¡Gracias, Padre, por el regalo del ángel de la guarda,
que me acompaña desde el momento de mi concepción! ¡Gracias porque mi vida está custodiada por él y por su intercesión! ¡Gracias, ángel de la guarda, porque velas por mi, me proteges de los peligros y alientas mi vida para ser otro Cristo! ¡Gracias, especialmente porque en el momento de la Santa Misa, durante la Eucaristía, te colocas junto a mi en el altar acompañando mi alma! ¡Gracias, porque sigues el consejo de Dios en la Biblia de protegerme y llevarme al cielo! ¡Gracias, porque eres mi protector en los momentos de dificultad, porque me instruyes en el camino de la bondad y me guías en los momentos de oscuridad! ¡Gracias, ángel de la guarda, por ser el servidor y mensajero de Dios y contemplas por mi el rostro de mi Padre que está en los cielos! ¡Hoy te repito con especial alegría: Ángel de Dios, que eres mi custodio, pues la bondad divina me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, defiéndeme y gobiérname. Amén!