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La Oración

Samuel Alfonso Sanchez Monzón

1
El Señor está cerca de quienes lo invocan,
de quienes lo invocan en verdad.
Salmos 145:18

2
¿Qué Significa Oración?
La Oración es una acción sincera y voluntaria de comunicación con
Dios.
3
La oración victoriosa
Libro de LA ORACION de Elena G de White.

El señor sabe lo que nos conviene


No temáis confiar en Dios. Fiad en su segura promesa: “Pedid, y recibiréis”. Juan 16:24.

Vi que si no vemos inmediatamente la respuesta a nuestras oraciones, debemos retener firmemente nuestra fe,
y no permitir que nos embargue la desconfianza, porque ello nos separaría de Dios. Si nuestra fe vacila, no
conseguiremos nada de él. Nuestra confianza en Dios debe ser firme; y cuando más necesitemos su bendición,
ella caerá sobre nosotros como una lluvia.—Testimonios para la Iglesia 1:116.

4
Fervientes y perseverantes en la oración
• “Si crees, verás la gloria de Dios”. Juan 11:40.

• Orar con fervor y sinceridad

• Qué extraño que oremos tan poco!

Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración. Las tentaciones secretas del
enemigo los incitan al pecado; y todo porque no se valen del privilegio que Dios les ha concedido de la
bendita oración. ¿Por qué han de ser los hijos e hijas de Dios tan remisos para orar, cuando la
oración es la llave en la mano de la fe para abrir el almacén del cielo, en donde están atesorados los
recursos infinitos de la Omnipotencia? Sin oración incesante y vigilancia diligente, corremos el riesgo
de volvernos indiferentes y de desviarnos del sendero recto. Nuestro adversario procura
constantemente obstruir el camino al propiciatorio, para que no obtengamos mediante ardiente
súplica y fe, gracia y poder para resistir a la tentación.—El Camino a Cristo, 93, 94.
5
No es necesario agotarse en oraciones y lágrimas
• La oración secreta solo debe ser oída por Dios.
Ningún oído curioso debe enterarse del contenido
de esa petición. En la oración secreta el alma está
libre de las influencias circundantes, libre de
excitación. Con calma, pero con fervor, buscará a
Dios. La oración secreta a menudo resulta
pervertida, y se pierde su dulce propósito, al orar
en voz alta.

• Se produce una tormenta de sentimientos, una


tormenta de palabras, de modo que resulta
imposible discernir esa vocecita queda que habla al
alma cuando esta se entrega a su devoción secreta,
verdadera y sentida.

6
El esfuerzo perseverante y la oración nos preparan para
los deberes diarios
• El alma que se vuelve a Dios en ferviente oración diaria para pedir ayuda, apoyo
y poder, tendrá aspiraciones nobles, conceptos claros de la verdad y del deber,
propósito elevados, así como sed y hambre insaciable de justicia. Al mantenernos
en relación con Dios, podremos derramar sobre las personas que nos rodean la
luz, la paz y la serenidad que imperan en nuestro corazón. La fuerza obtenida al
orar a Dios, sumada a los esfuerzos infatigables para acostumbrar la mente a ser
más considerada y atenta, nos prepara para los deberes diarios, y preserva la paz
del espíritu, bajo todas las circunstancias.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 72, 73.

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Mensajes Selectos tomo 3
Capítulo 30—La posición en la oración según las circunstancias

Debemos orar constantemente, con una mente humilde y con un espíritu manso y dócil. No necesitamos
esperar hasta tener la oportunidad de arrodillarnos delante de Dios. Podemos orar al Señor y hablar con él
dondequiera que estemos

No hay lugar ni tiempo inapropiados para orar—No hay tiempo ni lugar en que sea impropio orar a Dios... En
medio de las multitudes de las calles, en medio de una sesión de nuestros negocios, podemos elevar a Dios una
oración e implorar su dirección divina, como lo hizo Nehemías cuando presentó una petición delante del rey
Artajerjes.—El Camino a Cristo, 99.
Filipenses 4:6-7 nos dice, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios
en toda oración y ruego con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
8
Capítulo 26—Oraciones falsas
No podemos acercarnos a Dios en oración livianamente

Algunos se dirigen al Dios grande,


todopoderoso y santo, que habita en luz
inaccesible, como si se dirigieran a un
igual o a un inferior. Hay quienes se
comportan en la casa de Dios como no se
atreverían a hacerlo en la sala de
audiencias de un soberano terrenal. Los
tales debieran recordar que están ante la
vista de Aquel a quien los serafines
adoran, y ante quien los ángeles cubren
su rostro.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 252.
9
Oraciones hipócritas

Las oraciones dirigidas a Dios para contarle


todas nuestras desgracias cuando en realidad
no nos sentimos desgraciados, son oraciones
hipócritas. Dios tiene en cuenta el corazón
contrito. “Porque así dijo el Alto y Sublime,
el que habita la eternidad, y cuyo nombre es
el Santo:

Yo habito en la altura y la santidad, y con el


quebrantado y humilde de espíritu, para
hacer vivir el espíritu de los humildes, y para
vivificar el corazón de los quebrantados”.
Isaías 57:15.
10
La oración no tiene méritos en sí misma para limpiar el
pecado
Los paganos pensaban que sus oraciones tenían en sí méritos para expiar el
pecado. Por lo tanto, cuanto más larga fuera la oración, mayor mérito tenía.
Si por sus propios esfuerzos podían hacerse santos, tendrían entonces algo en
que regocijarse y de lo cual hacer alarde.

Las oraciones más elocuentes son palabrería vana si no


expresan los sentimientos sinceros del corazón

Dios no quiere nuestras frases de simple ceremonia; pero el clamor


inaudible de quien se siente quebrantado por la convicción de sus pecados
y su debilidad llega al oído del Padre misericordioso.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 74, 75.
11
Las oraciones públicas no deben ser largas ni secas
Como hijos del Rey celestial, deben educarse para dar testimonio en voz clara y
distinta, y de tal manera que nadie pueda recibir la impresión de que les cuesta
hablar de la misericordia del Señor.
Las oraciones ofrecidas en público deben ser cortas y directas. Dios no
requiere de nosotros que hagamos tediosos los momentos de culto con largas
peticiones... Algunos minutos son suficientes para una petición común en
público.—El Evangelismo, 111.

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