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con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del
Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Navegando de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío, y al otro
día tomamos puerto en Samos; y habiendo hecho escala en Trogilio, al
día siguiente llegamos a Mileto.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Navegando de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío, y al otro
día tomamos puerto en Samos; y habiendo hecho escala en Trogilio, al
día siguiente llegamos a Mileto.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Navegando de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío, y al otro
día tomamos puerto en Samos; y habiendo hecho escala en Trogilio, al
día siguiente llegamos a Mileto.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros
lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros
lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros
lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros
lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros
lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros
lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros
lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros
lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre.
Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un
profeta llamado Agabo.
Y ahora, hermanos, os
encomiendo a Dios, y a la palabra
de su gracia, que tiene poder para
sobreedificaros y daros herencia
con todos los santificados.
Hay que cuidar al rebaño
Hay que seguir adelante
Hay que enseñar la palabra
Hay que hacer crecer a Dios
Hay que crecer en conocimiento
El tercer viaje misionero
Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un
profeta llamado Agabo.
Y ahora, hermanos, os
encomiendo a Dios, y a la palabra
de su gracia, que tiene poder para
sobreedificaros y daros herencia
con todos los santificados.
Hay que cuidar al rebaño
Hay que seguir adelante
Hay que enseñar la palabra
Hay que hacer crecer a Dios
Hay que crecer en conocimiento
El tercer viaje misionero
Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un
profeta llamado Agabo.
Y ahora, hermanos, os
Quien viniendo a vernos, tomó el
encomiendo a Dios, y a la palabra
cinto de Pablo, y atándose los pies y de su gracia, que tiene poder para
las manos, dijo: Esto dice el Espíritu sobreedificaros y daros herencia
Santo: Así atarán los judíos en
con todos los santificados.
Jerusalén al varón de quien es este
cinto, y le entregarán en manos de Hay que cuidar al rebaño
los gentiles. Al oír esto, le rogamos Hay que seguir adelante
nosotros y los de aquel lugar, que no Hay que enseñar la palabra
Hay que hacer crecer a Dios
subiese a Jerusalén.
Hay que crecer en conocimiento
El tercer viaje misionero
Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un
profeta llamado Agabo.
Y ahora, hermanos, os
Quien viniendo a vernos, tomó el
encomiendo a Dios, y a la palabra
cinto de Pablo, y atándose los pies y de su gracia, que tiene poder para
las manos, dijo: Esto dice el Espíritu sobreedificaros y daros herencia
Santo: Así atarán los judíos en
con todos los santificados.
Jerusalén al varón de quien es este
cinto, y le entregarán en manos de Hay que cuidar al rebaño
los gentiles. Al oír esto, le rogamos Hay que seguir adelante
nosotros y los de aquel lugar, que no Hay que enseñar la palabra
Hay que hacer crecer a Dios
subiese a Jerusalén.
Hay que crecer en conocimiento
El tercer viaje misionero
Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un
profeta llamado Agabo.
Y ahora, hermanos, os
Quien viniendo a vernos, tomó el
encomiendo a Dios, y a la palabra
cinto de Pablo, y atándose los pies y de su gracia, que tiene poder para
las manos, dijo: Esto dice el Espíritu sobreedificaros y daros herencia
Santo: Así atarán los judíos en
con todos los santificados.
Jerusalén al varón de quien es este
cinto, y le entregarán en manos de Hay que cuidar al rebaño
los gentiles. Al oír esto, le rogamos Hay que seguir adelante
nosotros y los de aquel lugar, que no Hay que enseñar la palabra
Hay que hacer crecer a Dios
subiese a Jerusalén.
Hay que crecer en conocimiento
El tercer viaje misionero
Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un
profeta llamado Agabo.
Y ahora, hermanos, os
Quien viniendo a vernos, tomó el
encomiendo a Dios, y a la palabra
cinto de Pablo, y atándose los pies y de su gracia, que tiene poder para
las manos, dijo: Esto dice el Espíritu sobreedificaros y daros herencia
Santo: Así atarán los judíos en
con todos los santificados.
Jerusalén al varón de quien es este
cinto, y le entregarán en manos de Hay que cuidar al rebaño
los gentiles. Al oír esto, le rogamos Hay que seguir adelante
nosotros y los de aquel lugar, que no Hay que enseñar la palabra
Hay que hacer crecer a Dios
subiese a Jerusalén.
Hay que crecer en conocimiento
El tercer viaje misionero
Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un
profeta llamado Agabo.
Y ahora, hermanos, os
Quien viniendo a vernos, tomó el
encomiendo a Dios, y a la palabra
cinto de Pablo, y atándose los pies y de su gracia, que tiene poder para
las manos, dijo: Esto dice el Espíritu sobreedificaros y daros herencia
Santo: Así atarán los judíos en
con todos los santificados.
Jerusalén al varón de quien es este
cinto, y le entregarán en manos de Hay que cuidar al rebaño
los gentiles. Al oír esto, le rogamos Hay que seguir adelante
nosotros y los de aquel lugar, que no Hay que enseñar la palabra
Hay que hacer crecer a Dios
subiese a Jerusalén.
Hay que crecer en conocimiento
El tercer viaje misionero
Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el
corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a
morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. Y como no le pudimos
persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.
Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un
profeta llamado Agabo.
Y ahora, hermanos, os
Quien viniendo a vernos, tomó el
encomiendo a Dios, y a la palabra
cinto de Pablo, y atándose los pies y de su gracia, que tiene poder para
las manos, dijo: Esto dice el Espíritu sobreedificaros y daros herencia
Santo: Así atarán los judíos en
con todos los santificados.
Jerusalén al varón de quien es este
cinto, y le entregarán en manos de Hay que cuidar al rebaño
los gentiles. Al oír esto, le rogamos Hay que seguir adelante
nosotros y los de aquel lugar, que no Hay que enseñar la palabra
Hay que hacer crecer a Dios
subiese a Jerusalén.
Hay que crecer en conocimiento
El tercer viaje misionero
Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el
corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a
morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. Y como no le pudimos
persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.
Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un
profeta llamado Agabo.
Y ahora, hermanos, os
Quien viniendo a vernos, tomó el
encomiendo a Dios, y a la palabra
cinto de Pablo, y atándose los pies y de su gracia, que tiene poder para
las manos, dijo: Esto dice el Espíritu sobreedificaros y daros herencia
Santo: Así atarán los judíos en
con todos los santificados.
Jerusalén al varón de quien es este
cinto, y le entregarán en manos de Hay que cuidar al rebaño
los gentiles. Al oír esto, le rogamos Hay que seguir adelante
nosotros y los de aquel lugar, que no Hay que enseñar la palabra
Hay que hacer crecer a Dios
subiese a Jerusalén.
Hay que crecer en conocimiento
El tercer viaje misionero
Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el
corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a
morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. Y como no le pudimos
persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.
Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un
profeta llamado Agabo.
Y ahora, hermanos, os
Quien viniendo a vernos, tomó el
encomiendo a Dios, y a la palabra
cinto de Pablo, y atándose los pies y de su gracia, que tiene poder para
las manos, dijo: Esto dice el Espíritu sobreedificaros y daros herencia
Santo: Así atarán los judíos en
con todos los santificados.
Jerusalén al varón de quien es este
cinto, y le entregarán en manos de Hay que cuidar al rebaño
los gentiles. Al oír esto, le rogamos Hay que seguir adelante
nosotros y los de aquel lugar, que no Hay que enseñar la palabra
Hay que hacer crecer a Dios
subiese a Jerusalén.
Hay que crecer en conocimiento
El tercer viaje misionero
Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el
corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a
morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. Y como no le pudimos
persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.