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El grupo de ranas (relato inspirador corto)

Mientras un grupo de ranas viajaba por el bosque, dos de ellas cayeron en un pozo profundo. Cuando las otras ranas se amontonaron alrededor
del pozo y vieron lo profundo que era, les dijeron a las dos ranas que ya no había esperanza para ellas.
Sin embargo, las dos ranas decidieron ignorar lo que los otros estaban diciendo e intentaron salir del pozo.
A pesar de sus esfuerzos, el grupo de ranas en la cima de la fosa seguía diciendo que debían rendirse. Que nunca lo lograrían.
Eventualmente, una de las ranas prestó atención a lo que los demás decían y se rindió, cayendo muerta. La otra rana continuó saltando tan fuerte
como pudo. Una vez más, la multitud de ranas le gritó para que parara el dolor y muriera.
Sin embargo saltó aún más fuerte y finalmente logró salir. Cuando salió, las otras ranas le dijeron: --- "¿No nos has oído?"
Entonces se dieron cuenta que era sorda y que todo el tiempo pensó que la estaban animando para que saliera.
- La moraleja de la historia:
Las palabras de la gente pueden tener un gran efecto en la vida de los demás. Piensa en lo que dices antes de que las palabras salgan de tu boca.
Podrían ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Las brujas
 
Era más de medianoche, caminaba de regreso a casa acompañado de mi madre, una lechuza nos sobrevoló soltando graznidos, mi madre se
persignó y bajo la mirada —Es solo un animal— dije con tono escéptico —¡No la mires!— contestó ella sin levantar la cabeza —Está en el
árbol— sin reparar lo que hablaba levante la mirada y la vi, la mujer enfundada en prendas blancas escondida entre las copas de los árboles,
llevaba el cabello tan largo y negro que se mecía a merced del viento, comenzó a graznar y salió volando —¡Baja la cabeza!— ordenó mi
madre —Tiene hambre.»
El eco

Un hijo y su padre caminaban por las montañas, cuando, de repente, el niño cayó, se hizo una herida y grito: "¡Aaahhh!"
Para su sorpresa, oyó repetirse su voz desde algún lugar en la montaña: ¡Aaahhh!"
Curioso, gritó: "¿Quién eres tú?"
Y recibió como respuesta: "¿Quién eres tú?"
Enojado por la contestación, gritó: "¡Cobarde!"
Y recibió como respuesta: "¡Cobarde!"
Entonces, miró a su padre y le preguntó, "¿Qué está pasando?"
El padre sonrió y le dijo: "Hijo, presta atención." Y le gritó a la montaña: "¡Te admiro!"
La voz contestó: "¡Te admiro!"
Otra vez, el hombre gritó: "¡Tú eres un campeón!" Y la voz respondió: "¡Tú eres un campeón!"
El muchacho seguía sin entender. Entonces, el padre le explicó: "La gente lo llama eco, pero realmente es vida, porque te devuelve cualquier cosa que
dices o haces”.
Y agregó: “Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones. Esta relación se aplica a todo, en todos los aspectos de la vida. La vida te
devolverá todo lo que le des. Porque tu vida no es una coincidencia. Es un reflejo de ti.”
 
  uento policial
C

Rumbo a la tienda donde trabajaba como vendedor, un joven pasaba todos los días por delante de una casa en cuyo balcón una mujer bellísima
leía un libro. La mujer jamás le dedicó una mirada. Cierta vez el joven oyó en la tienda a dos clientes que hablaban de aquella mujer. Decían que
vivía sola, que era muy rica y que guardaba grandes sumas de dinero en su casa, aparte de las joyas y de la platería. Una noche el joven, armado
de ganzúa y de una linterna sorda, se introdujo sigilosamente en la casa de la mujer. La mujer despertó, empezó a gritar y el joven se vio en la
penosa necesidad de matarla. Huyó sin haber podido robar ni un alfiler, pero con el consuelo de que la policía no descubriría al autor del crimen.
A la mañana siguiente, al entrar en la tienda, la policía lo detuvo. Azorado por la increíble sagacidad policial, confesó todo. Después se enteraría
de que la mujer llevaba un diario íntimo en el que había escrito que el joven vendedor de la tienda de la esquina, buen mozo y de ojos verdes, era
su amante y que esa noche la visitaría.

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