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tiempo de
Esperanza
Oremos
“Escúchame, Señor, y respóndeme, pues soy pobre y desamparado;
si soy tu fiel, vela por mi vida, salva a tu servidor que en ti confía.
Tú eres mi Dios; piedad de mí, Señor, que a ti clamo todo el día.
Regocija el alma de tu siervo, pues a ti, Señor, elevo mi alma.
Tú eres, Señor, bueno e indulgente, lleno de amor con los que te invocan.
Señor, escucha mi plegaria, pon atención a la voz de mis súplicas.
A ti clamo en el día de mi angustia, y tú me responderás”.
La virtud de la esperanza – quizás menos conocida que la
de la fe y la caridad– nunca debe confundirse con el optimismo
humano, que es una actitud más relacionada con el estado de
ánimo. Para un cristiano, la esperanza es Jesús en persona, es
su fuerza de liberar y volver a hacer nueva cada vida.
Y esta esperanza
no defrauda,
porque Él es fiel.
No puede negarse a
sí mismo. Esta es la
virtud de la
esperanza”.
Es la que la Virgen, en Su corazón, tuvo
incluso en la oscuridad más grande: la tarde
del Viernes hasta la madrugada del Domingo.
Esa esperanza: Ella la tenía.
En la desesperanza no
sólo perdemos la
voluntad de actuar por
nuestra salvación, sino
que también dejamos de
creer de que Dios puede
salvarnos.
Cómo evitar la presunción y la desesperanza
*Identifica el Pecado
La presunción es el pecado de desatender nuestro trabajo por la salvación.
Es cuando esperamos que Dios haga Su parte sin hacer la nuestra.
Esta actitud puede llevarnos a pecar sólo porque Dios nos perdonará.
La desesperanza es la pérdida de confianza en Dios y la desmotivación por nuestros errores.
*Examínate a ti mismo.
*Evita los pensamientos negativos
Escúchate. Cuando las cosas se ponen difíciles, cuando estás frustrado, cansado o ansioso, cuida
los pensamientos en tu cabeza. ¿Cómo te hablas a ti mismo? Date cuenta. ¿Te estás edificando o te
estás desmotivando?
*Evita la plática negativa. “No puedo hacer esto... Nunca van a cambiar”. Si notas que
tus pensamientos son negativos y desmotivantes, FRÉNALOS. Di cosas como: "Puedo hacerlo... esto
no durará para siempre... Dios ayúdame a salir adelante". Anímate a ti mismo en los tiempos difíciles
y quita la vista de tus problemas para centrarte en Dios.
Evita la presunción
No peques sólo porque podrás confesarte más adelante. ¿Crees que puedes salir de fiesta
el viernes y tomar alcohol de más, sólo porque puedes ir a confesarte el Sábado?
Piénsalo de nuevo. Eso añade otro pecado a la lista: la presunción.
Deja de tomar a Dios a la ligera: La Biblia es muy clara en que "la fe sin obras está
muerta" (Santiago 2:26).
Tenemos que hacer nuestra parte. Tenemos que trabajar por nuestra salvación como si
todo dependiera de nosotros. "Demostraré mi fe en ti a través de mis obras" (Santiago
2:18).
No esperes hasta mañana. Trata de ser mejor cada día. Puede que Dios no nos de un
mañana. No podemos dejar nuestra salvación para el futuro. Necesitamos
decidirnos a mejorar hoy. A tomar mejores decisiones hoy mismo. Haz las
pequeñas cosas: una oración rápida, un pequeño sacrificio, un simple acto de amor.
No presumas que Dios te dará más tiempo para corregir tu vida.
Evita la Desesperanza
No te desanimes.
Recuerda que Dios te ama sin importar nada. Su perdón no tiene límites. Él no espera
que seamos perfectos, sino que no dejemos de intentarlo.
Mira amorosamente al
Crucifijo en tu casa, la
imagen de la Divina
Misericordia, o a Jesús
oculto en la Eucaristía.
Aún sin palabras, tu
mirada amorosa es un
acto de esperanza.
Ríndete al Plan de Dios
Ve la voluntad de Dios. Es
difícil. Especialmente en medio del
dolor, el sufrimiento y aún la
persecución.
Algunas veces el dolor en nuestra
vida no tiene sentido para nosotros.
Da un paso atrás y trata de ver tu
vida como Dios la ve.
Su plan, cualquiera que sea,
terminará contigo en el Cielo. No
pierdas eso de vista.
Deja que Dios te conduzca.
Si juzgas la vida espiritual de alguien basado en lo que piensas que ella debería o
no estar haciendo, déjalo ir. Deja que Dios lleve a cabo Su Plan en ella.
Trabaja para acercarte al Cielo
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Sean mensajeros de
esperanza para el
personal de salud.
Señor, imploramos tu presencia en todos los lugares donde haya personas privadas de la
libertad. Mitiga las penas, el desamparo, la desesperanza y la ausencia de los seres
queridos. Infunde en su espíritu valor, consuelo y esperanza para que su dolor se cambie
en gozo. Ilumínalos y fortalécelos con tu palabra, convencidos de que la verdad nos hace
libres.
Sean mensajeros
de esperanza para
las familias.
Dios de Amor y Creador del universo, existen familias para quienes el hogar no es un lugar
seguro, sino un lugar de peligro y dolor.
Dales la fuerza y la sabiduría que necesitan para vencer la arrogancia, el temor y la división.
Dales la gracia para resolver los conflictos sin violencia y para establecer relaciones basadas en el
espíritu de amor y paz de Nuestro Señor Jesucristo.
Sean mensajeros
de esperanza para
los enfermos y los
que sufren.
Fortalece, ¡oh, Dios!, a los que sufren la cruz de la enfermedad, que encuentren
consuelo en tu misericordia y les sea restaurada la salud. Oramos también por
aquellos que serán llamados a tu presencia, por manos de María tu madre ábreles
las puertas de tu reino y da pronto consuelo a sus familiares afligidos. Amén.
Sean mensajeros
de esperanza para los que
perdieron su empleo.