¿Existe el alma? ¿O es, por el contrario, una superstición antigua que no hay razones válidas para creer? Y si existe, ¿qué es? ¿Podemos decir que inmortal? En este episodio de De Veritate, apoyados por los argumentos que da Sto. Tomás en la Summa y el análisis de Aristóteles en De Anima empezamos a esbozar una respuesta de estas preguntas tan antiguas como nuevas, que nunca han dejado de flotar en el imaginario colectivo.
Aristóteles y Sto. Tomás definen el alma como la forma substancial del cuerpo, como aquello que hace que el cuerpo sea lo que es, es decir, uno viviente y no un cadaver. Es el principio de su ser, y de sus operaciones, como la nutrición, reproducción, sensación (tacto, vista, oído, etc.) y en el caso de los animales racionales, de su inteligir, su comprender. Aristóteles famosamente dice que todo lo que está en el intelecto ha estado en los sentidos, y por tanto cuando nuestro intelecto abstrae es necesaria la operación de la memoria o imaginación y por tanto del cerebro, pero, dice Sto. Tomás el inteligir, es una operación del alma que se realiza independientemente de un órganos corporales (como el oír depende del oído), por tanto el alma es inmaterial.
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