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El cuerpo no olvida nunca nada. En el envaramiento, en las crispaciones, en los dolores de los musculos de la espalda, de los miembros, del diafragma, y también los de la cara y los del sexo, se revela toda la historia de la persona, desde su nacimiento hasta e| dia de hoy. Desde los primeros meses de su vida, usted ha reaccionado ante presiones: "Ponte asi, ponte as. No toques eso, no toques aquello. No toques...” Usted se fue plegando como podia. y para conformarse, tuva que deformarse. Libérese de la programacion de su pasado: una mujer le cuenta su experiencia personal y profesional y le propone una anti-gimnasia. No una doma forzada del cuerpo-carne, del cuerpo considerado como un animal al que es preciso disciplinar, sino movimientos a los que Thérése Bertherat llama premisas. Mediante estos movimientos, usted podré realizar un retroceso a través del tiempo de su vida y encontrar su verdadero cuerpo, armanioso, equilibrado y auténomo. \ THERESE BERTHERAT CAROL BERNSTEIN “AUTO CURACION ANTI GIMNASIA FEeCSSSCSCSSCSSSSSSSSSSSSESEEEEEESSESESE Titulo de la edicién original scLe corps a ses raisons» Traduccién Fabid Garcla-Prieto Buendia ‘Sobrecubierta Rolando. Memelsdoritidisehadores © Editions du Seuil, 1972 © Para ta edicién espatola de bolsillo Editorial Argos Vergara, S.A. ‘Aragon, 390, Barcelona-13 (Espafa) ‘Queda hecho el depdsito de acuerdo a a ley 13, Sa re DEDICATORIAS A la sefiora A., célebre abogado, que teme perder autoridad si abandona Ia rigidez de su nuca y la expre- sién agresiva de su rostro y que confunde la imagen de si misma con su imagen de marca. ‘Al almirante B., que sintiéndose disminuido al lle- gar la edad del retiro, ha aprendido a respirar, a man- tener alta la cabeza (y no la mandibula)... y ha creci- do tres centimetros. Ala seftora C., que se ha hecho Ia cirugfa estética de la nariz, de los parpados, de los senos, pero que vierte autenticas lagrimas cuando se da cuenta de que no puede hacerse la cirugia estética de la vida, ‘A D., que lleva su cuerpo para que lo cuiden del saismo modo que lleva el coche al garaje. «Haga usted Jo que crea necesario. Yo 1 quiero ocuparme de eso.» ‘Sin embargo, no tengo nada que decirle que él no sepa ya en él fondo de si mismo. Ala seforita E., virgen y martir, que se ha pasado cuarenta afc: afirmande que le gustarfa eliminar su ‘vientre, grueso como él de una mujer en estado de ocho meses, Siempre sonriente y amable, se niega, no obstante, a ¢fectuar los movimientos que !a librarian de dl, Ala sefiora F., que odia su propio cuerpo, afirma que adora los que no se parecen al suyo, pero sélo tra ta de humillarlos. 8 EL CUERPO TIENE SUS RAZONES AG, que, cuando era una adolescente, supo cermar tan bien los ojos sobre si misma que, durante aos, Iegé a dormir dieciséis horas al dia. Con los hombros encorvados, la cabeza echada hacia atras, andaba por la vida come una sondmbula, hasta el dia en que, con los ojos desorbitados por la incredulidad, tropez en el espejo con una mujer avejentada, ‘Al conde de H., que considera que su salud es un vasunto de Estados, ya que se niega a admitir que pay dece una enfermedad si la Seguridad sucial no st hace cargo de los gastos. INTRODUCCION ‘SU CUERPO, ESA CASA QUE USTED NO HABITA En este momento, en é] Jugar preciso en que usted se encuentra, hay una casa que leva su nombre, Us- ted es su tinico propietario, pero hace mucho tiempo que ha perdido las llaves. Por eso permanece fuera y no conoce m4s que la fachada. No vive en ella. Esa casa, albergue de sus recuerdos més olvidados, mds rechazados, es su cuerpo. «Si las paredes oyesen.,.+ En la casa que es su cuerpo, si oyen. Las paredes que lo han ofdo todo y no han olvidado nada son sus misculos. En el envara- miento, en las crispaciones, en la debilidad y en los dolores de los misculos de la espalda, del cuello, de Jas piernas, de los brazos, y también en los de la cara y en los del sexo, se revela toda su historia, desde el nacimiento hasta el dia de hoy. siquicra darse cuenta, desde el primer mes de su vida reacciond a las presiones familiares, sociales, morales. «Ponte asi, @ asd. No toques eso. No te to- ques. Pértate bien. ;Pero, vamos, muévetel Date pri- sa. gAdénde vas tan de prisa...?» Confundido, s¢ plega- ba a todo como podia. Para conformarse, tuvo. que deformarse, Su verdadero cuerpo, naturalments armo- nioso, dindmico, alegre, se vio sustituido por un cuér- po extrafio al que acepta mal, que en el fondo de sf mismo rechaza. Es la vida —dice—. jQué le vamos a hacer!»

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