Los protagonistas de los mitos eran siempre seres divinos,
astrales, sobrenaturales. Además de su apariencia, se les reconoce por los hechos que realizan o por los poderes que representaban: el amor, la caza, el fuego, la guerra, las artes, etc. Cada uno, además de ser dios, representaba una fuerza, un elemento o fenómeno de la naturaleza. Ejemplo: Zeus, además de ser el señor de los dioses, es el Cielo, la luz, la tempestad. Los dioses participaban de los mismos problemas y vicios de los hombres (antropomorfismo). Junto a deidades amadas por su belleza, generosidad, misericordia, había dioses adúlteros, envidiosos, ladrones, mentirosos, celosos, etc. Siempre ha estado presente el conflicto entre el bien y el mal, tal como en la vida del hombre. El mito, finalmente, es fuente creadora de todo. La religión griega se basó sencillamente en la mitología, que se caracterizó por incorporar elementos de diversas culturas. En esta religión politeísta, cualquier fenómeno y elemento de la naturaleza, así como las principales actividades económicas, quedaron representados por divinidades con apariencia humana. Así, en los mitos griegos podemos encontrar un gran número de dioses pertenecientes a épocas y lugares distintos. Entre estas divinidades, que moraban en el monte Olimpo, se formaron complejas relaciones y vínculos que son la base de la mitología griega. Los relatos cosmogónicos De todos los relatos cosmogónicos griegos, la Teogonía de Hesíodo es la obra más antigua y mejor conocida de todas. Escrita entre finales del siglo VIII y comienzos del VII a. C., es la fuente de la que se nutre toda la mitología griega. Hesíodo, que con seguridad es posterior a Homero, vivió en torno a l siglo VIII a. C. y ya entre los griegos tuvo la fama de ser él quien ordenó los mitos religiosos, organizando la genealogía de los dioses. La mitología griega también recoge en sus relatos el origen del Mundo. Pero debemos tener presente que para el pensamiento religioso griego una cosmogonía suponía no solamente el origen de nuestro mundo físico, sino también el origen de los dioses, el origen del hombre y la organización social. La literatura griega proporcionó diversos textos cosmogónicos, sin embargo la mayoría se conservan bastante mal. Hay una serie de rasgos generales compartidos por estas cosmogonías griegas. En primer lugar, el origen del Mundo parte de la organización de una materia primitiva, que a veces se organiza sola. El segundo concepto fundamental es el de los pares de contrarios; esta idea recuerda a la explicación dualista de los filósofos pitagóricos que consideraban que los números procedían de dos elementos opuestos: el par y el impar. Este planteamiento permitía concebir un gran número de oposiciones: el bien y el mal, frío y calor, día y noche... Otro elemento característico de las cosmogonías griegas es que la ordenación del Mundo no se produce instantáneamente, sino que pasa por fases intermedias en las que aparecen criaturas monstruosas y míticas hasta que el desorden es definitivamente desplazado y desaparece. En esta Teogonía podemos distinguir hasta cuatro fases: En la primera, parte de la existencia de Caos, y después de la Tierra, Eros, el Cielo y la primera generación divina; En una segunda fase, se describe la castración del Cielo por su hijo Cronos; En la tercera parte, Zeus logra no ser devorado por Cronos, su padre y toma el poder; En la última fase, se narra la batalla de Zeus y los dioses contra los titanes. El autor nos describe el origen del Mundo como parte de una teogonía, siendo la formación del Mundo un tema secundario, porque, de hecho, a Hesíodo le interesa la «estirpe de los inmortales», como bien nos indica en su poema.