EL NEORREALISMO EN CINE Y
LITERATURA. VÍCTOR ERICE Y ADELAIDA
GARCÍA MORALES (I)
.
Prof. Max Hidalgo Nácher
BIBLIOGRAFÍA
FILMOGRAFÍA
1968: Los desafíos (co-director)
1973: El espíritu de la colmena
1983: El sur
1992: El sol del membrillo
2002: Alumbramiento (Ten minutes older). Cortometraje.
2006: La morte rouge. Cortometraje.
2012: Vidros partidos. Cortometraje.
OTROS
2001: Guión de La promesa de Sanghai (adaptación de la novela de Juan Marsé, 1993).
2006: Exposición en el museo CCCB de Barcelona, con Abbas Kiarostami.
TEORÍA Y PRÁCTICA DEL CINE,
POR VÍCTOR ERICE
• El espectador
- Su infancia, en Sevilla.
Niveles de análisis:
• La adaptación
• La industria cultural
Ésta es una película que tuvo una excelente acogida de público, de crítica, muy
comentada, pero que para mí será siempre una película inacabada. Un rasgo
que no siempre se recuerda cuando se comentan sus imágenes. Pero es algo
tan evidente…: su carácter inacabado, incompleto, está en las imágenes,
sencillamente. Es una evidencia que no se puede negar.
EL SUR
(LA NOVELA)
¿QUÉ ES EL SUR?
Adriana
El padre (Rafael, profesor)
SECUNDARIOS
La madre
Tía Delia
Agustina (la crieada)
Josefa
«(la casa) era muy grande para nosotros, aunque así podía venir tía Delia, tu hermana, a
pasar temporadas. Tú no la querías mucho: yo, en cambio, la adoraba. También teníamos
sitio para Agustina, la criada, y para Josefa, a quien tú odiabas. Aún puedo verla cuando
llegó a casa, vestida de negro, con una falda muy larga, hasta los tobillos, y aquel velo negro
que cubría sus cabellos rizados» (p. 5).
EL SUR
Gloria Valle
Miguel
EL SUR
(LA NOVELA)
+ ---
MISTERIO, MAGIA MUNDO
(3)
ESCUELA
(5) “Sevilla” (el sur) (5) “Santander” (el norte) (4) JOSEFA
(confidente de la
madre odiada
por el padre:
símbolo de la
posguerra)
“magia”, “enigma”, “misterio”
(1) PADRE (2) MADRE
(1) relación (3, no escuela) (2) mundo
íntima adulto
y exclusiva (1) hija hija
(6)
EL SUR
(LA NOVELA)
«En aquella atmósfera que creaban [Josefa y la madre] flotaba una imagen tuya
muy diferente de la que yo tenía por mi cuenta, pero que fue tomando cuerpo
en mi interior y lastimándome. Era algo impreciso que se desprendía de sus
palabras, de cuanto ellas conocían y yo no, de aquel Padre-nuestro cotidiano
que siempre rezábamos al terminar el rosario, por la salvación de tu alma.
Mamá siempre se quejaba, incluso la vi llorar por ello, de la vida que tú le
imponías, enclaustrada en aquella casa tan alejada de todo. Al hablar de ti,
Josefa concluía diciendo: “La falta de fe es todo lo que le ocurre. Así sólo
podrá ser un desgraciado”. Y es que tú aparecías allí, entre ellas, como alguien
que padecía un sufrimiento sobrehumano e incomprensible. Y en aquella
imagen tuya que, en tu ausencia, ellas iban mostrándome, también yo llegué a
percibir una extremada amargura. Sin embargo, nunca logré preguntarte nada
sobre ello, pues con tu presencia, siempre tierna y luminosa para mí, me
olvidaba de aquella sombra horrible que ellas señalaban en tu persona» (p. 9).
EL PÉNDULO Y LA HERENCIA
SIMBÓLICA
«Decían que eras tan raro… Pero a mí nunca me extrañó. Pensaba entonces que tú eras un
mago y que los magos eran siempre grandes solitarios» (p. 5).
«…Y entonces por primera vez me atreví a preguntarte; “¿Qué te pasa? ¿Por qué
estás siempre tan mal?”. Tú me miraste sorprendido, como si te extrañara que yo
hubiera advertido tu dolor. […] Aquella noche sentí que el tiempo era siempre
destrucción. Yo no conocía otra cosa. El jardín, la casa, las personas que la
habitábamos, incluso yo con mis quince años, estábamos envueltos en aquel mismo
destino de muerte que parecía arrastrarnos contigo. Cuando entramos en la casa,
me pediste que le comunicara a Agustina que no ibas a cena. Y te despediste de mí
como si aquella fuera una noche cualquiera.
Horas más tarde me desperté con los gritos de mamá llamándote. Decía haber oído
un disparo. Sólo uno. Yo supe enseguida que habías muerto» (p. 37)
«Cerré los postigos de la ventana y encendí la luz. Quedaría saber cuántas horas llevábamos
esperándote. Y entonces, sobre la mesilla de noche, encontré tu péndulo, guardado en su cajita
negra de laca. Me pareció que surgía de un sueño, de aquel espacio mágico y sin tiempo en el que
había transcurrido mi infancia contigo.» (p. 7).
EL SUR
(LA NOVELA)
DE EL SUR A EL SUR