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Selección literaria huilliche

Universidad de Los Lagos

Faumelisa Manquepillán
Jaime Huenún

Bernardo Colipán
Canto de la Tierra / Mapu Ülkan
Faumelisa Manquepillán Calfuleo

El Treile

El treile y su reverencia, Ti Tregül


Tan caballero y capaz,
Escucha, mira y anuncia, Ti tregül ni chaliwün,
Peligros a los demás Fücha küme wentru ka
newenchengelu,
Alkükey, lelikey ka wune
ngempingelu,
Weda dungü pu kakechi.

El Zorzal

El zorzalito que salta.


Que escucha y corre y que ¡zas!
Una lombriz que se engulle
Ti Wilki
Y pensando quedará.
Rünkükechi pichi wilki,
Alkükey, lefkey fey wula
Kiñe pichi filu ikey
Fey rakidwamküleweay.
Canto de la Tierra
Mapu Ülkan
Faumelisa Manquepillán Calfuleo

El Picaflor Ti Pinda

Perdóname picaflor, Perdonamoan pinda


Pero de ti no me olvido, Welu upekünolaeyu,
Eres tan bello y querido, Rume ad ka poyenüñum ngeymi,
Por cada clase de flor, Ngam fill rayenmew nga,
Yo te diría otro nombre: Inche ka üy eluafuyu:
Te pondría “el besador”. Püchetufe piaafuyu.

La Perdiz Ti Fuzü

Perdicita, no te alarmes, Trepeutulayaymi pichi füzü,


Si es que paso por tu lado, Eymi püle rüpale inche,
Porque tu silbar me hace Trepetuen
Saltar de puro asustado. Ta mi ngolliwtun.
Cuando de viaje, hija, salgas al mar
Bernardo Colipán

Cuando de viaje, hija, salgas al mar, Pero no apures tu viaje en absoluto


ten siempre en tu corazón a Wenteyao. Mejor es que muchos ríos cruces.

Llegar hasta allí es tu destino. Deseo, hija, que no manquee tu caballo.

A Kanillo, kalkus y anchimallenes no Detén tu viaje en los catrihue.


temas. Detrás de un cielo azul te hablarán en voz baja.
Tales espíritus nunca hallarás
si tu alma no los pone en tu camino. Y si pobre encuentras la isla
el viejo no te ha engañado
Deseo, Alen, que el camino sea largo. hermosa, como has llegado a ella, sabrás
del lugar
Detente donde los pájaros van
en Pucatrihue, Choroy a nacer con los ojos cerrados.
Traiguen.
Recolecta como tus antiguos rulamas
lunfo y sobre todo algas
todo tipo de algas.
A Kavafis, en la memoria.

Con la shumpall de Caleta Manzano


comparte los dulces cantos de tu madre.
PUCATRIHUE
PARLAMENTO DE HUENTEAO EN LA ISLA PUCATRIHUE
Jaime Huenún

Si debo decir algo diré el peso de la piedra en que me han convertido mis paisanos.
Mojados por la espuma, lejos de las sementeras y los caminos, nido soy de las gaviotas, el duro
territorio de los caracoles y otros animalitos del mar.

Los hombres que ahora veo se hincan en la arena, agotados por el viaje y la memoria. Me
ruegan y me hablan con hilachas de un idioma ya intratable, el que un día compartimos. La
fuerza de sus sangres ha quedado en el camino. Viejos y temerosos, se entregan a un poder que
nunca tuve.

Pronto partirán con sus cosechas de algas y pescado, la pobre ración de sus afanes. El
pan y el tabaco que dejan en mis rocas serán para las olas, los ramos de trigo y de flores caerán
en las oscuras almas de la profundidad.

El turbio remolino de los tiempos nos aparta nuevamente. De piedra e invisible, eterno en
la vejez a la que estoy condenado, hablo solo bajo el cielo del amanecer.
 Huenteao o Huenteyao: espíritu huilliche que habita un islote de rocas en Pucatrihue. Hasta él suelen llegar viajeros y lugareños a pedir permiso para pescar y recolectar lo que
CISNES DE RAUQUEMÓ
Jaime Huenún

Buscábamos hierbas medicinales en la pampa En medio del junquillo dos cuerpos de agua dulce,
(limpiaplata y poleo, hierbabuena y llantén) blancos como dos lunas en la noche del agua,
El sol era violeta, se escarchaban los pastos. doblaron sus dos cuellos de limpia plata rotos,
Bajaba el Rahue oscuro, ya sin lumbre de peces. esquivando sin fuerzas los goles y el torrente.

Oímos mugir vacas perdidas en la Vega, Cada uno tomó un ave de la cola o las patas
y el ruido de un tractor camino a Cancha Larga. Y remontó hacia el bote oculto entre los árboles.
Llegamos hasta el río y pedimos balseo, Los hombres encendieron sus linternas de caza
un bote se acercó silencioso a nosotros. y arrojaron en sacos las presas malheridas.

Nos hablaron bajito y nos dieron garrotes, Nos marchamos borrachos, emplumados de muerte,
y unos tragos de pisco para aguantar el frío. Cantando unas rancheras y orinando en el viento.
Nadamos muy ligero para no acalambrarnos. En mitad de la pampa nos quedamos dormidos,
La neblina cerraba la vista de la orilla. cubriéndonos de escarcha, de hierba y maleficios.
Se te advirtió que tengas cuidado
Bernardo Colipán

Cuando emigraste, Arnoldo, de San Juan de La Costa


para hacer tu servicio militar en la ciudad,
En el potrero se echó la vaca de la angustia.
Se te dijo que la vida en la ciudad
Era una gallina de espinazo pelado
de tanto ser pisada por el gallo del destino.
SE TE ADVIRTIÓ QUE TENGAS CUIDADO.
Pero ascendiste en las laderas de lo esencial,
cambiaste a la Rosita Rupailaf por la Lulú Salomé.
Titubeaste en los barrancos de lo sustancioso
para después caer como un terrón de tierra.
LUEGO
NO QUEDÓ MÁS
QUE JUNTAR TUS PEDAZOS
Nunca se olvidará el día que volviste al campo.
DE TU ROSTRO PÁLIDO RESBALÓ
UNA LÁGRIMA DE ALQUITRÁN.
Se notó tu ausencia en el Domingo de Ramos
Bernardo Colipán

Nos dices en tu carta, Carmen, que Santiago


es una gran ciudad, barata y de muchas luces.
Que tienes un personal estéreo y escuchas a Michael
Jackson.
Que usas la minifalda que acá nunca mostraste.
Que tu felicidad es un CD que tocas por las noches
a todo volumen.
Nosotros –tus amigos del barrio- con un parchecurita
sellamos tu vacío.
El Domingo de Ramos se notó tu ausencia.
El Johny consiguió trabajo y aún se acuerda de ti.
Carmencita –tu hija- ya tiene cuatro años.
Bien te haría Carmen volver a Rahue.
De Chilensibus [1]
Bernardo Colipán
I.

Siempre andan descalzos.


Excepto en sus días de fiestas,
en que algunos se han visto con sandalias.
Y no obstante creer en algunos hechos sobrenaturales
vemos con admiración que ignoran
el uso de zapatos.
“Tienen cabezas grandes y anchas”.
Creen que llueve cuando el estero
suena más fuerte de lo acostumbrado.
Enseñan a sus hijos que la muerte
es el término de un ciclo y que volvemos
nuevamente a vivir en el corazón
de quien desea escucharnos.
“Siembran o plantan lo que necesitan
para el año siguiente”.
No capitalizan.
No entienden la propiedad privada.
Dicen que en esta vida somos solo pasajeros.
No tienen riquezas.
“Viven sin ningún cuidado”.

[1] De Chilensibus. Historia Rerum Naturialum


Brasilliae, George Marcgravius, 1648.
II.

Sin embargo, cierto conocimiento de un Ser


Superior parecen tener.
Creen que lo visto en sueños
es posible que suceda
y que ni dueños somos
de la bella nada que nos une.
Todo lo abandonan por sentir
nuevamente en sus rostros
el polvo de los nguillatunes.
Tienen por superstición creer que los límites
del alma no se encuentran.
Por más que busquemos dicen, profunda es su razón.
Fuman tabaco en ciertas ceremonias
junto a otras cosas
que no quieren
que comprendamos.
III.

“Estos indígenas no tienen conocimiento de Dios”.


Inflan con sus labios la bolsa de lo pagano.
“No rinden culto ni guardan el día sábado.
Tampoco creen en la resurrección
y piensan que nada
existe después de la muerte” y no hallan
otra cosa donde posar sus ojos
que no sea el orden distinto que ven en cada rostro.
No hablan del Mal para no despertarlo.
“No necesitan a Dios”.
Encienden una luz en la noche
Cuando al morir, apagan su vista.
Ese difícil oficio de leer a Encina
Bernardo Colipán

Por años estuvo en boca de muchos Hoy,


maestros de escuela, Bailamos purrún al mediodía
puzzles sobre nosotros
y varias calles aún
vuelo circular de gaviotas.
llevan hoy su nombre.
Mañana
Todo lo aprendido tendremos respuesta
con buena razón fue olvidado. de cartas enviadas a parientes lejanos.

La historia es un ojo, Nuevamente


sumergido en la noche, se hablará del Séptimo de Línea.
palabras
para no ser dichas El silencio
sino para mirarnos en ellas será lo más a mano que se tenga.
como si fueran
un espejo roto. También en los territorios del vacío
se juega su sentido la palabra.
Y fue difícil leer el lenguaje
oculto
detrás de lo nombrado.
Hasta yo puedo recordar el día en que los historiadores dejaron en
blanco sus páginas por todas aquellas cosas que ignoraban.
EZRA POUND

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