En la primera quincena de febrero, Rusia anunció que, a partir de este mes, recortará su producción petrolera en 500.000 barriles diarios, es decir un 5% del total. Además, sentenció que no venderá el combustible a los países que acojan las sanciones impuestas por Occidente tras la invasión a Ucrania.

Una de ellas es un precio tope para el petróleo ruso que, en diciembre de 2022, quedó fijado en US$60 por barril por parte de la Comisión Europea. El objetivo del país asiático es evitar más afectaciones por los bajos precios del combustible que se registran en China e India tras las mencionadas sanciones impuestas por Occidente.