Está en la página 1de 20

Novela contemporánea

ANGIE LIZETH QUINTERO MOYANO


10 B
JORNADA MAÑANA
INSTITUTO TECNISISTEMAS
DEFINICION
Una novela contemporánea es una obra literaria escrita en
prosa. Tiene como finalidad relatar una acción a los lectores
con el objetivo de provocar una reacción (placer, displacer)
en estos. ... Se dice que el inicio de la novela
contemporánea fue hacia fines de 1800, más
específicamente en el año 1890.
AUTORES

Camilo José Cela (1916-2002)


La obra más importante de Cela, La colmena (1951),
inaugura el realismo social de los años cincuenta. Cada
uno de sus seis capítulos consta de una serie de
secuencias breves, que desarrollan episodios que están
mezclados con otros que ocurren simultáneamente. Esta
fragmentación en anécdotas que conforman un conjunto
de vidas cruzadas, como las abejas de una colmena, trata
de reflejar objetivamente la realidad social de la
posguerra. El tratamiento de los personajes, sin
esperanzas, muestra un pesimismo existencial constante
en Cela.
Miguel Delibes (1920-)

Miguel Delibes se dio a conocer con La sombra del ciprés


es alargada (premio Nadal 1947), a la que siguieron El
camino (1950), La hoja roja (1959) y Las ratas (1962).
Cinco horas con Mario (1966), su obra maestra, consiste
en el monólogo interior de Carmen, una mujer de clase
media que está velando el cadáver de su esposo. El
contraste entre Mario, un profesor solidario y progresista,
y Carmen, de mentalidad cerrada y convencional, refleja
el de la España tradicional y el de la progresista.
Rafael Sánchez Ferlosio (1927-)

Es autor de El Jarama, la mejor plasmación de la estética


objetivista. El autor desaparece, asumiendo el punto de
vista de una cámara que se limita a filmar todo lo que
tiene delante. Por ello, el peso fundamental de la obra
descansa en los diálogos
Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925- Madrid,
2000)

Obtuvo el premio Nadal con Entre visillos (1957), crítica


visión de las chicas de una ciudad de provincias,
obsesionadas con casarse. Retahílas (1974) es una de
sus mejores obras.
 Ignacio Aldecoa (1925-1969)

Sus novelas El fulgor y la sangre (1954) y Con el viento


solano (1956) están basadas en un crimen rural. Aldecoa
narra desde un distanciamiento objetivista, tras el que late
una cálida solidaridad con los humildes. Son muy valiosos
sus cuentos.
 Carmen Laforet (1921-)

Carmen Laforet (1921), una desconocida escritora


barcelonesa, ganó el premio Nadal en 1945 con Nada. La
novela está emparentada con el existencialismo europeo
y narra en primera persona las vivencias de Andrea, que
llega a la ciudad para estudiar en la Universidad y se
encuentra con el sórdido ambiente de sus familiares.
Frente al estilo retórico y clasicista de la época, Nada está
escrita con una prosa fresca, directa, espontánea. 
OBRAS
• Matar a un ruiseñor, Harper Lee
• Rebelión en la granja, George Orwell
• Extraños en un tren, Patricia Highsmith
• Los santos inocentes, Miguel Delibes
• La casa de los espíritus, Isabel Allende
• Nada, Carmen Laforet
OTRAS OBRAS
• La familia de Pascual Duarte, Camilo José Cela
• Entre visillos, Carmen Martín Gaite
• La metamorfosis, Franz Kafka
• Bestiario, Julio Cortázar
• La senda del perdedor, Charles Bukowski
• Alguien voló sobre el nido del cuco, Ken Kesey
CARACTERISTICAS
• Descenso . A la inversa de los escritores del siglo pasado, que se
proponían fundamentalmente la descripción objetiva del mundo externo,
el novelista de hoy se vuelve en un primer movimiento hacia el misterio
primordial de su propia existencia (subjetivismo) y en un segundo
movimiento hacia la visión de la totalidad sujeto-objeto desde su
conciencia (fenomenología). Ya veremos en su oportunidad cuál es la
situación y el valor de los llamados
OTRAS CARACTERISTICAS
• El tiempo interior. La ficción que añoran esos críticos era espacial y su
tiempo era el cosmológico, el de los relojes y almanaques. Al sumergirse
en el yo, el escritor debe abandonarlo, pues el yo no está en el espacio sino
que se despliega en el tiempo anímico que corre por sus venas y que no se
mide en horas ni minutos sino en esperas angustiosas, en lapsos de
felicidad o de dolor, en éxtasis.
• El subconsciente. En el descenso al yo no sólo tenía que enfrentarse el
novelista con la subjetividad a que ya nos tenía acostumbrados el
romanticismo (Werther, Adolphe) sino con las regiones profundas del
subconsciente y del inconsciente. Esa sumersión en zonas tenebrosas
produce muy a menudo una tonalidad fantasmal, esa tonalidad nocturna que
recuerda al sueño o la pesadilla y que revela la común raíz de novelas como
El Proceso y cuadros como los de Van Gogh, Chirico o Rouait. ¿Cómo
pedirle a estas novelas aquellas figuras bien delineadas, precisas y «reales»
a que nos tenía acostumbrados la vieja
• La ilogicidad. En este mundo nocturno no es válido el determinismo del
mundo de los objetos, ni su lógica. Al explorar y describir esos abismos, el
novelista de hoy se ve obligado así a abandonar el viejo instrumental de la
razón y de las ciencias naturales, tan caro al espíritu del siglo XIX, Y debe
«perder» los atributos de coherencia y claridad que aquella mentalidad
consideraba como supremos.
• El mundo desde el yo. Desaparece la vieja y abstracta división entre el
sujeto y el objeto. Y con ella el concepto de mundo y de paisaje tal como
lo concebía el novelista de antes. Ese mundo y ese paisaje que, como el
escenario en las obras de teatro, existía independientemente de los
personajes y era algo así como la escenografía en que iban a representarse
sus acciones y sentimientos. 
•  La comunión. Al prescindir de un punto de vista supra-humano, al reducir
la novela (como es la vida) a un conjunto de seres que viven la realidad
desde su propia alma, el novelista tenía que enfrentarse con uno de los
más profundos y angustiosos problemas del hombre: el de su soledad y su
comunicación.
• Sentido sagrado del cuerpo. Como el yo no existe al estado puro sino
fatalmente encarnado, la comunión entre las almas es intento híbrido y por
lo general catastrófico entre espíritus encarnados. Con lo que el sexo, por
primera vez en la historia de las letras, adquiere una dimensión metafísica.
El derrumbe del orden establecido y la consecuente crisis del optimismo,
ese famoso optimismo de la Locomotora y la Electricidad, agudiza este
problema y convierte al tema de la soledad en el más tremendo de la
literatura contemporánea
• El conocimiento. Como consecuencia de todo esto, la literatura ha
adquirido una nueva dignidad, a la que no estaba acostumbrada: la del
conocimiento. Pues mientras se creyó que la realidad debía ser
aprehendida por la sola razón, la literatura parecía relegada a una tarea
inferior, heredera vergonzante de la mitología y de la fábula, actividad tan
adecuada a la mentira como la filosofía y la ciencia a la verdad;
pasatiempo, artificio, o, en el mejor de los casos, creadora de belleza:
jamás justificable ante las instancias del conocimiento y de la verdad. 
• Sentido sagrado del cuerpo. Como el yo no existe al estado puro sino
fatalmente encarnado, la comunión entre las almas es intento híbrido y por
lo general catastrófico entre espíritus encarnados. Con lo que el sexo, por
primera vez en la historia de las letras, adquiere una dimensión metafísica.
El derrumbe del orden establecido y la consecuente crisis del optimismo,
ese famoso optimismo de la Locomotora y la Electricidad, agudiza este
problema
PORTADAS EMBLEMATICAS

También podría gustarte