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Argumentos Prismas ‘evite de Nsteri itlectat N51 2001 Historia intelectual: un estado del arte* J. G. A. Pocock De los diez ensayos que componen el resto de este volumen, nueve se publicaron original- mente entre 1976 y 1982, aunque uno o dos fueron escritos para su lectura como conferen- cias bastante antes de su aparicién impresa. El ultimo, que constituye la totalidad de la tercera parte, tiene una introduccién independiente. Como constelacién, representan un trabajo sobre la historia del discurso politico en Inglaterra, Escocia y Estados Unidos, principalmente entre la Revolucion Inglesa de 1688 y la Revolucién Francesa de 1789, aunque la tercera parte ras- trea las insinuaciones de esa historia en los cincuenta afios posteriores a este tiltimo aconteci- miento. E] trabajo es obra de una época en que las percepciones de la “historia briténica” es- tan en continuo cambio, un cambio tal vez mas drastico que en otros momentos, y cuando las percepciones de lo que constituye “la historia del pensamiento politico” atraviesan un examen y una reformulacion intensivos. Aunque el] presente volumen pretende ser un aporte a la prac- tica y no a la teoria de la rama de la historiografia a la que pertenece, es necesario introducir- lo sefialando dénde se sitta en el proceso de cambio que afecta la historia del pensamiento politico. La descripcién de una practica y sus vinculaciones, sin embargo, en especial cuando se las considera atravesadas por un proceso de cambio, no puede hacerse sin emplear, y has- ta cierto punto explorar, el lenguaje de la teoria. Ya he utilizado dos expresiones, “historia del pensamiento politico” e “historia del dis- curso politico”, que, como resulta evidente, no son idénticas. La primera se emplea aqui, y en la nomenclatura de las instituciones y publicaciones cultas, porque es familiar y convencional y sirve para movilizar nuestras energias en las direcciones correctas, y también porque no es en modo alguno inapropiada. Las actividades que nos impulsa a estudiar son, notoriamente, las de los hombres y mujeres que piensan; el discurso que éstos utilizan es autocritico y autode- purador, y asciende de manera regular a los planos de la teoria, la filosofia y la ciencia. No obs- tante, el cambio producido en esta rama de la historiografia en las ultimas dos décadas puede caracterizarse Como un apartamiento de Ia insistencia en la historia del pensamiento (y, de ma- nera alin mas marcada, “de las ideas”), para hacer hincapié en algo bastante diferente, para lo * Titulo original: “The state of the art”, capitulo introductorio a J. G. A. Pocock, Virtue, Commerce, and History. Essays on Political Thought and History, Chiefly in the Eighteenth Century, Cambridge, Mass., Cambridge Uni- versity Press, 1985, pp. [-34. [Traduccién de Horacio Pons.] Prismas, Revista de historia intelectual, N*5, 2001, pp. 145-173. cual “historia del habla” o “historia del discurso”, aunque no dejan de ser problematicas y no son irreprochables, quiza sean la mejor terminologia encontrada hasta ahora. Mostrar cémo se ha producido este movimiento y qué entrafia es necesario para introducir su practica. En una retrospectiva centrada en Cambridge, parte de los orfgenes del movimiento pue- de descubrirse en el andlisis lingiifstico privilegiado por los fil6sofos en la década de 1950, que tendian a presentar los pensamientos como proposiciones que apelaban a una cantidad limita- da de modos de validacidn; otros orfgenes se hallan en las teorias de] acto de habla elaboradas en Oxford y otros lugares m4s o menos en la misma época, que se inclinaban a presentarlos como enunciados que actuaban sobre quienes los escuchaban y, en rigor, sobre quienes los pro- ferfan. Ambos enfoques tendfan a concentrar la atenci6n en la gran variedad de cosas que po- dian decirse o considerarse dichas, y en la diversidad de contextos lingiiisticos que contri- buian a determinar lo que podia decirse pero sufrian al mismo tiempo la accién de lo que se decia. Es bastante obvio lo que los historiadores del pensamiento politico hicieron con las per- cepciones que asf se les proponian, pero es curioso, en retrospectiva —y tal vez una muestra de lo dificil que es hacer que los filésofos hablen de las mismas cosas que los historiadores-, que la serie Philosophy, Politics and Society, que Peter Laslett empez6 a publicar en 1956, se consagrara casi por completo al andlisis y la exploracién de declaraciones y problemas polf- ticos, y muy poco a determinar su estatus hist6rico o a la historiografia de la discusién polf- tica.! Parad6jicamente, en el momento mismo en que Laslett anunciaba que “por ahora, de to- dos modos, la filosofia politica esté muerta”,? la historia del pensamiento politico, incluida la filosofia (si la filosofia puede incluirse en algo), estaba a punto de experimentar un renaci- miento bastante dramatico, debido en gran parte al propio Laslett. Fue el trabajo editorial de éste sobre Filmer y Locke? el que ensefié a otros, incluido quien esto escribe, los marcos, tan- to tedricos como histéricos, en los que debfan situar sus investigaciones. Asi comenz6 a tomar forma una historiografia que hacfa hincapié en ciertos aspectos ca- racteristicos: en primer lugar, en la diversidad de jergas 0 “lenguajes”, como llegé a conocér- selos, en que podia llevarse adelante la discusién politica (un ejemplo podria ser el lenguaje del derecho consuetudinario como constituyente de lo que hoy conocemos como constitucio- nalismo antiguo);4 y segundo, en los participantes en esa discusién como actores histéricos, que respondian unos a otros en una diversidad de contextos lingiiisticos y otros contextos po- liticos e histéricos que daban a Ja historia recuperable de su argumentacién una textura muy rica, Se consideraba que la reedicién de los escritos de Filmer en 1679 habfa suscitado res- puestas tan diversas desde el punto de vista lingiifstico como el Primer ensayo de Locke con respecto al Segundo 0 los Discourses on Government de Algernon Sidney con respecto a am- ' Las tres excepciones que pueden aducirse como prueba de esta regla son J. G. A. Pocock, “The history of politi- cal thought: a methodological enquiry”, en Peter Laslett y W, G. Runciman (comps.), Philosophy, Politics and So- ciety: Second Series, Oxford, 1962; Quentin Skinner, “ ‘Social meaning’ and the explanation of social action”, y John Dunn, “The identity of the history of ideas”, ambos en Peter Laslett, W. G. Runciman y Quentin Skinner {comps.), Philosophy, Politics and Society; Fourth Series, Oxford, 1972. ? Peter Laslett (comp.), Philosophy, Politics and Sociery, Oxford, 1956, p. vu. 3 Peter Laslett (comp.), Patriarcha and Other Political Works of Sir Robert Filmer, Oxford, 1949 [traduccién cas- tellana: Partriarca, en La polémica Filmer-Locke sobre la obediencia politica, Madrid, Instituto de Estudios Politi- cos, 1966]; idem, John Locke: Two Treatises of Government, Cambridge, 1960 (edicién revisada, 1963) [traduccién castellana: Dos ensayos sobre el gobierno civil, Barcelona, Planeta-Agostini, 1995). 45. G. A. Pocock, The Ancient Constitution and the Feudal Law: English Historical Thought in the Seventeenth Century, Cambridge, 1957. 146

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