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Limitaciones de la democracia

deliberativa: falta de información


al público
La ventaja de la teoría de Habermas es que aporta a la democracia
directa expresada en el voto, porque promueve la libre y racional
discusión de los asuntos públicos por la comunidad; es decir, favorece la
expresión social. Entonces, se habla de una democracia
de deliberación y toma de decisiones, donde se privilegian la
argumentación, el intercambio de informaciones, la crítica y la propuesta
de los participantes.
Este autor asigna un poder central al pueblo, como
actor fundamental para el sostenimiento de un proceso
político, en oposición
a otros pensadores como Luhmann (Alemania, 1927-
1998), quien
piensa que el gobierno y la burocracia deben intervenir
en todos
los temas, por tener conocimientos científicos y
técnicos que no
tiene la población y que, al someter ciertos temas a la
discusión de
la población, solo se retrasaría la toma de decisiones
(Luhmann,
1996). Habermas cuestiona esto y plantea que un
grupo pequeño
no puede decidir por la mayoría, pues es la
participación ciudadana en actos deliberativos lo que
legitima las decisiones.
La importancia del acceso a la información

Para lograr una democracia así, el acceso a la deliberación debe ser


equitativo, sin ninguna discriminación ni coerción, pero especialmente
debe ser un acceso informado. Es necesario que los ciudadanos manejen
información sobre temas de interés común: la protección del
ambiente, la paz, los derechos de las minorías, etc. De esta manera, la
población supera sus intereses particulares y apuesta por intereses colectivos,
ejerciendo una ciudadanía amplia, disminuyendo las desigualdades,
reconociendo el pluralismo social y cultural (Castells, 2005).
La falta de acceso a la información genera el desinterés de la población de
participar, produce una cultura de pasividad, apatía, sumisión, desvalorización
personal y colectiva, y un desconocimiento
del poder popular.

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