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el entorno natural
Nuevos procesos de recolección
Elementos como las baterías de iones de litio, las pilas del siglo XXI que
alimentan desde teléfonos móviles a juguetes de todo tipo, tienen unos
ciclos de existencia. Pasados los cuales se empiezan a deteriorar, pero
muchas veces acaban en contenedores inapropiados.
En las ciudades puntos limpios donde se deben depositar estos
dispositivos, pero todavía hay trabajo que hacer. En los procesos de
fabricación de estos productos de adopción masiva no siempre se tiene
en cuenta el momento en el que se «mueren».
Al igual que estas medidas, otros fabricantes de productos de consumo como Apple
han querido abrazar la lucha contra el cambio climático produciendo muchos de sus
dispositivos con aluminios 100% reciclados, como en el caso de los últimos
modelos de iPad.
La tecnología «verde» empieza a ser una realidad y se aleja, además, de las
estrategias de responsabilidad corporativa de las empresas.
Contaminar menos y cuidar el planeta no es solo un eslogan temporal sino que
empiezan a surgir corrientes sociales que demandan precisamente un mundo más
ecológico también en las tecnologías.
Es una decidida apuesta por la economía circular, que insiste en la idea de reciclar
materiales y productos que, tradicionalmente, se han metido en el saco de los
desechos.
Un estudio publicado en septiembre por el Comité Económico y Social
Europeo sobre el impacto de la Economía Circular en el consumo,
estima que hoy en día existen alrededor de 700 millones de móviles en
Europa que se guardan sin usar y que no se llegan a desechar o
reutilizar.
Diversos estudios afirman que este año se han reducido a nivel mundial
y solo en China, uno de los países más contaminantes, es donde más
aumenta su adopción.
En Costa Rica, por ejemplo, se ha desarrollado una tortuga inteligente que, aprovechando
sus comportamientos propios de los drones autónomos, se pueda encargar de detectar
microplásticos en el mar.
Una oportunidad para poder extraerlos evitando, además, que afecten a los seres vivos.
También hay otras propuestas: desde la Universidad de Shinshu han desarrollado un
método muy novedoso que apuesta por recolectar esos mismos microplásticos del agua
mediante la acústica aplicada a un dispositivo especializado.
Otro de los principales causantes del efecto invernadero se debe a las altas
concentraciones de dióxido de carbono y agentes contaminantes procedente
del tráfico rodado.
El teletrabajo, los servicios de gestión de flotas o soluciones como Smart Agro, Smart
Lighting o Smart Waste, contribuyen -según sus informes internos- positivamente a
frenar el cambio climático en al menos un 15%, y puede llegar hasta el 85%.
Además, la teleoperadora ya está trabajando con sus proveedores para reducir las
emisiones de CO2 en su cadena de suministro un 30% por euro comprado a 2025
respecto a 2016.
De igual manera, según algunos pronósticos del sector, con el auge de los
futuros coches autónomos se reducirán considerablemente los
desplazamientos, serán más eficientes y útiles, de tal manera que se espera
contaminar menos.