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Trabajo realizado por:

Francisco Heredia Anaya


1º Bachillerato B.
Magia en la Edad Media
• Durante la Edad Media uno se tropieza en
todas partes con las antiguas tradiciones
mágicas procedentes de la Antigüedad
clásica, pero no solo de esta, sino también
de las creencias populares propias de
grupos de población diferentes, como por
ejemplo los celtas, los germanos o los galos.
Incluso las tradiciones hebreas y árabes
ejercieron una gran influencia en aquellas
ideas: no en vano estuvieron muy extendidas
la doctrina secreta de los judíos, la cábala, y
la magia astral y talismánica de los árabes.
Magia y ciencia aún no estaban divorciadas,
y muchos efectos naturales todavía no
explicados se relacionaban con la magia.
MAGIA Y CIENCIA
• En la Edad Media, la magia se consideraba una
ciencia: se hablaba de las artes magicae o artes
incertae, aunque eran artes prohibidas. El término
"arte" significaba tanto como ciencia. Pero no fueron
solamente los magos propiamente dichos quienes
pretendían hacerse con aptitudes y poderes
especiales con ayuda de las artes prohibidas, sino
más bien los estudiosos los que en el proceso de
desarrollo de las ciencias naturales tuvieron que
utilizar en sus experimentos científicos las artes
mágicas. Por eso entraron muchas veces en
conflicto con la Iglesia y especialmente con la
Inquisición.
LA MAGIA Y LA IGLESIA
• A los magos se atribuían conjuros de
difuntos y la capacidad de dominar los
elementos. Practicaban sin éxito diversas
técnicas mánticas (adivinatorias) como la
magia especular y la adivinación onírica.
También la posesión por el diablo y los
hechizos patológicos y necrológicos se
relacionaban con los magos. Para escapar
de la persecución de la Iglesia, la magia se
buscó nuevos espacios dentro del mundo
religioso. Desde la cristianización de los
paganos, la liturgia y también los ritos
eclesiásticos absorbieron cada vez más
ideas y acciones que se habían considerado
propias de la magia.
SANTOS CONTRA MAGOS
• En el proceso en el que la Iglesia pugnó por
monopolizar progresivamente los fenómenos
sobrenaturales, los santos cristianos acabaron
siendo los rivales de los magos. Para la Iglesia, el
milagrero que dominaba el arte de la magia era
particularmente peligroso, porque el pueblo llano
podía tomarlo fácilmente por un santo. La Iglesia se
vio ante un peligro muy serio, ya que aparecieron
muchos santos falsos que predicaban, profetizaban
y congregaban alrededor de ellos a numerosas
personas asegurando que eran Jesucristo. El pueblo
seguía de buena gana a esas figuras dudosas
porque aspiraba a contemplar lo divino con figura
humana.
Y eso era precisamente lo que prometían esas
personas, en las que se combinaban los rasgos de
los hechiceros cristianos y paganos.
• De este modo abrieron de nuevo las puertas a las
antiguas creencias paganas, con sus cultos y sus
ceremonias mágicas, que seguían vivas en la
población y que la Iglesia se esforzaba por condenar
al olvido. Había que desenmascarar a los falsos
santos en auténticas competiciones de magia.
Este tema, muy extendido en la literatura religiosa de
la Edad Media, se basa en el modelo de los escritos
apócrifos del Nuevo Testamento, donde se habla de
la competición entre Simón Mago y Pedro y se
cuenta cómo Pedro logró con sus oraciones que
Simón acabara por estrellarse contra el suelo
durante uno de sus habituales vuelos mágicos.
LA MAGIA DE LOS SACERDOTES

• En la Iglesia cristiana, la Biblia y los salmos se


manejaban como si fueran textos mágicos, las
medallas de santos servían de amuletos, las
reliquias sustituían a los fetiches, las
representaciones de Dios hacían las veces de
ídolos y a partir de la Biblia y los salmos se
componían verdaderos libros de magia y
fórmulas mágicas. Los exorcistas empleaban
salmos y fórmulas de la Biblia para expulsar a
los demonios. Con el símbolo de la cruz, el
rociado con agua bendita y la administración de
la hostia se ahuyentaba a los malos espíritus.
• Un ámbito particularmente complejo era la
magia de los sacerdotes: cuando se lograba
que acudiera un cura para exorcizar a un
poseso, se demostraba que el clérigo ejercía
su poder sobre los demonios. También los
magos decían que tenían poder sobre los
demonios: quien sabía ahuyentar a los
demonios, también podía convocarlos. Es el
mismo cuadro ambivalente que se conoce en
el chamanismo: el hechicero puede curar, pero
también embrujar, puede utilizar su magia para
que sanen los enfermos o para que los sanos
enfermen o incluso mueran. Los sacerdotes
hechiceros podían ser objeto de las mismas
sospechas.
EL CASO DE SILVESTRE II
• En la Edad Media, incluso los papas utilizaban la
magia. De Gerbert d'Aurillac, quien posteriormente
fuera el papa Silvestre II (999-1003), se contaban las
cosas más extrañas. Después de su muerte se
tejieron innumerables leyendas en torno a su
supuesto poder sobre los demonios. Así, decían que
mediante un truco le quitó a un filósofo un libro de
magia en el que estaban anotadas todas las artes
secretas. Cuando el filósofo estuvo a punto de
descubrirlo, juró lealtad al diablo si le salvaba de su
perseguidor. Así ocurrió, y gracias al diablo Gerbert
hizo una carrera profesional impresionante. Para
adivinar el futuro, el diablo le entregó una cabeza de
bronce que respondía a todas las preguntas con un
"sí" o un "no". En las historias que giran en torno a
Gebert d'Aurillac se mezclan numerosas leyendas de
la literatura mágica. Así, la testa parlante empleada
para la adivinación ya se conocía en tradiciones
mucho más antiguas: por ejemplo, la cabeza de Bran
en la antigua literatura irlandesa o la de Mimir entre
los germanos.
INFLUENCIA ÁRABE
• En la magia medieval desempeñaba un papel
importante la influencia de Oriente, y sobre todo de
Arabia. Puesto que también para los árabes la magia
formaba parte, junto con la alquimia, del arte de la
adivinación y la astrología, de las ciencias naturales,
como tal erudición llegó a los centros de estudio del
medievo europeo. Muchos textos árabes comentaban
las diversas formas de la magia. Uno de esos libros
influyó sobremanera en las ciencias herméticas hasta
la época del Renacimiento: se trata del llamado
Picatrix (en árabe, Ghayat al-hakim), donde se
sostiene que el ser humano es capaz de transformar el
propio ser con ayuda de la ciencia mágica, y sobre
todo de las palabras, el idioma y las fórmulas. De esta
manera, el ser humano, como entidad intermedia,
podía evolucionar hacia formas superiores o inferiores.
De acuerdo con el Picatrix, el saber mágico abarca tres
ramas: el conocimiento de los talismanes, el de los
planetas y el de los conjuros. Las constelaciones
astrológicas se entendían como transmisoras de las
formas celestes originarias.
• La misión del mago consistía en trasladar a la
materia la forma astral deseada por él partiendo de
las estrellas y de determinadas constelaciones. De
esta manera se elaboraban los talismanes, en los
que tanto los metales empleados para fabricarlos
como los signos que se grababan en ellos se
correspondían con el ser espiritual atribuido a cada
cuerpo celeste y de cuya energía quería apropiarse
el ser humano. El mago intentaba asimismo hacer
descender esas fuerzas a un determinado lugar para
fijarlas en él. Cuando los seres espirituales
aparecían personificados en demonios, el mago los
conjuraba para ponerlos a su servicio. El Picatrix,
donde confluían la astrología y la magia ceremonial,
gozaba de gran prestigio entre los sabios de la Edad
Media, reconocimiento que llegó hasta el
Renacimiento.
LENGUAJES SECRETOS
• Durante el transcurso de la Edad Media, la magia se
convirtió en círculos eruditos en una rama de la
ciencia. Si al principio los nexos misteriosos se
explicaban sobre todo en el plano teórico, a partir del
siglo XIII empezaron a abordarlos experimentalmente.
La magia experimental conoció un gran auge sobre
todo en la alquimia. Los resultados de los
experimentos se anotaban para que los
descubrimientos de las ciencias ocultas pudieran
transmitirse con mayor facilidad a los adeptos o
aspirantes a la condición de iniciados. Para protegerse
de las amenazas de la Inquisición, pero también para
satisfacer la propia aspiración "esotérica", se
desarrollaron lenguajes secretos.
Sobre todo en la alquimia se ideó una lengua
hermética rica en circunloquios simbólicos e imágenes
alegóricas.
En siglos posteriores, este idioma secreto fue la causa
de que se desarrollara el gran prestigio de que gozaba
este arte entre los científicos naturalistas, pues parecía
demostrar que de verdad, y sin duda alguna, se
transmitía una ciencia oculta que, al menos así lo
parecía, no era fácil de penetrar.
Brujería en la Edad Media
• El concepto de brujería en la edad media se basaba
en ciertos prejuicios. Eran presuposiciones que
incluían la creencia en que el diablo y sus acólitos,
los demonios, los trasgos, los íncubos y los
súcubos, eran reales y ejercían sus poderes en el
mundo; en que la gente podía tener relaciones
físicas con ellos y en que podían establecerse
pactos entre las personas y los demonios.
En la brujería diabólica de la edad media se creía
que los brujos eran siervos del diablo. En
compensación por servirle bajo contrato, los brujos
recibían supuestamente ciertos poderes, en especial
producir o curar o traspasar enfermedades; provocar
tormentas o lluvias o, a veces, causar la sequía;
provocar la impotencia en los hombres y esterilidad
en las mujeres; así como arruinar las cosechas,
hacer que los animales quedaran estériles y que la
leche se volviese agria.
• Se creía que eran capaces de despertar el amor por medio
de filtros y pociones, o de destruirlo con hechizos y
encantamientos; causar daño o incluso provocar la muerte
con una mirada (el llamado mal de ojo) o clavando alfileres en
una muñeca o estatuilla de cera que representara a la
persona a la que se quería causar daño. Supuestamente
podían hacerse invisibles y volar con la ayuda del palo de una
escoba. Se creía que adivinaban el futuro, reanimaban
objetos inanimados, revivían a los muertos o conjuraban otros
espíritus; así mismo se suponía que podían transformarse
ellos mismos y a otros en animales, sobre todo en gatos y
lobos.
En cuanto a la organización y la práctica tradicionales, y de
acuerdo con la mayoría de los expertos, los brujos europeos
de la época medieval en adelante estaban organizados en
grupos o aquelarres de doce miembros, la mayor parte de
ellos, pero no exclusivamente, formados por mujeres, y por
un líder, generalmente, masculino. Este líder estaba
considerado como vicario del diablo y muchos de sus fieles
más ingenuos le trataban como si fuera el mismo diablo.
Tradicionalmente se le representaba vestido de negro o con
disfraz de macho cabrío, ciervo u otros animales con
cuernos.
• El grupo se reunía una o dos veces por semana en lo
que generalmente constituía una reunión local. En estas
reuniones las brujas llevaban a cabo supuestamente
ritos de culto al demonio, informaban de sus actividades
y hacían planes para la próxima semana. Otras
reuniones regionales, llamadas Sabbats -seguramente
como un acto provocativo hacia el sabbat judío-cristiano-
, se reunían probablemente a centenares, a veces miles
de alegres asistentes, incluyendo los brujos y sus
neófitos.
El lugar de reunión de brujos más famoso de la Europa
antigua y medieval fue Brocken, el pico más alto de las
montañas Harz, en Alemania, donde transcurre la
escena del Sabbat tan impresionantemente descrita en
el Fausto de Goethe. Los dos Sabbats más importantes
se celebraban en la noche del 30 de abril (Noche de
Walpurgis) y la del 31 de octubre (víspera de la
festividad de Todos los Santos). También se celebraban
Sabbats en las noches del 31 de julio (Fiestas de la
cosecha) y del 1 de febrero (Candelaria), además de
otras.
• El Sabbat comenzaba con la iniciación de los neófitos.
Se supone que la ceremonia iniciática incluía prestar
juramento de obediencia al demonio, firmando con él
pactos de sangre y profanando crucifijos, por ser la
señal de la Cruz, y otros objetos sagrados; la
asignación de un espíritu ayudante bajo la forma de
gato, ratón, comadreja, sapo u otro animal pequeño,
que actuara de sirviente del brujo; la realización de
diversos actos obscenos de obediencia al demonio y
su vicario. A la iniciación seguía un acto de culto
general que con frecuencia incluía la misa negra, una
farsa de la misa católica (véase Satanismo). Se dice
que el culto desembocaba en una danza que se hacía
cada vez más salvaje e indecente. El Sabbat
terminaba supuestamente en una orgía sexual.
CARACTERÍSTICAS DE LA BRUJERÍA
EN LA EDAD MEDIA
• A finales de la Edad Media empezó a configurarse una
nueva imagen de la bruja, que tiene su principal origen
en la asociación de la brujería con el culto
al Diablo (demoniolatría) y, por lo tanto, con
la idolatría (adoración de dioses falsos) y
la herejía (desviación de la ortodoxia).
Sin embargo, el primer proceso por brujería en que
están documentadas acusaciones de asociación con el
Diablo tuvo lugar en Kilkenny, Irlanda, en 1324-1325,
solo hacia 1420-1430 puede considerarse consolidado
el nuevo concepto de brujería. Existen variantes
regionales, pero pueden ser descritas una serie de
características básicas, reiteradas tanto en las actas de
los juicios como en la abundante literatura culta sobre el
tema que se escribió en Europa durante los siglos XV,
XVI y XVII.
• Las principales características de la bruja,
según los teóricos del tema, eran las
siguientes:
- el vuelo en palos, animales, demonios o
con ayuda de ungüentos,
- encuentros nocturnos con el Diablo y
otras brujas en el sabbat o aquelarre,
- pactos con el Diablo,
- sexo con demonios (en forma
de íncubos y súcubos)
- la magia negra.
• Esta idea de la brujería, predominante en la Edad
Moderna y base de las cazas de brujas, era alarmante
en la época, ya que se extendió la idea de que las brujas
conspiraban para extender el poder del Diablo. La
caracterización negativa de las brujas comparte algunas
características con el antisemitismo (expresiones como
«Synagoga Satanae», Sinagoga de Satanás, o
«sabbat», para designar las reuniones nocturnas de las
brujas), y tiene un fuerte carácter misógino. Aunque no
todos los sospechosos de brujería eran mujeres (hubo
un significativo porcentaje de hombres procesados y
ejecutados por delitos de brujería), se consideraba a la
mujer más inclinada al pecado, más receptiva a la
influencia del Demonio, y, por tanto, más proclive a
convertirse en bruja.
La definición de la brujería como adoración al Diablo se
difundió por toda Europa mediante una serie de tratados
de demonología y manuales para inquisidores que se
publicaron desde finales del siglo XV hasta avanzado el
siglo XVII.
• El primero en alcanzar gran repercusión, gracias a la
reciente invención de la imprenta, fue el Malleus
Maleficarum("Martillo de las brujas", en latín), un tratado
filosófico-escolástico desapasionado y racional
publicado en 1486 por dos inquisidores
dominicos, Heinrich Kramer (Henricus Institoris, en latín)
y Jacob Sprenger. El libro no solo afirmaba la realidad
de la existencia de las brujas, conforme a la imagen
antes mencionada, sino que afirmaba que no creer en
brujas era un delito equivalente a la herejía: «Hairesis
maxima est opera maleficarum non credere» (La mayor
herejía es no creer en la obra de las brujas).
Tanto el Malleus como otros muchos libros que se
publicaron en la época, constituyeron el fundamento de
la caza de brujas que se dio en toda Europa durante la
Edad Moderna, especialmente en los siglos XVI y XVII, y
que causó la muerte, según los cálculos más fidedignos,
de unas 60.000 personas.
Pacto con el diablo
• Se atribuía a los acusados de brujería un pacto con el
Diablo. Se creía que al concluir el pacto, el Diablo
marcaba el cuerpo de la bruja, y que una inspección
detenida del mismo podía permitir su identificación como
hechicera. Mediante el pacto, la bruja se comprometían
a rendir culto al Diablo a cambio de la adquisición de
algunos poderes sobrenaturales.
Entre estos poderes estaba, lógicamente, la capacidad
de causar maleficios de diferentes tipos, que podían
afectar tanto a las personas como a elementos de la
naturaleza; en numerosas ocasiones, junto a estos
supuestos poderes se consideraba también a las brujas
capaces de volar (en palos, animales, demonios o con
ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en
animales (preferentemente lobos).
El aquellarre
• Se creía que las brujas celebraban reuniones nocturnas en
las que adoraban al Demonio. Estas reuniones reciben
diversos nombres en la época, aunque predominan
dos: sabbat y aquelarre. La primera de estas denominaciones
es casi con seguridad una referencia antisemita, cuya razón
de ser es la analogía entre los ritos y crímenes atribuidos a
las brujas y los que según tradición popular cometían
los judíos. La palabra aquelarre, en cambio, procede
del euskera aker (macho cabrío) y larre (campo), en
referencia al lugar en que se practicaban dichas reuniones.
Según se creía, en los aquelarres se realizaban ritos que
suponían una inversión sacrílega de los cristianos. Entre ellos
estaban, por ejemplo, la recitación del Credo al revés, la
consagración de una hostia negra, que podía estar hecha de
diferentes sustancias, o la bendición con hisopo negro.
Además, casi todos los documentos de la época hacen
referencia a opíparos banquetes (con frecuencia también a
la antropofagia) y a una gran promiscuidad sexual. Una
acusación muy común era la del infanticidio, o los sacrificios
humanos en general.
• La principal finalidad de los aquelarres era, sin embargo,
siempre según lo considerado cierto en la época, la
adoración colectiva del Diablo, quien se personaba en
las reuniones en forma humana o animal (macho cabrío,
gato negro, etc). El ritual que simbolizaba esta adoración
consistía generalmente en besar el ano del Diablo
(osculum infame). En estas reuniones, el Diablo imponía
también supuestamente su marca a las brujas, y les
proporcionaba drogas mágicas para realizar sus
hechizos.
• Se creía que los aquelarres se celebraban en lugares
apartados, generalmente en zonas boscosas. Algunos
de los más célebres escenarios de aquelarres fueron las
cuevas de Zugarramurdi (Navarra) y Las Güixas (cerca
deVillanúa de Jaca, en la provincia de Huesca)
en España, el monte Brocken (mencionado en
el Fausto de Goethe), enAlemania, Carnac en Francia;
el nogal de Benevento y el paso de Tonale, en Italia.
• Se creía también que algunos aquelarres se
celebraban en lugares muy lejanos de la residencia
de las supuestas brujas, que debían por tanto hacer
uso de sus poderes sobrenaturales para
desplazarse volando: por ejemplo, se acusó a
algunas brujas del País Vasco francés de asistir a
aquelarres en Terranova.
Algunas fechas se consideraban también
especialmente propicias para la celebración de
aquelarres, aunque varían según las regiones. Una
de ellas era la noche del 30 de abril al 1 de mayo,
conocida como noche de Walpurgis.
El vuelo
• Se atribuía a las brujas la capacidad de desplazarse
volando a los aquelarres. Esta creencia se remonta, al
menos, a la Antigüedad clásica, aunque a menudo fue
vista con escepticismo (por ejemplo, en el Canon
episcopi se afirma la absoluta falsedad de esta idea).
Los procedimientos empleados para volar varían según
los diferentes testimonios: en el Canon episcopi, por
ejemplo, se hace referencia a la creencia de que las
brujas se desplazaban en animales voladores. Sin
embargo, el medio de locomoción más frecuente, y que
como tal ha perdurado en la imagen actual de la bruja,
es la escoba.
El simbolismo de la escoba se ha interpretado de
diversas formas. Para algunos autores se trata de un
símbolo fálico, lo que se relacionaría con la supuesta
promiscuidad sexual de las brujas. Otras teorías
mencionan que la escoba pudo haber sido utilizada para
administrarse determinadas drogas. En cualquier caso,
llama la atención el tratarse de un objeto en la época
casi relacionado casi exclusivamente con la mujer.
• Con respecto a los vuelos de las brujas, las opiniones
de los teólogos de la época estuvieron muy divididas.
Para algunos, tenían lugar físicamente, en tanto que
otros consideraban que se trataba de ensueños
inducidos por el Diablo. Modernamente se han
relacionado con el consumo de ciertas drogas
conocidas en la Europa rural, tales como el beleño,
la belladona y el estramonio.
Referente a la forma de vuelo que se les atribuía en el
resto del mundo, en el caso de Chile destaca la
creencia de que el brujo chilote cuenta con un "macuñ"
(del mapudungun makuñ: "manto"o "chaleco") hecho
con la piel del pecho de un cadaver humano.
Igualmente en este país y en Argentina se les atribuía la
capacidad del vuelo transformados en aves de "mal
agüero" (mala suerte), ejemplo de ello es la leyenda de
la Voladora.
La metamorfosis
• Todas las culturas tienen entre las atribuciones de las
capacidades de magos, brujas o hechiceros las de
transformarse en animales. Aunque la cultura popular
del norte de Europa atribuye a las brujas la
transformación preferente en un gato negro.
Referente a la metamorfosis que se les atribuía en el
resto del mundo, en el caso de sudamérica, en la
tradición de Chile y algunas zonas de Argentina, La
transformación de las brujas es principalmente en aves,
aunque también se menciona la transformación en otros
animales; destacando un tipo de bruja o brujo (al igual
que los Calcu en la tradición Mapuche), que se le
atribuye la capacidad de transformarse en un mítico
pájaro conocido como Chonchón.
Prácticas mágicas
• Se atribuía a las brujas la realización
de hechizos mediante la magia negra, esto es,
con fines maléficos. Mediante estos hechizos,
lograban supuestamente hacer morir o enfermar
a otras personas o al ganado, o
desencadenaban fenómenos meteorológicos
que arruinaban las cosechas.
REACCION DE LA SOCIEDADAD
MEDIEVAL ANTE LA BRUJERÍA. LA
CAZA DE BRUJAS
• Reacción individual de los afectados: lapidan a la que
consideran responsable de la muerte de un familiar, etc.
Esto podía ocurrir sobre todo en aldeas, etc, donde la
autoridad central no es fuerte.
Donde hay fuerte autoridad, es ella quien se encarga de
juzgar a la bruja o brujo, y condenar bien a pagar
indemnización, bien ejecutándola. La ley prohibía con
firmeza que la gente se tomase la justicia por su mano y
eliminase a personas sospechosas de brujería, pero no
obstante a veces la muchedumbre iracunda ignoraba estas
leyes.
La gente solía encontrar la explicación a algún desastre
inexplicable o imprevisible en un maleficium. Por ello en
épocas de crisis se acusaba y quemaba a muchas
personas acusadas de brujería.
Los campesinos sentían un recelo tal hacia los maleficia
que acusaban a cualquier persona sospechosa,
generalmente mujeres, cuando ocurría alguna desgracia.
En estos casos, incluso a veces la ira recaía sobre una
monja sospechosa de utilizar un muñeco de cera para
hacer maleficium.
LA CAZA DE BRUJAS
• Entre los siglos XV y XVIII se dio una persecución
particularmente intensa de la brujería, conocida como caza
de brujas. Esta persecución afectó a la práctica totalidad del
territorio europeo, si bien fue particularmente intensa en
Centroeuropa, en los estados semiindependientes bajo la
autoridad nominal del Sacro Imperio Romano Germánico, y
en la Confederación Helvética. Los estudiosos actuales del
tema dan una cifra aproximada de 110.000 procesos y 60.000
ejecuciones, a pesar de que cálculos anteriores arrojaban
cifras mucho más elevadas.
La caza de brujas tiene su origen en la Inquisición, tribunal
creado por el Papado para perseguir la herejía, pero que a
partir del siglo XIV comenzó a prestar atención al fenómeno
de la brujería. La principal acusación contra las brujas era la
de demonolatría, o adoración del Diablo, concretada ya en
una obra clásica sobre el tema, el Malleus
maleficarum ("Martillo de brujas"), manual para uso de
inquisidores publicado en 1486 por los monjes dominicos
Heinrich Kramer y Johann Sprenger, según los cuales negar
la existencia de las brujas equivalía a hacerse sospechoso de
herejía. Entre los siglos XVI y XVIII aparecieron numerosas
obras de eclesiásticos y juristas acerca de este tema.
• Contra lo que suele creerse, sin embargo, la mayor parte de
los procesos por brujería los llevaron a cabo tribunales
civiles, y la Inquisición solo tuvo un papel preponderante en
los primeros años de la caza de brujas. Los procesos
tuvieron lugar por igual en países católicos y protestantes.
En los territorios de religión ortodoxa, en cambio, las cazas
fueron de intensidad mucho menor.
Durante estos procesos, se aplicó con frecuencia
la tortura para obtener confesiones, por lo cual los
investigadores actuales suelen manifestar cierto
esceptimisto acerca de lo manifestado en los juicios por
brujería.
Algunos procesos por brujería se han hecho especialmente
célebres; como el de las brujas de Salem, en los
actuales Estados Unidos, tema de una célebre obra del
dramaturgo Arthur Miller, publicada en 1953, que popularizó
la expresión "caza de brujas" en relación con la Comisión de
Actividades Antiamericanas del senador Joseph McCarthy.
Desde entonces, la expresión "caza de brujas" se aplica
metafóricamente a cualquier persecución de tipo ideológico.
Supersticiones medievales
• Quien más quién menos se deja llevar por pequeñas
supersticiones que atraen la buena o la mala suerte. Muchas
de ellas, relacionadas tanto con la buena como con la mala
suerte se remontan a siglos atrás, la gran mayoría son
medievales. Aquí dejo los orígenes de las más conocidas:

- El gato negro: dice la superstición que cruzarse con un


gato negro atrae la mala suerte. Teniendo en cuenta lo
apreciados que eran los gatos en las civilizaciones antiguas
(recordemos que en Egipto eran considerados semi-dioses e
incluso se les momificaba cuando morían para que pasaran a
la vida eterna) su relación con la mala suerte se inició en la
Edad Media, cuando se asociaban con el culto al diablo y su
posesión significaba poco menos que ser un adorador de
Satán. Toda mujer anciana y solitaria aficionada a las hierbas
y con un gato negro en su casa era mirada con recelo y
sospecha.
- El trébol de cuatro hojas: era muy apreciado por los
druidas celtas para sus ritos y pociones, por lo difícil de
su localización: encontrarlo requería de mucha paciencia
y de mucha suerte... ... y de ahí su significado.

- La herradura: trae buena suerte tener una herradura


colgada de la puerta de la casa. El origen de esta
superstición es una leyenda medieval en la que un
misterioso caballero le encarga a un herrero un par de
herraduras para sus pies, que resultaron ser pezuñas. Al
verlas, y sospechando que el caballero era el mismísimo
diablo, el herrero hizo lo posible porque el ponerle las
herraduras fuese dolorosisimo, hasta que el diablo pidió
compasión y prometió no volver a entrar en una casa en
la que hubiese una herradura en la puerta.
- El número 13: desde luego es un número fatídico.
Parece que el origen de la superstición está en la
mitología nórdica, al parecer 12 dioses del Valhalla
estaban invitados a un gran banquete, pero el malvado
Dios Loki consiguió sumarse a la celebración, que
terminó en una batalla campal y con la muerte de uno de
los dioses. La historia volvió a repetirse en la Última
Cena, los doce apóstoles y Jesús, pocas horas antes de
que éste fuera prendido y ejecutado. Martes y 13 fue el
día en que los templarios fueron traicionados y hechos
prisioneros. Viernes 13 el día que Jesús fue crucificado.
Desde luego hoy en día se considera de muy mal fario
sentar a 13 comensales en una mesa, incluso dice la
superstición que uno de ellos fallecerá próximamente
(creo recordar que este es el argumento principal de una
novela de Agatha Christie...)
- La pata de conejo: según los antiguos celtas, el
conejo era un animal privilegiado. Se dice que es el
único animal que nace con los ojos abiertos, y su
capacidad de excavar en la tierra y moverse bajo ella le
permite ver y conocer cosas que el ser humano no
imagina. Además a nadie se le escapa su increíble
capacidad reproductiva, símbolo de la buena suerte en
la edad media. Se cree que llevar una pata de conejo
nos confiere prosperidad y capacidad para ver más
allá...

- El color amarillo: en la Edad Media era el color


utilizado por la santa inquisición para exponer bajo
escarnio público a los herejes, las adúlteras y los
criminales en general (el llamado sambenito era de ese
color). Los malos augurios sobre el amarillo se
extendieron al mundo del arte cuando Molière falleció en
plena escena vestido de este color.

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