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Móstoles es de origen romano. Aunque la zona en la que se encuentra estuvo poblada en época
prerromana, y hay restos tanto del paleolítico como de animales prehistóricos ya desaparecidos
en el propio término, no es algo de demasiada importancia para la historia del pueblo.
En época romana sabemos con certeza de la existencia de varias villae (fincas latifundistas, el
equivalente a las actuales granjas y cortijos), y tenemos la posibilidad de que nuestro Móstoles
fuese la antigua Titulcia, cuya situación en realidad no ha sido resuelta, y hay razones serias
para poder creer en esta hipótesis. Y es que esta población, sin entidad jurídica pero de gran
importancia geográfica, estaba atravesada por varias calzadas que coinciden con caminos
importantes que atravesaban Móstoles en el medioevo (de Toledo a Segovia, de Segovia a Ocaña
y Andalucía, de Alcalá a Talavera, y de Valencia a Salamanca). Titulcia y Móstoles eran
importantes centros de comunicaciones a pesar de ser pequeñas poblaciones.
En la alta edad media, la existencia de la población esta asegurada con los restos arqueológicos
hallados en el centro urbano. Lo que parece confirmarse es que el núcleo primitivo estaba
originariamente más al Este, hacia la zona del Cuartel Huerta y el Cerro Prieto.
En la Baja Edad Media, y tras la Reconquista, Móstoles queda englobado dentro del alfoz de
Segovia, aunque luego pasó al de Toledo. Pensamos que la repoblación fue escasa, ya que la
excelente ubicación de nuestro pueblo le fue beneficiosa a la hora de mantener su población.
La etimología de Móstoles parece provenir del topónimo M.stâl aparecido en una crónica
caminera islámica. Su evolución, castellanizada sería así: Mostal>Mostel>Mosteles>Mostoles.
Es en esta época en la que parece que el núcleo se fue trasladando progresivamente al Oeste, en
torno a la nueva iglesia parroquial, surgida junto a una torre-atalaya islámica (actual torre de la
parroquia).
Como antes dije, la excelente situación de Móstoles y sus buenas comunicaciones le aseguraron
que durante las tristes epidemias de peste del siglo XIV no llegara a desaparecer, cuando
muchas de las aldeas de su entorno si lo hicieron (Móstoles absorbió las aldeas vecinas de El
Lucero y Rodeviñas, la primera al Norte, donde el polígono de Nueva Expansión y las pistas de
la DGT, y la segunda entre El Soto y el Guadarrama).
En el siglo XVI Móstoles participó en la guerra de las Comunidades, y salió mal parada, ya que
el conde de Puñonrostro se ocupó de dar su merecido a los que se levantaron contra el.
Hablando de este conde, quiero recordar que en Móstoles había varias casas solariegas,
propiedad de aristócratas forasteros, y en las que fueron invitados en varias ocasiones los Reyes
Católicos (de ahí el nombre de la calle), Carlos V y Felipe II.
Era un pueblo sencillo en su fisonomía y población: casitas bajas de adobe y una mayoría de
familias pobres, envueltas en la monotonía de la vida rural, analfabetos casi todos ellos, a pesar
de contar con unas rudimentarias escuelas municipales.
Móstoles era cabeza del arciprestazgo de Canales, que englobaba 57 pueblos y aldeas.
En el siglo XVIII, las guerras de sucesión volvieron a afectar negativamente a nuestro pueblo.
Las políticas viarias de los Borbones supusieron que todas las rutas que atravesaban Móstoles
fueran abandonadas para pasar por la capital, quedándonos únicamente la carretera de
Extremadura como vía importante.
Los siglos XVII y XVIII estuvieron marcados por constantes conflictos políticos, que más que
calmarse, cambiaron de forma en el siglo XIX con la revolución liberal de la política.
El siglo XIX se inició con la Guerra de la Independencia, en la cual el hecho del 2 de Mayo no es
mas que una injusta atribución de un mérito a un solo hombre cuando fue de varios, y en
realidad no fue para tanto, pues el levantamiento fue en Madrid y la declaración de guerra a
Napoleón la realizó la Junta Suprema Central de Sevilla. Móstoles se limitó a avisar a los
pueblos de su entorno, de Extremadura y de Toledo.
La segunda mitad del siglo XIX fue algo beneficiosa, pues se inauguraron unas nuevas escuelas
municipales, un teatro-casino, un nuevo cementerio, un matadero a las afueras, la Fuente de los
Peces (para uso público pues todas las casas contaban con sus pozos), un lavadero, iluminación
pública, empedrado de algunas calles….El rey Alfonso XII concedió el título de Ilustrísima a
nuestra Villa.
A finales de este siglo fue inaugurada la línea ferroviaria Madrid-Almorox, con una estación en
Móstoles y el apeadero de Villaviciosa. Supuso un desarrollo notable de esta región.
La Guerra Civil, como todas las guerras, dejó exhausto nuestro pueblo, con la mitad de los
edificios derruidos y una economía maltrecha.
Así en 1966 un avispado empresario inauguró una enorme fábrica de muebles en Móstoles, que
supuso el comienzo de una nueva etapa. La especulación urbanística, la recalificación de
terrenos rústicos como urbanizables por parte de los concejales que hacían acuerdos con
promotores y especuladores para forrarse, supusieron que en una década las zonas mas
productivas de la campiña mostoleña fueran invadidas por urbanizaciones y varios polígonos
industriales.
Este rapido hacinamiento de la población provocó un cambio socio-económico radical en
Móstoles, pasando de ser un pueblecito agrícola en las inmediaciones de Madrid, a una ciudad
dormitorio industrial y terciaria.
Pero un ayuntamiento fascista, no pretendía hacer nada por sus vecinos, así que a mediados de
los 70, el desarrollo industrial se colapsa por la crisis económica mundial, y la construcción se
ralentiza, de modo que en Móstoles solo se construye lo ya planeado de antemano. En esos años
Móstoles apenas contaba con equipamientos públicos, por lo que se convertía en una recién
nacida ciudad , dependiente totalmente de Madrid.
Las elecciones municipales de 1979 (las primeras democráticas tras la dictadura franquista)
dieron el triunfo al PSOE, cuyo equipo de gobierno, encabezado por el mejor de todos los
alcaldes de la historia mostoleña, Bartolomé González, se encargo de dotar a nuestra ciudad con
centros educativos, culturales, deportivos, servicios municipales, servicios sociales, mas
infraestructuras, parques, jardines, incluso con calles, que las promotoras inmobiliarias habían
pasado de hacer, tan solo preocupadas por construir lo antes posible y vender las viviendas. Se
puso coto a la tradicional especulación, congelando el crecimiento salvo pequeñas promociones
en la periferia.
Se recuperó la antigua línea ferroviaria como línea de cercanías de Madrid a Móstoles (C-5), y se
construyó una variante de la carretera de Extremadura, ya que la primitiva había quedado
rodeada por zonas residenciales y hubo que adaptarla como una arteria urbana, la actual
avenida de Portugal.
El Plan General de Ordenación Urbana de 1985 marcó el desarrollo de Móstoles en los años
siguientes, constituyéndose así el Móstoles que hoy todos conocemos.