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El mago y el cazo saltarn

Como en su serie de Harry Potter, al inicio de la primera pgina del primer cuento de hadas, "El Mago
y el Cazo Saltarn", hay un dibujo. En ste caso, se trata de un caldero redondo sobre un pie. Este
cuento comienza lo suficientemente feliz, con un . amable viejo mago a quien conocemos
brevemente.

ste adorable hombre usa su magia principalmente para su beneficio y para el de sus vecinos,
creando pociones y antdotos para ellos en lo que l llama "caldero de la suerte". Poco despus de
conocer a ste amable y generoso hombre, l muere (tras llegar a una "edad avanzada") y le deja todo
a su hijo nico. Desafortunadamente, el hijo no es como el padre . Tras la muerte de su padre,
descubre el caldero, y en l una zapatilla y una nota de su padre que dice "es mi esperanza, hijo mo,
que nunca llegues a necesitar esto".

Molesto por no tener nada ms que un caldero a su nombre, y desinteresado en cualquiera que no
pudiera hacer magia, el hijo le da la espalda al pueblo, cerrando las puertas a sus vecinos. Primero
llega el viejo cuya nieta est plagada de verrugas. Cuando el hijo les cierra la puerta en su cara,
inmediatamente escucha un ruido en la cocina. Al caldero de su padre le haba nacido un pie y
bastantes verrugas. Divertido, y a la vez desagradable. Ninguno de sus hechizos funciona desde
entonces, y no puede escapar del caldero saltarn que lo sigue, incluso hasta el lado de su cama. Al
siguiente da, el hijo abre la puerta a un anciano que ha perdido su burro. Sin su ayuda para cargar
vveres al pueblo, su familia morira de hambre. El hijo le cierra la puerta al anciano. De inmediato, el
caldero saltarn lleno de verrugas, comienza a quejarse como burro y a gemir de hambre. El hijo recibe
a ms visitantes, y hacen falta lgrimas, vmito, y un perro llorn para que el mago sucumba a su
responsabilidad, y al verdadero legado de su padre. Renunciando a sus maneras egostas, llama a la
gente del pueblo para que vayan a pedirle ayuda. Uno por uno, cura a los enfermos, y al hacerlo, vaca
el caldero. Al final, slo queda la misteriosa zapatilla, la nica que calza perfectamente en el ahora
quieto caldero, y ambos caminan (y saltan) hacia la puesta de sol.

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