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Jesús

y las
mujeres
en Lucas
En tiempo de Jesús las mujeres eran muy despreciadas.

No se respetaba nada su dignidad humana.


No podían poseer bienes. Si una mujer encontraba
una moneda en la calle, si era casada, la moneda
pertenecía al marido y, si era soltera, al padre.

Los padres le elegían marido. Nunca podían divorciarse,


pero sus maridos podían repudiarlas por cualquier cosa:
por feas, por antipáticas o por ser malas cocineras...
Las casadas tenían que taparse la cara para salir a la calle.
No podían conversar con nadie, ni siquiera con su propio marido.
Se despreciaban sus rezos.
Su presencia en la sinagoga no contaba para nada.
Pero
Jesús las dignifica plenamente, a contra corriente...
Alégrate, llena de gracia,
el
Señor
está
contigo

Vas a concebir un hijo,


al que llamarás Jesús 1,28.30
Yo soy
la servidora
del Señor,
hágase
en mí
tal como
has dicho
1,38
Proclama
mi alma
la grandeza
del Señor,
y mi espíritu
se alegra
en Dios
mi Salvador

El Poderoso ha hecho grandes cosas en mí:


¡Santo es su Nombre! 1,46s.49
María
conservaba
todos estos
recuerdos
y los
meditaba
en su
corazón
2,19
Y crecía en
Jesús
sabiduría,
siguió
en
bajo
madurez
su
y en
autoridad.
gracia
ante
Dios
y ante los
hombres
2,51s
La suegra de Simón estaba con fiebre...
Jesús se inclinó hacia ella,
dio una orden a la fiebre
y ésta desapareció.

Ella se levantó
al instante y se puso a atenderlos. 4,38s
Sacaban a enterrar al
hijo único de su
madre, que era viuda.
Al verla, se
compadeció
de ella y le dijo:
“No llores.”
¡Joven,
yo te lo mando,
Levántate!
Y Jesús se lo entregó a su madre.
7,12-15
Los acompañaban algunas mujeres:

Susana,

y otras que los atendían...


8,1-3
Juana,
mujer de Cuza,

María Magdalena,
Alguien me ha tocado, pues he sentido
que una fuerza ha salido de mí.

Hija,
tu fe te
ha salvado;
vete en paz.
8,46.48
Ella me ha lavado los pies con sus lágrimas y
me los ha secado con sus cabellos.

Ella no ha dejado
de cubrirme los
pies de besos
Ella ha derramado
perfume sobre mis pies.

Sus numerosos pecados le quedan perdonados


por el mucho amor que ha manifestado 7,44-47
No temas:
basta que creas,
y tu hija se salvará.

Niña,
levántate
Le volvió su espíritu;
al instante se levantó
y Jesús insistió en
que le dieran de comer.
8,50.54s
Señor, ¿no te
importa que mi
hermana me haya
dejado sola
para atender?
Dile que me ayude.

Marta, Marta, tú andas


preocupada y te pierdes en
mil cosas: una sola es
necesaria. María ha elegido
la mejor parte, que no le
será quitada.
10,40-42
Una mujer desde hacía
dieciocho años estaba tan
encorvada que no podía
enderezarse de ninguna
manera. Jesús la vio, la llamó
y le dijo: “Mujer, quedas
libre de tu mal”.
Y le impuso las manos.
Al instante se enderezó y se
puso a alabar a Dios.

Esta es hija de Abraham; ¿no se la debía


desatar precisamente en día sábado? 13,11-16
En verdad les digo que esa pobre viuda ha echado más que
nadie, porque estos otros han dado de lo que les sobra,
mientras que ella ha echado todo lo poco que tenía para
vivir. 21,3s
Hijas de
Jerusalén,
no lloren
por mí.
Lloren más bien
por ustedes
mismas
y por sus hijos...
Porque si
ésta es
la suerte de
la madera verde,
¿qué pasará con la madera seca? 23,28.31
Estaban a
distancia los
conocidos de
Jesús,
especialmente las
mujeres que lo
habían
acompañado
desde Galilea, y
todo esto lo
presenciaron
ellas. 23,49
Las mujeres
que habían
venido desde
Galilea
con Jesús
siguieron a
José para
conocer el
sepulcro
y ver cómo
colocaban su
cuerpo. Después volvieron a sus casas, donde
prepararon pomadas y perfumes. 23,55s
Muy temprano, fueron las mujeres al sepulcro,
llevando los perfumes que habían preparado.

¿Por qué buscan


entre los
muertos
al que vive?
No está aquí.
Resucitó.

Eran María de Magdala, Juana y María, la madre de Santiago y las


demás mujeres. Todas decían lo mismo a los apóstoles. Pero los relatos
de las mujeres les parecieron puros cuentos y no les creyeron.
24,1.5.10
Todos ellos eran
constantes en la oración y
tenían un mismo espíritu.
Con ellos había algunas
mujeres, además de
María, la madre de Jesús,
y sus hermanos. Hch 1,14

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