Nada de nada, ni un picotazo.
Imagina por un momento que pones a dos personas a trabajar juntas y que empiezan a decirse cosas primero, a modo de chistes, y luego ya no tanto.
Lo mismo pasa en una casa con hijos adolescentes.
Todos tenemos nuestros “tocs” o manías, y si ellos afectan las relaciones no es buena señal.
Yo tengo un talón de Aquiles también, dos o tres juntitos o más, porque hay varias cosas que me pueden e incluso ponen a prueba.
Una son las “tonterías” de un niño de 8 años en un adulto de veintitantos. ¿me explico?
Otra es escuchar a las personas hablar mal de otras o burlarse de ellas para “parecer gracioso”.
Y la tercera (que hoy reconoceré, pero hay más) es la “comodidad”. Tú preparas el equipo, calientas el agua y otro se toma los mates.
Voy con un ejemplo menos argentino. Tú realizas las compras del supermercado para contar con algún chocolate, un dulce o unas galletas para cuando tengas ganas.
Llega ese día, vas a la despensa, y como por arte de magia “no queda nada” algún ratoncito pasó y vio la oportunidad.
Créeme que me puede, y con los años parece que es peor, porque ya estoy pensando en esconder las cosas para alcanzar a probarlas.
Dentro de una empresa de jardinería ocurren cosas similares.
En el momento que te descuidas las herramientas cambian de lugar, aparecen rotas. Los bidones con combustible para las cortadoras de césped están vacíos.
Vamos, que la comodidad está también presente.
Igual los chistes de mal gusto.

Un día, dos de mis empleados que estaban recortando un cerco verde de un espacio común dentro de una urbanización, comienzan a discutir por las herramientas.
Aparentemente alguien metió mano en los kits de trabajo y cambió las tijeras.
Varias cosas me afectaron de esa situación.
• El tomar las herramientas de otro kit en lugar de avisar que no están en condiciones para que procedamos en consecuencia.
• Estaban a la vista de todos los vecinos discutiendo en lugar de dialogar. (La administración del consorcio nos puede sancionar por ello)
• Luego, y por turno, vinieron los dos a “ponerme las quejas” sobre el otro, no como adultos sino como niños de 8 años.
Por suerte, “mi instinto asesino” no salió a la luz. ?
Los años de docencia, los libros de “inteligencia emocional” y los cursos de resolución de conflicto dieron sus frutos.
Si tienes una empresa de jardinería, una clave secreta (en el correo la encuentras) y ocurren situaciones similares con los empleados. Puedes contratarme una consultoría y trabajamos en ello.
En este caso en particular, y conociendo a los muchachos, tuve una charla con cada uno por separado. Y luego una con los dos para resolver el conflicto.
¿Qué pasos seguí?
• Primero escuché sus planteos.
• Segundo, y como no soy de aplicar castigos porque sí, les pedí una solución con la que se sintieran que he sido justo con ellos. ¿Qué esperan que haga?
• Tercero, les indiqué cómo procedería y las razones de ello.
¿Todos conformes?
Seguro que no, pero fue lo que consideré mejor en ese momento, para esas personas y para todo el equipo de trabajo.
Ese tipo de discusiones no se dieron más.

Claudio. El Jardinerista
PD: En la empresa, como en la familia, procura felicitar en público y corregir en privado. Aumentarás la autoestima y evitarás humillaciones que con el tiempo desgastan las relaciones.
PD1: Clave secreta: la encuentras en el correo.
PD2: Las consultorías son sesiones uno a uno. Vos y yo. Primero vemos tus consultas, luego preparo la reunión y finalmente nos reunimos. 1 a 1 y nadie más.

El correo del jardinerista aquí: https://claudiodoratto.com/boletin
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