Una mujer descubre los deseos de su marido de tener intimidad con otra. Resuelve disfrazarse de la prostituta más famosa de la ciudad y lo visita. Su marido, regresa con culpa, y confiesa haberla engañado. ¿Existe la culpa en los hechos uno no cometió algo errado? ¿Debemos pensar en el goce como una virtud o como una carga? Uriel y Elo discuten y dan vueltas a esta historia talmúdica en un nuevo episodio de Pi Elef.

ıllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllı

Rabí Jia bar Ashi, cada vez que se tiraba sobre su frente, solía decir: “Que el Misericordioso me rescate del Ietzer Hará”.
Un día su mujer lo escuchó. Se dijo a sí misma: “Si por tantos años él se abstuvo de mí ¿Cómo puede decir tales cosas?
Un cierto día se encontraba estudiando en el jardín. Ella se vistió [se produjo/se disfrazó] y desfiló delante de él. Él le dijo: “¿Quién eres tú?” Ella dijo: “Soy Jaruta, y acabo de regresar hoy”. Él se le insinuó. Ella le dijo: “Ve y tráeme una granada de la copa del árbol”. Él saltó y se la trajo.
Cuando regresó a su hogar, su mujer le estaba agregando combustible al horno. Él se metió adentro y se sentó. Ella le dijo: ¿Qué haces?” Le dijo: “Sucedió esto y aquello”. Ella le dijo: “Esa era yo”.
No le creyó hasta que le mostró la evidencia. Él le dijo: “Aun así, mi intención estaba en algo prohibido”.
Por el resto de sus días el hombre sufrió de una gran angustia. Ayuno repetidas veces, hasta que finalmente murió de “aquella muerte”.

Fuente: Talmud Babilónico, Kidushin 81b
https://www.sefaria.org/Kiddushin.81b.2?lang=bi&with=all&lang2=en

#Amor #Culpa #Deseo #Prostituta #Babilonia #Judaísmo #Talmud