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EN EL PRINCIPIO, 5

El hecho de ser criatura no se refiere únicamente


a ser originado sino también a la más honda
estructura de ese ser que, debido a su contingen-
cia, requiere una continua asistencia divina para
existir. Las criaturas son conservadas en la exis-
tencia por Dios.

San Gregorio Magno, Moralia 16: 16 “de tal modo depende de Dios
el ser de las criaturas todas que ni por un solo instante podrían sub-
sistir, y volverían a la nada, si no fueran conservadas en el ser por
la acción y la fuerza divina”.

Dios no sólo da el ser a su criatura, “sino que la mantiene a cada


instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término” (CCE 301).
301
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EN EL PRINCIPIO, 6

Aunque bajo la letra de la Biblia haya un mo-


delo de universo subyacente que corresponde
a la época en que fue redactada, el interés del
texto se dirige al horizonte de la voluntad de
Dios. El Génesis no quiere atender a ningún
tipo de hipótesis física. Decir que “en el prin-
cipio” Dios creó los cielos y la tierra es saltar
a un plano trascendente.

CCE 287:
287 “Más allá del conocimiento natural que todo hombre
puede tener del Creador, Dios reveló progresivamente a Israel el
misterio de la Creación”.
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EN EL PRINCIPIO, 7

Ex 3, 13-14:
13-14 “Moisés replicó: ‘Cuando me acerque a los hijos de
Israel y les diga ‘el Dios de vuestros padres me envía a vosotros’,
y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué he de decirles?’. Y le dijo
Dios a Moisés: ‘Yo soy el que soy’”.

Las criaturas no tienen todas las perfeccio-


nes del ser: no “son”, sino que necesitan
que alguien sea el origen de su ser. Dios
no necesita de nada para ser: verdadera-
mente “es”, porque no debe su ser a ningún
otro. Tal realidad sitúa inmediatamente la
diferencia radical entre Dios y lo creado.
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EN EL PRINCIPIO, 8

Gn 1, 3:
3 “Dijo Dios: ‘Haya luz’. Y hubo luz”.

A través de la Palabra, que es la manifestación


de su voluntad, Dios trae todo a la existencia.
Siendo el único ser autosuficiente, no tiene
necesidad de dar a participar de la existencia
a ninguna de las criaturas.

Guiados por la Revelación, vemos en la Creación a un Dios que


quiere compartir la riqueza de su ser dando el ser a una infinidad
de seres que reflejan su poder y su gloria. Decide comunicarse a
quien no puede exigírselo.

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