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Quijote
de la
mancha
Al fin libre y con los huesos molidos, Sancho subió sobre su asno como
pudo, porque le dolía todo el cuerpo.
Al verlo en tan malas condiciones, le dijo Don Quijote:
- Creo, mi buen Sancho, que los que te han manteado no
podían ser más que fantasmas, los mismos que me han embrujado para
que no pudiera ayudarte.
Pero Sancho sólo pensaba que lo mejor sería volverse a casa.