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TRATADOS EVANGELÍSTICOS

“Usted no tiene que ser perfecto para compartir el


amor de Cristo con alguien. Pero sí que debe
buscar tener una buena relación con Dios. Si no es
así, su testimonio no será efectivo.”
Scott Hinkle
Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los
débiles; a todos me he hecho de todo, para que de
todos modos salve a algunos.” (1ª Corintios 9:22)
Si Pablo quería decir “de todos modos”, seguro
que habría usado tratados evangelísticos como una
forma de alcanzar al perdido. Un libro cristiano
narra la historia verídica de un submarinista quien
vio un pedazo de papel atrapado en la concha de
una ostra. Cuando el hombre lo agarró se dio
cuenta que se trataba de un tratado evangelístico y
dijo:
“No puedo aguantar por más tiempo. Su
misericordia es tan grande que ha hecho que Su
Palabra me siga incluso hasta el fondo del
océano.”
Dios usó el tratado para salvar al hombre. ¿Por
qué los cristianos deberían usar los tratados?
Simplemente porque Dios los usa. El usó un
tratado para salvar al gran misionero Hudson
Taylor, así como a muchos otros.
Un día, mientras su madre estaba fuera, Hudson entró
a la biblioteca de su padre para buscar unos libros.
Parecía que no podía encontrar nada que le interesara,
de modo que echó mano a una canasta que contenía
folletos y, al acaso, cogió uno de evangelización. En esa
misma hora su madre, encontrándose a unos cien
kilómetros de distancia, se levantó de la mesa y entró
en su habitación. Cerró su puerta, y le puso llave,
resuelta a no salir sino cuando tuviera la certeza de
que Dios contestaría sus oraciones a favor de su hijo
descarriado. Hora tras hora imploró al Señor, hasta que
de pronto ya no pudo seguir orando. Entonces empezó
a darle gracias a Dios por la conversión de su hijo.
Mientras tanto, en su casa, Jaime Hudson Taylor decidió
leer tratado que tenía en la mano. “Leeré solamente la
anécdota” se dijo entre sí. “Dejaré de leer cuando
empiece el sermón”.
Sin embargo, cuando se dio cuenta, no solo había leído el
relato, sino también el sermón. El tratado hablaba acerca
del Señor Jesucristo, el cual entregó voluntariamente su
vida por el mundo entero.
Súbitamente le vino un pensamiento extraño: Si Cristo
murió por todo ser humano en el mundo entero, luego
todo ser humano debería saberlo. Esto significaba que
alguien debería contarles acerca de Cristo. Cayendo de
rodillas, Hudson se entregó al Salvador.
Misionero inglés en china. Gastó 5 años
traduciendo el nuevo testamento al dialecto
ningpo. en su muerte en 1905, habían 205
estaciones con 899 misioneros y 125.000
cristianos chinos en la misión interior de china.
Solamente ese hecho sería un incentivo
suficientemente grande para que los cristianos
siempre usaran tratados para alcanzar a los
perdidos. Sin embargo, hay aún más razones para
usarlos. He aquí algunas:
•Los tratados pueden abrir oportunidades para que
nosotros podamos compartir nuestra fe.
•Pueden testificar por nosotros.
•Hablan al individuo cuando están listos – no los
leen hasta que ellos quieren.
•Pueden introducirse en el hogar de las personas,
mientras que nosotros no.
•No se enzarzan en discusiones; simplemente lo
consideran.
El Dr. Oswald J. Smith dijo: “La única manera de
llevar a cabo la Gran Comisión será por medio de
la página impresa.”
Charles Spurgeon dijo: “Cuando la predicación y
la charla privada no están disponibles, usted
necesita tener preparado un tratado… Un solo
tratado evangelístico impactante puede ser la
semilla de vida eterna. Por lo tanto, no salga sin
sus tratados.”
Si usted desea que la gente acepte su literatura, trate
de saludarles antes de ofrecerles un tratado. Si
consigue que le respondan a un caluroso “buenos
días”, o un “¿Cómo está?” Esto prácticamente
romperá el hielo y de seguro que lo tomarán.
Después del saludo NO diga “¿Quiere uno?”
Probablemente va a responder, “¿Qué es esto?” Por
el contrario diga, “¿Ya tiene uno de estos?” Esa
pregunta tiene un doble efecto. Despierta su
curiosidad y le hace preguntar “¿Uno de qué?” Ese
es el momento en el que se lo puede dar.
También les hace pensar que se están perdiendo
algo. Y de veras que lo están.
Es posible que a usted le cause mucho temor el pasar
un tratado. No se preocupe; usted no está solo. Todos
batallamos con el temor.
Respuestas al temor:
-La oración
-Pedir a Dios que le de compasión por los perdido
-Meditar en el destino de los no salvos
-Pensar detenidamente en el infierno
-Confrontar lo que le produce temor
¿Le gustan las montañas rusas?
Algunos cristianos quieren intentar el puenting o
el paracaidismo. ¿No es eso extraño? Estamos
preparados a arriesgar nuestras vidas por amor al
peligro, pero al mismo tiempo estamos dispuestos
a permitir que un pecador se vaya al infierno por
el temor de dar un tratado. Pregúntese cuantas
pilas de piedras ensangrentadas puede encontrar
con las que cristianos han sido apedreados hasta la
muerte por predicar el evangelio.
¿Cuánta tierra chamuscada puede usted encontrar
donde hayan sido quemados en hogueras?
¿De dónde viene nuestro miedo?
-Parte de nuestro miedo es miedo a ser
rechazados. Tenemos miedo a parecer necios. Esa
es una forma sutil de orgullo.
-La otra parte de nuestra batalla con el temor viene
directamente del enemigo. El sabe que el temor
paraliza. Nosotros debemos resistir al diablo y a
sus mentiras. Si Dios está con nosotros, no hay
nada que pueda oponérsenos.
Nunca menosprecie el poder de un tratado
evangelístico. Después de que George Whitefield
leyó uno llamado “La Vida de Dios en el Alma de
un Hombre”, el dijo: “Dios me ha mostrado que
debo nacer de nuevo o se condenado”. Siguió
orando: “¡Señor, si no soy un cristiano, o si no soy
un cristiano real, por amor de Jesucristo,
muéstrame que es el cristianísmo, para que no sea
condenado al final!” Entonces su diario nos dice
que “desde ese momento… supe que tenía que
convertirme en una nueva criatura.”
Si usted nunca ha repartido tratados. ¿Por qué no
empezar hoy mismo? Déjelos en:
-Un carrito de la compra
-En los sobre donde hace los pagos
-En bolsillos de ropa que se prueba en las tiendas
-Buzones de vecinos o de correos
-Coches, bancos (de sentarse), cabinas de teléfono
Entonces cada noche, antes de dormir tendrá un
motivo por el cual orar. Que Dios use esos
tratados.
También tendrá un sentimiento de satisfacción por
haber jugado un pequeño papel en la labor de
llevar a cabo la Gran Comisión para alcanzar a
este mundo moribundo con el Evangelio. No
malgaste su tiempo. Haga algo para el Reino de
Dios mientras tenga tiempo.
Recuerde siempre: Tómese cada día, como si fuera
el último, un día estará en lo cierto
Relajadín: Soy cristiano, pero siento que para mí
lo mejor será vivir la vida en vez de hablar a la
gente
Cristiano: Y eso, ¿Por qué?
Relajadín: No tengo el don de evangelismo. No sé
que decir.
Cristiano: No existe tal cosa como el “don de
evangelismo”. Eso es como decir que alguien
tiene el don de alimentar a los niños hambrientos.
No es un don, es amor en acción. Otra palabra
para evangelismo es “amor”.
Relajadín: Nunca he pensado en eso de esa
manera. Quizás debería ir a la Escuela Bíblica y
estudiar primero.
Cristiano: Considera cuánto tiempo pasó para que
la mujer junto al pozo (en Juan 4) compartiera su
fe.
Relajadín: Si, pero…
Cristiano: No hay “peros” que valga.
Simplemente, levántate por Cristo. Tu puedes
Relajadín: ¿Tu crees?
Cristiano: Si, tu di “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece”
Relajadín: ¿Qué debería hacer?
Cristiano: Empieza repartiendo algunos tratados el
algunos sitios
Relajadín: ¿Dónde?
Cristiano: En cualquier sitio. Podrías dejar un en carros
de la compra o en cabinas de teléfonos.
Relajadín: Pues eso sí lo podría hacer
Cristiano: Nada más piensa que cuando te vayas a
dormir por la noche, puedes estar satisfecho que te
esforzaste por el Reino de Dios.
¿Acaso la teoría del Big Bang no desacredita el
Génesis?
Trate de pensar en una explosión que haya originado
orden ¿Acaso la bomba de un terrorista crea
armonía? Big Bangs crean caos. ¿Cómo va un big
bang a producir una rosa, manzanos, peces, puestas
de sol, las estaciones, colibríes, osos polares, miles de
aves y animales, cada uno con sus propios ojos, nariz
y boca?
Agarre un tornillo y una tuerca, láncelos con fuerza
uno contra el otro, si resulta en un Rolex, la teoría del
Big Bang, será cierta.
Fíjese en la manera en la que los perros cruzan la
carretera. Un perro cruza una carretera no siendo
consciente del peligro. Va meneando la cola
mientras se mete entre dos coches sin pensarlo dos
veces. Los coches tuercen. Los frenos chirrían. El
ruido es ensordecedor mientras que los coches
chocan unos contra otros. El perro despistado deja
de mover la cola un momento para mirar al montón
de coches destrozados y humeantes en la carretera.
Su expresión traiciona sus pensamientos. Su cerebro
(capaz de enterrar huesos) no se da cuenta ni por un
momento de que él es el responsable del desastre.
Cuando un hombre vaga por la carretera del pecado,
su cola se mueve con gusto. Piensa que eso es para lo
que fue hecho. Sus pensamientos de cualquier tipo
sin repercusión por sus actos son superficiales. Su
mente vaga a lo largo de la lujuria, y después
seguramente entrará en el camino del adulterio. De
repente, he aquí un desastre delante de sus propios
ojos. Su matrimonio está hecho trizas, su nombre está
manchado, y sus hijos torcidos y asustados. Pero
como el perro tonto, no se cuenta ni por un momento
que él es el único responsable por su pecado.
Esto es por lo que la perfecta Ley de Dios necesita
ser expuesta delante de sus ojos entenebrecidos,
para mostrarle que sus caminos no son buenos a
los ojos de un Dios perfecto.

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