El presidente, mediante el discurso, ha tratado de normalizar la existencia de retenes y, sobre todo, el dominio de la delincuencia sobre extensas zonas del país. Puso una carretera como una señal de que por ahí puede transitar cualquiera, pero la verdad es que tal libertad no será efectiva mientras exista el delito de extorsión, uno de los más difíciles de combatir, al margen de que no se combate en su complejidad.