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De acuerdo a Perelman: “Para exponer bien los
caracteres particulares de la argumentación y los
problemas inherentes a su estudio, nada mejor que
oponerla a la concepción clásica de la demostración”
Demostrar es deducir con claridad un asunto. Ahora esta
demostración en forma aislada por sí sola no tiene
contundencia, necesita del discurso para darle la fuerza
respectiva. Acá estamos entonces con dos temas muy
importantes “la manera como se dice” “a quienes van
dirigidos dichas razones”.
Perelman nos dice: “La única obligación que se impone al
constructor de sistemas axiomáticos formalizados y que
convierte las demostraciones en apremiantes, es la de elegir
los signos y las reglas de modo que se eviten las dudas y
ambigüedades”.
MARIO MALPICA ORELLANA, interpone acción de amparo para que
se le otorgue la jubilación minera.
Si MARIO MALPICA ORELLANA cumple con los requisitos entonces
le corresponderá la jubilación minera.
Si “X” cumple con los requisitos
Luego: “X” le corresponde la jubilación minera
Si MARIO MALPICA ORELLANA solicita la aplicación de la Ley Nº
25009 y decreto ley Nº 19990, y se pague los reintegros por sus
pensiones devengadas.
Si “X” solicita la aplicación de la Ley Nº 25009 y decreto ley Nº 19990,
Luego: “X” le corresponde los reintegros por sus pensiones
devengadas.
El razonamiento es el siguiente:
p → q Si Mario Malpica Orellana cumple con los
requisitos, entonces tendrá su jubilación minera.
El contacto intelectual
El autor destaca una condición muy importante, para que pueda
ingresar la argumentación, que es la intelectualidad, que la
persona que recibe la información tenga un nivel de coeficiente
que pueda recepcionar el mensaje o el argumento que uno va
ofrecer.
Como dice Perelman: “Para Aristóteles, el peligro de discutir con
ciertas personas está en que con ello se pierde la calidad de la
propia argumentación [...] no hay que discutir con todo el mundo,
ni hay que ejercitarse frente a un individuo cualquiera. Pues,
frente a algunos se tornan necesariamente viciados”
Adicionamos lo que señalaba Sócrates: “Escuchar es para el alma
lo que comer es para el cuerpo”, podemos polemizar, conversar
disertar, pero es importante tener en cuenta con quien lo
hacemos.
El orador y su auditorio
Es lo que podríamos
llamar frialdad, cuando el orador o
expositor solo expone lo que tiene aprendido o tiene señalado,
no se interesa por el que recepciona su discurso.
Como señala Perelman para que “se desarrolle una
argumentación, es preciso, que le presten alguna atención
aquellos a quienes les está destinada”. Esto es preocuparme
que mi argumento llegue a personas que tiene conocimiento o
han sido convocados para tal fin.
El punto clave en la
presentación es crear un ambiente de
comodidad, confianza y control entre el orador y el auditorio. Si el
público se siente a gusto, en un ambiente de camaradería, surgirá
instantáneamente la confianza.
El autor nos da unos acertados consejos:
La construcción del auditorio sea la adecuada para la ocasión.
Concebir al presunto auditorio lo más cerca posible de la
realidad.
Una imagen inadecuada del auditorio, ya la cause la ignorancia o
el concurso imprevisto de diversas circunstancias, puede tener
las más lamentables consecuencias.
Un ejemplo claro es exponer y argumentar “los terribles
flagelos de “La violencia de género” y destacamos que es uno
de los problemas más complejos de la sociedad que nos ha
tocado vivir, que tiene implicaciones sociales, policiales,
sanitarias y por supuesto también judiciales. Resaltando que
para la solución de este problema se han venido emitiendo
una serie de normas legales para realizar una lucha eficaz
contra este flagelo”.
Todo este discurso pierde su fuerza si observamos que las
colaboradoras del evento, son mujeres que son
constantemente hostigadas o se les llama la atención o grita
para su desenvolvimiento en determinadas áreas del evento.
Adaptación del orador al auditorio
El análisis del público es el estudio específico de este último
para el cual se pronunciará un discurso, así mismo la adaptación
del público es el proceso activo que consiste en relacionar el
material del discurso directamente con el público.
Partamos de las definiciones: Persuadir es: Inducir, mover, obligar a
alguien con razones a creer o hacer algo. Convencer es: Incitar,
mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o
de comportamiento. Aunque aparentemente puedan parecer los
mismo realmente no lo son.
Los términos convencer y persuadir se refieren al sentido positivo de
una idea, es decir, ambos buscan que el receptor se adhiera o
identifique con un punto de vista determinado, pero se diferencian
entre sí en cuanto a la manera en que intentan lograr la adhesión de
una tesis o idea.
En nuestro caso como hemos visto son diversos los auditorios y el
querer adaptarse a ellos, especialmente a su particularidades es un
tema amplio y complejo para el orador. De allí la importancia de
diversas técnicas argumentativas al respecto.
El auditorio universal
El auditorio universal es
el auditorio de la argumentación
filosófica y constituye de alguna manera el estándar de
argumentaron objetiva, de una argumentación que aduce
razones que pretenden convencer al lector o interlocutor de la
validez de las razones más allá de las contingencias históricas y
espaciales.
Perelman admite que, en este caso, no se trata de conseguir la
aprobación real de toda la humanidad; el orador presupone la
unanimidad y por ello la universalidad de la argumentación, pues
supone que quien conozca la argumentación no podrá hacer
cosa distinta que admitirla por el carácter de las razones
aducidas. Por ello afirma Perelman, que el acuerdo de un
auditorio universal no es una cuestión de hecho sino de derecho.
La argumentación ante un único oyente
Parafraseando al autor, la auto deliberación es
considerada a menudo como modelo de auditorio
universal, debido a que quien delibera con sigo mismo
no puede menos que ser sincero y razonable consigo
mismo, pues uno mismo no se puede esconder nada y
más bien trata de triunfar sobre sus incertidumbres.
Pascal y Descartes la consideraron el mejor
procedimiento para alcanzar la verdad. Perelman la
considera un caso particular del acuerdo con los demás
y no el único método para alcanzar la verdad como lo
creyeron muchos filósofos
Los efectos de la argumentación
El principal efecto es que rompe el molde tradicional de señalar
una sola verdad, la de los que defendían su verdad y no daban
campo para la controversia, la discusión, la argumentación.
Otro efecto es que pone en vigencia o vuelve a destacar la
importancia y la trascendencia la retórica.
Se va destacar la Retórica que engloba todas las técnicas
propias del debate, incluyendo los tópicos y la dialéctica, y se
sirve del lenguaje para obtener la adhesión a una tesis. Esta
adhesión puede ser, de intensidad variable cuando el debate
versa sobre valores y no sobre verdades.
A diferencia de las verdades (que son siempre compatibles
entre sí), los valores pueden ser incompatibles entre sí, lo que
determina la elección inevitable a favor de uno de ellos.
Conclusiones
Perelman descubre que no existe una lógica de los juicios
de valor pero que en la antigüedad griega existió un conjunto
de procedimientos y técnicas que tenían como propósito
orientar la forma como se llevaban las discusiones y
deliberaciones en el ámbito de lo práctico y que denominaron
retórica. A partir de Aristóteles, Perelman se da a la tarea de
construir una teoría de la argumentación.