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Este documento describe las principales formas de vida consagrada en la Iglesia Católica, incluyendo institutos religiosos como órdenes y congregaciones, institutos seculares compuestos por laicos, sociedades de vida apostólica y la vida eremítica de ermitaños. También menciona a las vírgenes consagradas y nuevas formas emergentes de vida consagrada.
Este documento describe las principales formas de vida consagrada en la Iglesia Católica, incluyendo institutos religiosos como órdenes y congregaciones, institutos seculares compuestos por laicos, sociedades de vida apostólica y la vida eremítica de ermitaños. También menciona a las vírgenes consagradas y nuevas formas emergentes de vida consagrada.
Este documento describe las principales formas de vida consagrada en la Iglesia Católica, incluyendo institutos religiosos como órdenes y congregaciones, institutos seculares compuestos por laicos, sociedades de vida apostólica y la vida eremítica de ermitaños. También menciona a las vírgenes consagradas y nuevas formas emergentes de vida consagrada.
1. Institutos de Vida Consagrada Los Institutos de Vida consagrada pueden ser dos tipos: Institutos religiosos o Institutos seculares: Institutos religiosos
Los Institutos religiosos pueden ser de dos tipos:
Orden religiosa, cuando algunos o todos sus miembros emiten votos solemnes. Estas a su vez se subdivididen en Canónigos regulares, órdenes monásticas, órdenes mendicantes y clérigos regulares. Congregación religiosa, cuando sus miembros emiten votos simples. Estas pueden ser de dos tipos, clericales o laicales. Las Órdenes preceden históricamente a las Congregaciones. 1. Institutos de Vida Consagrada Los Institutos de Vida consagrada pueden ser dos tipos: Institutos religiosos o Institutos seculares: Institutos Seculares: Los Institutos Seculares son asociaciones aprobadas por la Jerarquía de la Iglesia conformados por fieles laicos (hombres o mujeres) llamados por el Espíritu Santo a seguir a Cristo. Expresan su consagración secular viviendo según las normas de la Iglesia y sus respectivas Constituciones. Asumen la profesión de los Consejos Evangélicos de castidad, pobreza y obediencia para tender a la perfección de la caridad, convirtiéndose en puente entre las exigencias de la vida cotidiana y las de la Historia de la Salvación. Aunque la autoridad máxima es el Papa, su gobierno está en manos de un seglar apoyado por un consejo y asistidos (asesorados) por un sacerdote. Se diferencian de los institutos religiosos en que están formados solo por seglares. Pueden ser clericales o laicales, masculinos o femeninos. 2. Sociedades de vida apostólica Siguiendo el CIC, el Catecismo de la Iglesia católica dice que las sociedades de vida apostólica se asimilan a las diversas formas de vida consagrada, aunque sus miembros no emiten los votos religiosos, buscan la perfección de la caridad por medio de la observancia de sus constituciones. 3. Vida eremítica La vida eremítica es una realidad compartida con otras confesiones religiosas y denominaciones cristiana. A quienes se dedican a este estilo de vida se les llama eremitas o anacoretas. En la Iglesia católica dichos eremitas son personas que se consagran a Dios mediante los votos de pobreza, castidad y obediencia, y si lo hacen delante de un obispo, se constituyen en vida consagrada. El ermitaño vive apartado completamente del mundo (en soledad), dedica su vida a la oración asidua y a la penitencia de forma que busca ser una constante alabanza a Dios y una intercesión por la salvación del mundo. 4. Vírgenes consagradas Esta es una de las formas de vida consagrada más antigua dentro de la Iglesia católica, en el derecho canónico se les llama orden de las vírgenes. La virgen consagrada, formulando el propósito de seguir más de cerca de Cristo, se consagra a Dios por el Obispo diocesano según el rito litúrgico aprobado y se entregan al servicio de la Iglesia. A su consagración se le llama también "desposorios místicos con Jesucristo". 5. Nuevas formas de vida consagrada La exhortación apostólica Vita Consecrata (VC), de Juan Pablo II, señala que en la Iglesia católica continúa manifestándose también hoy, después del Concilio Vaticano II, nuevas o renovadas formas de vida consagrada. Muchas veces parecidas a las ya existentes, pero nacidas de nuevos impulsos espirituales y apostólicos. Compete solo a la autoridad de la Iglesia aprobar dichas formas, mediante un buen estudio sobre su originalidad y competencia. En otros casos, según la misma exhortación, se trata de experiencias originales, que buscan una identidad propia en la Iglesia y esperan ser reconocidas oficialmente por la Santa Sede.