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El Concepto de

Dignidad Humana
Historia del Pensamiento
Filosófico
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA
HUMANA
La Dignidad
Es frecuente hablar de la dignidad de la
persona. De ella se suelen deducir derechos y
se trata a propósito de injusticias ocasionadas
por ciertos maltratos inhumanos y degradantes.

De ahí entonces que resulta necesario analizar


que significa “dignidad de la persona”, pues se
habla de ella con prodigalidad pero no se suele
precisar en que consiste.

OJO: NO es una cualidad accidental de la


persona.
Al estudiar el origen etimológico y la evolución histórica
de la palabra persona, se dijo que para entender en su
real dimensión aquel concepto, era objetivamente
necesario remontarnos al cristianismo.

Con el concepto de dignidad humana ocurre lo mismo:


no es posible desatenderse del cristianismo para
comprenderlo, porque el concepto de dignidad humana
a la luz del cristianismo, es la piedra angular del
desarrollo de la historia social y espiritual del mundo
occidental.
Recordar como concepto de persona revestía de “dignidad” el
concepto de hombre.

En la actualidad es un concepto poco conocido o, la mayoría de las


veces, mal entendido.

Errores comunes: Los que radican la dignidad humana en la libertad


o en la razón, o equiparan la dignidad a la libertad.

Esas ideas tienen sólo algo de verdad, puesto que por dignidad no
se puede entender una cualidad ni tampoco equipárala a una de
ellas (libertad o razón); solo se la puede entender como un estatuto
ontológico, en una intensidad de ser que sitúa a la persona
humana en otro orden del ser superior al resto de los entes creados.

Si no fuera así, no habría forma de demostrar que un hombre preso


o detenido (privado de libertad) o demente (privado de razón) sea
digno por el solo hecho de ser persona.
ORIGEN ETIMOLÓGICO Y ACEPCIONES DE LA
PALABRA DIGNIDAD

Etimológicamente, el termino dignidad


deriva del latín. dignĭtas, -ātis o dignitas,
del adjetivo dignus, cuya forma arcaica
dec nos revela su origen del verbo decet:
decente.
En Grecia no hay un vocablo que corresponda
exactamente a la dignitas romana aunque esta asimiló
un elemento griego medular, que fue acuñado en la
dignitas romanas, que es el decorum (Cicerón).

Este es regulador en todos los terrenos de la vida y


forma el núcleo de una cultura caracterizada por
humanitas y urbanitas: todo lo que daña el decorum,
todo lo que suprime la consideración del prójimo, todo lo
carente de tacto, de gusto, todo lo artificioso, agresivo,
bajo, malicioso contradice la dignidad.
Decorum
“el que es capaz de decir las cosas
sencillas con sencillez, las cosas elevadas
con fuerza, y las cosas intermedias con
tono medio”
Diccionario de la RAE
1. f. Cualidad de digno.
2. f. Excelencia, realce.
3. f. Gravedad y decoro de las personas en la
manera de comportarse.
4. f. Cargo o empleo honorífico y de autoridad.
5. f. En las órdenes militares de caballería,
cargo de maestre, comendador mayor, clavero,
etc.

Todas las cuales tienen en común la idea de


honor cualidad especial y expresión de una
calidad superior a la media.
El Tribunal Constitucional Español entrega una
definición doctrinaria en su Sentencia nº 53 de
dieciséis de abril de 1985:

“La dignidad es un valor espiritual y moral


inherente a la persona que se manifiesta
singularmente en la autodeterminación
consciente y responsable de la propia vida
y que lleva consigo la pretensión al
respeto por parte de los demás”.
Primera Conclusión:
Podemos ver que tanto el origen etimológico,
como las definiciones expuestas nos lleva a
concluir que dignidad es un vocablo que sólo es
aplicable a un determinado tipo de ente, que
otorga una cualidad especial a quien lo ostenta
y por ese hecho es sujeto de una consideración
y respeto especial.
CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE
DIGNIDAD HUMANA

El concepto de “Dignidad Humana” es el


resultado de una larga evolución histórica.

En una primera etapa se lo radicó en


características de excelencia externa, como la
filiación, el origen, la posición social, y/o cargos
políticos. En resumen, los individuos nacían con
dignidades distintas y desiguales.
En una segunda etapa, el cristianismo como dato
histórico y espiritual, cambió la noción de dignidad en su
fundamento. La dignidad seguiría siendo una
excelencia, pero ahora era la misma para todos los
hombres, radicada en su naturaleza en razón de un
parentesco divino formulado en un binomio Dios-Padre
y los hombres como hijos de este Dios Padre.

Más tarde, en la época moderna la dignidad siguió


radicada en la naturaleza humana, pero al desprenderse
del dato teológico, el hombre pasó a ser digno en virtud
de los elementos de su naturaleza, principalmente la
razón y la libertad.
De la época pre-imperial romana al
cristianismo
EDAD ANTIGUA:
La dignitas romana de la época pre-imperial está
relacionada esencialmente con la posición política y
social de un hombre. Es más, para adquirirla era
necesaria la acción política, p. ej. la pertenencia la
Senado, pero además era absolutamente necesario
también poseer una integridad moral. Ella no tenía un
orden rígido: podía aumentarse, rebajarse, perderse,
restituirse.

La pertenencia a la nobleza romana, el tener entre los


antepasados héroes troyanos, reyes o como en el caso
de Cesar una diosa, confiere más brillo u orgullo de
aquella dignidad.
La dignidad obliga también a no comportarse de
cualquier modo.

Una persona digna mostraba en la presencia la


distinción de su rango: en el séquito de clientes,
ademanes, actitud, ropaje, forma de vida.

En resumen, la dignidad romana exige: 1º ser


moralmente intachable; 2º ser magnánimo; y 3º
tener una debida representación. Y exige ante
todo, que estas actuaciones sean realizadas
utilizando el decoro como recta medida.
La época del Imperio Romano no entrega testimonios
de la dignitas en el sentido moral. Con Cicerón, la
noción de dignidad es presentada por el jurisconsulto
como el carácter distintivo del hombre respecto de los
animales. Y se empiezan a encontrar en él importantes
atisbos sobre la separación entre el aspecto moral y el
político, lo cual está en estrecha relación con la
delimitación de la naturaleza del hombre. Esta
separación abrirá paso a la idea de dignidad interior, la
cual tendrá pleno desarrollo en el cristianismo.
Con todo la idea de la superioridad del hombre
sobre los animales, por poseer naturalmente
la razón como su principal característica, y
ser ésta la cualidad que le permite elegir
actuar correctamente, no pareciera haber sido
con anterioridad al dato cristiano, tomada en
cuenta para hacerle merecedor de un respeto
excepcional.
Para el cristianismo la dignidad natural del
hombre no queda constituida por la mera
adición de dos valores independientes como
son el cuerpo y el alma, sino por su realidad
existencial en la que él es una unión
sustancial de la parte material y de la parte
espiritual que lo constituye y lo hace ser
persona.
Y tal dignidad se fundamenta en la dimensión
sobrenatural del hombre, esto es, en su semejanza con
Dios. Inspirado sobre todo en el Génesis: “Y dijo Dios:
«Hagamos al ser humano a imagen como semejanza
nuestra»”, que explica cómo desde el primer momento
de su existencia, el hombre fue elevado por Dios al
orden sobrenatural.

Sin embargo, "tan gran semejanza” entre Dios y la


criatura en el orden cristiano no suprime la "mayor
desemejanza", que consiste en el hecho que las
personas creadas permanecen substancias individuales
de las cuales cada una es imagen y semejanza de la
substancia absoluta”.
Recordar definición de Boecio en este punto es casi
natural.

EN RESUMEN: Cuerpo y alma son inseparables; y si el


hombre es digno, lo es primeramente por ser un ente
creado por Dios a imagen y semejanza suya, y no por
ser un ente que puede desarrollar y manifestar una
secuencia lógica de pensamientos a diferencia de los
demás entes de la creación, pues también hay otros
entes del universo creado que pueden comunicarse.
Entonces, la naturaleza racional, es el presupuesto
de la dignidad humana.
LA CONCEPCIÓN JURÍDICA DE
PERSONA

las otras dimensiones de la persona como la


libertad, la incomunicabilidad y la sociabilidad,
son notas que estudiamos en la concepción
filosófica de persona, esta también se manifiesta
en el ámbito jurídico.
si bien el hombre posee una dimensión jurídica
y podemos decir que es jurídico, tenemos que
decir que existe un concepto jurídico de
persona, que, por abstracción deriva del
concepto filosófico.
Históricamente se ha discutido (aun se discute)
si el hombre posee una dimensión jurídica por
naturaleza o porque se la otorga el
ordenamiento jurídico. Es así como nos
encontramos ante dos concepciones jurídicas
de persona antagónicas:
 la ius naturalista y
 la ius positivista.
Cuando estudiamos la definición filosófica de persona, vimos que lo
especifico suyo es era su racionalidad, y su ser en relación, es decir
que se desarrolla su ser con otros, lo cual se manifiesta en la
socialidad.

De esta manera, la persona humana está en un orden del ser que


“comporta el orden del deber ser”, es decir a partir de lo que el
hombre es puede deducirse “Todo aquel bien o toda aquella
conducta, que en relación con el ser de la persona humana tiene la
nota o deuda debida”. Y lo debido a la persona humana en razón de
su dignidad es el trato digno.

Por tanto, el deber ser tiene dos facetas que se entrecruzan:


primero “la debitud de la realización personal del hombre y su
comportamiento respecto de si mismo (orden ético y moral) o un
deber-ser moral”, y “la debitud del trato de los demás respecto de la
persona humana (orden jurídico) o deber-ser jurídico”.
Recordar a los romanos.

el fundamento de los derechos no radicaba en


la concepción de la persona humana como tal,
sino en la “condición o status y, por tanto, se es
persona por concesión de la sociedad y, en
definitiva, del ordenamiento jurídico.
En esta concepción estamental de la sociedad,
dividida en varios estados o clases, la persona
en sentido jurídico significaba, como se ve en
varios juristas hasta el siglo XIX, que el hombre
era considerado en su clase y no en si mismo.
En resumen y como bien dice el profesor
Hervada:

“El hombre es persona, ante el ordenamiento jurídico


social, por si mismo, en virtud de su dignidad o
eminencia del ser, que lo constituye como ser-en –
relación y, en cuanto tal, como sujeto de relaciones
jurídicas.

La personalidad jurídica – ser persona- no es una


concesión de la ley o de la sociedad. El hombre – y por
consiguiente todo ser humano – es persona en sentido
jurídico, en cuanto que es- y porque es- persona en
sentido ontológico.
Atribuir a la legislación – a la sociedad – la concesión de
la personalidad jurídica al hombre constituye, sin duda
una actitud anacrónica y antihistorica, pero representa,
sobre todo un atentado contra la dignidad humana y un
desconocimiento de lo que significa que el hombre es
persona en sentido ontologico.

Todo hombre es jurídicamente persona por ser hombre,


independientemente de cualquier estado y condición; y
en este sentido se interpreta correctamente el art. 6 de
la declaración universal de los derechos humanos:
“Todos tienen en toda época el reconocimiento como
persona ante la ley.”
PERSONA Y EL CONCEPTO DE SUJETO DE DERECHO

Desde un punto de vista filosófico la persona es una


“sustancia individual de naturaleza racional”, y desde
una perspectiva jurídica es “todo ser capaz de tener
derechos y obligaciones, de ser sujeto de
derechos”.

Resulta así claro que este concepto jurídico de persona


es un concepto instrumental y derivado del filosófico.
¿De donde surge la noción de “sujeto de
derecho”?
El nacimiento del concepto de sujeto de derecho no es
coetáneo al vocablo de persona. Tampoco es originario
de la técnica de la ciencia jurídica, puesto que no
perteneció al lenguaje de los juristas romanos ni de los
medievales. Para ellos, solo existía el concepto
“personas” y una variedad de denominaciones para las
que después se llamarían personas jurídicas (v. gr.
universitates, collegia), faltando en consecuencia, un
concepto o supraconcepto común para las personas
naturales y las personas jurídicas.
La utilización del concepto “subiectum iuris” lo
descubrimos por primera vez en el lenguaje de
los escolásticos españoles del siglo XVI, pero no
como un término técnico del derecho.

Introducen en el discurso jurídico una noción


filosófica para plantear la pregunta específica de
quién puede ser titular de derechos
(subjetivos) en general y del dominio en
particular.
Fue Leibniz (s. XVII y XVIII) quien empezó el proceso de
tecnificación del concepto de subiectum iuris (sujeto de
derecho).

Identificó con este término sólo a las personas. En


consecuencia, Leibniz usó este concepto en su sentido
ontológico, o sea, de substrato de aquellos, como punto
de partida para llegar a la noción de persona. Además a
Leibniz se debe la idea de construir las normas sobre la
base de sujeto y predicado, acudiendo a ellas ahora en
su sentido lógico”.

De esta manera “desde Leibniz seguido por Wolff, y


después por Kant, la identificación de subiectum y
persona, bajo la expresión subiectum iuris, se convirtió
en algo aceptado sin discusión, y penetró
profundamente en el lenguaje de los juristas alemanes
del s. XVIII y del siglo siguiente.
Conclusiones:
1º Los conceptos de hombre, persona y sujeto de
derecho no tienen un origen común en el tiempo, ni
tampoco en las áreas de estudio que las originaron:
teología, filosofía y ciencia jurídica.

2º Las palabras hombre y persona en el lenguaje vulgar


se emplean como sinónimos.

3º En el ámbito jurídico en principio hombre, persona y


sujeto de relaciones jurídicas coinciden. Por eso se
puede definir persona como sujeto de derechos y
obligaciones entre otras cosas.

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