Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Nació en Escocia en el año 1723. Poseía una prodigiosa memoria y vocación por el estudio,
facultades que le facilitaron el ingreso en la Universidad de Glasgow.
Adam Smith es uno de los máximos exponentes de la economía clásica. Destacan sus estudios
sobre crecimiento económico, libre competencia, liberalismo y economía política.
En 1748, gracias a un amigo de su familia, el filósofo y jurista lord Henry Kames, se le presentó
la oportunidad de dar una serie de conferencias en Edimburgo. Lejos de desaprovecharla,
durante los dos años siguientes disertó sobre diferentes temas, desde la retórica a la economía
y la historia, y se dio a conocer con éxito como escritor con la publicación de algún artículo en la
Edimburgh Review. En esta época conoció al filósofo David Hume, quien se convertiría en su
amigo más íntimo.
Con las conferencias cosechó un éxito tal que en 1751 le ofrecieron un puesto de profesor de
lógica en la Universidad de Glasgow. Tras un año en este empleo, cambió las clases de lógica
por las de filosofía moral, que además de resultarle más interesantes estaban mejor
remuneradas. Para Adam Smith fue de una etapa de gran creatividad, que él mismo definiría
luego como el período más feliz de su vida. Parecía decidido a seguir la carrera docente (en
1758 fue nombrado decano de la facultad), se reveló como un profesor excelente cuya fama
traspasaba las fronteras, y se decía que Voltaire, desde Francia, le enviaba alumnos deseosos
de asistir a sus clases y embeberse en su sabiduría.
En Glasgow formaba parte de un selecto grupo integrado por intelectuales, científicos y, sobre
todo, por destacados hombres de negocios dedicados al comercio colonial, que desde 1707
había quedado abierto para Escocia a raíz de su unión con Inglaterra. Las ideas y opiniones
sobre el comercio y los negocios de este círculo elitista representaron una información de
primera mano para Adam Smith, y, en contacto con dicho círculo, el futuro economista
conformó las tesis que cristalizarían más adelante en su obra.
La moral y la economía
El primer libro de Adam Smith, The Theory of Moral Sentiment (Teoría de los sentimientos
morales), su obra maestra desde el punto de vista filosófico, se publicó en 1759. En ella exponía
los principios de la naturaleza humana que guiaban el comportamiento social del hombre, y
hablaba por vez primera de «la mano invisible» que sin saberlo y sin proponérselo orientaba el
egoísmo humano hacia el bien de la sociedad.
En 1763 recibió una nueva oferta de trabajo que le había de resultar mucho más
lucrativa que cualquiera de las tareas que había realizado hasta el momento:
ejercer de preceptor del joven duque de Buccleuch. Renunció a la docencia y en
1764 partió hacia Francia en compañía de su pupilo. En Toulouse pasaron
dieciocho meses, en cuyo transcurso Smith combatió el aburrimiento provinciano
con la redacción de una nueva obra.
Los viajeros se dirigieron después a Ginebra, ciudad en la que pasaron dos meses;
Smith aprovechó dicha estancia para conocer personalmente a Voltaire, por quien
siempre sintió una gran admiración. Siguió luego una breve pero provechosa
estancia en París; su amigo Hume, secretario de la embajada británica, le introdujo
en los más selectos salones de la capital; entre otros, conoció a François Quesnay,
médico y economista, fundador de la escuela fisiocracia, que fue la primera que
atribuyó de forma coherente a la naturaleza el origen de la riqueza.
El Ensayo sobre la riqueza de las naciones
El libro alcanzó de inmediato un éxito extraordinario, y a partir de entonces, como si hubiera puesto punto
final a una obra casi perfecta, en 1778 se retiró a Edimburgo, de donde apenas salía, salvo para algún viaje
ocasional a Londres o a Glasgow, sus únicos contactos con el mundo. Llevaba una vida plácida y tranquila
mientras revisaba y corregía sus dos obras capitales.
En 1784 la pérdida de su madre, de noventa años de edad, le resultó un golpe tan duro que su propia salud
comenzó a declinar, de tal manera que, cuando en 1787 fue nombrado rector de la Universidad de
Glasgow, ni siquiera pudo pronunciar el discurso de apertura. En lo sucesivo su vida transcurrió en una
soledad asistida por la enfermedad y, pese a ser objeto de honores y del reconocimiento general, sus
últimos años no fueron más que una larga espera del fin inexorable. El 17 de julio de 1790, a los setenta y
siete años de edad, fallecía en Edimburgo, en cuyo cementerio de Canongate fue enterrado.