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INTRODUCCION

 Los bienes son aquellos objetos susceptibles de apropiación humana


cuya clasificación tiene larga data y que además resulta muy variada
y compleja. En el presente trabajo nos enfocaremos en una
clasificación específica, esto es, la de los bienes inmuebles y la de los
bienes muebles [ conforme a nuestro Código Civil peruano de 1984.
ADQUISICION DE LA POSECION:
“La posesión se adquiere por la tradición, salvo los casos de adquisición
originaria que establece la ley.”.

Modalidades
de adquirir la
posesión

ADQUISICION ADQUISICION
ORIGINARIA DERIVADA
LA TRADICION
La tradición como aquella forma de adquisición derivada que se traduce en la
entrega física, y con ello la posesión, de un bien mueble o inmueble realizada,
por una parte, denominada enajenante o transferente, en favor de otra persona
denominada adquirente.
En otras palabras, la tradición opera, según las características del bien, en los:

Bienes muebles Bienes inmuebles Derechos


• se transfiere posesión y • no se entregan físicamente, se
propiedad; se requiere • se transfiere solo posesión, pues la propiedad transfieren y su transferencia no exige
el modo (entrega) o se transfiere con el consentimiento, ad entrega física. De allí que se diga que lo
modus (art. 947). consensu —solo el consensus obliga—, y se entregado es la cosa y no la posesión.
requiere el título (el hecho o el acto jurídico), (Rospigliosi, 2019)
títulus (art. 949); en estos, la tradición carece
de importancia, prima la obli­gación de
enajenar.
SON REQUISITOS DE LA TRADICION:

La coexistencia de Un bien mueble o


Una relación
dos sujetos inmueble cuya La entrega material
jurídica entre
(transferente y posesión se del bien.
ambos sujetos.
adquirente) transmite
LOS BIENES
 Para un sector de la doctrina francesa, no hay palabra más frecuentemente
usada en latín que la palabra res. La res, es el objeto que existe en la
naturaleza, objeto material y concreto pero que puede ser también un derecho
ideal y abstracto. La noción romana de res es más rica y muy diferente de la
cosa del derecho moderno. Hay cosas de las que el derecho solo se ocupa para
declararlas comunes a todos los individuos (el aire, la atmósfera), pero la mayor
cantidad de las cosas son útiles o deseadas, ellas tienen un “valor”, y como
tales, ellas son calificadas de bona.
 Si bien para el derecho no es muy clara la definición del concepto de “cosa” a su
entender si se llega a considerar válida aquella precisión por la cual las cosas
están comprendidas dentro de los bienes. Siguiendo a Josserand, este autor
comprende dentro del concepto de bienes a las cosas y a los derechos,
entendiéndose por estos últimos a los bienes incorporales. Él considera que los
bienes, en el sentido jurídico de la palabra, son todos los elementos activos del
patrimonio y que los “bienes verdaderos” en la acepción jurídica de esta
expresión, es decir, los valores económicos, son, o los objetos materiales que
caen generalmente bajo los sentidos, o los derechos ordinariamente establecidos
sobre dichos objetos. (Freyre, 2013)
Artículo 886.- Son muebles:
 1.Los vehículos terrestres de cualquier clase.
 2.Las fuerzas naturales susceptibles de apropiación.
 3.Las construcciones en terreno ajeno, hechas para un fin temporal.
 4.Los materiales de construcción o procedentes de una demolición si no están
unidos al suelo.
 5.Los títulos valores de cualquier clase o los instrumentos donde conste la
adquisición de créditos o de derechos personales.
 6.Los derechos patrimoniales de autor, derechos de patente, nombres
comerciales, marcas y otros derechos de propiedad intelectual.
 7.Las rentas o pensiones de cualquier clase.
 8.Las acciones o participaciones que cada socio tenga en sociedades o
asociaciones, aunque a éstas pertenezcan bienes inmuebles.
 9.Los demás bienes que puedan llevarse de un lugar a otro.
 10.Los demás bienes no comprendidos en el artículo 885. (Código Civil, 2020)
Artículo 948.- Adquisición a “non
dominus” de bien mueble.
 Quien de buena fe y como propietario recibe de otro la posesión de una cosa
mueble, adquiere el dominio, aunque el enajenante de la posesión carezca de
facultad para hacerlo. Se exceptúan de esta regla los bienes perdidos y los
adquiridos con infracción de la ley penal. (Código Civil, 2020)
Consideraciones generales
LA BUENA FE COMO PRINCIPIO GENERAL DEL DERECHO
Se ha afirmado desde un punto de vista filosófico y científico que “los
principios son enunciados lógicos que se admiten como condición o base
de validez de las demás afirmaciones que constituyen un determinado
campo del saber”, que “los principios son “verdades fundantes” de un
sistema de conocimiento, admitidas como tales por ser evidentes, por
haber sido comprobadas, y también por motivos de orden práctico de
carácter operacional, o sea, como presupuestos exigidos por las
necesidades de investigación y de praxis” . Desde este punto de vista,
ENTONCES, LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO CONSTITUIRÍAN “LAS
BASES TEÓRICAS Y LAS RAZONES LÓGICAS DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO
QUE RECIBE DE ELLAS SU SENTIDO ÉTICO, SU MEDIDA RACIONAL Y SU
FUERZA VITAL HISTÓRICA”.
LA BUENA FE SUBJETIVA COMO CATEGORÍA
GNOSEOLÓGICA DEL DERECHO.
La buena fe en sentido subjetivo pertenece a un sector más amplio y enriquecedor de la
experiencia jurídica: el conocimiento10. El conocer, el ignorar, la duda, la certeza, el error, el
dolo, etc., son diversas manifestaciones (en grados y matices) de un único fenómeno
denominado conocimiento. Un determinado sujeto puede realizar un comportamiento
jurídicamente relevante sobre la base del conocer o no un determinado hecho, manifestada en
una circunstancia concreta, que lo predispone a adoptar cierto comportamiento dirigido a fines
prácticos inmediatos. En consecuencia, la palabra conocimiento aquí utilizada no se refiere al
conocimiento científico o cultural como se podría creer, sino al conocimiento ordinario o
cotidiano del hombre en su interrelación con los demás. En efecto, “el saber científico, en
general el saber a nivel cultural, es regulado por el principio de la libertad – libertad de
investigación, de juicio, de información -; el saber ordinario, en cambio, está regulado por el
principio de la responsabilidad – hacia los terceros o al menos hacía sí mismo”; por eso “lo que
distingue práctica y jurídicamente el tipo de conocimiento que podemos llamar ordinario y
cotidiano, o que vuelve necesario un tratamiento jurídico diverso, no es tanto la falta de rigor
científico, sino más bien la cercanía al objeto y la vinculación con inmediatos intereses
prácticos”, por lo que “en suma y concluyentemente, decisiva para la disciplina jurídica del
conocimiento es la existencia o no de una vinculación con intereses prácticos inmediatos”.
La buena fe subjetiva y la buena fe
objetiva
Diferencias Como se aprecia, el acercamiento a la idea del concepto de buena
fe que hemos realizado sólo corresponde a una de sus manifestaciones. En
efecto, la buena fe puede considerarse de dos maneras de acuerdo a su
estructura y función: la buena fe subjetiva y la buena fe objetiva. La doctrina
ha tratado de “encasillar” ambas nociones. Así, desde el primer perfil (buena
fe subjetiva) es tenida en cuenta, como ya se ha visto, como un especial
estado intelectivo de la persona que se puede definir “de buena fe”; y desde
el segundo perfil (buena fe objetiva) es vista como una regla de
comportamiento o de conducta “según buena fe”. Para comprender ambas
manifestaciones de la buena fe, resulta necesario establecer históricamente la
estructura y la función de cada una de ellas para determinar el criterio que se
tendrá en cuenta al momento de interpretar las normas que tutelan la
confianza en la circulación de bienes y, en especial, las figuras de adquisición
a non domino reguladas en el Código civil peruano.
La presunción de buena fe: ¿naturaleza
constitutiva o impeditiva del hecho?
La buena fe se presume legalmente en materia posesoria (Art. 914 c.c.) y trae
como consecuencia legal la inversión de la carga de la prueba, es decir, el
reclamante deberá probar la mala del poseedor actual, si es que no quiere que
este haga suyo los frutos (Art. 908 c.c.). Sin embargo, la buena fe no se presume
en la adquisición de derechos del titular aparente en el caso de simulación (Art.
194 c.c.), y el tercero adquirente deberá acreditar su buena fe, quiere conservar
su adquisición. No existe, pues, una presunción general de buena fe. Por ende,
“aunque se quisiese hablar de un presunción general de buena fe, ella sufriría así
numerosas excepciones, resultando, antes que una verdadera norma fundamental
de nuestro ordenamiento, un principio de expediente destinado a colmar las
eventuales lagunas”. En tal sentido, creemos que no se puede entonces
hablar a priori de una presunción general de buena fe.
La presunción en general
La presunción significa tener por existente o acreditado un hecho del cual no se tiene
certeza, cuya operatividad - y consiguiente aplicación - depende de una actividad
lógica de inferencia que se realiza en el momento de valoración de la prueba dentro
de un proceso. Las presunciones permiten llevar a la convicción al juez, sin necesidad
de la prueba de tal o cual hecho.
En resumen:las presunciones “son razonamientos lógicos que
permiten establecer la verdad sobre un hecho desconocido,
probando el hecho A (hecho índice o indicador), se da por probado
el hecho B (hecho desconocido)”.
Las presunciones pueden ser legales y
judiciales.
Las Las
presunciones presunciones
legales judiciales
son aquellas predispuestas por
● son aquellas que se basan en

la ley de manera específica para reglas o máximas de


determinados casos, y pueden experiencia del Juez que le
subdividirse en presunciones permite y facultas formar
iuris tantum (admiten prueba en convicción sobre
contrario) y presunciones iuris determinados hechos en base
et de iure (no admiten prueba a argumentos razonables y
en contrario). lógicos.
Una presunción en particular: la buena fe
“la buena fe no es un hecho constitutivo, sino la mala fe [es] un hecho
impeditivo de la adquisición”, debido a que el tercero no adquiere en cuanto es
de buena fe, sino en cuanto el enajenante es investido de la apariencia de
derecho, y, por ende, la mala fe sería un hecho que impide la adquisición. Para
aclarar el problema, creemos que se debe distinguir claramente el elemento o
hecho impeditivo en dos planos: sustancial y procesal.
En efecto, el hecho impeditivo en sentido sustancial es un hecho jurídico
autónomo, por ejemplo, en los supuestos de interrupción de la prescripción (Art.
1996 c.c.) y la renuncia a la prescripción ya ganada (Art. 1991 c.c.), que impiden
la extinción de una pretensión y conservan un derecho preexistente. En cambio,
el hecho impeditivo en sentido procesal es el elemento opuesto o contrario al
elemento constitutivo presunto y que, por tanto, necesita ser probado para que
pueda desplegar su efecto típico de impedir una pérdida y conservar un derecho
o una situación preexistente: por ejemplo, la prueba de la mala fe en la regla
posesión equivale a título (Art. 948 c.c.) o en la usucapión abreviada (Art. 950
c.c.), que, si probadas, impedirían la adquisición de la propiedad. Hace muchos
años, el profesor Enrico Finzi, afirmaba que “la doctrina del derecho privado
ignora, sustancialmente, una categoría de hechos impeditivos.
El problema del título en las adquisiciones a non
domino

En todos los supuestos de adquisición a non domino es requisito sine qua non la
existencia de un título de adquisición. Por eso, “además de la buena fe, otro
elemento de hecho es constantemente requerido como condición de la tutela del
tercero adquirente: es necesario, en cada caso, que subsista a su favor un título
(formado por el non dominus) abstractamente idóneo para transferir o para
constituir el derecho que se trata, esto es, un título exento de cualquier otro
vicio que no sea el que derive de la falta de legitimación a disponer del autor”.

las transferencias voluntarias de propiedad, por regla, no están sujetas a


formalidad ya que son ab probationem, salvo la donación de inmuebles y la
donación de muebles cuyo valor supere el 25% de la UIT
Título de adquisición y la posesión

 La posesión juega un papel preponderante a efectos de la tutela del tercero


adquirente. El título de adquisición en estos casos no es suficiente, sino que
requiere que el adquirente - además de la buena fe - tenga una relación
material directa e inmediata con el bien objeto de disposición, un poder de
hecho, que le permita ejercer de facto los poderes inherentes a la propiedad
(Art. 896 c.c.). La posesión, entonces, se configura como elemento central de
la hipótesis normativa, a tal punto de que si sólo existiese título y buena fe,
pero no posesión, la tutela del tercero adquirente vendría a menos.
El justo título y la posesión cualificada

El justo título “es el que reúne todos los requisitos necesarios para transferir el
dominio, menos uno. El requisito que falta es que aquel que aparece otorgándolo no
es el propietario de la cosa” . De ahí que “no basta un título que justifique la
posesión, se precisa un título que, si proviniese del propietario, transferiría la
propiedad”. El título para que se califique de justo no debe incurrir en alguna causal
de nulidad, de lo contrario estaríamos ante un título nulo de pleno de derecho, ipso
iure. En cambio, es distinto cuando el título incurre en alguna causal de anulabilidad,
puesto que si bien es un título inválido produce efectos jurídicos - aunque precarios -,
hasta que se declare judicialmente la anulabilidad. En realidad, no tiene importancia
la eventual causa de anulabilidad, si no interviene un pronunciamiento judicial de
anulación. De producirse la declaración judicial de anulabilidad, eliminará la eficacia
del negocio y volverá al tercero adquirente simplemente poseedor ilegítimo. Si es de
buena fe, sólo obtendrá una tutela posesoria haciendo suyo los frutos (Art. 908 c.c.),
pero no contará con justo título a efectos de la usucapión abreviada.
Título de adquisición y la apariencia

 La apariencia jurídica propiamente dicho ha adquirido una connotación


relevante en los estudios del derecho civil debido fundamentalmente al
análisis de diversos fenómenos como el acreedor aparente, el heredero
aparente y el simulado adquirente. Los tres supuestos mencionados tienen en
común la tutela de la confianza que los terceros depositan en una situación
jurídica aparente - normalmente de un derecho subjetivo - producto de
manifestaciones exteriores que hacen que aquéllos piensen que corresponda a
una situación legítima. Por eso, en estos casos, “la confianza consiste en la
convicción de que aquello que se manifiesta corresponda a aquello que es,
que la apariencia corresponda a la legítima situación jurídica”. Así, “lo que
caracteriza la peculiar realidad llamada “apariencia” es esto: ella es
abstractamente apta para hacer inferir la existencia de una realidad ulterior”
El heredero aparente (la apariencia hereditaria)

 La doctrina nacional ha intentado dar una noción de heredero aparente. Así,


para Rómulo E. Lanatta heredero aparente es “la persona que se encuentra
en posesión de la herencia, considerándose como verdadero propietario y
sucesor sin serlo realmente, pues basa su derecho en un título que luego
queda destruido”.

 Por su parte, Jorge Eugenio Castañeda enseña que a veces ocurre que “el
auténtico heredero está ausente, o, ignoró la apertura de la sucesión.
El simulado adquirente (la titularidad aparente)

Nuestro ordenamiento jurídico ha disciplinado la simulación claramente en


términos de invalidez, pues un negocio o contrato será nulo o anulable si
hubo simulación absoluta (no esconde nada) o simulación relativa (esconde
un contrato real), respectivamente. Se entiende por simulación el contrato
en virtud del cual “dos sujetos acuerdan emitir declaraciones patentes y
ostensibles para los terceros, pero ficticias, de manera que ellas están
destinadas a no producir ningún efecto sustancial, o a producir un efecto
diverso de aquel que el tenor de la declaración expresa”. El elemento
esencial que origina entonces el contrato simulado es el acuerdo simulatorio
entendido como “el recíproco consenso de las partes sobre la divergencia
entre el contrato estipulado y su efectiva relación”
Título de Adquisición y la publicidad
de derecho
 la publicidad es “un conjunto de medios o sistemas que permiten conocer quiénes son
los titulares y cuál es el estado jurídico de los bienes para dar seguridad y eficacia a su
tráfico”. En definitiva, entonces, según esta perspectiva, la publicidad vendría a ser el
instrumento de tutela del tráfico jurídico. Sin embargo, la publicidad no cumple
siempre y en todos los casos la función de tutelar el tráfico jurídico.
 la función típica, esencial y primaria de la publicidad es volver cognoscible los actos,
hechos y eventos relevantes jurídicamente que forman su objeto, según el
procedimiento de actuación de la publicidad. En nuestro sistema jurídico esto se
encuentra recogido en los artículos I115 y II116 del Título Preliminar del Reglamento
General de los Registros Públicos (RGRP). No obstante, no se puede valorar el
fenómeno publicitario si no se comprende bien su resultado: la cognoscibilidad legal.
La cognoscibilidad legal es la posibilidad práctica e idónea de cualquier sujeto de
acceder y tomar conocimiento efectivo de la realidad jurídicamente relevante
mediante los mecanismos predispuestos por la institución publicitaria.
Relevancia y eficacia de las adquisiciones a non
domino

 La relevancia de las adquisiciones a non domino viene dada por el hecho de


que es una modalidad de adquisición de la propiedad cuya característica
común y típica es el acto de transferencia de un no titular (un non dominus).
 La adquisición a non domino es una figura legal y doctrinal cuya relevancia
jurídica está condicionada a la verificación de todos los elementos
predispuestos por una hipótesis normativa particular que, de no concretarse
por lo menos alguno de ellos, no produciría el efecto adquisitivo.
La confianza como fundamento de las
adquisiciones a non domino
La necesidad de certeza y de seguridad jurídica en la circulación de los
bienes, por un lado, y la necesidad de asegurar la conservación de las
situaciones jurídicas adquiridas y preconstituidas, por otro lado, han
generado a través del tiempo la constitución de medios técnicos de
tutela, fórmulas legales, cada más específicos y eficaces; los cuales
establecen criterios a seguir para solucionar determinados conflictos de
intereses que resultan inevitables cuanto mayor es la rapidez y el
crecimiento de los intercambios de bienes.
LÍMITES Y ALCANCES DE LA
ADQUISICIÓN A NON DOMINO
LOS CONTRATOS ILÍCITOS O PROHIBIDOS
son aquellos contrarios a normas imperativas, al orden público o a las buenas
costumbres. La ilicitud puede concernir al objeto (comercio de drogas), a la
causa (disposición del derecho de suceder en los bienes de una persona que no
ha muerto), o también a los motivos (de ambas partes o de una de ellas dirigida
de sacar provecho del motivo ilícito de la otra). La consecuencia de semejantes
contratos sería la nulidad absoluta.
CONCLUSIONES
 Consideramos al término “bien” como comprensivo tanto de las cosas físicas o materiales (casas,
autos, yates, joyas, etc.) como de los bienes inmateriales o derechos (derechos de propiedad
industrial, de propiedad intelectual, los títulos valores, derechos personalísimos como la vida, la
intimidad, etc) en tanto sean susceptibles de apropiación por parte los sujetos de derechos ergo
puedan formar parte de su patrimonio.

 Cuando hablamos de bienes muebles o inmuebles debemos ser conscientes que los criterios de la
movilidad o la fijación de un bien a la tierra no son más determinantes para calificarlos como tales ya
que la propia ley podrá establecer arbitrariamente que bien califica de mueble o inmueble
independientemente de su naturaleza.
  
 Es la utilización social, siguiendo a De trazegnies, lo que determinará que bienes sean calificados de
muebles o inmuebles y no atendiendo a su naturaleza de móviles o arraigados al suelo. Bastando darles
una mirada a los artículos 885 y 886 para advertir que el criterio de su naturaleza no se respeta.
CONCLUSIONES

 En nuestro ordenamiento jurídico la posesión es el ejercicio de hecho de uno o


más atributos del derecho de propiedad. O sea, el usar, disfrutar, disponer o
reivindicar un bien.

 De ahí que no quepa la menor duda que la posesión y la propiedad estén


estrechamente vinculadas a tal punto de que exista la presunción iuris tantum de
que el poseedor sea reputado propietario, que se le concedan además mecanismos
de tutela tales como las defensas posesorias judicial (921 del CC) y extrajudicial
(920 del CC) y que la posesión (continua, pacífica, pública y como propietario)
pueda servir para adquirir la propiedad de un bien mueble o mueble incluso
habiendo mala fe (950 y 951 del CC).
GRACIAS

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