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Verdadero
YO
trasciende
El yo más profundo, Cristo
morando en nosotros…
• Despierta por obra del
amor, pues no puede existir
si no hay otro a quien amar.
• Nuestro yo más profundo
no sólo ama a Dios,
también a los hermanos, en
un amor guiado por el
Espíritu de Cristo, que
busca más el interés de la
Comunidad que el interés
de personal.
La gracia es la que unifica al hombre…
• lo identifica con Dios. La gracia significa que no hay
oposición entre el hombre y Dios, es amistad con Dios, que
nos hace inteligentes y libres para desarrollar nuestra
libertad y nuestra capacidad de amar, y para elevar nuestra
mente hasta la búsqueda de la verdad.
• Para esto necesitamos la gracia que nos ayuda a:
• Él ha enviado a nuestros
corazones el Espíritu
Santo para liberar nuestra
mente de la inmadurez, del
miedo alienante, del
prejuicio tenaz y de
nuestros sentimientos de
culpa.
El encuentro con Dios
• A Dios no hay que recordarlo, a
Dios hay que descubrirlo cada
día. Podemos empezar a
buscarlo en la desolación,
sintiendo sólo su ausencia,
pero el mero hecho de buscarlo
demuestra que ya lo hemos
encontrado, y llegaremos a
conocerlo cuando lo
encontremos escondido por
amor en nosotros mismos.
• Encontrar a Dios es más que el simple
abandono de todas las cosas que no son
Dios y vaciarse de imágenes y deseos. El
que consigue vaciar la mente de todo
pensamiento y todo deseo se puede
retirar al centro de sí mismo, pero no
encontrará realmente a Dios.
• Nuestro descubrimiento de Dios es ser
descubiertos por él. No podemos ir a
buscar a Dios en el cielo, él baja del cielo
y nos encuentra.
• Dios se conoce a sí mismo en todas las cosas que
existen y las cosas existen porque él las ve, son
buenas porque él las ama, con un amor que es su
intrínseca bondad; todas las cosas reflejan a Dios
en la medida en la que él las ama.
• Para conocer y amar a
Dios es preciso que él
habite en nosotros de
una forma nueva, no sólo
en su poder creador sino
en su misericordia, no
sólo en su grandeza,
sino en su pequeñez, por
la que se vacía de sí y
desciende a nosotros
para vaciarse en nuestra
vaciedad, a fin de
llenarnos de su plenitud.
• Cuando Dios, que lleva en sí el secreto de
nuestra identidad, empieza a vivir en
nosotros, no sólo como el Creador, sino
como nuestro otro y verdadero yo, es
cuando se descubre y perfecciona nuestra
identidad.
Lucas 15:11-32
El hijo Pródigo
• El primer paso hacia el encuentro con Dios
consiste en conocer la verdad acerca de nosotros
mismos, y descubrir lo que hay en nosotros de
ilusorio.
• Si consideramos como experiencia de Dios lo
que es una simple ilusión, llegaremos a una
especie de silencio interior que será
prontamente perturbado por una profunda
corriente de inquietud y de ruido.
• Es la tensión de un alma que trata de asirse a sí
misma en el silencio, cuando no posee la verdad
que la apacigüe con un silencio superior.
• Cristo es el Dios vivo, y todos aquellos para
quienes él es Dios, vivirán para siempre.
Será nuestro Dios si le pertenecemos
totalmente, si hemos pasado de la muerte a
la vida; para esto tenemos que salir de
nuestra debilidad y comprender nuestra
nada, y esto será imposible si conservamos
la ilusión de nuestra fuerza.
• La humildad es el
signo más seguro
de nuestra fuerza
• La desesperación es la forma extrema del amor propio;
el ser humano llega a ella cuando vuelve la espalda
deliberadamente a toda ayuda por el placer de “saberse
perdido”.
• Es la máxima expresión de un orgullo tan grande y
obstinado, que prefiere la miseria de la condenación,
antes que aceptar la alegría de las manos de Dios, y
reconocer que él está por encima de nosotros y que no
podemos cumplir nuestro destino por nosotros mismos.
1Jn 3,19-20
Lc. 14, 7-11
• El que se humilla será
ensalzado, porque su
espíritu ya no vive para
sí mismo ni en el nivel
humano, ha sido
liberado de todas las
limitaciones y vicisitudes
de la condición humana,
y puede sumergirse en
los atributos de Dios,
cuyo poder,
magnificencia, grandeza
y eternidad se hacen
nuestros a través del
amor y la humildad.