Víctor Zapata, Ana Vargas, Luis Irausquín Una vez que llegan los tejidos con los que se harán las fabulosas camisas Polo de Ralph Lauren a la fábrica, las personas encargadas las examinan minuciosamente para comprobar que la calidad es óptima y pasados estos requisitos comienza el trabajo propiamente dicho.
Víctor Zapata, Ana Vargas, Luis Irausquín
Los tejidos se tratan en la sala de corte donde, en largas mesas asistidas con carros automáticos, se desenrollan cuidadosamente las piezas de tela, creando extendidos con múltiples capas; cada una corresponde a una camisa y talla sobre las que se colocarán las láminas marcadas con las 18 piezas de los patrones a cortar por cada camisa. Cada cabeza de corte automatizada está destinada principalmente a cortar prototipos y camisas a medida cuyos patrones se guardan informáticamente para poder confeccionar con precisión las camisas más exclusivas.
Víctor Zapata, Ana Vargas, Luis Irausquín
Siguiendo su filosofía de aprovechamiento de los recursos, con el material sobrante de tejido se trata de seguir una economía circular, utilizándolo para confeccionar bolsas para la ropa, pañuelos de bolsillo y otros accesorios. Posteriormente, las telas se casan manualmente para igualar las rayas o los cuadros de las camisas en todas sus tallas y colores y se pasan a la sala de confección, donde se unirán las diferentes piezas en una combinación de operaciones manuales artesanas y, en otras, con la ayuda de la maquinaria más puntera. Víctor Zapata, Ana Vargas, Luis Irausquín Tras esto y con las piezas de la camisa ya ensambladas, cada prenda se revisa minuciosamente para controlar que no haya defectos o taras en el tejido o la confección. Hay hasta tres fases diferentes en las que se chequean y seguidamente se pasan a la sala de planchado. Finalmente se empaquetan y almacenan para su posterior distribución.