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Subes las escaleras al ritmo de “I want to reconcile the violence in your heart”
(Undisclosed desires – Muse), sales del Metro y te enfilas hacia el asta bandera. Estás en
la plancha de Zócalo y te aborda el siguiente pensamiento: Huitzilopochtli –dios sol– se
demoró 500 años en llegar; no sólo abandonó a su suerte a los mexicas, sino que ahora,
molesto por ver tan transformado su pueblo y sus tierras, ha decidido cobrar venganza a
través de sus inclementes rayos que queman y sofocan a quienes nos paseamos por la
ciudad.
Te reúnes con el grupo, platicas un poco mientras esperan al resto. Minutos después
tomas nota de la misión a realizar. Bebes un poco de agua –tibia y espesa a causa del
calor– tomas una foto panorámica, escuchas a un integrante de la CNTE hablando por un
altavoz, observas las decenas de carpas pertenecientes al SME. Todo eso mientras
decides a quién entrevistar.
Inesperadamente arriba una manifestación más arriba al Centro Histórico capitalino:
– Estamos pidiendo homologación de sueldos con las instituciones de salud a nivel
nacional. Somos peritos de la Procuraduría General de Justicia del DF. Ya nos habíamos
aguantado mucho, pero la verdad ahora sí decidimos protestar –comenta un señor
robusto, de tez morena y semblante abatido, al tiempo que su mirada se pierde entre los
balcones de Palacio Nacional.
Sin embargo, el miedo sigue sin poder vencer a la colectividad, a la unión de la gente en
las plazas públicas, a la toma de las calles, a los versos, canciones y expresiones
artísticas que no cesan, que a propósito o sin él, reivindican a la sociedad como parte de
un Estado que desea ser libre –en los hechos, no sólo en la retórica discursiva.
Tus colegas entrevistan al dueño de un bicitaxi, a una muchacha encargada de dar
información turística, a una japonesa que camina sin rumbo. Personajes con historias tan
diferentes convergen en un mismo punto. Unos en contra de los plantones, otros a favor
de los actos de resistencia civil, algunos indiferentes, indolentes incluso hasta con su
propia existencia. Así de grande es el Zócalo: ejemplo de la globalización y polarización
actual; espacio donde conviven múltiples idiomas y nacionalidades; dueño de una riqueza
mítica y cultural atrapada bajo el asfalto y las fachadas de los edificios.
– Radio SME surge para que los compañeros se mantengan informados y organizados
contras las acciones del gobierno espurio de Felipe Calderón –dice con contundencia
Isabel de la Rosa, miembro del movimiento y del medio alternativo de comunicación.
Los electricistas del SME niegan de manera rotunda haber sido los responsables de la
quema de cuatro automóviles el pasado lunes. Aseguran que hubo infiltrados. Refutan
cualquier tipo de nexo con algún partido político. Manifiestan su deseo por erigirse como
una inspiración para otros sectores afectados por las políticas neoliberales. Exaltan su
sindicato, las bondades del contrato que defenderán “hasta las últimas consecuencias”
(Isabel dixit).
Huitzilopochtli está a punto de agotar sus municiones. En vista de ello decide retirarse
poco a poco para no admitir sus debilidades, para no reconocer su parte mortal. Sabe que
con unas horas de descanso podrá recargar su poder. Mañana buscará hacerlo otra vez:
llorar por lo que ya no es; irradiar su fuerza contra los que modificaron abruptamente su
reino; trastocar los adentros de quienes habitan sus tierras; abrazar y abrasar; ser
nombrado; recobrar respeto y poderío; ser venerado; nunca más ser olvidado.