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CAPÍTULO II

LA VOCACIÓN DE MARÍA
CONTENIDO
1. Vocación. Primer contacto
2. Apuntes sobre la trascendencia o importancia de
la vocación en la vida humana
3. La vocación en la Iglesia
4. Lc 1, 26-38: ¿un relato de vocación?
5. La respuesta de María
6. La segunda anunciación y el sí silencioso (Lc 2, 33-
35)
7. Jn 19, 25-27: ¿La revelación final y un nuevo sí
callado?
8. Conclusiones
4. Lc 1, 26-38: ¿un relato de vocación?
El género literario del relato
 Los investigadores han estudiado el género del
relato. Han propuesto la presencia de uno o varios
de estos cuatro esquemas literarios:
 Anuncio de un nacimiento maravilloso
 De vocación
 Apocalíptico
 Alianza
 El de anuncio de nacimiento maravilloso ha sido
probablemente el género que con más frecuencia
se ha asignado a esta perícopa.
Otros anuncios son:
 Gén 16, 7-14 (anuncio a Agar del nacimiento de
Ismael);
Gén 17 (gira en torno a la alianza de Dios con
Abraham y contiene el anuncio de la vocación de
Isaac en 17, 16.19);
 Jue 3, 2-23 (anuncio a la mujer de Manoaj del
nacimiento de Sansón);
Mt 1, 18-23 (anuncio a José del nacimiento de Jesús);
Lc 1, 5-25 (anuncio a Zacarías del nacimiento de
Juan Bautista).
Algunos autores también lo entienden como relato de
vocación. De modo singular María es llamada a
colaborar en el plano divino de la salvación.
Elementos de Lc 1, 26-38
26-27. Introducción. Personajes: José, Gabriel y
María.
28. Salutación particular del mensajero a María.
“Haire”: alégrate; “Kejaritomené”: llena de gracia.
29. Reacción reflexiva de María. En lugar de
alegrarse siente turbación, miedo. El “otro”
altera.
29. Reasunción de la primera salutación.
30-33. Anuncio del nacimiento. Concepción. El
nombre lo impone María, no José (Mt).
Elementos de Lc 1, 26-38
34. Referencia a la propia incapacidad, que funda
la petición de una aclaración ulterior.
35. Aclaración ulterior.
36. Referencia a un caso singular o especial: Isabel.
37. Referencia al poder de Dios.
38. Consentimiento. Único en la SE. Jamás había
aparecido un consentimiento así en la Biblia. “El
Señor está contigo”: Dios se compromete a estar en
todo el proceso de maternidad. Hay de por medio
una alianza: Dios se compromete; María se fía.
Paralelismo con Jue 6, 11-24: vocación de Gedeón
Jue 6, 11-24 Lc 1, 26-38
1. Saludo. Introducción.
Dos elementos: “El Señor está contigo”. Tres elementos: “Alégrate”, “Llena de
“Valiente guerrero”. gracia”, el Señor está contigo”.

2. Respuesta.
Irónica: “Si el Señor está con nosotros, ¿por Turbación, reflexión. Trata de
qué nos han sobrevenido estos males?” averiguar el saludor.

3. Comunicación de una misión


“Ve con la fuerza” (6, 14). La salvación de “Le pondrás por nombre Jesús, porque
Dios. salvará” (Lc 30-33).La salvación del
pueblo.

4. Dificultad, objeción.
Propia pequeñez. Clan más pobre. Virginidad. No conoce varón.
“Soy el más pequeño…”. (6, 15). “¿Cómo será esto…? (1, 34).

5. Promesa de asistencia
“Yo estaré contigo…” (6, 16). “El Espíritu Santo vendrá sobre ti” (1, 35).
Paralelismo con Jue 6, 11-24:
vocación de Gedeón
6. Señal.
Gedeón reclama un signo: “Fuego A María se le da sin pedirlo: Isabel ya
que consume…” (6, 17-ss). está en el sexto mes (1, 37).

7. Consentimiento
No hay “He aquí la esclava del Señor…” (1, 38).
Elementos teológicos
Hay una coincidencia general en que Jue 6, 11-24 se
ha de designar como vocación de Gedeón . El
pasaje se ajusta al género “relato de vocación”,
cuyos elementos son los que hemos señalado más
arriba.
Por su correspondencia con el relato de Jue 6, 11-
24, parece indicado designar Lc 1, 26-38 como la
vocación de María.
Sin embargo, no basta este parangón para
explicitar teológicamente lo narrado por Lucas. El
anuncio a María, a diferencia de todas las
predicciones escriturísticas semejantes presenta la
misión a María para un evento hasta entonces
inusitado: la maternidad mesiánica.
Elementos teológicos
Se expresa que el nacimiento de Jesús no se ha de
vincular con María de una forma cualquiera, sino
que dicha maternidad hay que considerarla
como la vocación auténtica de María.
Según el contenido principal, este texto anuncia el
nacimiento y la importancia de Jesús (Lc 1,
31.33.35).
Según el conjunto de su forma da a entender que la
anunciada maternidad respecto a Jesús constituye
el contenido de la vocación de María.
Elementos teológicos
Así como en Jue 6, 11-24 se trata urgentemente de la
liberación de Israel de la mano de los medianitas, así
en Lc 1, 26-38, es Jesús la realidad central.
No obstante, María no es en este pasaje un personaje
colateral o secundario, como tampoco en la otra
narración Gedeón está al margen del acontecimiento.
 De igual modo que para Jue 6, 11-14 no se considera un
título adecuado “anuncio de la liberación de Israel”,
sino “vocación de Gedeón para la liberación de Israel”,
así el título que cuadra a Lc 1, 26-38 no es “anuncio del
nacimiento de Jesús”, sino “vocación de María para la
maternidad respecto a Jesús”.
Un anuncio singular por el relieve
dado al personaje humano
Diferencias entre este relato y el de anuncio a
Zacarías.
 Una consiste en que aquí se destaca que todo es
gracia de Dios: no se dice de María que fuera justa,
ni que el niño que va a concebir sea una respuesta
de Dios al deseo y a las oraciones de María (las dos
cosas se dicen de Zacarías a Isabel).
Se afirma, pues, la pura gracia de Dios. María es
la “agraciada”. La elección es pura gracia.
En el relato lucano de la Anunciación (Lc 1, 26-38)
asistimos al diálogo del Ángel con María.
El evangelista tiene interés en señalar las
circunstancias del tiempo y del lugar, pero sobre
todo en identificar por su nombre a los implicados:
Gabriel, José, María, Isabel.
La historia la hace Dios con personas, no con
simple objetos materiales y seres anónimos.
El mensajero dialoga con la joven nazarena.
Tratándose de maternidades, parece lo más
normal; pero no lo era tanto.
Podemos señalar, sí, que el ángel del Señor se
aparece a la mujer anónima de Manoaj y le anuncia
el nacimiento de Sansón (Jue 3,3-5); pero no
dialogan ella y el ángel, es Manoaj el interlocutor
(Jue 13, 8-18).
En el anuncio del hijo de la promesa, Isaac, es a
Abraham, no a Sara, a quien el misterioso
personaje le da la inesperada noticia (Gén 18, 10);
la intervención de Sara y la réplica seca e inmediata
del personaje no son propiamente un diálogo (Gén
18, 12-15).
En el mismo evangelio de Lucas, el anuncio del
nacimiento del Bautista se le hace a Zacarías (Lc 1,
30-33), no a la futura madre.
En cambio, en el anuncio a María,
el enviado le habla a ella y habla
con ella; esta mujer joven es una
real interlocutora, como ha sido
Gedeón en el relato que narra su
misión, su vocación a realizar un
papel liberador. (En Mateo es José
el interlocutor del ángel del Señor).
La palabra del mensajero se despliega en cuatro
momentos:
 el saludo festivo y encomiástico: “alégrate, agraciada, el
Señor está contigo”;
 el anuncio del gran evento: María concebirá y alumbrará al
descendiente de David (cristología mesiánico-davídica de Lc
1, 32-33);
 el anuncio del modo: la concepción será virginal en virtud de
una actuación extraordinaria de Dios, y su fruto el Hijo del
Altísimo (cristología neotestamentaria de Lc 1, 35-36);
 la donación de un signo: el embarazo de Isabel. A su vez, la
reacción de María ante el saludo es la turbación y la
perplejidad (la presencia y la palabra de la alteridad, del
Otro, nos altera); el gran anuncio la lleva a preguntar por el
modo en que se cumplirá; tras la explicación y el signo, viene
la intervención decisiva en que María pronuncia el hágase.
De la turbación se pasa a la comprensión, y de ésta al
consentimiento personal.
5. La respuesta de María
Ningún relato de vocación termina con una formulación tan
expresiva de plena adhesión a la voluntad del Señor como aquella
que con la que María se adhiere al plan divino. Examinemos con
cierto detalle ese fiat.
1. Lo primero que comprobamos es
que María no da por callada la
respuesta, ni se anda con evasivas. La
llamada de Dios espera una
respuesta, y María la da. María
contesta al portavoz divino «He aquí
la esclava del Señor. Hágase en mí
según tu palabra» (Lc 1, 38).
2. El consentimiento de María es, en sí mismo, un acto
de fe. Cuando Sara oyó desde la tienda lo que hizo Dios
a Abraham, estalló en una risa incrédula (Gén 18, 12-
13). Como si dijera: “no nos vengas con historias: en la
vejez no se puede ser madre”. María es, al contrario, la
virgen oyente y la virgen creyente: llena de fe, acogerá a
Cristo en su mente antes que en su seno (san Agustín).
Si nos remontamos a Eva, advertimos el contraste
entre ella y María, señalado por Justino e Ireneo. En
Eva, ante la sugestión del tentador, encontramos la
desconfianza y la desobediencia; en María, en cambio,
la confianza en la promesa por el acompañamiento de
Dios («El Señor está contigo»), la confianza y acogida
de la noticia relativa a la misión que se le encomienda
y la obediencia a esa voluntad de Dios.
3. Recelamos del término “esclava”. Resulta
estridente para nuestra sensibilidad, a la vista de
lo que ha significado en la historia del régimen
inhumano: el esclavo era una mercancía, su
dueño tenía derechos sobre él y podía incluso
quitarle la vida. El término griego que Lucas
pone en labios de María es dúle; se puede
traducir también por “sierva”, “servidora”.
Según G. Odasso, parece que las palabras de
María “he aquí la esclava del Señor” se siguen
entendiendo en muchas comunidades cristianas
como manifestación de la humildad de María.
En cambio, los filólogos señalan que la locución
“siervo del Señor” se ha de comprender en el
contexto histórico-cultural semítico, donde denota
al ministro del rey, al igual que el sintagma “los
siervos del Faraón”, que designa a los que
participan más que ningún otro en la realización
del gobierno de su soberano. Es lo que sucede
también en la Escritura cuando presenta como
siervos de Yahvé a los profetas, o a Moisés.
En este contexto, las palabras puestas por Lucas en
labios de María la muestran como la que acoge la
Palabra desde la conciencia de la propia misión
según el designio de Dios.
Siervo, pues, era un título de dignidad en el mundo
religioso. En el NT figura del algún modo el título
“siervo de Dios y de Jesucristo” (Sant 1,1), o “siervo de
Dios” (Tit 1,1), o “siervos de Jesucristo” (Rom 1,1: Flp
1,1). El servicio a Dios connota no sólo
reconocimiento de la soberanía divina, sino también
la pertenencia a Dios y su protección.
Importa resaltar en esta autocomprensión de María
su disponibilidad. El sí de María no es el de quien
recibe una propuesta por parte de un igual, la sopesa
y al término da su consentimiento. María se entiende
como sierva del Señor y no se coloca en absoluto en
una posición de paridad a él; reconoce la total
asimetría entre Dios y ella y adopta una actitud de
obediencia al querer de Dios.
Notas del consentimiento
1. Éste es en primer lugar un sí libre. Dios
toma a María por Madre y se sirve de su
carne, porque ella quiere prestársela.
Dios se encarna voluntariamente, y por
eso quiere que su madre lo engendre
libremente y de todo su corazón. María
vive una confianza plenamente activa.
Actúa, pero en el fondo, deja todo en la
providencia de Dios.
2. Y es un sí gozoso. El evangelista indica que el
consentimiento de María no fue un sí agónico, y el
ángel no se lo tuvo que sacar con forcejeos.
Recordemos que ya en el v. 28, al comienzo de la
perícopa, recibe un saludo que es una invitación a
alegría (caire). San Justino destaca el sentimiento de
alegría. La gramática confirma la aceptación cordial
de María: en su respuesta usa un modo griego, el
optativo (genoito), que se emplea para expresar los
deseos. María consiente con gozo. Advertimos una
diferencia entre este fiat y el de Mt 6, 10 (hágase tu
voluntad, del Padrenuestro) y de Mt 26,42 (el
“hágase” del huerto de Getsemaní), formulados en
imperativo pasivo: genhqhtw.
Escribe de la Potterie: «En griego, la forma
optativa expresa “un gozoso deseo de…”, y
nunca un sentimiento de resignación o de
obligada sumisión ante algo grave y penoso.
El fiat de María no es una simple aceptación
y menos un resignado acatamiento.
Manifiesta, por el contrario, un gozoso deseo
de colaborar con lo que Dios quiere de ella.
Es la alegría del abandono total al querer de
Dios. Por otra parte, la alegría de este final
corresponde a la invitación a la alegría del
principio.
Raíz teológica del sí María
¿Cómo puede darlo? La clave explicativa es el amor de
Dios. La conciencia viva, agradecida, admirada y gozosa de
este amor (cf. Magníficat) es la raíz de la que brotan el
tallo erguido y el fruto maduro de un sí. Desde esta
conciencia y desde la gratitud que surge con
espontaneidad y a la vez con asentimiento en el interior se
entra a un camino de entrega, disponibilidad, acogida sin
reservas del querer de Dios. El reconocimiento, es decir, el
conocimiento del amor que se nos tiene y la gratitud que
se despierta en nosotros, conduce a la oblatividad; la
oblatividad lleva a la docilidad y disponibilidad, y ésta a la
obediencia. Es el proceso paradigmático vivido por María;
es el proceso que está llamado a vivir el creyente.
El reconocimiento, es decir, el
conocimiento del amor que se nos tiene
y la gratitud que se despierta en
nosotros, conduce a la oblatividad; la
oblatividad lleva a la docilidad y
disponibilidad, y ésta a la obediencia.
Es el proceso paradigmático vivido por
María; es el proceso que está llamado a
vivir el creyente.
Este momento biográfico de María
tiene un cortejo teologal, es decir, el sí
de la Anunciación, visto
retrospectivamente, tiene unos
antecedentes, una prehistoria; visto
prospectivamente, tiene una
posteridad. Aquel no fue el primer sí de
María al querer de Dios, y tampoco fue
el último sí; fue a la vez punto de
llegada y punto de partida.
La agenda del día de la Anunciación
está escoltada por quereres divinos
más menudos dictados para los años y
jornadas precedentes; y la escoltarán
otras anunciaciones que se le harán en
jornadas y años venideros. La agenda
de María es como un encerado limpio
en que Dios puede escribir los deberes
que tocan cada día a su servidora.
Paso a la historia
¿Qué sucedió? ¿Hubo una aparición evangélica y
un diálogo en los términos precisos en que se
narra, o en términos similares? Advertimos,
primero, que no se habla de aparición (no figura el
término ópte: “se apareció”, que si figura en Lc 1, 11.
Estaríamos más bien ante la dramatización de la
experiencia teologal de María. Desde el punto de
vista hermenéutico-teológico, parece razonable la
explicación de R. E. Brown, donde indica que este
relato no responde a la experiencia psicológica de
María en el momento de la encarnación.
Paso a la historia
Es, más bien, una “concentración simbólica” de toda
la experiencia de María, tal como la recordaba la
comunidad. las actitudes de obediencia, fe y acogida
de María, son probablemente la retroproyección,
hacia momentos desconocidos de su vida, de los
recuerdos históricos que tenía la comunidad
cristiana sobre el modo de ser de María como mujer
obediente, creyente y acogedora a partir del
ministerio de Jesús: no tanto de María-madre,
cuanto María-discípula, seguidora de Jesús. Con esto
se indicaría que María mantuvo desde el comienzo
una actitud de servicio, obediencia y disponibilidad
ante el Misterio de su Hijo.
Si nos queremos mover en el marco de la alianza y
de la relación dialogal de Dios con su pueblo y, en
este caso, con María, en quien se concentra la
esperanza de Israel, no es legítimo entender el
consentimiento como pura creación literaria. Y
aunque ignoremos el modo concreto de
producirse, desentona del marco teológico de la
alianza entenderlo como hacía L. Boff: como
consentimiento dado a un hecho consumado.
María, según esta versión de los hechos, habría
concebido por obra del Espíritu, y sólo después de
haber concebido y de advertir la presencia de la
nueva criatura en su seno, tuvo noticia de lo que se
trataba y dio su sí, asumiendo un embarazo, no
sólo inesperado, sino desconocido.
Sin duda, hay “hechos consumados” en que no
hemos tenido consentimiento directo. Uno es
la venida al mundo sin consulta previa; otro, la
remisión a una concreta economía salvífica en
razón del designio de Dios de llevarnos a la
comunión con él, también sin consulta previa,
en vez de dejarnos primero en un hipotético
estado natural. Pero pensamos que al escándalo
de fe no pertenece un golpe de mano divino en
el momento de la encarnación, de modo
conciba en el vientre antes que en la mente,
incluso aunque Dios sepa en su omnisciencia
que María diría que sí al hecho consumado.
El Ecce ancilla de María y la vocación
cristiana
¿Qué podemos aprender nosotros de este relato? El relato
del anuncio del nacimiento de Jesús puede desvelarnos
rasgos esenciales de la vocación cristiana. Revela, en
efecto, el comportamiento de Dios que, cuando propone
a alguien un quehacer especial, está programando salvar
su pueblo; por tener un proyecto de salvación, lo confía a
quien quiere. Como la de María, toda vocación es,
básicamente, un diálogo de revelación de Dios: se le da a
entender al hombre llamado que Dios cuenta con él.
Cuanto el ángel dice a María, más que estupendas
afirmaciones sobre ella, esconde el compromiso de Dios
con ella por el bien del pueblo: Dios piensa en María por
estar pensando en dar un salvador, su Hijo, a Israel.
El evangelio anunciado provoca, al
pedirla, la aceptación de fe. Ya la fe
restituye a Dios su poder creador, permite
que sea omnipotente su imaginación
salvífica, le predispone a mandar su
Espíritu. Ante tal voluntad divina María
responde preguntándose sin dudar,
asintiendo sin entender, concediéndose
sin reserva. Nada más pide Dios, cuando,
en búsqueda de salvar a su pueblo, pide
audiencia al creyente.
6. La segunda anunciación y el sí
silencioso (Lc 2, 33-35)
Cuando los padres de Jesús presentan al niño,
entra a escena Simeón. Toma al niño en brazos y
prorrumpe un canto de alabanza: ¡por fin ha
llegado el consuelo de Israel! Acto seguido hace un
anuncio a la Madre. Se lo ha llamado “la segunda
anunciación”.
La primera fue un misterio de puro gozo; en esta
otra se avistan ya misterios de dolor.
 Al “será grande” le hace contrapunto “será
bandera de división"; y el saludo “alégrate, llena de
gracia” queda tocado por el anuncio “una espada te
atravesará el alma”.
El mensajero, un anciano, no pretende ser profeta
de calamidades: sus ojos han visto al Salvador, que
es la luz para alumbrar a las naciones y gloria de
Israel, el pueblo de Dios. Pero Lucas señala en
varias ocasiones la necesidad de que el Hijo del
hombre o el Mesías pase por ese trance de
sufrimiento y muerte violenta antes de entrar en su
gloria (Lc 9,22; 24,26; cf. 18, 31).
No se trata de una necesidad metafísica, que
perteneciera a la estructura misma de la realidad y
a los procesos forzosos de la historia. y tampoco es
una fatalidad cósmica, algo escrito por los astros,
por así decirlo.
A diferencia de lo que pasaba entre los griegos, la
fe de Israel no admite que la historia humana,
como los avatares de los dioses, esté dominada por
un poder oscuro e ineludible que se cierne
cósmicamente sobre ella, llámese necesidad,
destino o fatalidad.
Todo el devenir del cosmos y todos los procesos de
la historia penden de la voluntad del Dios único y
todopoderoso. Por consiguiente, la necesidad de
que hemos hablado no es algo que se impone
brutalmente a Dios mismo y que queda fuera de su
control.
Sentido de la expresión relativa a la
espada que traspasará a María
Orígenes pensó que es la duda que asaltó a María ante
los fracasos y el rechazo que asaltó a su Hijo, como una
espina que se clavó en su fe pura;
Otros han hablado de una muerte violenta y martirial;
 Es el sufrimiento de la madre ante la cruz de Jesús,
participando en el sufrimiento de su hijo. G. Ravasi, ahonda
así: «María, a los pies de la cruz, perdiendo al Hijo lo
perderá todo, y, sin embargo, al convertirse en la madre de
la Iglesia, cuerpo de Cristo glorioso, lo recibirá todo. La ley
de la espada evangélica es la de perder para hallar, es la
lógica de la pobreza total para obtener la verdadera riqueza,
del abandono a Dios en la fe para ser plenamente saciados,
consolados, salvados»
Según otra interpretación, la espada es la palabra
de Dios. Esta palabra es como espada de doble filo
que penetra hasta las honduras del corazón. María
es la creyente que tiene que enfrentarse con la
palabra de su Hijo, simbolizada en la espada.
María hizo que sus pensamientos se aclarasen y
juzgasen a la luz de aquella palabra y se conformó
a ella con un crecimiento constante.
Tenemos que decir, finalmente, no se puede
separar el destino de la madre del destino del
Hijo. María participa en la experiencia de rechazo
de Jesús, pues no pueden dejar de repercutir sobre
ella las vicisitudes de la vida de su hijo.
7. Jn 19, 25-27: ¿La revelación final y un
nuevo sí callado?
¿Se abre en Jn 19, 25-27, al menos de forma implícita,
un nuevo ciclo en la misión de María? El v. 27 indica
que el discípulo la recibió en su casa / entre sus
bienes más preciados; pero ¿no cabe afirmar que a
María se le confía la solicitud por el discípulo? El
texto presenta, en el nivel literario, un “esquema de
revelación”. Juan recurre a un modelo que tiene tres
momentos: a) visión de un personaje, indicado por
su nombre; b) uso del verbo “decir”; c) señalamiento
con la partícula “he aquí”, “he ahí”, “ahí tienes”, “éste
es”, etc., que revela una nueva misión del personaje.
Podemos aludir algunos ejemplos: Jn 1,29; 1,47.
 Juan recurre a un modelo que tiene tres momentos:

 a) visión de un personaje, indicado


por su nombre;
b) uso del verbo “decir”;
 c) señalamiento con la partícula “he
aquí”, “he ahí”, “ahí tienes”, “éste es”,
etc., que revela una nueva misión del
personaje. Podemos aludir algunos
ejemplos: Jn 1,29; 1,47.
El caso más sobresaliente es Jn 19,25-27.
Mediante esta fórmula de revelación Jesús
comunicaría a María un mensaje nuevo y
asigna una tarea nueva: la función (misión,
vocación) materna dentro de la comunidad.
 La revelación no denota simplemente la
manifestación de algo ya dado, sino también
la constitución de esta realidad; es un acto
trascendente, ilocutivo y eficaz, una
expresión dotada de fuerza persuasiva que
crea o instituye realidad y sentido en un
determinado ámbito.
Podríamos ver cierta continuidad entre la
vocación-misión de María respecto a Jesús y
respecto al discípulo predilecto: ambas etapas
se enlazan por la misma condición de
maternidad. Habría como una transferencia,
un legado.
¿Sucedió esto históricamente? Dado que los
sinópticos no dan noticia de la presencia de
María en el Calvario (aunque tampoco la
niegan), podemos admitir que Jn 19, 25-27 es
una composición del evangelista con rico valor
simbólico, pero no el relato cronístico de un
suceso sin más.
A nosotros nos interesa sobre todo el otro
nivel, el de la relación de María, tras la muerte
de Jesús, con la comunidad primitiva. ¿Cómo
podemos pensarla?
El comienzo de Hechos puede dar también
alguna pista: el autor la presenta con el grupo
de los once reunidos en el cenáculo,
acompañada por algunas mujeres y los
“hermanos” de Jesús. Y en Lc 1,48b se pone en
labios de María esta afirmación: «Desde ahora
me felicitarán todas las generaciones». Tanto
en Jn 19,27 como en Lc 1,48b y Hech 1,14 se
presenta como a una persona acogida en las
comunidades.
Correlativamente, podríamos sugerir que María
fue memoria viva de Jesús entre los primeros
creyentes, que tomó parte activa en la vida de la
comunidad y que ejerció discretamente un
influjo “materno” desde su fe (cf. «dichosa tú,
que has creído» [Lc 1,45]) y desde su amor a los
hermanos que integraban la pequeña Iglesia de
los inicios. De este modo daría cuerpo a su
misión en la nueva circunstancia.
8. CONCLUSIONES
1. La misión maternal de María no
es para un momento fugaz, sin
concreción existencial. Es para el
proyecto de Dios en su actuación
en la historia del hombre, para la
salvación.
2. Dicha misión tiene un “hacia dónde”. Dios
mismo es su hacia dónde, como lo es de todo
ser humano; el Reino de Dios (la
consumación propia y la de todos cuando
Dios lo sea todo en todas las cosas). Tiene
una razón para vivir y desvivirse, un porqué y
un para qué, un por quién y un para quién.
Es peregrina de Dios, de la verdad, el bien, la
belleza siempre mayores.
3. El amor le da impulso para
entregarse a los gozos, trabajos y
cuidados propios de su misión
materna: concebir, dar a luz, envolver
pañales, llevar a circuncidar,
presentarlo en el templo. Responde a su
vocación respondiendo a las demandas
del Hijo.
4. Su vocación de hacer presente
en nuestra historia al Salvador del
pueblo de Dios, da peso y
significación a su vida. Tiene la
gloria (kabod) de la fecundidad y la
autoridad.
5. Su vida cobra unidad y flexibilidad.
No es madre unas horas de jornada,
sino las 24 horas del día. La flexibilidad
viene exigida por el tipo de relación
(una relación personal sumamente
singular) y por el tipo de
acompañamiento que requiere el
proceso biográfico del hijo desde la
concepción hasta la plena autonomía.

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