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La pregunta moral

Es algo profundamente humano. Sólo el ser humano y todos los


seres humanos se enfrentan con esta pregunta: qué debo hacer, qué es el
bien y el mal, cuál es el sentido de la vida.

Pero la respuesta a esta pregunta no es siempre la misma. Hay


personas o grupos que piensan que lo ético o moral es lo que me hace
feliz y da placer (hedonismo), lo que me hace mejor (física, cultural o
espiritualmente…), lo que está mandado (legalismo, heteronomía), lo
que yo o el grupo quiere y acuerda libremente (autonomía, anarquía), lo
que está de acuerdo con el plan de Dios (ética o moral religiosa), vivir
de acuerdo al Evangelio (cristianismo)…
La moral cristiana tiene su
fundamento en la vida y enseñanza de
Jesucristo. Pero no se opone a la ética o
moral “naturales”: los mandamientos y el
Evangelio, por ejemplo, tienen fundamento
racional y son un camino para ser más
humanos y hacer un mundo mejor.
El sujeto moral
Es el ser humano considerado como una unidad o estructura
personal. La persona es el lugar de la moralidad, pero una persona
abierta (a los otros y al Otro), verdaderamente humana.
Sólo ella es capaz de ACTOS HUMANOS, es decir libres y
responsables:
La LIBERTAD es constitutiva de la persona y de la moralidad. Tenemos
libertad y somos libres, la libertad es a la vez don y tarea, implica
libertad de (sin coacción) y libertad para (la elección y el compromiso).
La libertad es ser dueño de mis propias acciones, hacer lo que yo quiero
y decido. Radica en la dignidad de la persona humana, pero por eso
mismo no es absoluta ni ilimitada.
La RESPONSABILIDAD está indisolublemente unida a la
libertad: puedo hacer lo que yo quiero; yo decido, y por eso
mismo debo responder de mis acciones y sus consecuencias.

Mis derechos son inseparables de mis deberes. Ser libre no es


hacer “lo que me da la gana” a cualquier precio y con
cualquier consecuencia (libertinaje), sino ser capaz de actuar
responsablemente, buscando y realizando lo mejor para mi y la
sociedad.
El comportamiento humano responsable exige
conocimiento previo, voluntariedad y libertad. Implica el
sujeto (yo), destinatario (tú), objeto (qué) y motivaciones (por
qué y para qué) de la acción.
No se da nunca en abstracto, sino en una situación
concreta y con sus circunstancias. Influye en él el sexo, la
edad, la cultura, el lugar, el tiempo…
Y tiene impedimentos que lo hacen imposible (se habla
entonces de “actos del hombre” que no son “actos humanos”):
El conocimiento puede ser impedido por la ignorancia
La voluntariedad por el miedo
La libertad por las coacciones
Fuentes de la moralidad

Suelen señalarse las tres siguientes:

El OBJETO. Hay acciones que en sí mismas (objetivamente)


son buenas o malas: ayudar es bueno, hacer daño es malo…

El FIN. Tener en cuenta el por qué y para qué de la acción.


No es lo mismo ayudar a alguien por altruismo y para que
solucione su problema que por interés y para que luego me dé
lo que yo quiero…Y nunca el fin justifica los medios (no se
puede hacer el mal por un fin bueno).
Las CIRCUNSTANCIAS. En los actos humanos influyen las
situaciones y circunstancias: quién actúa, cómo, dónde, por
cuánto tiempo…

Actuar bien exige que todas las fuentes (objeto, fin,


circunstancias) sean buenas; basta que una de las tres sea mala
para viciar la acción.
Expresiones o instancias de la moralidad
El comportamiento humano responsable se manifiesta a tres
niveles:
ACTOS
Las acciones (robar, mentir, perdonar, dar limosna…) son las
expresiones más concretas y externas del comportamiento
humano responsable.
Por ello se captan fácilmente, pero por eso mismo no bastan para
hacer un juicio moral. Hay que profundizar más, detrás de lo que
la persona hace está el por qué y para qué lo hace. Por eso, hoy se
habla de una moral de actitudes más que de actos, y se busca la
raíz de la moralidad en la opción fundamental.
ACTITUDES
En un nivel más profundo que los actos están las
actitudes: o conjunto de disposiciones adquiridas que nos
llevan a reaccionar de una manera u otra antes los valores
éticos.
Implican tres elementos: motivación (por qué actúo así),
referencia a un ámbito concreto de la vida humana (la verdad,
el amor, los bienes materiales, la religión, las relaciones con
los demás…), y la dinamicidad (marcan la tendencia o
dirección del actuar). Quien roba, por ejemplo, actúa así por
algo más profundo: una actitud de avaricia, de pereza, de
egoísmo…
OPCIÓN FUNDAMENTAL
Así como los actos externos manifiestan las actitudes internas, esas
actitudes expresan, como hemos dicho, algo más profundo todavía:
reflejan en un ámbito o área concreta la llamada opción fundamental :
el para qué, la orientación, la dirección fundamental de mi vida, el valor
supremo de mi escala de valores, la elección básica de mi libertad
responsable. “Donde está tu tesoro está tu corazón”, decía Jesús: esa es
mi opción fundamental, que marca mi existencia y determina mis
actitudes y actos.

Es fácil imaginar su importancia decisiva en la práctica del


comportamiento humano responsable, que será muy distinto si mi
opción fundamental es el dinero, o el amor, o la familia, o el poder, o
Dios, o el placer, o yo mismo…

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