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1) Capacidad de goce, y
2) Capacidad de ejercicio.
En el caso del Estado como sujeto de derecho, los artículos 27, 39,
40 y 41 constitucional, así como el artículo 25 del Código Civil
Federal en su artículo 25 establecen la personalidad del Estado y
sus organismos:
“Artículo 27. La propiedad de las tierras y aguas comprendidas
dentro de los límites del territorio nacional, corresponde
originariamente a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de
transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la
propiedad privada. […]
Artículo 39. La soberanía nacional reside esencial y originariamente
en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye
para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable
derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
Artículo 40. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en
una República representativa, democrática, laica y federal,
compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo
concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México,
unidos en una federación establecida según los principios de
esta ley fundamental.
Artículo 41. El pueblo ejerce su soberanía por medio de los
Poderes de la Unión, en los casos de la competencia de
éstos, y por los de los Estados y la Ciudad de México, en lo
que toca a sus regímenes interiores, en los términos
respectivamente establecidos por la presente Constitución
Federal y las particulares de cada Estado y de la Ciudad de
México, las que en ningún caso podrán contravenir las
estipulaciones del Pacto Federal.”
Código Civil Federal
“Artículo 25.- Son personas morales:
I. La Nación, los Estados y los Municipios;
II. Las demás corporaciones de carácter público reconocidas
por la ley;
La de Policía.
De apoyo, estímulo o fomento a la actividad de los individuos o
grupos sociales.
De prestación de servicios públicos.
En relación a las atribuciones de policía tiene como finalidad
regular ordenadamente la actividad de los particulares en
torno a cinco razones fundamentales:
Orden.
Seguridad.
Tranquilidad.
Derechos sociales (Educación, salud, vivienda, medio
ambiente, alimentación, entre otros).
El Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fijo los
principios bajo los cuales se deben desempeñar la actividad
policiaca, tal como se aprecia de la tesis aislada P. L/2010,
sustentada por el Pleno de la SCJN, consultable en el tomo XXXIII,
enero de 2011, novena época, página 52, del Semanario Judicial de
la Federación y su Gaceta, de rubro y texto:
FUERZA PÚBLICA. LA ACTIVIDAD DE LOS CUERPOS
POLICIACOS DEBE REGIRSE POR LOS PRINCIPIOS DE
LEGALIDAD, EFICIENCIA, PROFESIONALISMO Y HONRADEZ. El
artículo 21 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos establece los siguientes principios destinados a regir la
actividad de los cuerpos policiacos: 1) Legalidad, consistente en que
su actuación debe encontrar fundamento en la ley (Constitución,
leyes o reglamentos, principalmente); además, existen casos en que,
por disposición constitucional, el acto de policía en lo individual debe
estar sujeto a una autorización u orden judicial.
2) Eficiencia, que exige que la actividad policial se desempeñe de manera que
los objetivos perseguidos se realicen aprovechando y optimizando los
recursos, de forma que se minimicen los riesgos que representa el ejercicio de
actos de fuerza y que éstos no den lugar a más actos de riesgo o violencia y
que el uso de la fuerza sea oportuno, lo que significa que deben procurarse el
momento y lugar en que se reduzcan al máximo los daños y afectaciones
tanto a la vida como a la integridad de las personas involucradas y, en general,
la afectación de los derechos de las personas; 3) Profesionalismo, referido a
que los elementos policiales tengan suficiente y amplia capacitación en las
materias propias de la función pública, que les permita cumplir su actividad en
las condiciones legales y de facto exigibles; distinguir entre las opciones de
fuerza que están a su alcance y conocer el momento en que es necesario
aplicar una u otra, de tal manera que puedan reaccionar de forma seria,
acertada, proporcional y eficiente, a los estímulos externos relacionados con
su actividad; y, 4) Honradez, estatuido como principio constitucional de la
actividad policial que incide en la persona del policía; así, no basta para
cumplir con el mandato constitucional que los policías sean profesionales en
su actividad, sino que también deben ser personas honestas, cualidad que les
permitirá cumplir sus deberes con apego a la ley y minimizar las posibilidades
de corromperse en detrimento de la seguridad de la sociedad.
Las funciones de policía pueden ser mayormente
regulatorias o prohibitivas, lo anterior al tipo de Estado
proteccionista o paternalista, también depende de la
naturaleza humana y del grado de desarrollo de la sociedad,
es decir de su civismo, cultura y educación.
En el caso de nuestra sociedad no podemos dejar de lado
que dadas las condiciones de ésta y la política criminal
emprendida en contra de la delincuencia organizada y el
narcotráfico, desde el año 2006 se ha notado un incremento
en los tipos penales que se incluyen dentro de las normas
administrativas, al grado de llegar a un 90 %.
Lo anterior no necesariamente ha constituido un progreso
para el Estado, pues bajo esas condiciones de normativa
punitiva, lo que se presupone normativamente es la mala fe
de los particulares y de los propios elementos policiacos.
Un ejemplo de lo anterior se aprecia en materia fiscal, en
donde en lugar de simplificar los impuestos se hacen tan
complejos que ello genera a su vez las prácticas de elusión y
de evasión tributaria.
También es importante precisar que el cúmulo de
disposiciones legales es inmenso pues no sólo están
contempladas en las leyes sino también los reglamentos.
De donde se advierte que el Estado a veces impone medidas
asfixiantes, coercitivas y excesivas, en lugar de limitarse solo
a advertir y a educar, y dejar que sea la persona la que
decida lo que es bueno o malo, correcto o incorrecto,
conveniente o inconveniente.
No debemos olvidar que el derecho penal debe constituir el último
instrumento al cual se debe acudir en la regulación de las relaciones de
los sujetos en sociedad, tal como se prevé en la jurisprudencia
XIX.1o.P.T. J/9, emitida por el Primer Tribunal Colegiado en Materias
Penal y de Trabajo del Décimo Noveno Circuito, consultable en el tomo
XXXII, septiembre de 2010, novena época, página 1049, del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, de rubro y texto:
AUDIENCIA DE CONCILIACIÓN EN LA AVERIGUACIÓN PREVIA.
EN ATENCIÓN AL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD PENAL Y A
LOS ARTÍCULOS 3o., FRACCIÓN X Y 118 DEL CÓDIGO DE
PROCEDIMIENTOS PENALES PARA EL ESTADO DE
TAMAULIPAS, EL MINISTERIO PÚBLICO DEBE CELEBRAR
DICHA DILIGENCIA EN LOS DELITOS QUE SE PERSIGUEN POR
QUERELLA NECESARIA Y EN LOS PERSEGUIBLES DE OFICIO
CUANDO EL PERDÓN DEL OFENDIDO O LA VÍCTIMA SEA
CAUSA DE EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL. Los artículos 3o.,
fracción X y 118 del Código de Procedimientos Penales para el
Estado de Tamaulipas, reformado y adicionado, respectivamente,
mediante decreto publicado en el Periódico Oficial de la entidad
el 10 de julio de 2003, prevén la figura de la conciliación entre el
ofendido o la víctima y el inculpado en los delitos que se
persiguen por querella necesaria, y en los perseguibles de oficio
cuando el perdón del ofendido o la víctima sea causa de
extinción de la acción penal. Ahora bien, de dichos numerales se
advierte que el legislador utilizó la expresión "deberá", denotando
que es una obligación para el Ministerio Público durante la
integración de la averiguación previa llevar a cabo la audiencia
de conciliación, pues de lo contrario, si la intención del legislador
hubiera sido dejar un amplio espacio discrecional a la
representación social en este tema se habría utilizado el diverso
vocablo "podrá", supuesto en que se dejaría al arbitrio ministerial
la potestad de decidir si procura o no la conciliación de las
partes; aspectos los anteriores que sitúan al derecho penal como
una disciplina de mínima intervención y que concibe a dicha área
como un mecanismo que sólo debe tutelar determinados bienes
jurídicos, es decir, aquellos que entrañan valores esenciales de
la vida en comunidad, cuya vulneración trasciende más allá del
ámbito de los particulares para convertirse en una afectación a
la sociedad derivada de la incidencia y la gravedad de las
conductas ilícitas, de tal suerte que el derecho penal
constituya la ultima ratio para reprimir determinadas conductas
consideradas ilícitas dentro del ordenamiento jurídico. No todas
las conductas ilícitas que sanciona el derecho penal pueden ser
perseguidas de oficio por la autoridad por el solo conocimiento de
los hechos delictivos, ya que existen bienes jurídicos tutelados cuya
vulneración, a pesar de afectar indirectamente a la sociedad,
impactan sólo a las víctimas u ofendidos, pudiéndose ver reparadas
las afectaciones a través de componendas entre particulares y, con
ello, verse restituido el orden público. Esta perspectiva del derecho
penal con una actividad preconciliatoria ministerial importa un
cambio en esta rama del derecho en su acepción tradicional, que se
identifica como un modo
de control social formal de reacción, por la de derecho penal
mínimo que lleva la aplicación del derecho penal al mínimo de
conductas transgresoras y que reconoce que el ius puniendi no es
el único medio de control social ni un singular instrumento para la
protección de los intereses personales, y sobre esa base deben
acudirse a medios alternos para la solución de conflictos y dejar
para el final al derecho penal, dada la gravedad del control que por
medio de esta rama del derecho se ejerce y que, por lo mismo, no
es posible utilizarlo frente a todas las situaciones, por ello debe ser
la ultima ratio de la política social del Estado para la protección de
los bienes jurídicos más importantes frente a los ataques más
graves que puedan sufrir. La intervención del derecho penal en la
vida social debe reducirse a lo mínimo posible (minimización de la
respuesta jurídica violenta frente al delito), constituyéndose así, el
llamado principio de subsidiariedad penal, esto es, el último recurso
a utilizar a falta de otros menos lesivos.
b) de apoyo, de estímulo o fomento a la actividad de los
individuos o grupos sociales.