sudados.
Sin embargo, bajo esa mezcla espesa
distinguió resabios del tufillo a adrena-
22 lina, a bestia acorralada, que despiden
los perseguidos y queda flotando horas
en los sitios por donde pasan: el rastro
que buscaba. Entonces no tuvo dudas.
Esperó a que la cumbia concluyera, y
cuando el chillar de trompetas y güiro
fue sustituido por un murmullo de voces
pidiendo cerveza, cerró los ojos para per-
cibir hasta los rumores más tenues atra-
pados en el salón. Levantó los párpados
mientras comenzaba a sonreír, satisfe-
cho, certidumbre en mano, y se dirigió
a la barra, a sentarse donde su instinto
aseguraba que el otro había vaciado tres
vasos de ron.
Los primeros acordes de la siguientes
pieza enmarcaron el retorno de la mula-
ta; pero él no se volvió hacia la pista,
sillo; los filtros aplastados, comprimidos
a la mitad de su longitud, evidencia de
un nerviosismo permanente.
Un hombre somnoliento retiró el ceni-
cero de su vista en tanto movía los labios
frente a él produciendo una mueca que se
y letrados
le antojó grotesca. El estruendo de la mú-
sica, reforzado ahora con una oleada de
gritos por la desnudez total de la mujer en
la pista, obligó al cantinero a repetir la
pregunta: «¿Qué le sirvo?» Vio el vaso
abandonado por el otro a unos centímetros
de su mano izquierda, y ya no necesitó
olerlo para responder con palabras mordi- 23
das, en un español rudimentario: «Añejo rato. Había encontrado el lugar: la mujer
y agua». El cantinero dio media vuelta y él cruzaría ante sus ojos en cualquier mo-
hizo lo mismo hasta quedar de frente al mento. Cuando el cantinero volvió con su
espectáculo. vaso, lo tomó y se dispuso a esperar pacien-
La mulata se arrastraba por la pista, le- temente.
vantando el trasero hacia la caricia tibia de
un haz rojo. En círculos, la luz siguió por ... nadie se atreve a negarme el paso: se-
unos segundos los movimientos de las nal- ría fácil entrar a su oficina cualquier tar-
gas ante la euforia de los hombres que de para evitar la presencia de ella y plan-
prácticamente caían sobre ellas, sobándolas, tármele enfrente, ya estando ahí no
apresando los tobillos, babeando la piel podría echarme, lo conozco: los senti-
más cercana. La mujer giró y abrió las pier- mientos siempre han mandado en él; le di-
nas: la vulva encarnada apuntó directo a la ría ayúdame, tengo miedo, estaba borracho,
barra, y él supo entonces que ella no podía los celos me llevaron; él conoce de mu-
ser. Recorrió el salón con la vista: las demás jeres y lo comprenderá; o mejor perdó-
mujeres se encontraban fichando. No le name, yo sé que puedes hacerlo, también
dio importancia; era sólo cuestión de un sufres porque soy tu único hijo; y prime-
lito, pero prométeme que desde ahora
vas a andar derecho, nada de putas ni
malas compañías; y en seguida el teléfono,
las llamadas al procurador, al comandante,
a los abogados: y sí, ya ven, fue una estu-
pidez, es todavía muy muchacho, sí, co-
y letrados
y letrados
sa noticia que todo Ciudad Juárez me mata ese espectro que respira y pisa
conoce: «¿ya sabes que te pusieron un duro tras de mí, siguiéndome por algo
precio muy tentador?»; cómo soportarlo, que nunca quise hacer, siempre muy cer-
cómo volver a fingir que no estoy enfermo ca, lo siento, no desistirá, no dejará de
de miedo, cómo aparentar indiferencia, zapatear detrás mientras me escurra este
entereza, valentía, si ni siquiera puedo rastro; y aunque vaya con mi padre, me
dormir a causa de la respiración fantas- plante enfrente de él y le pida que mueva
mal que sopla tras mi nuca y me pone todos sus hilos e influencias, no detendrá 25
delante de los ojos la sangre del muerto a mi perseguidor: no podrá apartar de mí
salpicándome como chorros de ácido, este miedo, lo sé...
disolviendo mi cuerpo hasta convertirme
en esa sustancia viscosa que dejo tras de
mí, que excreto y embarro en lugares y
.
.
..
cuerpos, que se huele a distancia, se siente
en la cercanía, provoca el respeto de los
hombres y parece excitar a las mujeres:
existe, quizá no lo ha notado nadie, pero
existe: como si las balas con las que maté
al gringo de alguna manera me hubiesen
penetrado también, y por los agujeros
invisibles me brotara eso: el rastro que
me ha hecho entender la vida como un
ridículo juego de espejos donde se mata
y se muere en un mismo acto: desde el
momento en que disparé contra ese hom-
JUAN JOSÉ BARRIENTOS
COLÓN
y letrados
isla donde de oro puro cobijan los templos y casas reales, y
diéronle tres carabelas muy bien aparejadas y cargadas con
muchas cosas de gran valor, que diz que se repartió con los
marineros y pícaros que lo acompañaban, sino que otros
asiguran que es mentira y especie, porque todos llegaron a
las Canarias y siguieron hacia el Oeste hasta caer en el
abismo.
Sirva su muerte de aviso y escarmiento a locos e insensatos 27
y a los reyes que patrocinan empresas azarosas y contrarias
a nuestra Fe.
VERÓNICA MASTACHI
POEMA
y letrados
húmedo
dame agua de coco de lata
28 quiero una dotación de un año por lo menos
y si te hacemos paletas?
así los niños se van a acostumbrar desde chiquitos a comer estrella
o mejor te pulverizamos como miguelito
así demostramos que el polvo de estrellas es ideal para toda ocasión
y es que no es lo mismo verte y tenerte
que pensarte todo el día sin siquiera hacer esfuerzo
mi mente viaja más rápido de lo que quiero
y cuando vengo a darme cuenta
ya estoy en la cama, despertando junto a ti
me compro tres o cuatro playas seguidas
con tal de verte destruir castillos de arena uno tras otro sin parar
me lío con las nubes para que veas los relámpagos
que creamos juntas las furias y yo
que te llueva en la cara
que te mojes la boca
que estés húmedo siempre
como el día en que naciste
como el día en que vives hoy
Alonso León Erik Alejandro
Para Aniela
y letrados
He visto que las cosas
cuando buscan su curso encuentran su vacío
Federico García Lorca
Para abrir las puertas no basta con las llaves. Giorgio Colli 29
escribió que cada instante del tiempo es el recuerdo de un
comienzo, así las puertas que para ser abiertas necesitan
de la historia personal de cada cerradura; la inclinación ade-
cuada, la fuerza retenida o decantada, el leve empuje mien-
tras se gira. Como si las llaves antes que ser objeto fuesen
la simple continuación de una serie de gestos simples, los
cuales carecen de sentido si no hay una cerradura que re-
ciba. Al final de día cuando uno necesita llegar y ser acogido,
entonces las llaves. Las manos que entran en las bolsas del
saco o del morral, después los dedos que seleccionan y
confirman, para al final antes de abrir, realizar ese último
movimiento. Un giro, la apertura. Rene Magritte, escribió
que «los contornos visibles de los objetos, en la realidad se
tocan como si formaran un mosaico»; las llaves, cuando
embonan, adquieren el tamaño de lo que resguardan: un
diario, un candado, un coche.
y letrados
Primera imagen: los espacios —aun los si la sociedad se hubiese dado cuenta de
más grandes— se resguardan a partir que algo tan pequeño no podía determinar
de una ingeniería de lo mínimo. la vida. Y es que la velocidad de las llaves
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es de temperamento lento, su tamaño las
Después de tanto ser perdidas y así olvi- hace vulnerables a cualquier descuido. Uno
dadas, las llaves entran cautelosas a un podrá tener toda la prisa del mundo pero
siglo donde la sociedad ya no las atiende requiere de un paréntesis para asegurar las
del todo, como si después de tanto abrir y llaves. Magritte —de nuevo— escribió que
cerrar se hubiera olvidado para que fue- hay objetos que pueden prescindir de su
ron requeridas. La vida en el siglo veinte nombre: las llaves como objeto, olvidarán
fue pautada por las llaves: que si se per- su nombre, no obstante su función será
dían, se atoraban, se cambiaban. Siglo cubierta por los artilugios tecnológicos:
además donde la privacidad se colocó claves privadas, huellas dactilares, recono-
como eje de la sociedad, todo espacio cimiento de pupila y otras cosas que ya no
se vuelve contenedor de algo: las casas, ameritarán cuidados. Como si las llaves,
los baúles, los diarios. Las personas tam- hechas de lentitud y parsimonia —piénse-
bién se vuelven contenedores que guar- se en el oficio de cerrajero— no pudieran
dan con recelo, con miedo a perder y así ser retenidas en un siglo donde ya nadie
ser perdidos; uno ya no es las cosas que tiene —según— tiempo ni para ver donde
quiere sino lo que guarda. Parece como las deja.
Segunda imagen: unas manos se detie-
nen buscando entre dedos la llave indi-
cada. En esa pausa, a veces cuando se
está con alguien más, se consolidan los
afectos. Con un beso por ejemplo.
y letrados
gos, descuidos inintencionados. Los sen-
timientos serán algo así como las llaves
humanas, donde cada gesto será una
de esas mínimas ranuras que permiten
la apertura. Cuando era niño disfrutaba
ir al cerrajero, tantas llaves me hacían
sentir que estaba ante la persona que po-
día abrir cualquier candado. Me gustaba 31
pensar que así como él limaba minuciosa-
mente las ranuras de las llaves, así lima-
mos todas las personales llaves que nos
dejan entrar en los demás. En ese enton-
ces yo quería ser el cerrajero que pudiera
crear las llaves que abrieran a cualquier
persona. Uno debería de preguntarse si
con la ausencia de las llaves no se pierde
también esa necesidad de construir afec-
tos. De a abrir y cerrar con el tiempo.
.
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..
INVENTARIO
José Chapa (Mission, Texas, 1990) es autor del poemario Pájaros de Pólvora (La Fragua,
2009), ganador del Concurso Literario Interprepas del itesm en su novena y décima emi-
sión, y seleccionado del Curos de Creación Literaria para jóvenes 2010, a cargo de la f,l,m,.
Actualmente desarrolla el proyecto de escritura 69 como becario del Fondo Estatal para
la Cultura y las Artes de Coahuila. Luis Hernesto González (Ciudad de México, 1966)
estudió Periodismo y Comunicación Colectiva en la enep (hoy fes) Acatlán. Ha sido editor
y colaborador en diversas revistas y ha participado en programas de difusión de a Litera-
tura por radio y televisión en el estado de Morelos. Sus publicaciones se componen de los
poemarios Mar y bosque se buscan, De las formas del desierto (ambos en la colección Voces
del viento, uaem/Unicedes, 2001 y 2002, respectivamente) y Poemas de la bruja (Ediciones
y letrados
y letrados
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das en la creación literaria y las artes visuales a enviar
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