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POSTSCRIPTUM. EL AFECTO EN LA CAJA DE HERRAMIENTAS Mabel Morafia Washington University in Saint Louis Los intelectuales y artistas no tienen nada que ensefiarle a nadie [...] ellos confeccionan cajas de herramientas compuestas de conceptos, preceptos y afectos, de las que diversos piblicos harén uso a su conveniencia. (Guattari, Cadsmosis, 157) Los factores que han contribuido a la consolidacién del tema del afecto como vertiente diferenciada de la critica cultural son numero- sos y, en gran medida, su identificacién depende del espacio tedrico y de los encuadres (pos)disciplinarios que se desee focalizar. A grandes rasgos, podria sefialarse que el tema viene preparado por una larga tradicién filosdfica que reconoce en autores como Henri Bergson, Baruch de Spinoza, Gilles Deleuze, Félix Guattari y Slavoj Zizek algunos de sus hitos mas notorios. Sin embargo, los elementos socio- culturales que influyen en la reactivacién de esta tematica tienen que ver, de modo més directo, con las transformaciones de la cultura a partir del fin de la Guerra Fria y con procesos vinculados a las din: micas tanto transnacionales como locales que acompafian la globali- zaci6n. El debilitamiento de las polaridades politico-ideolégicas que 314 MABEL MoraNa habian servido hasta la década de los afios ochenta para ordenar la relacién de fuerzas en el Ambito internacional y para delimitar los procesos de construccién de subjetividades ¢ imaginarios colectivos en el planetario deja espacio para el surgimiento de una serie de alter- nativas nuevas en la interpretacién de lo social. Estas eluden tanto el andlisis “duro” del economicismo 0 Ia teorfa sociocultural derivada del marxismo como los cortes disciplinarios del academicismo libe- ral, humanista y neopositivista. Asimismo, fendmenos como el avan- ce de la tecnologia comunicacional y la proliferacién de mundos vii tuales, el nomadismo producido por exilios y migraciones que obligan al sujeto a elaborar estrategias de reinsercién y pertenencia dentro del vasto espacio multicultural, el incremento exponencial de la violencia en todos los niveles (desde el terrorismo internacional al autoritarismo estatal, pasando por las yariantes del narcotrafico, el aumento del delito comin, etc.) sumado a los efectos devastadores de catdstrofes naturales (como el caso de Haiti, por ejemplo), ponen sobre el tapete el factor del afecto como un nivel ineludible para el estudio de las formas con frecuencia inorganicas y discontinuas a par- tir de las cuales se manifiesta y expresa /o social. Se advierte que los procesos de configuracién de nuevas formas de dominacién y margi- nalidad que resultan de la globalizacién se corresponden con pulsio- nes donde el elemento emocional, pasional, etc. desempefia —mas que el de la razén instrumental un papel preponderante, que se suma a los factores més tradicionalmente asociados a la formacién de conciencia social y a la construccién de imaginarios colectivos. Incor- porando los aportes de Michel Foucault sobre las genealogfas y las tecnologias del poder, las contribuciones realizadas por los estudios de género, las propuestas derivadas del posestructuralismo y las nue- vas lecturas del psicoandlisis y el marxismo reelaboradas por el pensa- miento filoséfico de las tiltimas décadas, algunas direcciones de la cri- tica cultural concentran su trabajo en el desmontaje de los fenémenos que caracterizan el capitalismo tardfo y en las respuestas que este nuevo orden provoca a distintos niveles.' Uno de estos fenémenos es 1, Ben Anderson indica otros factores vinculados con el estudio del afecto: “The tum to affect is therefore legitimized as timely because it provides a way of understand- ing and engaging with a set of broader changes in societal (re)production in the context of mutations in capitalism. These changes include the advent of new forms of value and PostscripTuM 315 el resurgimiento de dindmicas fuertemente afincadas en la afectivi- dad, tales como el terrorismo, el fundamentalismo religioso, la pri- macia del mercado, la proliferacién de subculturas urbanas, etc., que desafian las categorfas modernas de interpretacién y andlisis de lo social. Dentro del panorama escéptico y fluctuante de la posmodernidad y ante el descaecimiento de las grandes teorfas que habfan guiado la comprensién del mundo y sus procesos de transformacién desde el siglo xix, el estudio de la afectividad enfatiza una de las lineas de fuga de la modernidad: la energfa nomddica que circula en el Ambito de lo social resistiendo el control disciplinario del Estado y sus institucio- nes, Permeando las relaciones intersubjetivas, la érbita de la domesti- cidad y de la intimidad y adentrandose en todos los niveles de la esfe- ra publica, el impulso afectivo -en cualquiera de sus manifestaciones pasionales, emocionales, sentimentales, etc— modela la relacién de la comunidad con su pasado, las formas de lectura de su presente y la proyeccién hacia el futuro posible, deseado e imaginado en concor- dancia o en oposicién a los proyectos dominantes. Uno de los aportes mas importantes al estudio de la subjetividad y al reconocimiento del factor afectivo lo constituyé en su momento Chaosmose (1992) de Félix Guattari, donde se impulsa una compren- sién del concepto de subjetividad a partir de la teorfa bajtiniana. Guattari propone, en efecto, una definicién de la subjetividad como “plural y polifénica”, y comienza por ejemplificar sus posiciones al respecto con referencias al levantamiento de estudiantes chinos en Tiananmen, evento en el que, como indica Guattari, “las contagiosas cargas afectivas de que era portador [el movimiento] iban mas alld de las simples reivindicaciones ideolégicas” (Guattari, Cadsmosis, 12). Segtin Guattari es necesario articular una “concepcién mas transver- labor centered around information and images; the emergence and consolidation of biopolitical networks of discipline, surveillance, and control; and the development of the molecular and digital sciences” (Anderson, 165). 2, Guattari se apresura en aclarar que no todo movimiento de subjetivac necesariamente un rumbo emancipador. Da como ejemplo, en este sentido, el caso de Irén, donde los procesos colectivos han estado tefiidos de fuertes pasiones guiadas por arcaismos religiosos y sentimientos fuertemente conservadores. Se refiere también a la caida del Muro de Berlin, suceso en el que se combinan aspiraciones emancipatorias y pulsiones retrégradas (Cadsmasis, 12-13). tiene 316 MABEL MoRANA salista de la subjetividad que permita responder a la vez de sus coli- siones territorializadas idiosincraticas (Territorios existenciales) yde sus aperturas a sistemas de valor (Universos incorporales) con impli- caciones sociales y culturales”. (14) Para Guattari, diluidos los anta- gonismos de la Guerra Fria, una de las formas de responder a la ame- naza del productivismo y a la degeneracién del tejido social es la apertura hacia “dispositivos de subjetivacién” que permitan potenciar aspectos reprimidos en nuestras sociedades y enriquecer nuestra rela- cién con el mundo. _ La refundacién de lo politico ~indica Guattari~ debera pasar por las dimensiones estéticas y analiticas que se implican en las tres ecologias del ambiente, el socius y la psique (34). El afecto se cuenta entre las “intensidades no discursivas” que se deben reivindicar para producir cambios de subjetividad tanto en gran escala como a escala molecular, microfisica (35). ; Autores como Jacques Ranciére impulsan desde una perspectiva ideoldgica diferente, de indudables connotaciones afectivas, una rein- terpretacidn del lugar de lo estético en relacién con la politica y de las formas en que la sensibilidad circula y se distribuye a nivel colectivo. Segtin Ranciére, el sistema social, en su forma policial de ordena- miento y disciplinamiento de las percepciones, afectos y formas de conocimiento de la realidad, produce una divisién entre lo que es visible o invisible, audible o inaudible, decible o indecible. La “distri- bucién de lo sensible” funciona asf como un sistema de inclusiones y exclusiones donde lo estético esta dominado por lo politico -y lo ide- oldgico~ y donde las formas de expresién y participacién en lo sim- bélico dependen de los posicionamientos sociales. call the distribution of the sensible the system of self-evident facts of sense perception that simultaneously discloses the existence of some- thing in common and the delimitations that define the respective parts and positions within it. A distribution of the sensible therefore estab- lishes at one and the same time something common that is shared and exclusive parts. This apportionment of parts and positions is based on a distribution of spaces, times, and forms of activity that determines the very manner in which something common lends itself to participation and in what way various individuals have a part in this distribution. PostscripruM 317 [.s:] Ie is a delimitation of spaces and times, of the visible and the invis- ible, speech and noise, that simultaneously determines the places and the stakes of politics as a form of experience. Politics revolves around what is seen and what can be said about it, around who has the ability to see and the talent to speak, around the properties of spaces and the ies of time (Ranciére 12-13). possibil Sin embargo, orientaciones como la de Ranciére son atin demasiado triburarias de estructuraciones del conocimiento y de dominios disci- plinarios que compartimentan las distintas esferas de la subjetividad y de la accién social. Las politicas del afecto, por su parte, avanzan mucho mis fluidamente entre creacién y recepcién (el afectar y el ser afectado) y en cuanto a la circulacién de percepciones, saberes y senti- res en el espacio compartido de la subjetividad socializada. En The Affective Turn. Theorizing the Social (2007) Patricia Tici- neto Clough y Jean Halley plantean que el “giro afectivo” en los estu- dios de cultura y sociedad permite avanzar por las sendas ya abiertas por los estudios de género, particularmente la teorfa feminista y la teoria queer, sobre todo en el estudio de los limites y alcances de la corporalidad y sus vinculaciones con las tecnologias y el campo emo- cional. El “giro afectivo” permitiria iluminar bajo una nueva luz aspectos de la relacidn entre lo social y lo subjetivo que de otro modo escaparfan a nuestra percepcién. Patricia T. Clough indica en su arti- culo “The Affective Turn. Political Economy, Biomedia and Bodies” que desde mediados de la década de 1990 la teorfa critica se volcé hacia el estudio del afecto como respuesta a las limitaciones del poses- tructuralismo y la deconstruccién, teorfas que declaran la muerte del sujeto, desconocen el aspecto emocional y marginan el estudio de la materialidad, aspectos que el “giro afectivo” permite recuperar y potenciar. En general, los estudios sobre el afecto reconocen que una de las dificultades para el estudio de este tema es la falta de una definicién concreta que permita ubicar el afecto con respecto a otras formas de funcionamiento intersubjetivo y que ayude a deslindar las multiples manifestaciones de la vida afectiva segiin sus formas de manifestacién y transmisién. Los distintos autores asignan diferentes valores y carac- teristicas, por ejemplo, a emociones, sentimientos, pasiones y deseos, segtin su duracién, foco, intensidad, modalidades de proyeccién inte- 318 MABEL MORANA rindividual, relaciones con el nivel racional, expresién corporal que los identifica, etc. Algunos, como Teresa Brennan, enfatizan el a mento del juicio como un componente inherente al afecto, y estu- dian la circulacién del afecto entre sujetos, entre sujeto y medio, la creacién de atmésferas y las actitudes sociales que acompafian tg expresiones de la afectividad. Brennan define el afecto como el “physiological shift accompanying a judgement” (5) y destaca en el afecto la dimensién energética que varia segiin nos refiramos a emo- ciones, sentimientos o pasiones.’ En The Affect Theory Reader (2010) Melissa Gregg y Gregory Seighworth comienzan por sefialar que el afecto surge como una manifestacién intersticial (“in the midst of in-between-ness”). La afec- tividad marca la relacién entre sujetos tanto como el pasaje de fuerzas o intensidades que se transmiten de cuerpo a cuerpo (humanos 0 no humanos). Seguin Seigworth y Gregg, afecto es el nombre que damos a esos impulsos viscerales que se distinguen del conocimiento conscien- tey que incitan o paralizan nuestro movimiento. A un tiempo fntimo e impersonal, el afecto (la capacidad de afectar y de ser afectado) marca la pertenencia del sujeto con respecto al mundo de encuentros y desencuentros que habitamos y que a su vez, de diversas maneras. nos habita. El comportamiento del afecto se aproxima, en este seriti do, a los devenires deleuzianos, entendiendo por tales la constante produccién de diferencia que existe entre eventos o estados particula- res.‘ La produccién y transmisién de afecto conecta las distintas ins- tancias de la vida, los diversos sujetos, la relacidn entre sujeto y accién, entre cuerpo y no cuerpo, entre evento y sujeto.” De esta manera, la incorporacién del dngulo afectivo a la critica de la modernidad agrega una perspectiva diferente al andlisis de la 4 3, Brennan provee en la introduccién a su libro una elaborada distincidn entre las istintas manifestaciones del afecto y las distintas posiciones desde las que se ha trabaja- do su caracterizacién. ie Devenir” designa en Deleuze el dinamismo del cambio, la variacién o diferencia producida en el movimiento de un estado o de un evento a otro, movimiento que no tiende necesariamente a un fin particular y definido. Es en este sentido como la noc de afecto se vincula a la de devenir. 5. Seigworth y Gregg indican ocho dngulos teéricos de teorizacién sobre el afecto, cada uno de los cuales parte de distintas premisas, y enfaciza diferentes objetivos. Véase Seigworth y Gregg, 6-9. PostscripTuM 319 cultura y al estudio de las formas de dominacién que se asocian con la organizacién de Estados nacionales, con el liberalismo y el neolibe- ralismo y con los procesos de globalizacién que se estan desarrollando ante nuestros ojos y que requieren nuevas estrategias interpretativas. En Consuming the Romantic Utopia. Love and the Cultural Contra- dictions of Capitalism (1997), Eva Tllouz, sociéloga de la Universidad de Tel Aviy, analiza las interrelaciones entre el amor romantico y el mercado, es decir, “los mecanismos de dominacién econdémica y sim- bélica que funcionan en la estructura social estadounidense”, consi- derando que esa forma de amor constituye una arena colectiva en la que se ponen en juego las divisiones sociales y las contradicciones culturales del capitalismo (Consuming the Romantic Utopia 2). En un libro posterior, titulado Cold Intimacies. The Making of Emotional Capitalism (2007), IMlouz articula de manera mas amplia los niveles emocionales y politico-econémicos que tradicionalmente se conside- raban estratos separados y auténomos de funcionamiento social, des- tacando sus conexiones en los Ambitos de la cultura empresarial, la educacién, las artes y el consumo. Define asi su concepto de base: Emotional capitalism is a culture in which emotional and economic discourses and practices mutually shape each other thus producing what view as a broad, sweeping movement in which affect is made an essen- tial aspect of economic behavior and in which emotional life -especially that of the middle classes— follows the logic of economic relations and exchange (Cold Intimacies 5). A su vez, Nigel Thrift —reconocido investigador de la Universidad de Warwick especializado en geografia humana y creador de la teoria ho-representacional’ seftala que las pulsiones del deseo, los senti- mientos y pasiones que podemos identificar como méviles y efectos de las interacciones humanas atraviesan el universo de la mercancfa, sus formas de produccién y de consumo, sus usos y manipulaciones y 6. La teorla no-representacional consiste en el estudio del modo en que diversas les son ejecutadas (enacted, performed) y no solamente en el anilisis de telaciones sociales y de su actividad producti- sional Theory. Thrift es conocido también por esarrollado al menos en una précticas cultural los productos concretos que resultan de las va. Ver, al respecto, Thrift, Non-Representat el concesto de “soft capitalism”, término acufiado por él y d de sus vertientes. Véase “The Rise”. 320 Manet Morana sus grados de influencia sobre los imaginarios colectivos. Segi Thaify, el mundo de la economia no puede ser reducid a nasil dindmica de ingresos y de pérdidas, ai al juego de intereses niall serie compleja de estrategias destinadas a la generacién de “all si produccién e intercambio econémico es inseparable de las asia que acompafian esos procesos y de los mecanismos de fcinactell deseo que se ponen en juego a nivel colectivo a través de los recs estéticos y de los medios de comunicacién. Estos contribuyen a di i arrollar lo que Thrift llama “las tecnologfas magicas de la intimidad publica” a partir de las cuales se despliega la seduccién del objets . afirma su competitividad en un mundo saturado de ofertas det : das (T hrift, “Understanding the Material Practices”, 290) Be a a de la articulacion de vireualidad y realidad, janbgihacity lea 4 materialidad, como la mercancfa es creada, promovida y disemical a todo el planeta. Las pasiones que antes existfan recluidas en el imbi- esting iced al bray de los productos de consumo y se exhiben en la esfera sblica il efectos indistinguibles del objeto que las provoca.” : sil Para Brian Massumi, esta articulacién de afecto y economia que se utiliza, por ejemplo, para explicar las fluctuaciones de la toll financiera, demuestra el papel central de los afectos en la cultura de 1 pap tos capitalismo: The ability of affect to produce an economic effect more swiftly and surely tan economics iself means that affect isa real ioadhioey intrinsic variable of the late capitalist system, as infrastructural as ane cory. Actually itis beyond infiatructaral, it s everywhere in effec. Te abilicy to’ come secondhand, 'co éwitch'domains and produce effe : across|them all eivérit’aithetafachorial ubiguiry. Teis beyond inf aoe tural, Ie is transversal (Parables 45). aoe En i i Eau mid dominado por la reenologia comunicativa y la virtuali- ad, la ideologia no alcanza, segin Massumi, para explicar ni para definir el funcionamiento del poder: a : ; St oe ‘Tri sigue aqui la Linea de Gabriel Tarde (1843-1904) que trabajara los temas lc innovacién e imitacién como fuerzas fundamel i sane : : zas fundamentales en las interacciones humanas. Tarde ha influido también en fildsofos como Gilles Deleuze (Diforenci rticib) Félix Guattari y Bruno Latour, et PosTscriPTUM 321 Affect holds a key to rethinking postmodern power after ideology. For although ideology is still very much with us, often in the most viru- leat of forms, it is no longer encompassing. It no longer defines the global mode of functioning of power. It is now one mode of power in a larger field that is not defined, overall, by ideology (Parables 42). El afecto no es entonces solamente un aspecto del mundo, es el mundo todo entendido éste como universo de potencialidad afectiva. Lo fundamental, es entonces, el proceso por el cual el afecto pasa de a virtualidad al ser-en-acto. En palabras de Massumi, “Affect is the whole world: from the precise angle of its differential emergence”. (Parables, 43) Para Deleuze y Guattari, mas bien, “[alffect is the active discharge of emotion, the counterattack, whereas feeling is an always displaced, retarded, resisting emotion. Affects are projectiles just like weapons, feelings are introceptive like tools. [...] Weapons are affects and affects weapons” (A Thousand Plateaus, 400). Las definiciones de afecto y campo emocional descansan con frecuencia en ensamblajes metaféricos, que tratan de capturar los efectos de la energfa afectiva, su funcionalidad y ubicuidad, su impacto y @ la vez su capacidad difusa de llenar el espacio, de cambiar la naturaleza del espacio-tiem- po a partir de la energia que el afecto emite en el proceso de su dis- persién, Fl extudio del afecto se va desprendiendo asi, en algunas teorias, de su asentamiento individual y humano, y se afinca més bien en el aspecto energético, diseminador y socalizane de la descarga emocio- nal. Nigel Thrift parte de las siguientes preguntas: zcomo seria el din el afecto si no se enfocara en el sujeto y en la subjetividad?, mo generan afecto las formaciones politicas?, ghasta qué punto es forma politica en si misma? (Non-Representational Theo- est 36 el afecto una 1, 2225 mi traduccién). Uno de los aspectos que enfatiza el estudio de los afectos es el de Jas dindmicas transindividuales del comportamiento humano qi¢ operan antes de la comprensién racional y existen en tin dominio que eons colamente subjetivo. Segin Thrift indica, signiendo a Lazrara- to, que estos aspectos transindividuales estan abiertos a manipulacion y resultan de la movilizacién y modulacién de componentes preindi- erbales de la subjetividad que causan viduales, precognitivos y prev 322 MABEL MORANA afectos, Behe ciane sensaciones (nota 2 al Prefacio de Non-Rep sentational Theory, 255) El “gi ivo” i flit y giro afectivo” implica, ent al » entonces s Ss, una eps distinta en el tema del Otro y de la diferencia ya se trate de la clacion intersubjetiva, multicultural, o de la vinculacién entre subj tividad y materialidad, experiencia y accién Sin in Thrift “ ; i et segiin Thrift “el momento afectivo” que se consoli. ra en la crftica cultural, en su Ulti i ; , Ultimo devenir teérico h; ‘0 hace por lo men i iH o décadas parece haber pasado. De acuerdo a este aed el estui i i d eau ip el afecto habria llegado ya a instalarse como una via natural ac ituaci i fi A ‘ anilisis de situaciones politicas y culturales en todos los nive. e la ‘ ne accién humana y como uno de los aspectos imprescindibles para la comprensién del capitalismo tardio. :Nos encontrarfamos ya, entone it : eo es, s un momento pos-afectivo, donde la teoria de los afectos pi 7a a desgastarse a’costa de sus multiples aplicaciones y extensio- pea es las més diversas areas de la actividad cultural? n i i : ie oe ae de prides Latina la exploracién del tema del afecto ido lugar a través del estudi io de sus formas de mani: id ug " anifestacién re is iori presentacin artistica, con anterioridad al impacto del “giro afectt vo 4 if ane yvenimos mencionando en estas notas y que incorpora nue. s fo! izacié : au humaas deseorvacien y nuevas categorias para el andlisis. El estu- oe ‘ oe emocional se ha dado en general estrechamente ia ic ane o al i pees dando por resultado desmontajes minuciosos sia ce lel poder (particularmente del autoritarismo, la resis. ncia r i imi asl ; ae bop it el populismo, los movimientos sociales, etc.), apli ndos studi ral la litera ae ee a cag (estudios sobre la novela sentimental, la litera: e la violencia, etc.), a las ar i ’ : , €tc.), tes visuales, al deport pica . porte y a otros fe de precteata cultural. El enfoque ha sido particularmente productivo en el estudio de |. i las posdictaduras (en ct od | uanto a la recupe- racién de espacios publi. i ie icos, la elaboracién del i i . lel duelo, las re: coftraslatimpunidadl'y fas ouehesleaien y las formas que asume la memori i t emoria colectiva, en c i 4 oe contextos). Sin embargo, en muchos casos la critica ha ermal es an lo fuertemente afineada en la textualidad cultural y litera » se i i : a y a gjercido desde perspectivas fuertemente tematicas, a par- i estrategias hermenéuticas que interpretaban el factor emocio. como una emanacién directa iégesi i ccta de la diégesis, es deci alien a , es decir, como una inst: i i sane pereeracaadl destinada a otorgar densidad y verosimili: ud al mundo representado. Ci : lo. Con un grado m di izacid ae sen 0 g ayor de teorizacién se entado el andlisis de registros estéticos (cémicos, dramaticos, PosTSCRIPTUM 323 etc.), que se beneficiaron de la larga tradicién de estudios de la pote- sisque se inicia en la Ancigiiedad clisica y recorte la historia lteratia hasta nuestros dias. Estos registros han sido interpretados como for- malizaciones representacionales de estados y devenires afectivos. Las formas de lo trégico, lo sublime, lo heroico, lo farsesco, lo comico, lo carismético, lo sentimental, lo melodramatic, para citar sdlo algu- nas de las modalidades que asume la produccién simbélica filmica, literaria y visual y que frecuentemente se trasladan a la interpretaci6n de las textualidades culturales son inseparables del elemento emocio- nal que articula su ethos y de las interrelaciones que las particulares narrativas desarrollan como relato y como imagen del mundo imagi- nado. A su vez, el estrato afectivo no puede deslindarse de los niveles éticos, estéticos y politicos que configuran sistemas interdependien- tes de significacin que se sostienen entre sf y se proyectan como totalidades de sentido sometiéndose a incesantes procesos de reinter- pretacién. E] “giro afectivo” prop representacional y un estu da, fluctuante e impersonal one més bien una liberacién de la instancia dio del afecto como forma desterritorializa- | de energia que circula a través de lo social sin someterse a normas ni reconocer fronteras. Afecto nombra asi un impulso que, como el de la sexualidad estudiado por Freud y reenfo- cado por Foucault, permite la problematizacion de las formas de conocimiento y de las conductas sociales asi como de los procesos de poder y sus asentamientos (inter)subjetivos. una via de acceso alo real, alo simbédlico depende de (y de la cual depen- que institucionalizacién del Elafecto es, en este sentido, ya lo imaginario, una latencia que den) las formas de dominacién y los procesos de subjetivaci6n ellas generan y a partir de las cuales el poder mismo es configurado y reconfigurado en constantes devenires. Definidos como “intensida- des impersonales” que no pertenecen nial sujeto ni al objeto, ni resi- den en el espacio intermedio entre objeto y sujeto (Anderson, 161) los afectos han sido codificados en términos de su autonom{a (Mas- d (Hardt y Negri) y sus formas de ‘Anderson, “el afecto es el limi- (166). Es una fuerza en cons- abierta, exterior, inesta- s y las formas de control tegias de resistencia que sumi), su inconmensurabilida transmisién intersubjetiva. Segdin Ben te del poder porque no tiene limites” tante formacién, inacabada por naturaleza, ble. Integra la consolidacién de los biopodere: social que los imponen, tanto como las estra 32: 4 MABEL MORANA los desafian.* ct oa ae El afecto se mueve entonces entre los extremos del con. a el ja, Constituye una fuerza a la yez constructora y decons 01 i i 4 ae ra, cohesiva y dispersante, un punto ciego de la racionalidad noi ee y una de sus més nitidas lineas de fuga. una: i ae S de las preguntas que subyacen a las multiples y diversifi- ae ene al tema del afecto y que parecen relevantes a uestr: j f j eee drea de trabajo serfan, por ejemplo, las siguientes: ;¢6mo le, si no es a través del af ie afecto, las pulsiones qu i c arta > le atraviesan el populismo, que dinamizan a | imi le : , a los movimientos sociale a las gestiones de la “ izqui pia < ‘nueva izquierda” en América Lati ¢ rica Latina impulsan el cambio en | a los protocolos representaci iny I camb ionales de las artes? gcomo explicar, sin tomar en ci lad, uenta el elemento de | ionali eee ae nar en cu o de la emocionalidad. la memoria histérica, los i i : » los procesos de resistencia y di colectivo, la relacion i i aki 5 entre ideas y emocione: i s aludida por Re STANTS in foal oka > le la masculinidad, el perfo i ' , el performance que vincul cuerpo y trabajo, cuerpo i i seelidadt , y violencia, sentimiento, a i cue oy) » arte y sexualidad?, : mo dar cuenta, prescindiendo de la funcién que cumplen las emo ciones, sentimi i i : ant Samer ease de las reacciones que desata, sobre un mundo globalizado, cl te i : . , el temor al Orro. i aes : , su inconmensurabi- » su incégnita, su diferencia?, :de qué , i“, ¢de qué maner: é é ‘a penetrar el fend- meno gen f s aoe red del consumo como utopia participativa y supuesta- eee ‘ocratizante en el mundo de hoy: la perpetuacidn del deseo isfecho como estrategia de ci i ; control social, el valor simbéli emocional di ancfi i ae eens le : mercanefa, y tantos otros angulos que atienden pri- said ala modificacién de subjetividades en el nuevo milenio uscan respuestas que desafi: ini safian el predominio h éuti ec an el p inio hermenéutico de racionalidad instrumental? Asimismo, podemos preguntarn scémo, sin i ig oe) die tee sin incorporar el tema del afecto, formas de subjeti ‘an dispares como las del suj i 4 sujeto migrante, la tr i culturas de frontera, las di ridatadbateal que a, las diversas formas de hibridacié i s de hibridacién social oe (audiversas formas social que se vas . aceeaee identitarias lineales y plantean alternativas edias (in-between) que despi espiertan asombro, d. i er ecm : , desconcierto, a rote alteran las formas ya naturalizadas de concebir la rela- individuo con el territorio, con el género, con lo que tradi 8. Anderson, entre elabora sobr mi eso de afe si lo } entre otros, elabora sobre el tema del exceso de afecto. Ver su arti ct Modulating the E ol ‘ cual aplica esos conceptos al estudio de “las lating the Excess of Affect” en el aplica eso: PostscripTUM 395) cionalmente entendemos como “naturaleza humana”?, ;cémo inter- pretar las fuerzas que recorren las ciudades de nuestro tiempo, atrave- sadas por el miedo, la ansiedad, la inseguridad, los deseos de perte- nencia, el odio hacia los otros, los deseos de venganza, los sentimientos de solidaridad?, gc6mo explicar la pasin desbocada del deporte, el fanatismo que despierta la musica, la experiencia del terror cotidiano? Y, al mismo tiempo, zcémo eximir al afecto de su aura ional que lo vincula romdntica ¢ ingenua, de la connotacién convenc ala pasividad del sujeto que sufre los efectos del mundo sin Hlegar a controlar sus consecuencias, viéndose ganado por intensidades que no llega ni a comprender ni a canalizar? Dentro del campo de los estudios latinoamericanos, los trabajos de la diferencia (Alberto Moreiras), sobre las nociones sobre el tema jas posdic- de duelo, melancolia y memoria colectiva en el perfodo de | taduras (Nelly Richard, Idelber Avelar), sobre violencia (Rossana Reguillo, Mary Louise Pratt, Bolivar Echeverrfa), sobre sujeto migrante (Antonio Cornejo Polar), sobre el miedo (Jestis Martin- Barbero, Susana Rotker), el melodrama (Hermann Herlinghaus) y tantos otros temas que articulan elementos estéticos, ideolégicos y afectivos han constituido aportes importantes al estudio de las politi- cas del afecto que se enfocan en estas paginas.’ Sin embargo, el libro més claramente inscrito dentro de los parametros de este Gebate es el de Jon Beasley-Murray, Poshegemonta. Teoria politica y América Lati- na (2010), en el que se articulan los conceptos de hegemonia, multi- tud, afecto y habitus para un andlisis de movimientos politicos y de practicas culturales en ‘América Latina durante el siglo Xx. Siguiendo algunos conceptos y aspectos de la metodologfa expositiva de Brian Mssumi, que oscila entre el ejemplo (la narracién de caso) y la teor- zacién, el libro de Beasley-Murray entrega una fructifera aplicacién 9, parte de sus trabajos sobre el melodrama, género que subraya especificamente la na variedad de pricticas culturales, Hermann Her- funcién del afecto en las artes y en w ithout Guilt a lo que denomina “a modern war on linghaus alude en su libro Violence Wit aftece, understood as an intrinsically modern phenomenon {that} can be thought of as a Tueprine for engaging globalization”. En referencia a esta idea trae acolacién el concepto de “affective marginalities” vinculada a la nocién de Jacques Fencideecabre “la distribucién de lo sensible" y al “theatre of social emotions? que rexii> te al abajo de Damasio sobre Spinoza y a las elaboraciones de Teresa Brennan en The Transmission of Affect. conceptual and historical bl 326 MABEL MoraNa de mucl orientaciones que hemos venido delin lo has de las orientacione: hemo: ido delineando sobre a funcién mportamientos del afecto en las redes intersubjetiv: ién y col s del afecto en las red. jeti fi bjetivas que constituyen /o social y confi itico. Segtin indi Cae y configuran /o politico. Seguin indica Beas- El p Lea cn amenaza paral orden socal, Analiza los parts ra que confinan el afecto y las lineas de fup: wag alo largo de las cuales el afec ered sel afecto huye, permite una redescripcidn de lag °C) luchas sociales y de los procesos histéricos (134). arisen. Su objetiv i Suse je oc fe una perspectiva deleuzeana, sentar las bases para eoria de la poshegemonia, eft ‘ c » ¢fectuando “un andlisis de la cul que dé cuenta del Estado si i ae sin subordinarse a su légic: gus. , subs ; logica, para de ese na Boder cartografiar las vicisitudes histéricas de las relaciones ren 5 dlisi me vera les y Estados un andlisis de la doble inscripcién de la poli- ian ‘0 ny i spensed entre sus dos registros [inmanencia y a lencia]”. (135) Seguin Bi ; easley-Murray, “El Estadi bans é : y- Ys ‘stado debe ser cae ido dos veces: en su instanciacién en afectos y hébitos, tanto ee a su iprnveceion, como soberanfa trascendente” (135) ; es i i i re ccubre asi mea Porencia cualidad emancipatoria y subversiva ispersante, resignificadora) en el afe afecto y, en es id igisnerese asian y ¢ sentido, una nueva t la politica (do politico) ‘0) sobre todo en las modalid: que se oponen al “aparato di ” ee le captura” del Estado y a | "op P: los mod conocimiento y accién que lo sustentan. , es I. L . ? pein heer ertnrnrop ane terre pee Resp oa co exis la ransformacign de ls rede inerudjeterry de as ml ples logiest Que be vcanlel neta ee ee afecto expresa efectos, estados Side deweahe i oe xpres s a sub ida yar aad y eventos, disemina energfa, ices rena ae " franente el statu quo, no es menos cierto que Seen sr fisade el sujeto participa en una dindmi- renin nie cjos de ser mecanica o deliberada, se abre wee ente a la creatividad de la resistencia y el cambio. El individuo es requerido y activado afectivamente por el mundo y a PosrscriPTuM 317 partir de los afectos articula esos requerimientos y desarrolla formas dle agencia (agenciamientos) anteriores y exteriores a la racionalidad ddcl Estado, fuerzas a-teleoldgicas, fluctuantes y nomadicas. Se funda fx lo que Trigo llama una nueva economia libidinal en la cual se pro- duce la catexis del deseo: la energfa afectiva se proyecta hacia el obje- so mercaneia, en el que la materialidad y lo simbdlico se funden para conferir al producto un valor afectivo que circula por los espacios de intercambio y socializacién. La légica acumulativa y expansiva del capital “hace coincidir como nunca antes la produccién de riqueza con la produccién de juissance, la extraccién de plusvalia con la extraccién de plus-de-jouir, la explotacién del trabajo con la explota- cidn del deseo” (Trigo) Asu vez, la produccién de subjetividad en el capitalismo tardio tiene que ver con los regimenes de trabajo en los que se articula poder y deseo, cuerpo y afecto, espacio-tiempo con valor-mercancia. Dos aportes al tema estén dados por Jos trabajos de Juan Poblete y Ana del Sarto, en los que se articula el tema de la frontera, expresidn real y metaforica del entre-lugar en el que proliferan los afectos y se tensan mrclicalmente los procesos de subjetivacién y socializacién. El noma- dismo de cuerpos y energfas productivas, la desterritorializacién y vererritorializacign de individuos y proyectos, la confusién de lenguas y las hibridaciones culturales convergen en procesos de intercambio y revalorizacién permanente en los que las coordenadas identitarias de pertenencia y socializacién son puestas en suspenso y resignificadas creando lo que Poblete caracteriza como un “contexto post-social”. El articulo de Juan Poblete reflexiona sobre procesos de representa~ én y articulaafecto y espacios de socializacién (la esquina urbana, el campo agricola la cancha de ftbol), émbitos por los que transitan formas inorginicas de transmision del afecto que rebasan la légica de lo nacional, lo politico, lo social, categorfas modernas que existen slo afantasmadas en los escenarios globalizados. Enel estudio de Ana del Sarto la variante del género incorpora un Angulo especifico al estudio de los regimenes de trabajo instalados en Ciudad Juarez como parte de los planes de desarrollo fronterizo y al sailisis de las formas de violencia que han venido asolando la regi6n en las ultimas décadas. El tema articula localidad y globalidad, afecto y trabajo, el particularismo del abuso y las Formas sistémicas de las “jue deriva, permitiendo el desmontaje de una de las légicas funda- 328 Mabet MoraNa mentales de dominacién en el capitalismo tardio: la que control de los imaginatios y el disiplinamiento del aftetor que csc, diendo los “aparatos de captura” del sistema se dispara, sin ember como una fuerza desarada sobre y desde los cuerpos victimiracos og el proceso de produccién de mercancias. ae Articulando género y afecto otros estudios enfocan el tema de |, masculinidad como inflexién especifica de la subjetividad aa a las interacciones sociales y la construccién de “cultura polticat Bab man) en diversos contextos latinoamericanos. Ferman vin. 1 i Cuestin del género a la violencia del autoritarismo yse fenatae i : estrategias que metaforizan las rupturas del poder al mostrar Ie ia bres de la masculinidad (emasculacién, impotencia) como cca nes profundas de los sistemas de interaccién social. Analizando al tiva argentina y cubana Ferman estudia el “montaje” de enicalidadi poder masculino como una expresién politica PSacianiea enla nl i mundo de los afectos y el de la ideologia se funden be mutuamente. kdb Ana Peluffo, Por su parte, se concentra en Historia del llanto. Ur testimonio (2007) de Alan Pauls, donde el emocionalismo mas “al i se clabora reivindicativamente como contrapartida de la ceanitt dad épica de la milcancia armada y de las teenologas dl padé cll BS ae See el Cuerpo social y los imaginarios colectivos par- ence durante el periodo dictatorial. El mundo de los afectos que la misma autora estudiara ya en Lagrimas andinas. Sentimentalis mo, género y virtud republicana en Clorinda Matto de Turner (2004) como alternativa a los sistemas de control androcéntrico y etnocé trico que rodean el surgimiento del indigenismo es aqui peubulate en el performance afectivo que en la novela de Pauls teatraliza la dig! ene entre intimidad y espacio ptiblico, cuerpo y sla it bi dentro del nivel representacional, el trabajo de Adela a nterconecta narrativa literaria, relato filmico e ideologia revo- Lone formas todas de figuracién utdpica que contrapesan los colos de orden, racionalidad y control soci ilusoria mise andl seo tepeentaclonily edvesce ted crea dad que éste articula. La circulacién del afecto recorre el es; ba in va desde la ideologfa a su representacién figurada, es dest desde a accién social hasta su proyeccién imaginaria, que devuelve la accion como en un espejo que invierte las imagenes y confunde sus lengua- PostscripruM 329 jes y sus efectos. Pineda explora los Ifmites de la ciudad letrada y de la tacionalidad ilustrada en contraposicién a la corporeidad “visceral” de los actores sociales convertidos en espectadores de la Historia simulada en el relato filmico y literario. El afecto habla asi multiples lenguas y desarrolla protocolos interpelativos en diversos niveles, multiplicando sus efectos sobre el personaje colectivo de la multitud revolucionaria. También en el espacio afectivo del sentimentalismo se ubica el trabajo de Ana Pizarro sobre el discurso amoroso, ejemplificado en el intercambio epistolar entre Angel Rama y Marta Traba, en el que converge intimidad y esfera ptiblica (esta ultima relacionada con la posicién de ambos criticos como intelectuales puiblicos). Ya el Diario (2001) de Angel Rama habfa iluminado aspectos de la vida en pareja, de los afectos que recorrfan la escena doméstica y de la tarea literaria como sondeo del espacio privado. All{ Rama se referia a la enferme- dad de Marta, a su propia desolacién cuando ella partfa. Dice Rama, comentando esa tonalidad de su escritura: “[...] el diario no ha naci- do porque si en mi vida en estos afios: voy entrando dentro; y no es el cambio de medio y sus hostilidades, sino la tarea del tiempo que me lleva a un Ambito interior para el que he sido tantas veces sordo y me propone su calma y Ia sedimentacién de vivir”. La voz aurobiografica se complementa con el dialogismo de la correspondencia y entrega una visién en la que el sentimiento es la contracara que da nuevo sen- tido a la voz critica y permite una apropiacién mas personal ¢ intima de los planos més (pre)visibles de la politica y de la construccién de campos culturales. Otra articulacién de afecto y politica aparece en el trabajo de Juan Pablo Dabove a través del estudio de la carismatica y controversial figura de Hugo Chavez, presidente de la Republica Bolivariana de Venezuela. Dabove estudia la fascinacién del poder entendida como una pasién que combina atraccién y horror, abyeccién y admirac ante la figura del lider que reformula —recrea~ la narrativa nacionalis- ta ante la doble audiencia de la élite letrada y las clases subalternas. Dabove sitia en la voz el locus de potencia poiética: espacio y energia en el que se unen lo material y lo incorpdreo, oralidad ¢ inscripcién discursiva de /o politico. El resultado es un agudo andlisis del perfor- mance del poder que encuentra sus raices en una tradicién de héroes- bandidos insurgentes registrados por el discurso de la historia y la 330 MABEL MORANA literatura. La pasién a partir de la cual se elabora el relato politico- poiético recorte los espacios de la ficcién y de la historia, interpela a la multitud como sujeto colectivo y relee el pasado, el presente y el futu- ro posible desde el dispositivo de la voz, dimensién espectral y profé- tica de la presencia. . Idelber Avelar enfoca, por su parte, las memorias tituladas O que é isso, companheiro? (1979) de Fernando Gabeira, ex guerrillero y miembro del Partido Verde Brasileiro, como fuente para rescatar una de las imagenes de la cultura polftica brasilefia durante la década de los afios setenta y mitad de la siguiente. Su objetivo es vincular aspec- tos que remiten a las politicas de género con el panorama ideoldgico durante y después de la lucha insurgente a través de la figura de Gabeira, que ilustra los procesos de transformacién que tienen lugar en ambos registros y la forma en que esos cambios son inscritos en clave autobiografica. La épica revolucionaria y los paradigmas de machismo remiten a una “mitologia del herofsmo” que marcé tanto el ethos guerrillero como las percepciones que se tuvieron sobre el proceso y la conducta de sus participantes en situaciones tan extre- mas como la clandestinidad y la tortura. El trabajo de Avelar apunta as{ a varios niveles crfticos y tedricos vinculados a la desestabilizacién de modelos vinculados con las politicas de género y a los paradigmas estereotipados a los que esos modelos dan lugar. Avelar indica, por ejemplo, que la misma expresién “crisis de la masculinidad” que se usa con frecuencia para indicar la pérdida de vigencia de esa nocién tipicamente moderna “es una formulacién pleondstica, en la medida en que nunca hubo masculinidad que no estuviera en crisis”. También ligado al género, el discurso de la moda y el consumo que analiza Susan Hallstead se vincula a la formacién de subjetivida- des colectivas que se produce durante los procesos de modernizacién a finales del siglo x1x. Como expresién de un deseo siempre insatisfe- cho, de una saturacién de mercancfa vivida paradéjicamente como carencia y voluntad de posesién, la pulsién del consumo va acompa- fiada de impulsos afectivos en los que sentimientos de frivolidad envidia, superficialidad se combinan con las tensiones derivadas de conflictos de clase, raza y género a partir de los cuales se va definien- do el perfil de la nacién moderna en América Latina. El discurso de la moda y el consumo permite penetrar las intrincadas redes de la socializacién familiar, la estructuracién de la esfera publica y de la PostscripruM 331 intimidad en conexién con la consolidacién de mercados nacionales y la formacién de identidades de género en el capitalismo periférico. Varios artfculos se vinculan con las textualidades y efectos musica- les como vias de transmisién de afecto y expresividad dialégica que vincula lo intimo y lo puiblico. Marfa Rosa Olivera-Williams propo- ne leer el tango como una “ruina alegérica de la modernizacién” que deja al descubierto y reelabora diversos pasados y vertientes cultura- les, cada una de las cuales arrastra distintos registros emotivos. Inmi- grantes europeos, campesinos desplazados, “orilleros” portuarios, aportan un contrapunto de vivencias y sentires que el tango sintetiza y reformula. Como forma de transmisién del afecto la miisica y las letras que la acompafian conectan corporeidad y energfa pasional: erotizan los cuerpos, movilizan emociones, y rearticulan sensibilida- des que subvierten el orden social por la liberacién de los sentidos y la suspensién de la racionalidad. Angel Quintero Rivera descubre en la combinatoria de elementos afro-americanos una subversién episte- moldgica: una nueva manera de conocer la realidad y de actuar sobre ella. En la musica afroamericana la heterogeneidad se carnavaliza. Tiempo sonoro y espacio danzante se combinan en una performance que articula la circulacién de afectos, sensaciones, tradiciones y dina- micas colectivas, es deci, en una productividad creativa y fuertemen- te emocional de efecto liberador insubordinante. En cuanto al bole- ro, Daniel Party lo vincula a la expresin de las identidades colectivas, particularmente a los procesos de construccién del yo y a la concep- cién de formas de relacionamiento intersubjetivo que tiene el valor de una verdadera “educacién sentimental”. La historia del bolero y sus distintas vertientes permiten entender no sélo la coexistencia de variadas formas de sensibilidad, sino también los cambios que se van produciendo en la manera de entender y vivir la intimidad. Final- mente, en el trabajo de Livia Reis, la musica (el rap, en este caso) se asocia a otras formas de produccién simbélica vinculadas al fenéme- no de explosién de la violencia en el Brasil de las uiltimas décadas: la narrativa de ficcién y el cine documental. Esta produccién requiere enfoques interdisciplinarios, en los que se combinan los métodos de la antropologia, la critica literaria y la critica cultural. En cualquiera de sus variantes el arte ya no elude el giro testimonial que a veces muestra, como en Ciudad de Dios, de Paulo Lins, “la estética de la depredacién’”, que obnubila la expresién afectiva que parece haber 332 Maset Morana cedido ante el régimen de violencia y destruccién que acompafia el mundo de la droga. Emociones ocultas, reprimidas, forman asi un sustrato invisibilizado que desestabiliza desde sus bases a la sociedad en su Conjunto. Los lenguajes son a veces incomprensibles, cifrados, incomunicantes. Dierdra Reber analiza la funcién de la emocién como “4rbitro del poder cultural” y elemento clave de afirmacién identitaria a partir del estudio de dos peliculas, El secreto de sus ojos (2009) de José Campa- nella y La mujer sin cabeza (2008) de Lucrecia Martel. El nuevo cogi- to “Siento, luego existo” parece haber reemplazado, segiin Reber, el principio de la racionalidad cartesiana. E] mundo de los afectos ha eclipsado al de la razén en tanto vehiculo epistémico predominante de conocimiento y construccién del valor cultural. Para Reber, este fendmeno deriva de los dictados epistemoldgicos del capitalismo, e indica que tanto la afirmacién como la resistencia a la cultura hege- ménica tienen lugar hoy dia en el lenguaje del afecto. _Romén de la Campa conecta “el fenémeno Bolafio” con el tema del exilio , mas bien, con la dislocacién de las dindmicas de desterritoria- lizaci6n, tal como el tema se manifiesta en las novelas Las detectives sal- vajes (1998) y 2666 (2004). El tema benjaminiano de la ruina y el tra- bajo de Edward Said sobre escritura y exilio informan, en buena parte, las reflexiones de De la Campa sobre la obra de Roberto Bolafio. El estudio sobre sus novelas se detiene en el tratamiento que Bolafio ofte- ce sobre el tema racial, sobre la funcién de escritores ¢ intelectuales sobre las vinculaciones entre escritura y cultura nacional. Con eee al uso del lenguaje en la obra de Bolafto, De la Campa, destaca, por ejemplo, la “dislocacién verbal” de un castellano que en la narrativa de Bolafio se mueve entre las variantes mexicanas, chilenas y espafiolas, poniendo asi “a prueba los Ifmites del pacto entre el canon literario y las lenguas nacionales”. El tema de “la sensibilidad postexilica” que presenta De la Campa se perfila asf como un campo fértil para el estu- dio de la energia afectiva que lo recorre: sentimientos de pérdida, rea- justes permanentes del sujeto en panoramas siempre diferentes de insercin social, relaciones cambiantes con la lengua, el espacio cultu- ral y la idea moderna de lo nacional obligan a revisar parametros criti- cos y categorias tedricas que permitan captar el dialogismo de la expe- riencia exilica, las transformaciones de percepcién y subjetividad que ella provoca y el conjunto de figuraciones simbélicas que desencadena. POSTSCRIPTUM 333 También centrado en un texto literario concreto, Los efércitos (2007), del colombiano Evelio Rosero, Héctor Hoyos desarrolla una reflexion sobre la violencia tal como ésta se desenvuelve en una narra- tiva de alta emocionalidad, donde el sentir y el mirar constituyen, igual que la escritura, operaciones que exploran el sentido de lo real y de lo imaginado. Vinculada estrechamente a los temas de la culpa, del deseo y del terror, la narrativa de Los ejércitos no renuncia a lo afectivo, testimoniando la carencia de mecanismos racionales que puedan aproximarse siquiera al horror de la violencia indiscriminada. Hoyos resalta, ademds de la estrategia de la representacién emocio- nal, la apelacién de Rosero a la inmanencia y la secularidad. Los lazos familiares, el deseo erdtico, la exhibicién del cuerpo vital y del cuerpo torturado, las formas variadas de la abyeccién gratuita, que muestra un predominio incontestado del mal que desarticula por completo el cuerpo social, crean en la novela analizada por Hoyos una saturacién sfgnica y simbélica. Segin Hoyos, “agotada la concientizacién polit ca, y la sensibilizacién estética, queda el camino de la conmocién interior”. La afectividad desborda la narrativa de Rosero, es, como indica en su trabajo Dierdra Reber, el principal vehiculo epistémico y el principal dispositivo para la construccién del valor cultural. Como indica Roger Bartra en el trabajo que encabeza este libro, “las tensiones intelectuales con frecuencia han adoptado la forma de una batalla entre las emociones y las ideas”. Desde las disputas en el Ambito de la pintura en el siglo Xvi! entre el racionalismo del dibujo asociado al mundo “masculino” y el sentimiento que sugiere el color, més propicio a la expresién de la sensualidad y la corporalidad feme- nina, antecedente que Bartra rescata como representativo de la oposi- cién entre racionalidad y emocionalidad en el siglo barroco, hasta los cronopios y los famas descritos por Cortdzar como caracterizacién de dos formas distintas de accién intelectual y de comportamiento afec- tivo, ambos lados de la batalla han potenciado sus dominios y recla- mado preeminencia sobre su contrario. Bartra ve esta (falsa) oposi- cién como una pugna entre “dos grandes castillos culturales”, bastiones de diversas concepciones del mundo y de la vida. Otra que- rella es la que se organiza cn torno a las culturas de la sangre y de la tinta, que marcan posiciones distintas, a veces convergentes, en Amé- rica Latina y que conllevan fuertes cargas de emocionalidad. Acerca de estas encontradas vertientes dice Bartra: “El estudio de Jas emocio- 334 MaseL Morana nes se impone sobre el anilisis de las razones. Las texturas sentimen- tales parecen més interesantes que los textos, los discursos y los archi- vos”. Y recuerda a Hume: “La razén es y debe ser la esclava de las pasiones”. Bartra estudia las “identidades melancélicas”, vertiente vastamente representada en América Latina, con su repertorio de “gauchos tristes, poesia amarga, indios deprimidos, saudades urba- nas, boleros quejumbrosos, tedios campesinos, andinos tristes, tangos nostalgicos y muchos otros ms”. La idea de la melancolfa acompafia el mito del mestizo, figura transicional y fronteriza entre culturas, etnias y proyectos politicos. Bartra advierte sobre los peligros de un exceso de sentimentalizacién en la interpretacién de nuestra historia, como si ella respondiera a un destino tr4gico marcado desde sus ori- genes por la devastacién colonizadora. La experiencia revolucionaria de Cuba, las reavivaciones del populismo en Venezuela y el México posrevolucionario constituyen casos especificos de exaltacién politica de fuerte carga emocional y quiza evidencian una “estructura de sen- timientos”, para usar la expresién de Raymond Williams, que sostie- nen el proyecto colectivo. Los mitos que informan la conciencia nacionalista alimentan desde los inicios la idea de una América Lati- na dependiente, atrasada, subdesarrollada, subalterna y poscolonial. Pero los mitos del nacionalismo, aunque pueden constituir, como Bartra sefiala, un “espectéculo fascinante”, estarian pasando por un proceso de disolucién desde la desaparicién del bloque socialista. La cultura politica tercermundista habria quedado en ruinas, y no sabe- mos atin hacia dénde nos dirigimos, Esta es una coyuntura que favo- rece, segtin Bartra, el resurgimiento del interés en las pasiones y los afectos. El sentimentalismo acompaiia la crisis de la izquierda que parece indicar la senda hacia una reformulacién de la cultura civica democratica y de las identidades colectivas, hoy endurecidas y estere- otipadas, en espera de transformaciones radicales que representen los nuevos procesos, y los nuevos agentes sociales. Los aportes que este libro realiza al estudio del “giro afectivo” que informa los estudios de la cultura son, a mi juicio, fundamentales para una revisién radical de la historia cultural y politica de América Latina, de sus desarrollos internos y de las respuestas que la regién elabora a los desafios de la globalizacién. Ellos permiten explorar len- guajes y estrategias de representacién, dimensiones locales y flujos transnacionales, donde el territorio originario (nacional, lingiifstico, Postscr{PTuM afectivo) se pierde y se recrea de manera incesante. Las categorias que se mencionan en este articulo y que se ponen en circulacién en los estudios que este libro recoge iluminan las redes intersubjetivas y las pulsiones individuales que subyacen a la produccién de mercancias reales y simbdlicas, a la elaboracién de respuestas politicas yalacom- prensién de dinamicas comunitarias. El estudio de emociones, enue mientos y pasiones se convierte as{ en una de las aproximaciones mas efectivas al estudio de la “sociedad incivil”” que ha venido reempla- zando la utopfa moderna de la ciudad como unidad orgdnica y armé- nica, espacio ideal para el desarrollo de las instituciones, el disciplina- miento de la ciudadan‘a y la buisqueda del consenso. Los estudios del miedo, la violencia, el terrorismo, el tréfico humano, la persecuci6n de la otredad, el nomadismo migrante, el desencanto ideolégico yla banalidad del consumo requieren rebasar los parametros de la raz6n instrumental para revisar las intrincadas sendas del deseo y las trans- formaciones radicales de una subjetividad sujeta a los cambios tumul- tuosos del mundo real y a sus proliferantes virtualidades. OBRAS CITADAS ANDERSON, Ben. “Modulating the Excess of Affect. Morale in a State of “Total War”. The Affect Theory Reader. Eds. Melissa Gregg y Gregory J. Seigworth. 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