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ALGUNA VEZ

• SEGURAMENTE LES HAS PREGUNTADO A TUS HIJOS QUÉ QUIEREN


SER DE MAYORES, ¿VERDAD?
• PERO… ¿SON ELLOS CONSCIENTES DE QUIÉNES SON HOY?
¿CONOCEN QUÉ CAMINOS, APRENDIZAJES VITALES, VALORES Y
OPCIONES PUEDEN AYUDARLES A CRECER Y A CONVERTIRSE EN
AQUELLO QUE DESEAN SER?
• ¿Para qué sirve?
• Conocerse mejor (¿quién eres? ¿quién quieres ser?)
• Aclarar expectativas (¿cuál es tu propósito y sentido de vida? ¿De qué forma deseas contribuir
con el mejoramiento de lo que te rodea?
• Tomar decisiones (objetivos a corto, mediano y largo plazo y orienta tu actividad)
• Tener un plan de acción (pasos a dar, prioridades para el uso de tu tiempo – vida)
• Dar seguimiento (evaluar avances o retrocesos para alcanzar objetivos)
El proyecto de felicidad para nuestros hijos se
basa en que sean ellos mismos y vivan su
vocación en plenitud.
Es fundamental que apuesten por el tipo de vida
a la que se sienten inclinados. Pero para
descubrirlo, necesitarán transitar el espacio que
separa quiénes son ahora y quiénes quieren llegar
a ser.
Entonces, ¿qué pasos podemos dar, como padres,
para acompañarles en esa dirección? ¿Cómo se
va construyendo la propia identidad? Antes de
comenzar, nuestros hijos necesitarán definir su
propio proyecto personal de vida.
Pasos para confeccionar un proyecto de vida

•Aprender a conocerse con honestidad y realismo. Es importante distinguir entre la imagen que perciben los demás, la imagen ideal y el yo real.
Aceptar sus limitaciones, pero sin dejar nunca de mejorar y crecer.
•Escuchar la vida: atender a las cosas que le pasan, los sentimientos que le invaden, las personas con las que se encuentra. No se puede vivir
ajeno a la vida. Hay que vivirla tal y como se presente.
•Saber elegir, tomar decisiones. La vida es como un árbol de múltiples ramificaciones, que nos obliga a escoger unos caminos para renunciar
necesariamente al resto.
•No tener miedo a equivocarse. El que siempre pierde es el que no decide o deja que otros decidan por él. Ser valiente para aceptar los errores y
sabio para aprender de los mismos.
•Ser responsable de las consecuencias de las decisiones. En muchas ocasiones los resultados no son precisamente los que esperábamos. Es
entonces cuando se puede llegar a sentir dolor y conflicto con uno mismo y con los demás.
•Comprometer su libertad. Ser libre significa tener capacidad de elegir, optar, comprometerse, ceder espacio, dar nuestro tiempo, gastarnos la
vida.
•Ser flexible y creativo. Porque la vida da muchas vueltas que escapan a nuestro control. Un cambio de planes supone cambiar de rumbo o incluso
volver a empezar.
•Compartir proyectos comunes. Los proyectos de vida no tienen por qué ser exclusivamente individuales. La mayoría son compartidos,
desplazando lo «mío», por el «contigo» o por el «vosotros».
•Buscar la coherencia entre todas las dimensiones de su vida: entre su vida familiar y afectiva, su desempeño profesional o su compromiso social.
•Vivir centrado y unificado. No vivir roto o disociado entre lo que uno piensa, dice hace o siente. Ser uno mismo, auténtico, sin dobleces ni
esquizofrenias.
Pregúntate como apoyar a tus hijos
MI PROYECTO DE VIDA
¿Qué quiero lograr? ¿Para qué lo quiero lograr?  ¿Cómo lo lograré?

Elegir un plan de vida ayuda a planificar metas


a corto y largo plazo, a luchar por ellas y a
encauzar la energía de forma positiva
• Seguimiento, motivación y reconocimiento, claves
para que los niños alcancen metas y sean felices.
• “Lo primero es el ejemplo. Si un niño ve a mamá y
papá sentarse a hablar de sus propósitos, que cada
uno haga su lista, que se proyectan alcanzando
metas, entonces los niños lo harán también”
• los niños pueden ser muy efectivos alcanzando
metas, aun más si “viven en un ambiente familiar
enriquecido, es decir, donde se facilitan los
aprendizajes; hay un contexto motivador que hace
que el pequeño aprenda de forma natural y
entienda que él puede cumplir logros, objetivos y
hacerlos realidad”.
• los niños tienen toda la capacidad de plantear sus propios propósitos,
“aunque a veces requieren de ayuda para poder enfocarlos de manera
más concreta y realista, con el fin de que sea más fácil hacerlos
efectivos”.
•  los padres deben enseñar a sus niños, desde pequeños, que esos
propósitos de nuevo año han de estar encaminados a “alcanzar metas
y sueños que los hagan felices, y que se sientan satisfechos de poder
lograrlos”. Añade que esos propósitos pueden ser personales,
académicos, familiares o de otro orden, pero siguiendo objetivos que los
lleven a mejorar actitudes y desarrollos.
• los adultos pueden guiar a los pequeños en el diseño de sus propósitos,
pero teniendo en cuenta lo que ellos propongan, ya que “un niño
independiente, seguro de sí mismo, podrá manifestar su intención de
llevar a cabo determinado propósito. Esto depende mucho de lo que
observe en casa, de su autoestima en la toma de decisiones y de que no
tema a expresar lo que piensa”.
• Niños, autónomos y propositivos, incluso desde corta edad, se
forman a partir del ejemplo. “Son hijos observadores de sus padres y
de su contexto, que pueden elegir y plantearse metas. Son niños que
aprenden a tener retos y cómo afrontarlos; por ejemplo, saben cómo
solucionar problemas”.
• Los expertos sostienen que con los niños, y mucho más con los
pequeños, se deben plantear logros simples, pocos y
concretos. Especialmente, objetivos enfocados a mejorar conductas o
hábitos que les ayuden a corregir aquello que pueden mejorar.
Además, esas metas deben trabajarse en el menor tiempo posible
para obtener resultados.
• Con los niños, todo debe trabajarse a corto tiempo, por ello se
recomienda que, al mes de propuesto el objetivo, se haga un balance de
cómo va la consecución de ese propósito. “La mente del niño es
cortoplacista, no largoplacista. Él no es capaz de mantenerse en las tareas
tanto tiempo porque todavía no cuenta con el desarrollo neuronal para
hacerlo”.

• Si el niño no está logrando su meta se hable con él con el fin de que


comprenda sobre el compromiso que adquirió y para seguir creándole
inquietudes hacia el cumplimiento de sus propósitos, con lo cual
“aprenderá sobre responsabilidad”.
• Muchas veces, puede que no se logren los propósitos, pero el trabajo
de plantearlos e intentar alcanzarlos ayudará a los niños a desarrollar
habilidades como “la persistencia, la capacidad para alcanzar metas,
responsabilidad, cumplimiento de objetivos, puntualidad, mejor
manejo del tiempo, mayor seriedad y estructura en la forma de
pensar, entre otras muchas habilidades”.
• Plantear propósitos con los niños los hace crecer y les ayuda a
“organizar los sueños; es enseñar a ese cerebrito a organizarse y a
lograr cosas”, por lo que estos primeros días del año son propicios
para diseñar esas metas que harán que hijos y padres crezcan y
fortalezcan relaciones.
• QUE HAGO COMO PAPA PARA APOYAR A MI HIJO

• - Lo primero que hay que tener claro es que los papás deben motivar los propósitos de sus hijos; generarles todo un
clima de acción y darles valor porque van a alcanzar algo que se han propuesto. Solo así se logran cambios
importantes de conducta.

• - Elija con su hijo entre uno y tres o cuatro propósitos o logros de año. Procure que estos vayan ligados a deseos de
mejorar hábitos o ajustar aquello que no está bien dentro de la conducta del pequeño, es decir, lo que hay que
mejorar, pero también tenga en cuenta que sea algo que le genere satisfacción y felicidad.

• - Cuando hay dos o más niños en casa, busque metas comunes de familia. Pueden ser sencillos propósitos, como no
pelear con los hermanos, ajustar la hora de ir todos a dormir, o no discutir cuando se sale de paseo en el carro.
Procure que este tipo de propósitos de familia sean objetivos simples que den bienestar a todos sus miembros.

• - Considere que hay diferencias en planear propósitos con un pequeño de cuatro a seis años que con uno de diez en
adelante. Este último tiene un pensamiento más abstracto, por lo que se puede pensar en propósitos a más largo
plazo. Un pequeño, por otro lado, debe trabajar en cosas mediáticas y de corto tiempo para que se motive a iniciar
nuevos logros.

• - Finalmente, cuando el niño alcanza un logro nuevo que nunca había trabajado, merece ser reforzado con un
‘premio’ tangible pero que no se entienda como algo material y costoso. Puede tratarse simplemente, de un
reconocimiento como una pegatina de carita feliz que, sumada a otras, pueden darle como premio una salida al
parque temático, cine con los amiguitos en casa, entre otros.

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