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Durante muchos años se sostuvo que para enseñar a leer y a

escribir era necesario comenzar con “las primeras letras”,


proceso que se iniciaba recién en los primeros años de la
escolaridad primaria. Las situaciones consistían en
actividades que presentaban cada letra del abecedario para
ejercitar su forma y su sonido. La enseñanza omitía todo
contenido cultural relativo a la práctica misma de la lectura
y escritura, ya que consideraba que su abordaje suponía el
conocimiento previo del código.
Según Paione (2015), (…) hoy en día, para enseñar a
leer y a escribir resulta necesario plantear diferentes
situaciones en que los niños se desenvuelvan como
practicantes del lenguaje escrito aún antes de leer
convencionalmente. Esto supone concebir la
adquisición del sistema de la escritura en el marco
de la formación de las niñas y los niños como
lectores y como escritores.
Cuando plateamos trabajo del texto vinculado
a las practicas sociales del lenguaje debemos
buscar estrategias que favorezcan en que los
niños accedan a la cultura escrita desde los
inicios de la escolaridad.
Desde el punto de vista de las estrategias conviene considerar, además de
las situaciones de leer y las de escribir, el modo como se organizan las
actividades con la finalidad de lograr la diversidad, continuidad y
sistematización de los contenidos, de modo tal que las/los aprendices
puedan participar en variadas experiencias con distintos propósitos y
construir sus aprendizajes. A fin de alcanzar estos propósitos, las
situaciones de aprendizaje se organizan en rutinas o actividades
habituales, secuencias didácticas, proyectos.
Los textos que los niños conocen de memoria como las
canciones o textos poéticos infantiles, los textos predecibles
por su estructura canónica como los cuentos clásicos y los
libros-álbumes facilitan el desarrollo de estrategias de
anticipación y verificación por parte de las niñas y los niños
que aún no leen ni escriben de modo convencional.
Las propuestas para favorecer la construcción del sistema de la
escritura parten siempre de prácticas comunicativas y textuales
que les permiten reflexionar además acerca de las unidades
lingüísticas mayores: textos, enunciados, palabras. Luego se
focalizan en actividades que les permitan descubrir el sistema
de escritura.
Para aprender a leer y a escribir la niña y el niño deben
dominar el principio alfabético de la lengua que consiste en
descubrir que la lengua está compuesta por unidades que
se pueden suprimir, añadir, separar, unir, repetir, ordenar,
para formar otras palabras. En este proceso, las/los
niñas/os deben darse cuenta de que en la lengua hay
unidades que poseen sentido (texto, enunciados, palabras)
y otras que carecen de sentido (sílabas y fonemas).
La maestra y el maestro juegan un papel
fundamental en la alfabetización inicial.
En el Modelo pedagógico se definen como
mediadoras y mediadores de los procesos y
estrategias de aprendizajes significativos que
contribuyen a la formación de las niñas y niños
como sujetos críticos, democráticos, creativos,
participativos, que toman decisiones, capaces de
dialogar permanentemente con su realidad,
resolver problemas y transformar sus contextos.

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