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La tecnología informática en

el entorno natural
Nuevos procesos de recolección

La basura tecnológica es un problema. Millones de aparatos electrónicos


se acumulan en diferentes puntos del planeta como África o India.
Millones de pequeños chips y microplásticos que, una vez abandonados
a su suerte, se dispersan por el medio ambiente.

Elementos como las baterías de iones de litio, las pilas del siglo XXI que
alimentan desde teléfonos móviles a juguetes de todo tipo, tienen unos
ciclos de existencia. Pasados los cuales se empiezan a deteriorar, pero
muchas veces acaban en contenedores inapropiados.
En las ciudades puntos limpios donde se deben depositar estos
dispositivos, pero todavía hay trabajo que hacer. En los procesos de
fabricación de estos productos de adopción masiva no siempre se tiene
en cuenta el momento en el que se «mueren».

En España existen leyes como la introducida en 2005 por la cual es


obligatorio retirar los refrigeradores en espacios adecuados.

Es obligatorio, pues, una vez comprado un nuevo modelo que el


fabricante o el proveedor se encargue de recuperarlo.
Utilizar materiales reciclados

Al igual que estas medidas, otros fabricantes de productos de consumo como Apple
han querido abrazar la lucha contra el cambio climático produciendo muchos de sus
dispositivos con aluminios 100% reciclados, como en el caso de los últimos
modelos de iPad.
La tecnología «verde» empieza a ser una realidad y se aleja, además, de las
estrategias de responsabilidad corporativa de las empresas.
Contaminar menos y cuidar el planeta no es solo un eslogan temporal sino que
empiezan a surgir corrientes sociales que demandan precisamente un mundo más
ecológico también en las tecnologías.

Es una decidida apuesta por la economía circular, que insiste en la idea de reciclar
materiales y productos que, tradicionalmente, se han metido en el saco de los
desechos.
Un estudio publicado en septiembre por el Comité Económico y Social
Europeo sobre el impacto de la Economía Circular en el consumo,
estima que hoy en día existen alrededor de 700 millones de móviles en
Europa que se guardan sin usar y que no se llegan a desechar o
reutilizar.

El reacondicionado de teléfonos móviles es una de las soluciones que


plantea este informe para alargar la vida de los terminales y, además,
reducir así las emisiones de CO2.

Según este mismo estudio, en un plazo de diez años es posible reducir


las emisiones de CO2 en un 29% si se alarga su vida útil a un año y en
un 43% si esta se alarga a dos años.
De acuerdo con los cálculos de Back Market, empresa especializada en
la venta de reacondicionado electrónico, con la reutilización de cada uno
de estos aparatos se evitaría una emisión media de 30 kg de CO2 a la
atmósfera y se ahorrarían unos 12 litros de agua limpia.

Teniendo en cuenta estos datos, la reutilización de los millones de


móviles que actualmente guardan los europeos en sus cajones evitaría la
emisión de 21 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera y supondría
un ahorro de 8.400 millones de litros de agua cada año
Bioeconomía y biotecnología

Es la gran idea de la sostenibilidad conectada. Según el informe de


previsiones de Ericsson, 6 de cada 10 encuestados cree que los servicios
basados en el internet de los sentidos harán que la sociedad sea más
sostenible desde un punto de vista medioambiental.

Otro de los grandes desafíos es recuperar lo antes posible los materiales


que se desechan. De ahí que otra corriente importante son las medidas
para utilizar organismos vivos para producir otros bienes reutilizables
como biocombustibles y energía para, entre otras cosas, mejorar la
eficiencia en sectores como la agricultura.
El vehículo impulsado por motores eléctricos es considerado, a día de
hoy, como una transición que llevará al futuro a la sociedad gracias a sus
emisiones cero en el área de circulación.

Pero, todavía, no es la alternativa más «verde» puesto que emplea


elementos como sus baterías altamente contaminantes. Además, la
producción de energía eléctrica también es otro aspecto controvertido.
El problema es que, pese a que los fabricantes de automóviles empiezan
a abrirse a este tipo de motores, sus ventas no acaban de cuajar al ritmo
esperado.

Diversos estudios afirman que este año se han reducido a nivel mundial
y solo en China, uno de los países más contaminantes, es donde más
aumenta su adopción.

De tal manera que avanzar en un cambio cultural en donde se empleen


menos coches en los trayectos a corta distancia también es un modelo
que se empieza a tener en cuenta en grandes capitales mundiales.
La biotecnología, según considera en una investigación la empresa
valenciana Aina, aporta soluciones para esto en forma de biofactorías:
microorganismos que tienen la capacidad (natural o inducida) de producir
sustancias (moléculas) de interés industrial con un elevado rendimiento.

Algunos ejemplos de sustancias que pueden ser obtenidas con biofactorías:


enzimas, pigmentos, principios activos farmacéuticos, ingredientes
bioactivos para alimentos funcionales, bioconservantes, bioplásticos...
Robots e Inteligencias Artificiales como apoyo

Uno de los principales impactos al medio ambiente proviene de los


microplásticos, los enseres no reciclados y otros agentes contaminantes.

Se estima que se vierten alrededor de ocho millones de toneladas de estas


piezas imperceptibles en los océanos. Recientemente, un informe ha
puesto de relieve que se ha perdido el 2% del oxígeno en el agua. Algo
preocupante.
Frente a ello, empiezan a aparecer propuestas en las que se aplican algunos avances en
robótica para que ejerzan una labor de limpieza y cuidado.

En Costa Rica, por ejemplo, se ha desarrollado una tortuga inteligente que, aprovechando
sus comportamientos propios de los drones autónomos, se pueda encargar de detectar
microplásticos en el mar.

Una oportunidad para poder extraerlos evitando, además, que afecten a los seres vivos.
También hay otras propuestas: desde la Universidad de Shinshu han desarrollado un
método muy novedoso que apuesta por recolectar esos mismos microplásticos del agua
mediante la acústica aplicada a un dispositivo especializado.

Otro interesante proyecto, impulsado por Google, la Fundación Leonardo DiCaprio,


Oceana y SkyTruth, ha propuesto realizar un mapa capaz de monitorizar en tiempo real la
actividad de las flotas pesqueras a nivel mundial de cara a detectar posibles actividades
ilegales mediante la Inteligencia Artificial, otra tecnología que empieza a aportar beneficios
en la protección del medio ambiente.
Teletrabajar, «smart cities», coches autónomos

Otro de los principales causantes del efecto invernadero se debe a las altas
concentraciones de dióxido de carbono y agentes contaminantes procedente
del tráfico rodado.

En las grandes ciudades se aprecia esa situación cuando se observan los


niveles de polución que, en muchos casos, se superan con creces. En
grandes capitales como Madrid o Londres, millones de personas viajan
solas en sus coches en sus trayectos diarios hacia el trabajo.

Aunque todavía está en fase de experimentación, soluciones de teletrabajo


pueden eliminar la necesidad de desplazamientos tan frecuentes.
Telefónica, en ese sentido, se ha marcado unos objetivos ambiciosos para que a
partir de 2040 sea una compañía neutra y más verde gracias, entre otras cosas, a la
migración del cobre a la fibra óptica.

Así, con el auge de tecnologías como la fibra y el 5G permitirán duplicar la velocidad y


la capacidad de la red cada año reduciendo el consumo de energía gracias a la
eficiencia y a las renovables.

El teletrabajo, los servicios de gestión de flotas o soluciones como Smart Agro, Smart
Lighting o Smart Waste, contribuyen -según sus informes internos- positivamente a
frenar el cambio climático en al menos un 15%, y puede llegar hasta el 85%.

Además, la teleoperadora ya está trabajando con sus proveedores para reducir las
emisiones de CO2 en su cadena de suministro un 30% por euro comprado a 2025
respecto a 2016.
De igual manera, según algunos pronósticos del sector, con el auge de los
futuros coches autónomos se reducirán considerablemente los
desplazamientos, serán más eficientes y útiles, de tal manera que se espera
contaminar menos.

También las llamadas «smart cities» están concebidas, precisamente, para


reducir el impacto medioambiental. Un reciente panel de expertos organizado
por la plataforma enerTIC apuntaba hacia esa dirección: algunas grandes
infraestructuras, como pueden ser los puertos, aeropuertos o cementeras,
contaminan mucho más que la iluminación y climatización de todos los
edificios juntos.
Es preciso -recalcan los expertos- actuar con decisión en estos focos de
contaminación porque los beneficios serán muy elevados.

La aplicación de la tecnología en un sector clave como es el turismo


resultará muy beneficiosa para las localidades que impulsen proyectos
innovadores que atraigan un turismo de más calidad y más satisfecho y, a
la vez, promuevan el bienestar de sus ciudadanos.
Nuevos modelos energéticos

Al margen de las centrales eléctricas y la energía nuclear, las llamadas energías


«verdes» deben tomar más determinación en la producción energética de los países.
Desde la escuela de negocios The Valley se analizaba, recientemente, cómo la
tecnología impacta también en el mercado de las energías limpias y cuidado del
planeta.
Para los expertos, puede contribuir a un mejor autocontrol de la producción y
consumo gracias a la energía solar inteligente.

La digitalización ha hecho posible, entre otras cosas, que la producción de energía


solar en casa a través de herramientas como paneles solares inteligentes que se
pueden implementar fácilmente en los tejados de los hogares y conectar con
sistemas de energía inteligentes para tener un mayor control sobre la producción y
gasto energético.
La energía que se produce con el viento es otro de los sistemas de
producción renovable más antiguos, pero con la tecnología se ha
potenciado.

Gracias a los servicios más innovadores, ahora es posible medir de


forma precisa y fiable el viento en alta mar o monitorear, diagnosticar y
controlar las turbinas eólicas mediante software con inteligencia
artificial, para facilitar y hacer más eficiente y económica la producción
de energía.
Respecto a la energía hidráulica, en los últimos años se han creado
algunos prototipos a pequeña escala que permiten instalar pequeñas
turbinas en ríos, cuencas poco caudalosas o cualquier desnivel de altura
en corrientes de agua para obtener energía sin necesidad de grandes
instalaciones.

Otras innovaciones incluyen la energía mareomotriz, que utiliza las


mareas para mover las turbinas sumergidas en el mar; o la energía
undimotriz que genera electricidad mediante un conjunto de boyas
ancladas al fondo marino, culebras formadas por cilindros que flotan en
la superficie u otros sistemas que se mueven con la corriente marina
generando energía.

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