La filosofía occidental surgió en Grecia cuando los primeros filósofos, los
presocráticos, plantearon la necesidad de pensar con criterios racionales y no según los esquemas de la mitología. Uno de los conceptos claves para entender la racionalidad filosófica es precisamente el concepto de doxa, que tradicionalmente se traduce como opinión. Doxa es un término que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). El concepto, procedente del griego, alude a una opinión o a un punto de vista. En el ámbito de la filosofía, se entiende como doxa al conocimiento que no brinda una certeza absoluta. La doxa, por lo tanto, es un saber aparente y no un dato objetivo. Dicho de otro modo: la doxa no constituye un verdadero conocimiento de la realidad. Platón llamaba doxóforos a aquellos individuos que buscaban ascender socialmente y lucrar mediante conocimientos falsos. La doxa de estos sujetos solo aparentaba un saber, pero no era un conocimiento real. El sociólogo francés Pierre Bourdieu, por su parte, utilizó la idea de doxa en el marco de su teoría de los campos. Para Bourdieu, un campo es una red de relaciones sociales que se desarrolla en un espacio de acción. La doxa, en este contexto, son las motivaciones o ideologías que se presentan como inherentes a una actividad y que, por lo tanto, no son sometidas a cuestionamiento.
Creencia frente a ciencia
La reflexión sobre la doxa y la episteme en filósofos como Parménides y Platón, es una cuestión que nos permite comprender mejor nuestros esquemas mentales. Hay algunos conocimientos que se fundamentan en las creencias personales (por ejemplo, la fe religiosa), mientras que otros se basan en criterios estrictamente racionales y empíricos (por ejemplo, la biología como disciplina científica). A pesar de la distinción entre creencia y ciencia, no son ámbitos totalmente incompatibles, ya que las creencias pueden ir acompañadas de argumentos racionales y, paralelamente, las verdades científicas pueden desembocar en creencias de tipo espiritual (por ejemplo, un astrónomo puede creer en Dios porque considera que el orden del universo tiene que haber sido creado por un ser superior).