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I. EL LIBERALISMO.

1. EL LIBERALISMO CLÁSICO.

a) Significado, origen e ideas generales.

Los primeros liberales que se dieron a sí mismos ese nombre surgieron en


España entre ciertos adversarios de la ocupación napoleónica. La palabra pasó luego a
Francia, donde significó la oposición al realismo tras la restauración de los Borbones en
1814. Por lo general, los liberales eran hombres de las clases profesionales y del mundo
de los negocios, creían en lo que era moderno, ilustrado, eficaz, razonable y claro.
Tenían una alta estima por el gobierno parlamentario representativo. Fueron fieles
defensores de la libertad de imprenta y del derecho de reunión. Para los liberales, la
mejor forma de gobierno era la monarquía constitucional.
Los liberales no eran demócratas, se oponían al sufragio universal por temor a
los excesos del populacho o de una acción política irracional. Suscribían y defendían las
doctrinas de los derechos del hombre y el ciudadano, en especial la libertad económica
y el derecho de la propiedad. Eran enemigos del sindicalismo obrero. Consideraban que
los enemigos del progreso eran las iglesias establecidas y la aristocracia. Defendían la
tolerancia y la educación y eran contrarios a la guerra. Eran defensores del cambio
ordenado. Pasemos a los principios clave del liberalismo.

b) Principios fundamentales del liberalismo.

Entre sus orígenes, los principios liberales descansan en la ilustración francesa o


en autores como Bernabé o Constant. Lo cierto, es que como tal, el liberalismo no tiene
un código doctrinario. Las ideas básicas del liberalismo son:
 Defensa de la libertad personal como principio supremo. Esa libertad debe estar
garantizada por los derechos fundamentales del hombre.
 Defensa de la limitación de la autoridad real mediante constituciones que
recojan todas las libertades y derechos individuales, reflejen la separación de
poderes, y que el rey reine pero no gobierne y se consiga la soberanía nacional.
 Defensa de la participación de los ciudadanos en los asuntos del Estado
mediante la elección de representantes de distintos partidos políticos para un
Parlamento que haga leyes y controle al gobierno. Según el tipo de liberalismo,
se defenderá el sufragio censitario o universal.
 En cuanto a la economía se defendía el liberalismo de Adam Smith, la no
intervención del estado y la libre circulación de la oferta y la demanda.

El liberalismo, insisto, no es democracia, puesto que nunca reconoció muchas


libertades e ignoraba la injusticia social y la situación de los obreros. A pesar de ello, el
liberalismo fue una de las causas de las revoluciones burguesas del siglo XIX, pues al
reconocer la división de poderes y las constituciones, atentaba contra la monarquía
absoluta, y al defender la soberanía nacional, negaba la soberanía del rey.

Dentro del liberalismo hubo dos corrientes: la radical jacobinista y la burguesa o


doctrinaria. Dicho esto pasemos a la plasmación política de estas ideas, es decir, ahora
vamos a ver el proceso de las revoluciones liberales tras la Restauración de 1815.
2. LAS REVOLUCIONES BURGUESAS DEL SIGLO XIX.

Antes de iniciar el ciclo revolucionario, veamos como quedó Europa tras la


época napoleónica.

a) Europa entre 1815 y 1820. Una Europa pos-napoleónica.

Los gobiernos que vencieron a Napoleón querían asegurarse de que lo sucedido


entre 1789 y 1815 no se volviera a repetir. Por ello, se firmó la Santa Alianza o
Cuádruple Alianza en 1815 entre Rusia, Austria, Prusia e Inglaterra. En 1818 Francia se
unió creando la Quíntuple Alianza. En Francia se restauró a los Borbones (Luis XVIII).
En Alemania y Centroeuropa el sistema establecido por Metternich se mantuvo. La
Rusia Zarista también se estabilizó. El ciclo de revoluciones se detuvo en 1815 por la
política absolutista, pero ese ciclo no murió sino que se mantuvo oculto como veremos.
Veamos como estaba cada país del continente tras 1815.
En Francia desde 1814 es rey Luis XVIII que desató una persecución jacobina llamada
el Terror Blanco. Muerto Luis XVIII le sucedió Carlos X el más despiadado
contrarrevolucionario de la época. Asciende al trono en 1824 persiguiendo a liberales…
Así el odio llevaría a la Revolución en Francia.
Polonia tras 1815 casi no existía como país, pues fue absorbida por Prusia y Rusia. El
Zar Alejandro dirigió Polonia con mano de hierro. Desde los años 20, Polonia vivirá
disturbios nacionalistas.
En Alemania tras 1815, la unión de estados alemanes era muy débil. El canciller
austriaco Metternich intervino para detener el avance del nacionalismo.
En general, ante el miedo a la revolución, y tras el Congreso de Viena de 1815, los
países se reunieron en el Congreso de Aquisgrán de 1818, tomando la medida de
evacuar militarmente Francia, para así tranquilizar a dicho país. Así llegamos a 1820, el
año del primer ciclo u oleada revolucionaria.

b) 1820. La revolución en la Europa oriental.

Estalló sobre todo en España, Nápoles y en el Imperio Turco, debido sobre todo
a la incapacidad, ignorancia, debilidad y a la corrupción que se vivía en estos estados.
Ante estas rebeliones, Von Metternich convocó un Congreso en Troppau para
sofocarlas. En el congreso de Laibach, se autorizó a Metternich a enviar un ejército
austriaco a Nápoles para sofocar dicha rebelión, cosa que se hizo, dejando en el poder al
absolutista Fernando I. En el Imperio Turco otomano, para 1820 aparece la figura de
Alejandro Ypsilanti que desde Rumania unirá a griegos y pro-griegos para luchar contra
los turcos. Así desde 1821 se inicia la guerra de liberación griega. Será vencido en 1822.
Ante la situación en España, en 1822 en el Congreso de Verona se decidió
intervenir en España para acabar con el Trienio Liberal. Así un ejército francés de
200.000 hombres (Cien Mil hijos de San Luis) pasó los pirineos y sin apenas resistencia
restauró en 1823 a Fernando VII como rey.
Tras estos hechos, la 1 oleada revolucionaria acabó de momento. Tras 1823, la
Santa Alianza desaparecía, pues sólo 3 países la sostenían, eran Austria, Rusia y Prusia.
El último movimiento de incertidumbre que vivió Europa en los años 20 fue la revuelta
decembrista rusa de 1825, producida por un problema sucesorio. Al subir el Zar Nicolás
I (1825-1855) su despotismo será aún mayor. Así tras 10 años, después de la derrota de
Napoleón parecía que las fuerzas nacidas de la revolución francesa estaban
destrozadas… Era sólo un espejismo. El camino ya estaba trazado para 1830…
c) Las revoluciones liberales de 1830-1832.

El antecedente a la 2 oleada revolucionaria estuvo en la definitiva independencia


griega. Tras la victoria anglo-franco-rusa en Navarino, al Imperio turco se le obligó a
firmar el Tratado de Adrianópolis en 1829 por el que se ponía fin a la guerra greco-
turca. El tratado de Londres de 1830 concretó la independencia griega. Dicha victoria
abrió un fuerte nacionalismo en el seno del Imperio Turco. Tras esto, el primer país que
inicia la revolución de 1830 fue Francia, de aquí se extenderá por Europa. Veamos como
se produjo.
En la Francia de 1830, fue donde realmente se va a retomar el impulso
revolucionario. Desde la subida al poder de Carlos X en 1824, y debido a su política
absolutista, se llegará a la revolución que estallará por las Ordenanzas de Julio, por las
que se impuso la censura y se redujo el sufragio. Así estallaron las Tres Gloriosas
Jornadas de París. Entre el 27 y el 29, París se llenó de barricadas y el ejército se negó a
intervenir. Carlos X acorralado, abdicó y marchó a Inglaterra. Ante el vacío de poder, la
Cámara de los diputados eligió rey al duque de Orleáns. Así de 1830 a 1848 reinará Luis
Felipe de Orleáns. Este rey mantuvo la constitución de 1814 y aumentó el sufragio pero
a la larga no convenció ni a moderados ni a radicales de ahí el futuro 1848.
El efecto inmediato de París se continuó por toda Europa. La primera revolución
fuera de Francia, se produjo en Bélgica, unida artificialmente a Holanda por el
Congreso de Viena. Las diferencias políticas, religiosas, lingüísticas, económicas,
llevarán a la revolución belga. Así, un mes después de París, en agosto de 1830, se
produjeron disturbios en Bruselas y Amberes. El rey holandés actuó con mano de hierro.
Ante esto, los belgas proclamaron la independencia, se creó una asamblea nacional y se
redactó una constitución. Rusia quiso enviar tropas para sofocar la rebelión belga pero
los polacos se sublevaron también en 1830. Así las tropas rusas se usaron para aplastar
los hechos de Varsovia y Cracovia. El sacrificio polaco hizo que la revolución belga
triunfase. En 1831, Bélgica ofreció la corona a Leopoldo de Sajonia. Francia e
Inglaterra firmaron un Tratado en 1831 por el que reconocían la independencia belga,
siempre que éste país fuese neutral a nivel internacional. Así triunfó la revolución en
Bélgica. En 1830, aunque hubo episodios revolucionarios en Italia, en Alemania, en
España (Torrijos), en Portugal, en Suiza o Inglaterra, estos hechos fueron poco
significativos. Esta segunda oleada tuvo dos consecuencias:
 Sólo triunfa en Francia y Bélgica.
 Se divide Europa, en una liberal (Francia, UK, Bélgica, España) y una zona
autoritaria (Austria, Prusia y Rusia).
Con el proceso de 1830 y hasta 1848, Occidente se hizo más burgués, pero hubo algo
que no se resolvió, y fue el problema social. La clase obrera tenía sus esperanzas,
esperanzas que se materializarán y darán como resultado la Revolución de 1848…

d) La tercera oleada revolucionaria: 1848.

Los temores que habían acosado a las clases acomodadas de Europa durante 30
años se hicieron realidad en 1848. Ni antes ni después ha visto Europa un levantamiento
verdaderamente universal como en 1848. Muchos pueblos que se levantaron pedían:
 Gobiernos constitucionales.
 Independencia o unificación de los grupos nacionales.
 El fin de la servidumbre y de las obligaciones señoriales allí donde aún existían.
Los dos granes enemigos de la época fueron la Iglesia Católica y la influencia
internacional de los Habsburgo. La revolución de 1848 fracasó ante la represión militar.
A pesar de su fracaso mucho de lo que se pidió en 1848 se cumplió entre los nuevos
gobiernos que aparecieron en Europa entre 1850 y 1860. Veamos brevemente esta
“primavera de los pueblos”.
Los acontecimientos de 1848 se iniciaron de nuevo en Francia. La monarquía
de Luis Felipe con el paso del tiempo se hizo más irreal. Era un gobierno basado en la
corrupción y en la intransigencia. Así ante esa postura estalló la revolución de Febrero
de 1848. Debido a la actitud del primer ministro Guizot y a un incidente con muertos en
París, el 24 de febrero Luis Felipe abdicaba y huía a Inglaterra. Así se proclamó la II
República. Este gobierno republicano tuvo como misión clave acabar con la crisis
económica. Así se crearon los Talleres Nacionales como plan para ayudar a los parados.
Ante la crisis estatal, en junio de 1848 obreros exaltados atacaron la asamblea francesa.
Ante esto, se clausuraron los talleres nacionales, lo que provocó una enorme rebelión
obrera. El gobierno dimitió y el general Cavaignac tuvo que calmar la situación. Así se
produjeron los Sangrientos Días de Junio del 24 al 26 de junio. Más de 20.000 obreros
armados se atrincheraron en París. Hubo 10.000 muertos y heridos y 11.000 prisioneros,
que fueron deportados a las colonias.
Tras todo esto, la Asamblea constituyente redactó una constitución republicana y
se prepararon elecciones presidenciales. En estas elecciones, Luis Napoleón Bonaparte
ganó con 5 millones de votos. Así apareció un 2 Napoleón. Esta república duró poco
pues en diciembre de 1851 Luis dio un golpe de estado y se proclamó presidente por 10
años y en 1852 se proclamó emperador de los franceses como Napoleón III.
Las influencias de las revoluciones de febrero y junio de 1848 en Francia pronto
se extendieron por Europa. Así el Imperio Austriaco fue ampliamente afectado por
dicha oleada revolucionaria. Como sabemos, el Imperio Austriaco era un conglomerado
de pueblos y nacionalidades dominados por Viena. Durante la primera mitad del siglo
XIX el canciller Metternich había controlado el imperio con mano de hierro. Este
sistema se hundió en marzo de 1848. Así en los Días de Marzo, Viena se sublevó y se
llenó de barricadas. Metternich ante el miedo, dimitió y el Imperio se tambaleó en
Berlín, en Bohemia y Hungría o en Milán y Venecia. Así en días la estructura de Viena
desapareció. Prusia había cedido, Alemania se preparaba para su unificación e Italia se
embarcaba en su larga lucha contra Austria. Ante la influencia del junio francés y para
contrarrestar todo esto, el emperador Fernando reacciona e inicia la contrarrevolución
desde junio a diciembre de ese año. Así como veremos, Austria acaba con los
movimientos de Praga, Italia o Cerdeña.
Por motivo de la contrarrevolución, en octubre de 1848, los revolucionarios
vieneses iniciaron la Segunda Insurrección de masas. Aunque la revolución acabó con
Fernando, en su lugar se puso como emperador Francisco José siendo emperador
austriaco hasta 1916.
En 1849 estallaron tantas revoluciones en el continente (Roma, Italia, Alemania),
sin embargo, al igual que con Napoleón III, en el seno del Imperio Austriaco, se asentó
de nuevo la autocracia. Así fracasó la revolución de 1848.

3. EPÍLOGO AL LIBERALISMO.

El balance de estas oleadas revolucionarias fue globalmente positivo. Incluso


estados autocráticos como Rusia o Austria poco a poco fueron liberalizando
parcialmente sus sistemas políticos. En Europa occidental 1848 marca el triunfo
definitivo del liberalismo, aunque fuese su versión menos radical y más burguesa. Ante
todo lo que triunfó fue la monarquía parlamentaría o constitucional con un poder
dividido en 3 órganos como eran la Corona, el Consejo de Ministros y el Parlamento.
El liberalismo comenzó a entrar en crisis en la dos últimas décadas del siglo XIX
como consecuencia del desarrollo de dos corrientes: el socialismo, defendido por
sectores obreros y el nuevo nacionalismo. Pasemos así al segundo bloque del tema
como es los movimientos nacionalistas del siglo XIX.

II. EL NACIONALISMO Y LAS UNIDADES NACIONALES.


1. EL NACIONALISMO EN EL SIGLO XIX.

a) Ideas previas sobre el nacionalismo.

En la Edad Media y Moderna, la nación se identificaba con la monarquía, con la


Revolución Francesa, entra en crisis la legitimidad monárquica. Surgen así conceptos
nuevos como soberanía nacional y el concepto de pueblo y alma de la nación. A
principios del siglo XIX para justificar el nacionalismo, unos se apoyaron en la raza,
otros en razones histórico-políticas y otros en la lengua. El nacionalismo fue causa de
movimientos revolucionarios porque opone el principio de nación al de legitimidad
dinástica. Más aún el nacionalismo va a subvertir el orden del Congreso de Viena, que
ignoró el principio de las nacionalidades al unir naciones distintas (Bélgica y Holanda,
Imperio austriaco o turco) o separar otras que deseaban estar unidas (Alemania, Polonia
o Italia). Es por ello por lo que fracasaría el ordenamiento del Congreso de Viena.

b) Orígenes del nacionalismo moderno. La antítesis del Bonapartismo.

El nacionalismo moderno, se desarrolló como movimiento de resistencia contra


el fuerte internacionalismo del Imperio Napoleónico. Como el sistema internacional era
esencialmente francés, los movimientos nacionalistas fueron antifranceses, y como
Napoleón era un autócrata, eran antiautocráticos. Todos los nacionalistas del principio
del siglo XIX se alzaron contra Napoleón, lo destruyeron, le sobrevivieron y
configuraron la historia de las generaciones siguientes. Así pues, el nacionalismo fue
muy complejo y apareció en diferentes países y de formas muy variadas. Veamos como
estaba el nacionalismo tras 1815.

c) El nacionalismo tras 1815.

Tras la caída de Napoleón, el Congreso de Viena y la Restauración, la cuestión


nacionalista se convierte en un pilar clave de la Historia de Europa. Tras 1815,
Alemania vivió una época de agitación nacional, Italia vive poco a poco el
Resurgimento y en la Europa oriental asistimos al la Resurrección Eslava. Tras 1815,
Europa asistió a ver la existencia de un nacionalismo cultural, luego uno político y
radical perseguido por los autócratas. En este clima, surgirán figuras como Mazzini o
Herder o Hegel que defenderían sus ideas nacionalistas. En fin, el nacionalismo que
nace como corriente cultural, se convertiría en nacionalismo político y se expresaría en
las oleadas revolucionarias de 1830 y 1848 como vimos antes. Pasemos a ver la
tipología de los nacionalismos.

d) Tipología de los nacionalismos.

En los movimientos nacionalistas de la primera mitad del siglo XIX se


distinguen dos tipos de nacionalismos:
 Centrífugo o separatista: pretende la creación de un nuevo estado mediante el
desgajamiento de un colectivo humano y su territorio respecto a un estado más
grande y dominador. (Caso de Bélgica de Holanda, de Polonia con Rusia o de
Prusia con Austria).
 Centrípeto o unificador: donde la aspiración es juntar los elementos territoriales
y políticamente dispersos de un mismo pueblo en un solo Estado (caso de Italia
o Alemania).
Para comprender las dos grandes unificaciones en la Europa del siglo XIX es necesario
entender lo que sucedió en Crimea entre 1854 y 1856.

e) La Guerra de Crimea 1854-1858. Paso previo a las unificaciones europeas.

Aunque esta guerra pueda parecer lejana y sin relación con el proceso, fue clave. Esta
guerra permitió e hizo posible el triunfo de los nacionalismos en Europa. Dicha guerra
debilitó a Austria y a Rusia. La guerra enfrentó a Rusia y Turquía. Turquía fue apoyada
por Francia, Inglaterra y Cerdeña. Estos países ocuparon Crimea. La paz de París de
1856 provocó divergencias. Napoleón III quería gloria. Los italianos un país unificado.
Los prusianos que no participaron en la guerra, querían no quedarse aislados. Así
Austria y Rusia que salieron debilitados de la guerra dejaron el camino abierto para los
procesos unificadores. La primera prueba de la debilidad austriaca se dicen Italia…

2. EL RISORGIMENTO: LA UNIFICACIÓN ITALIANA.

El Nacionalismo italiano. Italia, un puzzle sin orden hasta 1859.

En Italia, había, desde hacía tiempo, una media docena de estados de cierta
magnitud junto a unos pocos muy pequeños. En el noroeste, se encontraba Cerdeña
también llamada Saboya o Piamonte. Al este de Cerdeña estaba Lombardía y al este de
Lombardía estaba Venecia. Luego teníamos al sur de Lombardía, el ducado de Toscana
con Florencia como capital. Los ducados menores de Módena, Parma, Lucca estaban
cerca de Toscana. Por el centro de la península tenemos los Estados Pontificios. Más al
sur está el gran reino de Nápoles o de las Dos Sicilias, gobernado por los Borbones.
Desde muchos años atrás, el sentimiento y pertenencia a un “estado” era cada vez
mayor en todo el territorio de la península itálica. El sentimiento nacionalista italiano
creció tras la Revolución Francesa y Napoleón. Sin embargo, fue la labor de un
intelectual, Mazzini que dio a la causa de la unidad italiana un carácter casi sagrado. El
desastre italiano de 1848 frenó cualquier intento serio de iniciar un proceso unificador.
En el destino de la futura Italia, va a jugar un papel clave el nuevo rey de
Cerdeña, Víctor Manuel II, elegido monarca constitucional desde 1848. Junto al rey,
desde 1852, Cerdeña va a contar con un primer ministro, que va a ser uno de los grandes
personajes de la unificación italiana, nos referimos a Camilo de Cavour. Cavour
rechazaba la guerra pero no dudaría en utilizarla en pos de unificar Italia de la mano de
Saboya-Cerdeña. Cavour sabía que para vencer a una potencia como Austria, su única
opción era “usar” a otra potencia, en este caso Francia. No fue difícil embaucar a
Napoleón III para usarlo como baluarte contra Austria en Italia. Así se firmó en 1858 el
tratado de Plombiéres por el que se establecía una alianza con Napoleón III y así en
abril de 1859, Cerdeña le declaraba la guerra a Austria. A la par, un ejército francés
cruzaba los Alpes para atacar a los austriacos.
1859, un año clave para Italia.

Las batallas de Magenta y Solferino acabaron en victoria franco-sarda. A


Napoleón III pronto esta victoria, le hizo caer en una situación compleja sobre todo por
el recelo prusiano ante esta situación. Las victorias frente a los austriacos hicieron
extender los sentimientos patrióticos y nacionalistas hasta el último rincón de la “bota”.
La situación francesa era particularmente extraña en este ajedrez de política
internacional. Por un lado el grueso del ejército francés luchaba y vencía a los austriacos
en el norte. En el sur, un destacamento del mismo, protegía a Roma y al Papado contra
cualquier movimiento de republicanismo italiano radical. Este ejército fue enviado por
Francia y estaba asentado en Roma desde 1849. Curiosamente y sorprendiendo a toda
Europa, en julio de 1859, Napoleón III firma la paz de Villafranca con Austria. Este
acuerdo entregaba la Lombardía a Cerdeña, pero Venecia seguía en manos de Austria.
Esto no fue aceptado ni por Cavour ni por los patriotas italianos. Así fue como la
revolución se extendió. Toscana, Módena, Parma y la Romaña, se levantaron y
abrieron sus puertas a Cerdeña que anexionó dichos territorios aceptando así el mando
unificador sardo. A principios de 1860, el nuevo parlamento sardo de un estado
ampliado se reunió en Turín y comenzó a ser reconocido por algunos países. Francia
aceptó estas adquisiciones de Cerdeña a cambio de Niza y algunas regiones de la actual
frontera.

La terminación de la unidad italiana.

Para inicio de 1860, todo el norte de Italia pertenece a Cerdeña, salvo Venecia.
Así para inicios de ese año, Italia tiene tres entidades políticas: Cerdeña al norte, en el
centro los Estados Pontificios y al sur el Reino de las Dos Sicilias.
Es precisamente ahora cuando aparece la figura de Garibaldi. Este sardo, héroe
de la independencia de Uruguay se va a convertir ahora en el protagonista de toda la
acción. Con sus 1150 seguidores personales, los Camisas Rojas, lanzaron una
expedición al sur de Italia. Cavour no quiso saber nada de Garibaldi, así que ni le apoyó
ni le detuvo. Fue así como Garibaldi desembarca en Sicilia. Poco a poco los
revolucionarios sicilianos se unen a él. Ante su corrupción y falta de apoyos internos, el
gobierno de las Dos Sicilias cae por su propio peso.
Tras este sorprendente éxito, Garibaldi deja Sicilia, desembarca en Nápoles que
también capitula al ser derrotada Nápoles en Volturno. Tras esto, Garibaldi tiene en su
punto de mira la ciudad de Roma. “Roma” era palabras mayores, porque a parte del
poder papal, estaba el ejército francés que custodiaba todo el territorio y la ciudad “del
Lacio”. Adelantándose a Garibaldi, los sardos entran en los estados pontificios, no
atacan Roma pero continúan hacia Nápoles. Fue así como el ejército oficial sardo tomó
todo el reino napolitano. La conquista fue pacífica pues Garibaldi no quería polemizar
contra su propia patria. Tras esto se celebraron elecciones en todos los territorios
italianos conquistados por Cerdeña. Todos aceptaron unirse a una misma entidad.
Llegamos al año 1861. En ese año se reunió un parlamento en Turín que
representaba a toda Italia salvo a Roma y Venecia. En febrero de 1861, se proclamaba
formalmente el Reino de Italia, con Víctor Manuel II como rey y con capital futura en
Roma, mientras la capital provisional se situó en Florencia.
Venecia se unió a la nueva entidad política en 1866, como premio por la ayuda italiana
a Prusia en la guerra de Sadowa contra Austria. Italia anexionó Roma en 1870, tras la
retirada de las tropas francesas por motivo de la guerra franco-prusiana de 1870. En
1871 Roma se convirtió así en la capital de Italia.
Así se “hizo” Italia, como expresaba una frase de la época. Había sido hecha por
el prolongado y alto apostolado de Mazzini, por la audacia de Garibaldi, por la fría
política de Cavour, por la guerra y la insurrección, por la violencia armada respaldada
por el voto popular.

Problemas no solucionados por la unificación

La unificación italiana no resolvió todo, más bien todo lo contrario. Los


nacionalistas italianos miraban con deseo aquellas zonas donde la población italiana o
que era mayoría o predominaba. Así Trentino, Trieste, las islas dálmatas o Niza o
Saboya, la llamada Italia “irredenta” era un objetivo prioritario para los nacionalistas
que ansiaban esos territorios. La brecha entre Iglesia y Estado, se abrió en Italia, con la
ocupación de Roma en 1870. Los Papas se recluyeron en el Vaticano y apenas hubo
relación con el gobierno oficial de Italia hasta 1929. Las diferencias entre el norte y el
sur eran enormes en todos los aspectos. La nueva Italia era parlamentaria pero no
democrática. El sufragio no fue ampliado de forma considerable hasta 1913. A pesar de
algunos conflictos internos, ITALIA era UNA. El sueño de un solo estado se cumplió.
El RISORGIMENTO había triunfado.

3. LA UNIDAD ALEMANA

Los estados alemanes después de 1848.

El juego de las divisiones de los estado alemanes, manteniéndoles en recíprocas


rivalidades y dependientes de las potencias extranjeras, había sido una característica
típica de la Historia moderna y contemporánea europea. El gran enemigo de los estados
alemanes, será como no Austria.
En 1848, una serie de revoluciones derribó los diversos gobiernos de Alemania.
En la Asamblea de Francfort, un grupo compuesto esencialmente de ciudadanos
particulares se propuso organizar una Alemania unida, con métodos constitucionales.
No lo consiguieron porque no tenían fuerza.
Para 1850, junto a los estados de Prusia y Austria, estaban en el territorio alemán
los siguientes estados: los reinos de Hannover, Sajonia, Baviera y Württemberg, como
los más grandes, junto con una treintena más de estados cuyo tamaño variaba hasta
llegar a las ciudades libres de Hamburgo y de Francfort.
En todos estos territorios alemanes, poco a poco comenzaron a darse cambios a partir de
1850. Cambios tanto económicos como sociales. Los datos económicos lo dicen todo:
entre 1850 y 1870, la producción de carbón y de hierro en Alemania se multiplicó por
seis. Fue así como poco a poco un ZOLLVEREIN o unión aduanera, iniciado por
Prusia en 1818, había llegado a incluir a casi toda Alemania salvo a Austria y a
Bohemia. Este Zollverein había proporcionado un alto grado de unidad económica.
Poco a poco las ciudades alemanas creían y se unían a base de ferrocarril y telégrafos.
Con las ventajas (políticas y económicas) de la unidad más evidentes que nuca, con los
ideales de 1848 no abandonados del todo, con un exagerado respeto por el estado y por
la fuerza y la raza, los alemanes estaban preparados para lo que ocurrió. No se
unificaron por sus esfuerzos. Cayeron en brazos de Prusia.
1860-1870, Prusia y Bismarck.

Prusia destruida por Napoleón, se había levantado de nuevo. Con el ejército más
eficaz y una buena diplomacia, Prusia había llevado un proceso de expansión bastante
exitoso. Prusia tenía tras 1815 más de 18 millones de habitantes. Desde 1850 tenía un
parlamento, eso sí dominado por los ricos. La nueva era prusiana comenzó cuando el
rey Guillermo I (1861-1888), en 1862 nombró a un nuevo primer ministro, nos
referimos como no a Otto von Bismarck.
Bismarck (1815-1898) era un “junker” o terrateniente del viejo Brandenburgo.
Bismarck no era nacionalista, no miraba a la totalidad de Alemania como a su patria,
ante todo era prusiano. No comprendía el oeste alemán que para él era un lugar
revolucionario, turbulento y librepensador materialista. Bismarck repudiaba el
liberalismo, la democracia y el socialismo. La idea de la formación de una nueva unión
alemana se desarrolló en su pensamiento sólo gradualmente y además, como condición
necesaria para el fortalecimiento de Prusia. Bismarck, elegido primer ministro, dejó
claro al parlamento prusiano que aprovecharía cualquier oportunidad para expandirse.
No tuvo que esperar mucho para verse ante una ocasión favorable. Fue así como
volvió a plantearse la cuestión de Schleswig-Holstein. La población de este territorio
era mitad danesa, mitad alemana. La confederación alemana de este territorio no
deseaba pertenecer a Dinamarca. Bismarck tampoco quería apoyar abiertamente a este
movimiento. Fue así como Prusia, se alió con Austria y le declaró la guerra a Dinamarca
en 1864. Dinamarca fue rápidamente vencida. Bismarck quería incorporar todo el
territorio a Prusia, pero tenía que compartir con Austria. Así provisionalmente
Schleswig pasó a Prusia y Holstein a Austria. Pronto las rencillas entre ambos estados
estallarían. Tras dos años, por fin, la rivalidad Austria-Prusia estalló. Bismarck hizo que
el ejército prusiano ocupara Holstein.
La ocupación de Holstein significó entrar en guerra en 1866 contra Austria y contra la
mayor parte de los estados alemanes. En seguida, el ejército prusiano demostró porque
era el mejor de Europa. El uso de nuevos fusiles, de ferrocarriles y gracias a la nueva
estrategia del general Moltke, el ejército prusiano aplastó a los austriacos en Sadowa.
Luego venció al resto de estados alemanes hostiles. La Guerra terminó con la paz de
Praga. Fue así como Prusia se anexionó, junto con Schleswig-Holstein, el reino de
Hannover, los ducados de Nassau y Hesse-Cassel y la ciudad libre de Francfort. La
unión federal alemana (Deutscher Bund) desapareció también. En su lugar, Bismarck
organizó en 1867 una Confederación Alemana del Norte. En esta nueva confederación
estaban reunidos Prusia y 21 estados alemanes más. Para esta confederación Bismarck
dictó una constitución. Podemos decir que tras 1867, a Prusia le faltaba por dominar los
estados católicos alemanes del sur. Para controlar estos estados del sur, Prusia
necesitaba algo, un motivo para unir a todos los alemanes, incluidos los católicos del
sur. Este motivo llegará…

La Guerra Franco-Prusiana, 1870.

Los estados católicos alemanes del sur, estaban quedándose aislados. Napoleón
III vio con envidia la victoria prusiana en Sadowa. Por todas partes, se veía claro que la
lucha entre los dos colosos era inevitable. Aunque el sur alemán había sido durante
muchos años un satélite de Francia, su nacionalismo ahora era superior. Bismarck creía
que una guerra con Francia haría que los estados alemanes del sur se unieran a Prusia,
dejando fuera de la gran unión a Austria. Napoleón III pensaba que una victoria sobre
Prusia le permitiría a Francia reconstruir el gran Imperio de Napoleón. Así pues, nadie
trabajaba por la paz, todo lo contrario.
Mientras esto sucedía, aparece el “problema español”. Una revolución en España
había arrojado al destierro a la reina y un gobierno provisional español invitaba al
príncipe Leopoldo de Hohenzollern, primo del rey de Prusia, a ser rey constitucional de
España. Aceptar la corona española, hubiera disgustado a Francia, por eso se rechazó
por tres veces. Tras una reunión, Leopoldo al final decidió no tomar la corona hispana.
La guerra por un momento fue evitada. Francia exigió además que en el futuro, ningún
Hohenzollern fuese candidato al trono español. Bismarck tras conocer esa petición
francesa por el famoso Telegrama de Ems, vio su oportunidad. Bismarck no aceptó esta
“chulería” de Francia. Fue así como el 19 de julio de 1870, el irresponsable Napoleón
III le declaró la guerra a Prusia, con un motivo de guerra apenas consistente, pues la
cuestión del trono español ya había sido resuelta sin mayor problema.
Francia no tuvo aliados y Prusia como era de esperar, tuvo el apoyo de los
estados alemanes del sur. Como se demostró el ejército francés estaba muy atrasado
ante la nueva potencia. En poco más de 15 días de guerra real, el general Moltke vence
en tres batallas a los franceses. Así se venció en Forbach, Freschwiller y en Sedán (2 de
septiembre). El ejército francés se rindió y Napoleón III fue capturado en Sedán. El día
4 de septiembre una insurrección en París proclamaba la III República. Los ejércitos
prusianos avanzaron hasta París, pero París no cayó hasta 4 meses después, tiempo en el
que estuvo cercada y asediada. París capitula en enero de 1871.

El final de la unificación. El imperio alemán, 1871.

Mientras París estuvo rodeado, los gobernantes alemanes o sus representantes


estaban en Versalles. En Versalles, en el Salón de los Espejos, Bismarck hizo proclamar
el II Imperio (REICH) Alemán, el 18 de enero de 1871. El rey de Guillermo I de Prusia
recibió el titulo hereditario de emperador alemán o Kaiser. Todos los gobernantes
alemanes aceptaron la autoridad imperial, salvo Austria.
Tras caer París, Bismarck no tenía gobierno francés oficial con el que negociar la paz.
Bismarck exigió una indemnización de guerra de 5 millones de francos de oro. También
exigió que le cediese Francia la región fronteriza de Alsacia y la mayor parte de Lorena.
Esto tuvo que aceptarse, pero hubo una fuerte protesta local contra la transferencia a
Alemania, y los franceses nunca se resignaron a aquella amputación a sangre fría de su
frontera. La paz dictada por Bismarck se incorporó al tratado de Francfort del 10 de
mayo de 1871. El antagonismo Alemania-Francia perdurará hasta el final de la II Guerra
Mundial.
La consolidación de Alemania, trastornó la faz de Europa. El Imperio Alemán,
II Reich, recién nacido, era el estado más fuerte del continente europeo.
Bismarck en tres guerras (Dinamarca, Austria y Francia) había creado un coloso
de Estado. Alemania fue así conquistada por Prusia. El Imperio Alemán recibió la
constitución de la Confederación Alemana del Norte. Alemania fue unificada por sus
gobernantes, no por sus pueblos como en Italia. Cada estado alemán mantuvo sus leyes,
su gobierno interno y su constitución. El Imperio Alemán, en realidad, actuó como un
mecanismo para exaltar el papel de Prusia, el ejército prusiano, la raza alemana y la
aristocracia prusiana del este del Elba en los asuntos mundiales.

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