Está en la página 1de 24

Las imágenes incluidas en este material

tienen un propósito estrictamente didáctico.


Recopilado de www.museothyssen.org
De la exposición
EL ESPEJO Y LA MASCARA,
EL RETRATO EN EL SIGLO DE PICASSO.
MUSEOTHYSSEN-BORNEMISZA
MADRID,ESPAÑA
El espejo y la máscara. El retrato en el siglo de Picasso trata
de la supervivencia y transformación del retrato en el arte de
vanguardia entre 1890 y 1990, un periodo que protagonizó un
cambio radical en la concepción del arte. La crisis de identidad
del hombre moderno y la crisis de confianza del arte en la
verdad de sus imágenes influyeron de forma especial en el
desarrollo del retrato.

.
Por otra parte, dado que la fotografía asumió el papel de
captar el fiel parecido de sus modelos y, de forma
simultánea, los artistas pusieron en entredicho la continuidad
de las antiguas relaciones con sus patronos, podríamos
pensar que el retrato era un género con los días contados.
Pero, sin embargo, ha sido (y todavía continúa siendo) una
fuerza vital para el arte moderno. No sólo comprobamos que
prácticamente todos los artistas fundamentales del siglo XX
experimentaron con el retrato, sino que muchos de ellos lo
convirtieron en el tema primordial de su obra

Egon Schiele: Autorretrato, 1910.


Leopold Museum (Viena
Tras haber permanecido prácticamente
inalterado, en cuanto a su función y su
canon, el retrato rompe por primera vez
con el compromiso entre modelo y su
reflejo y ofrece imágenes alternativas o
equivalentes a través de la
transformación del individuo en un siglo
personal del artista. A la hora de abordar
el retrato, el artista moderno puede tanto
acercarse como oponerse a los modelos
tradicionales, penetrar o falsificar
identidades, crear estereotipos, pero
también desvelar la fragilidad y
vulnerabilidad del personaje .
1.- Ante el espejo

El recorrido de la exposición comienza en el cambio del siglo


XIX al XX con los autorretratos de Van Gogh, Gauguin, Munch
o Picasso, en los que el gesto narcisista de autoexploración
frente al espejo se convierte en un medio esencial de
experimentación. Estos creadores se presentan ante nosotros
como verdaderas efigies del artista moderno, al tiempo que
nos dan a conocer sus aspiraciones intelectuales y estéticas.

Vincent van Gogh


Autorretrato, 1887
Óleo sobre lienzo. 39,7 x 33,7 cm
Wadsworth Atheneum Museum of Art, Hartford, CT.
En el transcurso del siglo XX los autorretratos se multiplican al
tiempo que se vuelven más imprecisos y menos íntimos.

Paul Gauguin
Autorretrato, 1885
Óleo sobre lienzo. 65,2 x 54,3 cm
Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas
El artista, en ocasiones, exterioriza
abiertamente sus emociones, pero la mayoría
de las veces se disfraza adoptando todo tipo
de identidades que responden a un doble
deseo de definir y ocultar el propio yo.

Edvard Munch
Autorretrato. El noctámbulo, 1923-1924
Óleo sobre lienzo. 89,5 x 67,5 cm
Munch Museum, Oslo
2.- Gesto y expresión

Aunque desde siempre se sabía que un gesto, una


postura o un determinado movimiento o actitud poseían
el potencial de comunicar un mensaje o un sentimiento
individual, la necesidad de representar la psicología del
retratado motivó un cambio radical en la expresión
visual.

Egon Schiele
Autorretrato con cabeza inclinada, 1912
Óleo sobre tabla. 42,2 x 33,7 cm
Leopold Museum, Viena
En la Viena de los primeros años del siglo, en los retratos
introspectivos de Oskar Kokoschka y Egon Schiele. La
distorsión de las formas y la exageración de los gestos se
convierten en elementos esenciales para manifestar la
convulsión interior a través del éxtasis expresionista

Oskar Kokoschka
El caballero errante, 1915
Óleo sobre lienzo. 89,5 x 180 cm
Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York
3.- Colores modernos

La utilización antinaturalista y simbólica del color como elemento


expresivo del retrato, que llevó a cabo Van Gogh, influyó de
manera decisiva en la transformación de este género por parte
de los protagonistas de las tendencias expresionistas de los
primeros años del siglo XX.

Vincent van Gogh


El cartero Joseph Roulin, 1888
Óleo sobre lienzo. 65 x 54 cm
Kunstmuseum Winterthur
Los retratos de Henri Matisse, Maurice de Vlaminck, Alexej
von Jawlensky, Ernst Ludwig Kirchner o Joan Miró proponen
una solución innovadora para evocar la identidad del modelo
a través de la simplificación formal y la violencia expresiva de
los colores puros.

Maurice de Vlaminck
André Derain, 1906
Óleo sobre cartón. 27 x 22,2 cm
The Metropolitan Museum of Art, Nueva York
4.- Máscaras de lo primitivo

Los retratos que realizó Paul Cézanne de su mujer Hortense y


de los campesinos de su Aix natal, en los que el ser humano
es despojado de toda elocuencia expresiva hasta convertirse
en arquetipo, junto al sintetismo de Paul Gauguin, el
primitivismo de Henri Rousseau y el arte primitivo influyeron
de manera decisiva en la configuración del retrato de
vanguardia.

Paul Cézanne
Madame Cézanne en un sillón amarillo, 1888-1890
Óleo sobre lienzo. 80,2 x 64,2 cm
Fondation Beyeler, Riehen/Basilea
Durante los primeros años del siglo, el gesto iconoclasta de
Picasso o Matisse, Modigliani o Derain, de sustituir
premeditadamente los rasgos individuales de los rostros de
los retratados por una máscara de facciones abstractas,
abrió definitivamente el camino hacia la consolidación del
retrato moderno.

Amedeo Modigliani
Antonia, c. 1915
Óleo sobre lienzo. 82 x 46 cm
Musée de l'Orangerie, París

Paul Gauguin
Retrato de una muchacha. Vaïté (Jeanne) Goupil, 1896
Óleo sobre lienzo. 75 x 65 cm
Ordrupgaard, Copenhague
5.- El espejo roto

Los retratos cubistas de Pablo Picasso y Georges Braque, y


posteriomente los de Juan Gris, Albert Gleizes, Gino Severini,
Salvador Dalí o Diego Rivera, se basaban en la fragmentación y
la simultaneidad de la representación de la forma.

Pablo Picasso
Cabeza de mujer (Fernande), 1909
Óleo sobre lienzo. 65 x 55 cm
Städel Museum, Frankfurt am Main
Como el reflejo sobre un espejo roto, el retratado pierde sus
contornos, mientras su cuerpo, fragmentado en múltiples
facetas, se entremezcla con el mundo de su alrededor. Fondo y
figura, interior y exterior, dejan de ser elementos diferenciados,
y la reconstrucción de ese complicado puzle queda en manos
de la mirada del espectador.

Gino Severini
Autorretrato,
1960 (réplica de una obra de 1912)
Óleo sobre lienzo. 55 x 46,3 cm
Centre Pompidou, París
6.- Retrato de la sociedad

Este apartado propone un recorrido por los distintos modos de


abordar el género del retrato durante el periodo de
entreguerras, en que la visión tradicional de una persona
única y específica fue puesta en entredicho debido a una
serie de factores que condujeron a la percepción de la
individualidad como una realidad social.

Pablo Picasso
Olga con cuello de piel, 1923
Óleo sobre lienzo. 116 x 80,5 cm
Musée Picasso, París.
Desde los planteamientos clásicos de los retratos de Olga
realizados por Picasso y los de otros artistas como Jacques
Lipchitz o Salvador Dalí, y el realismo de los artistas
alemanes -Otto Dix, Christian Schad, George Grosz y Max
Beckmann-, hasta los retratos de Balthus, Lucian Freud y
Stanley Spencer, el denominado retorno al orden supuso la
recuperación de la representación veraz del retratado.

Max Beckmann
Quappi con suéter rosa, 1935
Óleo sobre lienzo. 105 x 73 cm
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
Ahora bien, la retórica visual realista no se consideraba ya
suficiente para representar a un ser determinado, este
nuevo realismo esconde una cierta impostura, un elemento
distorsionador, que puede resultar tan subversivo como las
osadías más vanguardistas.

Lucian Freud
Muchacha con rosas, 1947-1948
Óleo sobre lienzo. 106 x 75,6 cm
British Council, Londres
7.- Sueño y pesadilla

El surrealismo experimentó distintas fórmulas para el género del


retrato con las que pretendía sacar a la luz los impulsos
interiores del ser humano que la civilización había reprimido. A
través de algunos ejemplos de Joan Miró, Pablo Picasso,
Salvador Dalí, Giorgio de Chirico y Frida Kahlo nos
aproximamos a unos personajes cargados de símbolos y
metáforas.

Joan Miró
Portrait II, 1938
Óleo sobre lienzo. 162 x 130 cm
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
De forma simultánea, a otros artistas, el mundo onírico del
surrealismo no les resultaba eficaz para eludir la pesadilla
fascista que se extendía sin remisión.

Salvador Dalí
Retrato de Pablo Picasso en el siglo XXI, 1947
Óleo sobre lienzo. 65,5 x 56 cm
Fundación Gala-Salvador Dalí
Así, como cierre de la primera parte de la exposición,
mostramos los autorretratos de Käthe Kollwitz y Felix
Nussbaum, cuyo dramatismo y melancolía reflejan el
desencanto que poco a poco se fue tornando en terror y
resumen las experiencias de toda una generación

Frida Kahlo
Autorretrato con collar de espinas y colibrí, 1940
Óleo sobre lienzo sobre masonita. 62,2 x 48,3 cm
Harry Ransom Center,
The University of Texas at Austin
Programa de Artes Visuales para secundaria.
Material didáctico para el profesor.

Segundo grado, bloque 4:


“El Cuerpo humano en la imagen”.
•Identificación y observación de diversos
tratamientos en el retrato.

También podría gustarte