Platón, en el “Mito del carro alado”, consideraba que el alma de los
hombres se dividía fundamentalmente en tres partes: la racional, la irascible y la concupiscible, representadas en un carro conducido por un auriga y tirado por dos caballos, uno blanco, bueno y obediente, y otro negro, malo e indócil. Cada una de las tres partes tenía un significado específico: La parte racional (el auriga) estaba enfocada en las actividades del intelecto y el pensamiento, que son las que conducen al conocimiento; La parte irascible (caballo blanco), por su parte, estaba vinculada con las pasiones nobles, como la voluntad, la valentía y la fortaleza; La parte concupiscible (caballo negro), por otro lado, era la que se refería a los apetitos bajos del hombre, es decir, los asociados al deseo y el instinto.