Esp. Neurología Concepto. • La neuropatía periférica es un nombre genérico con el que se designan los trastornos de cualquier causa que involucran las raíces anteriores o posteriores de la médula espinal, ganglios raquídeos, plexos, nervios periféricos o craneales, así como el sistema nervioso autónomo. Síndrome de Guillain-Barré-Strohl Es un cuadro descrito por estos autores en 1916, que está incluido dentro de las polineuropatías inflamatorias agudas y se sospecha con fuerza que sea un trastorno mediado por mecanismos inmunológicos. El síndrome afecta a personas de cualquier edad, sexo y raza, aunque algunos autores han reportado una incidencia mayor entre la tercera y cuarta décadas de la vida, así como un ligero predominio por el sexo femenino y la raza blanca. Etiología En casi las tres cuartas partes de los casos de síndrome de Guillain-Barré-Strohl se encuentra como antecedente previo un proceso agudo febril, de duración e intensidad variables, que aparece entre una y tres semanas antes de que se inicie el cuadro neurológico, con manifestaciones respiratorias, digestivas o ambas. Así mismo, se ha demostrado un aumento en la tendencia a padecer el síndrome después del parto. Una pequeña proporción de casos (menos del 5 %) ocurre entre una y cuatro semanas después de un procedimiento quirúrgico. Cuadro Clínico Los síntomas neurológicos iniciales son variables y los pacientes se quejan de debilidad en los miembros inferiores y dificultad para la marcha, acompañada en algunos casos de dolor en las masas musculares y en el raquis. Menos frecuentemente refieren como manifestaciones iniciales parestesias, diplopia, cefalea, parálisis facial periférica o trastornos al deglutir. • El examen físico del sistema nervioso muestra un déficit motor como elemento característico de la enfermedad, que consiste en una parálisis de tipo flácido, de intensidad variable, que va desde una ligera disminución en la fuerza de contracción muscular, hasta una parálisis total del músculo o grupos musculares. • Hay hipotonía de mayor o menor intensidad, así como hiporreflexia o arreflexia osteotendinosa, según el grado de parálisis. • El examen de la sensibilidad comúnmente muestra desproporción entre los trastornos subjetivos de la sensibilidad, a veces muy prominentes (dolor y parestesias) y las alteraciones objetivas, que por lo general son escasas y consisten en hipoestesias e hipoalgesia, aunque en ocasiones hay hiperestesia e hiperalgesia, o hipopalestesia. • El examen de los pares craneales muestra con frecuencia una parálisis facial periférica bilateral. También pueden estar tomados los pares IX y X, lo que se traduce por una parálisis faringolaríngea. • Si la afectación se extiende hasta la porción motora visceral del X par craneal, aparecen signos de tipo vegetativo, que caracterizan a las formas graves: taquicardia, arritmia respiratoria, hipoventilación, edema pulmonar, entre otros. Si el paciente no fallece, la lesión de los nervios craneales suele mostrar tendencia a la recuperación rápida y total. Los signos que orientan hacia la existencia de compromiso respiratorio son: – Ansiedad e intranquilidad. – Tos débil con expectoración dificultosa. – Dificultad para contar en alta voz durante la fase espiratoria después de una inspiración forzada. Normalmente debe llegarse hasta 30 o más. Si el paciente no pasa de 15, se calcula que la capacidad vital ha disminuido en el 25 % de lo normal. – Trastornos de conciencia. La enfermedad tiene tres etapas muy bien definidas:
– Progresión: que comienza desde el inicio de los trastornos
motores y dura hasta tres semanas; constituye el verdadero periodo de actividad patogénica del proceso.
– Estabilización: cuando durante 24 h o más no se suman nuevos
elementos clínicos al cuadro neurológico; puede durar de uno a tres días o ser inaparente.
– Regresión: cuando ocurre la mejoría de los síntomas y signos
del paciente; dura generalmente de tres a seis meses, aunque puede ser menor excepcionalmente o extenderse hasta los dos años, pasados estos se considera que no debe haber mejoría ulterior. Formas clínicas
– Polineuropatía desmielinizante inflamatoria aguda: es la forma clásica del
síndrome que se ha descrito. – Síndrome de Miller-Fisher: combinación de ataxia, oftalmoplejia, arreflexia osteotendinosa y diplejia facial como elementos prominentes del cuadro clínico. – Neuropatía motora axonal aguda. – Neuropatía sensitivo motora axonal aguda. – Neuropatía craneal múltiple con compromiso sensitivo severo. – Forma faringo-cervico-braquial. – Forma de paraparesia pura. – Ptosis palpebral grave sin oftalmoparesia. – Diplejia facial y parestesias. – Combinacion de síndrome de Miller Fischer y forma faringocervico-braquial. – Forma saltatoria: toma de miembros inferiores y nervios craneales, respetando los superiores. Exámenes complementarios Hemograma: Generalmente hay leucocitosis, aunque poco intensa. Eritrosedimentación Se encuentra acelerada. Líquido cefalorraquídeo Su examen es fundamental para confirmar el diagnóstico, pero no debe olvidarse que su resultado depende del tiempo de evolución de la enfermedad. Por lo general se encuentra una disociación albumino- citológica, es decir, gran aumento de las proteínas con células normales o ligeramente elevadas (entre 10 células/mm3 a 20 células/mm3). El conteo diferencial muestra linfocitos y elementos mononucleares. En el estudio electroforético del líquido se halla casi siempre elevación de las gammaglobulinas con disminución de la fracción beta. Exámenes inmunológicos En los primeros estudios evolutivos se detectan títulos elevados de un anticuerpo IgM antimielina que fija el complemento, cuya disminución se relaciona con la mejoría clínica. También se encuentran anticuerpos IgM e IgG contra GM1 y GD16, que son glicoproteínas de membrana en pacientes con evidencia de infección por Campylobacter, lo que sugiere semejanza entre antígenos del nervio y la bacteria.