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DIRECCIÓN GENERAL TRABAJO

BO. Comunidad de Madrid 26 abril 2002, núm. 98, [pág. 73];

TRANSPORTES POR CARRETERA. Registro, depósito y publicación de Laudo Arbitral Obligatorio dictado en el
conflicto planteado en el Convenio Colectivo del sector de Viajeros por Carretera de la Comunidad de Madrid
(LCM 2000\590) (código Convenio número 2807655)

Visto el Laudo dictado por don ..., Catedrático de Derecho del Trabajo y Presidente
del Consejo Económico y Social, como Árbitro designado por Acuerdo del Consejo de
Gobierno de la Comunidad de Madrid el día 11 de abril de 2002, dada la facultad que,
según el artículo 10 del Real Decreto-ley 17/1977, de 4 de marzo (RCL 1977, 490;
ApNDL 3623), corresponde a la autoridad gubernativa en situaciones como la
originada en el presente caso, por la falta de acuerdos en el transcurso de la huelga que
se ha producido en el Sector de Transportes de Viajeros por Carretera de la
Comunidad de Madrid y teniendo en cuenta lo dispuesto en el artículo 2.f) del Real
Decreto 1040/1981, de 22 de mayo (RCL 1981, 1305; ApNDL 3093), sobre Registro y
Depósito de Convenios Colectivos de Trabajo, esta Dirección General, resuelve:
1
Inscribir en el Registro Especial de Convenios Colectivos el Laudo Obligatorio
dictado el día 15 de abril de 2002 en el conflicto planteado en el Sector de Transportes
de Viajeros por Carretera de la Comunidad de Madrid.
2
Disponer la publicación del presente Acuerdo, obligatoria y gratuita en el «Boletín
Oficial de la Comunidad de Madrid».

Laudo Arbitral Obligatorio dictado en el conflicto planteado en el Sector de


Transportes de Viajeros por Carretera de la Comunidad de Madrid

En Madrid, a 15 de abril de 2002, don ..., Catedrático de Derecho del Trabajo y


Presidente del Consejo Económico y Social, actuando como árbitro designado por el
Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, con base en la situación de conflicto
creado en el Sector de Transportes de Viajeros por Carretera de dicha Comunidad, ha
dictado el siguiente Laudo Arbitral Obligatorio, basado en los siguientes

ANTECEDENTES.

Primero.
La Comisión Negociadora del Convenio Colectivo de Transporte de Viajeros por
Carretera de la Comunidad de Madrid celebró el día 18 de diciembre de 2001 reunión
al objeto de su constitución y de iniciación de las negociaciones de un nuevo convenio
que habría de estar vigente a partir del 1 de enero de 2002.

Segundo.
Tras diversas reuniones celebradas por la citada Comisión Negociadora, la
representación sindical de los trabajadores integrada por la Unión Sindical Obrera
(USO), Comisiones Obreras (CC OO), y Unión General de Trabajadores (UGT),
entendiendo que no se había alcanzado acuerdo alguno, convocó huelga por escrito
fechado el 7 de marzo de 2002 y registrado el día 8 en la Delegación de Trabajo de la
Comunidad de Madrid. Los días convocados eran 21, 22, 27 y 28 de marzo y 8, 9, 18 y
19 de abril del corriente año, de cero a veinticuatro horas. Posteriormente, el día 27 de
marzo, estas organizaciones sindicales convocaron huelga con carácter indefinido con
la misma motivación, con efectos a partir del 10 de abril, a las cero horas. Ambas
declaraciones de huelga se formularon contra las organizaciones empresariales
FENEBÚS, Federación Empresarial de Transportes de Viajeros de la Comunidad de
Madrid y AETRAM.

Tercero.
Ante la falta de acuerdo en el establecimiento de los servicios mínimos entre las
organizaciones sindicales y empresariales afectadas por el conflicto, la Consejería de
Obras Públicas, Urbanismo y Transportes de la Comunidad de Madrid, mediante las
Órdenes de 15 de marzo y de 4 de abril de 2002 fijó dichos servicios por considerar que
el transporte de viajeros por carretera es un servicio esencial para los intereses
generales de la comunidad, no sólo por su enorme incidencia en la actividad
económica general, sino también y, principalmente, por su vinculación al ejercicio de
derechos y libertades de los ciudadanos que gozan de la máxima protección jurídica.

Cuarto.
En vista del incumplimiento reiterado de los servicios mínimos, el Gobierno de la
Comunidad de Madrid, por entender que suponía un agravamiento de los perjuicios
causados al conjunto de la sociedad y, especialmente, a los usuarios de este tipo de
transporte, y habida cuenta de la imposibilidad de llegar a acuerdos negociados en la
solución del conflicto, habiéndose agotado las medidas contempladas en el
ordenamiento jurídico para la solución negociada, con fecha 11 de abril de 2002,
acordó establecer un arbitraje obligatorio, designando un árbitro para que resolviera
en equidad las cuestiones que se habían suscitado en el planteamiento y desarrollo del
conflicto y estableciendo un plazo para dictar su decisión que vence el 15 de abril de
2002.

Quinto.
En cumplimiento del requisito procedimental de previa audiencia a las partes, el
árbitro designado, a lo largo de la jornada del día 12 y previa citación formal a las
mismas, ha mantenido reuniones, por separado, con el Comité de Huelga y con la
representación de las organizaciones empresariales, habiéndose puesto de manifiesto
los puntos fundamentales de discrepancia, las posibles aproximaciones en los mismos
y los argumentos que justifican las respectivas posturas.

Fundamentos y naturaleza jurídica del Laudo

Como señala el Acuerdo del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, de 11


de abril de 2002, parece evidente tanto la competencia de esta Institución de Gobierno
como la fundamentación que justifica la adoptación de la medida de establecimiento
de un arbitraje obligatorio, en vista del reiterado incumplimiento de las circunstancias
concurrentes en este conflicto, posibilidad que, para situaciones como la existente,
contempla el artículo 10 del Real Decreto-ley 17/1977, de 4 de marzo (RCL 1977, 490;
ApNDL 3623), sobre Relaciones de Trabajo, debidamente «depurado» a partir del
juicio sobre su constitucionalidad establecido en la Sentencia del Tribunal
Constitucional número 11/1981, de 8 de abril (RTC 1981, 11) (Pte. don Luis Díez
Picazo).
Este arbitraje obligatorio, decidido por la autoridad gubernativa competente, reúne
algunas características, además de la propia designación.
En primer lugar se trata de un arbitraje en equidad, lo que significa que el árbitro,
en su decisión, ha de suplir, de algún modo, la capacidad creadora de normas,
novatoria, que corresponde a los agentes sociales titulares de la autonomía colectiva. A
partir de esta caracterización jurídica la acción arbitral, que cumple un papel
sustitutorio de la voluntad de los sujetos negociadores, han de valorarse
adecuadamente por el árbitro los elementos de negociación, en este caso, ciertamente
dispersos -propuestas, debates, preacuerdos-, aunque sin desconocer como un proceso
negociador ha de integrar diferentes elementos equilibradamente. De forma que no
sería aceptable valorar como propuesta una determinada oferta que podría encontrar
su fundamento en otra contraoferta y pudiera afectar a otras materias (por ejemplo,
jornadas, salarios, antigüedad, derechos sociales), en satisfacción de intereses
contrapuestos que, a través de la vía de ofertas y contraofertas, son capaces de ser
compuestos.
En definitiva, queda al árbitro la no fácil tarea de presumir el inexistente punto de
equilibrio negociador, que precisamente no fue posible a los negociadores alcanzar.
Y esta tarea, como es obvio, exige recabar la mayor información posible, oral y
documental, de las partes, suministrada en la formalización de la correspondiente
audiencia.
Además de las consideraciones anteriores, este Laudo presenta la dificultad
añadida de determinación de su concreto objeto. El Acuerdo del Consejo de Gobierno
de la Comunidad de Madrid citado, señala que «la decisión del árbitro habrá de
resolver cuantas cuestiones se hayan suscitado en el planteamiento y desarrollo del
conflicto». Tan amplio postulado limita, sin duda, el objeto de la actuación arbitral a
los diferentes puntos planteados en el proceso de negociación colectiva fracasado,
según se desprende de los diferentes elementos probatorios disponibles; tanto los
documentos de puesta en marcha del nuevo convenio, previa denuncia formalizada del
anteriormente vigente con la constitución de la nueva Comisión Deliberante, como las
vicisitudes producidas de la propia negociación, con las cuestiones de
representatividad planteadas, como la presentación de las llamadas «Plataformas del
Convenio», como los debates, bien en el turno de la discusión o en los esfuerzos
mediadores realizados, como, desde luego, los diferentes documentos relativos a la
huelga convocada, los servicios mínimos establecidos, las actuaciones de
incumplimiento de los mismos, etcétera.
Por fin, este material documental se ha visto enriquecido por las manifestaciones
orales realizadas al ampliarse el trámite de audiencia, debidamente contrastados por la
manifestación de ambas partes negociadoras.
Este Laudo, por consiguiente, ni entra, ni entiendo que pueda entrar en otros
relevantes aspectos relacionados con las condiciones de prestación del trabajo en el
sector, que quedaron fuera de este marco negociador, al menos, hasta el momento de
las actuaciones que sirven de antecedente al presente Laudo.
La previa delimitación, sin duda amplia, del objeto de la resolución arbitral, obliga
a abordar una importante cuestión planteada a la Mesa Negociadora, una vez que
quedó formalmente constituida, que podría afectar al ámbito funcional de aplicación
de este Laudo. Se trata, según se desprende tanto de las diversas actas
-particularmente a partir de la de 21 de enero de 2002- como del planteamiento
realizado ante este árbitro en el trámite de audiencia por el representante de
AETRAM, del escrito presentado ante la Dirección General de Trabajo de la
Comunidad de Madrid «para su traslado al árbitro ...» de 12 de abril de 2002, en el
que se recoge que: «el día 15 de marzo de 2002 se procedió a depositar en el Registro
de Convenios Colectivos, Servicio de Relaciones Laborales, de la Dirección General de
Trabajo de la Comunidad de Madrid, el Convenio Colectivo suscrito el día anterior
denominado "Convenio Colectivo de Transporte de Viajeros por Carretera de los
Servicios Discrecionales y Turísticos, Regulares Temporales y Regulares de Uso
Especia"».
Pues bien, de acuerdo con el planteamiento concretado por el representante de
AETRAM, en el trámite de audiencia, la existencia de este acuerdo justifica, a su
entender, la exclusión del ámbito funcional representado por el mismo del
correspondiente ámbito funcional de aplicación del presente Laudo.
Este planteamiento resulta, desde cualquier punto de vista, jurídicamente
insostenible. Nuestro sistema de negociación colectiva concretado -a partir de las
previsiones de los artículos 7, 28 y 37 de la Constitución (RCL 1978, 2836; ApNDL
2875)- en el Título III del Estatuto de los Trabajadores (RCL 1995, 997) señala,
efectivamente, que «los convenios colectivos tendrán el ámbito de aplicación que las
partes acuerden» (artículo 83.1). No obstante, vigentes en la actualidad determinadas
unidades negociadoras, éstas están «vivas» hasta el final de vigencia de un Convenio
Colectivo, como señala el artículo 84 del mismo texto legal, todo ello sin perjuicio de lo
que establecen los párrafos siguientes del mismo artículo, irrelevantes en la cuestión
que nos ocupa.
Lo anterior significa que solamente cabe desvincular un sector -o subsector- de una
unidad negociadora más amplia, una vez que el convenio correspondiente a ésta ha
llegado a su término y por decisión, debidamente formalizada, de las representaciones
sindicales y empresariales de las mismas. Lo que es inaceptable en nuestro sistema
jurídico es que unas determinadas organizaciones que, por los datos de los que este
árbitro dispone, no han planteado en términos legales la «fragmentación» de su
subsector con la correspondiente acreditación de representatividad, decidan sustituir
la actuación jurídicamente exigible de una inasistencia a la Comisión Deliberante,
asistiendo solamente para comunicar una especie de bajada «en marcha» del,
ciertamente complicado, proceso negociador en curso.
Eso significa que aunque pueda haberse elaborado un documento con forma
externa de convenio, y pueda haberse suscrito por una determinada organización
empresarial (a las que se añaden eventuales adhesiones ulteriores, no ratificadas por
los responsables en el trámite de audiencia evacuado), ello no implica, en modo
alguno, que dicho texto pueda merecer la consideración del Convenio Colectivo a los
efectos previstos en el Título III del Estatuto de los Trabajadores. Circunstancia esta
que impide cualquier posibilidad de exclusión del ámbito funcional del presente Laudo
de las empresas y trabajadores, cuya afectación por aquel irregular acuerdo se
pretende. Ello supone, como jurídicamente no puede ser de otra forma, que el ámbito
funcional de este Laudo Obligatorio corresponde al ámbito funcional pleno del
Convenio Colectivo del Sector vigente en los años 2000-2001 y cuya denuncia puso en
marcha el nuevo proceso negociador abortado, correspondiente a la misma unidad de
negociación.
Una última reflexión general sobre la naturaleza y objeto del presente Laudo. Su
dictado sobre las bases de equidad no puede ignorar su carácter sustitutorio de un
proceso negociador que se ha visto frustrado. Por consiguiente, el árbitro que suscribe,
además de tener presentes los distintos elementos que aparecen en el propio proceso
negociador, ha de considerar el marco general vigente para la negociación colectiva y
el tono de los compromisos asumidos por las organizaciones sindicales y
empresariales más representativas (que, de otra parte, son mayoritarias en este
ámbito), orientadoras de aspectos de cualquier contenido negociador.
Este dato, que sin duda limita -mejor delimita- las facultades de este árbitro, obliga
a buscar los diferentes elementos de propuesta, para poder configurar una «copia de
convenio» razonablemente equilibrada. Por ello, en este Laudo se contemplan
medidas relacionadas con la retribución de los trabajadores que intenta componer las
posiciones de ambas partes y sin que puedan desvincularse las correspondientes
previsiones salariales de otras relativas a jornada y tiempo de trabajo, prejubilaciones,
entre otras.
En materia de jornada, este Laudo, ha de tener en cuenta que se trata de una
materia que aconseja un tratamiento a nivel estatal, capaz, así, de corregir peligros de
competencias indeseables procedentes de ámbitos territoriales diferentes. De otra
parte, el diferente régimen de jornada en los distintos subsectores funcionales que
abarca este Laudo, haría complicado, al menos en esta instancia, un tratamiento
correcto de medidas de reducción del tiempo de trabajo. Por tal motivo, las posteriores
limitaciones que se recogen, que no pueden desconocer su evidente incidencia
económica directa, se expresan en días, acumulables a vacaciones o cualesquiera otras
fórmulas que, atendiendo a las peculiaridades de cada caso, puedan negociarse con las
empresas. Por fin, en esta materia se propone una Mesa Técnica en la que puedan
abordarse algunas cuestiones pendientes de definición que son de una gran
complejidad técnica y que se ven directamente afectadas por la reciente Directiva del
Consejo y del Parlamento Europeos.
Los contenidos anteriores se ven completados con un régimen particular,
ciertamente ventajoso, de prejubilación parcial, formulado en términos sin duda
atractivos para los trabajadores, y con el reconocimiento de la acumulación de horas
sindicales, dando así respuesta a una tradicional demanda de los trabajadores y sus
representaciones.
En otro orden de cosas, y teniendo presente las opiniones recogidas en el
correspondiente trámite de audiencia, el arbitraje establece un sistema de estudio y
fijación de los criterios de determinación de los servicios mínimos en el sector. Resulta
evidente que tales cuestiones permiten un tratamiento más adecuado en tan delicada
materia, desvinculado de los conflictos concretos en actividad, reconduciéndolo a
sistemas de autorregulación en los que se expresa la autonomía colectiva, en todo caso,
se contempla la presencia de un «tercero» a las partes que puedan coadyuvar a la
búsqueda de fórmulas satisfactorias.
No es preciso, asimismo, señalar como, dada la vocación convencional de esta
resolución arbitral, una vez denunciado a la finalización de su vigencia y, en tanto en
cuanto no se llegue a un nuevo convenio, quedarán en vigor las cláusulas normativas
del propio cuerpo del Laudo.
Por fin, esta Laudo, nacido a partir de un proceso negociador y compartiendo la
eficacia de un Convenio Colectivo, deja en vigor todo el contenido normativo del
convenio anterior, salvo, claro está, en aquellas materias directamente abordadas por
la resolución arbitral. Esta circunstancia podría hacer aconsejable un proceso de
refundición normativa que, sin duda, podría facilitar un más claro y mejor
conocimiento de la regulación sectorial en este caso aplicable.

Recomendaciones

En el marco del presente Laudo en el que se expresa un proceso negociador


fracasado, este árbitro, además de dictar algunas cláusulas de eficacia normativa que
tratan de recoger los aspectos sustanciales de la negociación frustrada, quisiera
realizar algunas recomendaciones a los sujetos negociadores, partes, por ende, de este
conflicto.
Son recomendaciones de carácter de valor jurídico formal, realizadas -con el
máximo respeto a los agentes sociales y a sus representados- desde la conciencia de
que en este ámbito no sólo la norma posee valor y significado y de cómo las relaciones
laborales se ven permanentemente entreveradas de acuerdos no normativos, simples
compromisos y, no pocas veces, incluso gestos.
De otra parte, no es preciso señalar cómo las facultades que corresponden al
árbitro, aun resolviendo en equidad, están claramente circunscritas a determinadas
materias vinculadas a la negociación y al conflicto que están en su base y, en todo caso,
al ámbito competencial de la autonomía colectiva, es decir, del poder negociador. En
modo alguno el árbitro puede establecer cláusulas o imponer comportamientos en
áreas que corresponden a las facultades empresariales o a los derechos individuales
del contrato de trabajo, sólo definibles a partir de la autonomía individual.
Desde esta visión, y con este limitado alcance, me atrevo a proponer algunas
recomendaciones partiendo de la idea de que cualquier proceso negociador (en este
caso, sustitutorio de la negociación) no debe agotar su objetivo o la estricta fijación de
condiciones laborales. Una actuación de valor colectivo, como ésta, debe tener
presente la dialéctica negociadora, el presente y el futuro de este sector y de las
condiciones de prestación de la actividad en el mismo.
I. En esta perspectiva, este árbitro se permite formular una primera recomendación
relativa a la organización y estructura de la negociación colectiva en el conjunto del
Sector de los Transportes de Viajeros por Carretera.
No parecer preciso recordar cómo éste, al igual que los restantes sectores, se
vertebraba en el pasado en torno a una Ordenanza Laboral de ámbito estatal, en la que
se recogían homogéneamente para toda España determinadas condiciones de trabajo y
de la organización productiva; todo ello, sin perjuicio de la convivencia de diversos
convenios sectoriales de ámbito inferior.
Pues bien, la sustitución del antiguo modelo de relaciones laborales por un nuevo
sistema democrático devuelve a la autonomía colectiva el papel que le corresponde.
Por ello, derogadas todas las Ordenanzas y ante la imposibilidad de alcanzar un
convenio estatal, con base en lo dispuesto en la Disposición Transitoria Sexta del
Estatuto de los Trabajadores y del propio Acuerdo Interconfederal de Cobertura de
Vacíos de 13 de mayo de 1997, se dictó un Laudo de carácter estatal en el que se
recogieron algunos de los puntos fundamentales que ya se contenían en la antigua
Ordenanza y algunos otros de interés para el conjunto del sector.
No obstante, y sin perjuicio de la calidad técnica de dicho Laudo, siguen siendo
numerosos los aspectos de regulación homogénea (buena parte de los mismos siguen
en la antigua Ordenanza) que demandan una negociación en profundidad para todos y
cuya falta de regulación adecuada genera no pocas incertidumbres y problemas.
De otra parte, no es preciso señalar la naturaleza de la actividad de Transportes de
Viajeros por Carretera, que se desarrolla con frecuencia fuera del ámbito propio del
domicilio de las empresas, resultando más visibles -y a veces más perturbadores- los
contrastes de condiciones laborales de personas que desempeñan la misma actividad
profesional en empresas pertenecientes a distintas provincias y localidades.
Son, por consiguiente, no pocas las razones que hacen particularmente
recomendables en este ámbito sectorial la urgente promoción de un marco negociador
de nivel estatal, el cual, además de sustituir el Laudo existente, sea capaz de abordar
las cuestiones y contenidos que a la negociación estatal encomendaba el Acuerdo
Interconfederal sobre Negociación Colectiva, suscrito por CEOE, CEPYME, CC OO y la
UGT en 1997, cuestiones tales como: el ámbito funcional, la contratación laboral del
sector, la estructura profesional, la estructural salarial, las jornadas, la movilidad, los
cambios de condiciones de trabajo, los derechos sindicales, los procedimientos de
solución extrajudicial de conflictos, la formación profesional, la salud laboral, etcétera;
así como los criterios generales del procedimiento negociador, la administración de
convenios y la propia articulación de la negociación colectiva en los distintos ámbitos
territoriales y funcionales que integran el sector.
A partir de este referente estatal, siguiendo de nuevo el Acuerdo Interconfederal,
podrá organizarse un adecuado sistema de convenios colectivos de ámbitos inferiores,
capaces de abordar y resolver la problemática concreta que tiene planteada el sector en
los diferentes ámbitos territoriales en los que se desenvuelve, definiendo, de este
modo, un adecuado sistema de negociación colectiva articulada que, sin duda, hará
progresar nuestro sistema de relaciones laborales en el marco del Transporte de
Viajeros por Carretera.
II. En otro orden de cosas, permítanme una recomendación respetuosa a los
agentes sociales, particularmente a las centrales sindicales para que, como sucede en
otros ámbitos profesionales, actúen partiendo de la asunción de su significado como
organizaciones que ostentan la representación de los trabajadores. Representación
esta, que no puede ser puesta en entredicho en cada momento ni por opiniones de
determinados colectivos, por relevantes que sean, no vinculados a estructuras
organizativas de representación. La naturaleza representativa del mandato de los
representantes sindicales, base y fundamento del sistema de representación sindical
en modelos de democracia social, como el que felizmente define nuestra Constitución,
no puede estar permanentemente puesto en cuestión o sometido al plácet de
instancias efímeras o inorgánicas, lo que podría debilitar este instrumento esencial de
defensa de los intereses del conjunto de los trabajadores.
Cuando los responsables sindicales negocian con los representantes empresariales,
ponderando y valorando una gran diversidad de elementos e intereses, no pueden
verse mediatizados por elementos externos a la valoración estratégica en cada caso
más oportuna, valoración que, inevitablemente, corresponde a los sindicatos y, en su
ámbito, a las organizaciones empresariales.
De otro modo, se correría el riesgo, peligroso riesgo, de debilitar estas estrategias y,
por ende, los intereses sociales que tutelan. Y no es sino ésta la forma normal de
actuación de las organizaciones sindicales en la generalidad de los sectores
profesionales de nuestro país y, desde luego, la que corresponde a los modelos de
relaciones laborales más avanzados, tanto desde el punto de vista de la competitividad
económica, como y sobre todo, de la mayor y mejor cohesión y progreso sociales. Y
este modelo es el resultado de no pocos años de esfuerzo sindical y de consolidación de
nuestro modelo de negociación colectiva y concertación social.
III. Por fin, el árbitro que suscribe se permite, también desde la prudencia y el
respeto, una ulterior recomendación, dirigida a las partes negociadoras del convenio
que ha dado lugar a estas actuaciones y a los propios poderes públicos.
Este árbitro no ignora las dificultades de este sector profesional y cómo ellas
afectan también a las condiciones laborales de los trabajadores que lo integran. Estas
circunstancias, es evidente, tienen incidencia en el clima social que ha acompañado a
la declaración de huelga, creándose una espiral de tensión que, con independencia de
la atribución de responsabilidades que cada uno entienda que debe realizar, sólo los
trabajadores mismos y los sindicatos pueden ser capaces de dominar y superar. A tal
efecto, parece preciso que empresarios y trabajadores recuperen la normalidad en las
actividades y un adecuado clima de diálogo.
Por ello, aun consciente que no corresponde a este árbitro tomar decisiones que,
incluso queden fuera del poder de la negociación colectiva, quisiera pedir
-recomendar- a los trabajadores, la plena vuelta a la actividad regular y, en el mismo
marco, me atrevo a pedir a los empresarios representados en este acto por sus
organizaciones, la retirada y cese de efectos de cualesquiera sanciones, despidos,
suspensiones, etcétera, que encuentran su fundamento en los eventuales
incumplimientos de algunos trabajadores que hayan tenido lugar en este proceso
negociador y en la huelga que ha sido consecuencia del mismo. Y, asimismo, me atrevo
a solicitar la regularización de las medidas de renovación contractual y nuevas
contrataciones.
Este árbitro entiende la dificultad que puedan encontrar empresarios y
trabajadores para acceder a esta petición, pero pretende que ambas partes entiendan
hasta que punto un nuevo esfuerzo de «diálogo» es preciso para la plena
normalización de la actividad laboral en este estratégico sector profesional, sin
necesidad de apuntalar la petición efectuada en la expectativa social esperanzadora
que las presentes actuaciones despiertan en un importantísimo número de ciudadanos
de nuestra Comunidad, seriamente afectados por este conflicto.
Por fin, una, también respetuosa, petición a las Autoridades Públicas competentes,
tanto del Estado como de la Comunidad Autónoma, a los efectos de que, de ser
jurídicamente posible, eviten la imposición de las correspondientes sanciones a las
empresas por incumplimientos de los servicios respecto de los que resulta realmente
difícil hacerles responsables. Esta petición, que encuentra su referente en las
recomendaciones anteriores, facilitaría, en opinión del que suscribe, la inmediata y
más adecuada y plena normalización de este estratégico sector.
A la vista de todas las consideraciones anteriores se emite el siguiente

Laudo arbitral

Primero. Ámbito funcional


El presente Laudo será de aplicación a todas las empresas y trabajadores de
Transportes de Viajeros por Carretera de la Comunidad de Madrid que presten
servicios de Transportes Regulares Permanentes de uso general y de uso urbano e
interurbano, Regulares Temporales, Regulares de uso especial, Discrecionales y
Turísticos.
Segundo. Vigencia
El presente Laudo entrará en vigor al día siguiente de su dictado. No obstante lo
anterior, las condiciones económicas establecidas en el mismo tendrán carácter
retroactivo desde el día 1 de enero de 2002.
La duración de este Laudo será de cuatro años desde la fecha anterior, es decir,
hasta el 31 de diciembre de 2005.
Dada la naturaleza del Laudo, sustitutorio de un Convenio Colectivo, al término de
su vigencia, se prorrogará de año en año si no media denuncia expresa de alguna de las
partes. Dicha denuncia habrá de formalizarse, por las partes legítimadas para instar el
correspondiente Convenio Colectivo, dentro del plazo de dos meses anteriores a su
vencimiento o al de las respectivas prórrogas si las hubiera, en los términos previstos
en el Convenio Colectivo del Sector vigente hasta el 31 de diciembre de 2001. Una vez
producida la denuncia de este Laudo y en tanto en cuanto no se llegue a un convenio
que lo sustituya, quedará en vigor el contenido normativo del mismo.
No obstante lo dispuesto en los párrafos anteriores, este Laudo cesará en su
vigencia de producirse el correspondiente Acuerdo válido de las partes legitimadas
para la negociación, de conformidad con lo previsto en el artículo 87 del Estatuto de
los Trabajadores y en los términos establecidos en el Título III de dicha normativa.
Tercero. Incremento económico
Con efectos 1 de enero de 2002, las tablas salariales vigentes en dicha fecha se
incrementarán en 48,08 euros, de los que 18,03 irán al salario base y 30,05 al plus de
convenio. El resto de los conceptos económicos del convenio se incrementarán según
la variación del IPC, diciembre sobre diciembre, prevista por el Gobierno en la
presentación de los Presupuestos Generales del Estado para dicho año; en caso de que
la variación del IPC real, diciembre sobre diciembre, supere dicha previsión, se
efectuará una revisión para estos conceptos económicos por importe de la diferencia,
de forma que se garantice el incremento de la variación del IPC real en los mismos.
Con efectos 1 de enero de los años 2003, 2004 y 2005 la totalidad de los conceptos
económicos se incrementará según la variación del IPC, diciembre sobre diciembre,
prevista por el Gobierno en la presentación de los Presupuestos Generales del Estado
para dichos años, más 0,7 puntos porcentuales. En caso de que la variación del IPC
real, diciembre sobre diciembre, en cada año supere la prevista, se efectuará una
revisión de todos los conceptos económicos por importe de la diferencia de forma que
se garantice el incremento del IPC real más 0,7 puntos porcentuales en los años 2003,
2004 y 2005.
Cuarto. Jornada y tiempo de trabajo
A) Quedan en vigor las normas sobre jornada y tiempo de trabajo del Convenio
Colectivo de Transportes de Viajeros por Carretera de la Comunidad de Madrid para
los años 2000-2001, sin perjuicio de las reducciones en su duración que a
continuación se recogen:
a) A la entrada en vigor de este Laudo y para todos los colectivos afectados por el
mismo, el tiempo de trabajo se verá reducido en el valor de un día completo de trabajo
en jornada completa.
b) A partir del 1 de enero de 2003 se producirá una nueva reducción de un día
completo de trabajo en jornada completa.
c) A partir del 1 de enero de 2005 tendrá lugar una nueva reducción de otro día
completo de trabajo en jornada plena.
Salvo pacto en contrario, los días anteriormente señalados en que se concreta la
reducción de la jornada y tiempo de trabajo establecido en el presente Laudo, se
acumularán a los correspondientes períodos vacacionales de acuerdo con la normativa
aplicable al efecto.
B) Dentro de los tres meses siguientes a la publicación de este Laudo, las partes
integrantes de la Comisión Deliberadora de la Negociación Colectiva que está en el
fundamento del mismo, habrán de establecer una Mesa Técnica para el Estudio y
Ordenación de la Jornada en el Sector, en la que se aborden, entre otras cuestiones, la
definición y delimitación de las horas efectivamente trabajadas y las horas de
presencia, así como una mejor ordenación horaria de las diferentes áreas de actividad
que integran el sector, teniendo en cuenta la normativa existente así como los
instrumentos emanados de la Unión Europea a este respecto, en particular la Directiva
2002/15 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 11 de marzo de 2002, relativa a la
ordenación del tiempo de trabajo de las personas que realizan actividades móviles de
transporte por carretera, pendiente de transposición al ordenamiento interno español.
Todo ello sin perjuicio de lo que en su día pueda establecerse en el marco estatal de la
negociación colectiva del sector.
Dicha Comisión o Mesa Técnica estará integrada por una representación paritaria
de siete miembros por cada parte y por un Presidente designado por acuerdo de ambas
partes.
Quinto. Autorregulación de Servicios Mínimos
En el plazo de tres meses desde la entrada en vigor del presente Laudo, se creará
una Comisión para el establecimiento y fijación de Servicios Mínimos en caso de
huelga en el sector de Transporte de Viajeros por Carretera de la Comunidad de
Madrid. Estará compuesta por quince miembros, todo con voz y voto: Siete designados
por las representaciones sindicales de USO-SLT, UGT y CC OO; siete designados por
las organizaciones empresariales FENEBÚS, Federación Empresarial de Transportes
de Viajeros de la Comunidad de Madrid y AETRAM; y uno designado por mutuo
acuerdo entre las partes de entre personas de reconocido prestigio e independencia.
De no alcanzarse acuerdo a este respecto, su designación recaerá en el árbitro de este
conflicto o persona que el mismo delegue.
Los acuerdos de la Comisión se adoptarán por mayoría del conjunto de sus
miembros y tendrán fuerza vinculante para ambas partes desde el momento de su
adopción.
Sexto. Horas sindicales y su acumulación
Los representantes legales de los trabajadores dispondrán del número de horas
legalmente establecido para el desarrollo de sus cometidos sindicales, pudiendo
acumularse las horas de los Delegados de Personal o Miembros de los Comités de
Empresa en uno o varios de sus miembros pertenecientes a una misma Sección
Sindical o Sindicato.
Dicha acumulación, de no corresponder a la programación general establecida por
cada Sección y conocida por la empresa, habrá de comunicarse a ésta con una
antelación mínima de cuarenta y ocho horas al inicio de su utilización, a los efectos de
no alterar la organización de la actividad laboral, debiendo especificarse el nombre del
cedente, el del cesionario y el número de horas objeto de cesión.
Séptimo. Jubilación parcial de los trabajadores
Los trabajadores en los que concurran las condiciones establecidas en el artículo 12
del Estatuto de los Trabajadores, podrán solicitar de sus respectivas empresas la
jubilación parcial, petición que habrá de ser aceptada por éstas en las condiciones
legalmente establecidas.
En tal caso, los complementos salariales de puesto de trabajo (plus conductor
perceptor, quebranto de moneda, plus disponibilidad de discrecional) y cualesquiera
otros complementos referibles a día de trabajo existentes en el ámbito de las empresas,
serán abonados proporcionalmente a la jornada que cada trabajador realice. La
jornada del trabajador jubilado parcialmente y la del trabajador relevante habrán de
fijarse con carácter anual.
Octavo. Comisión Paritaria
Se constituye una Comisión Paritaria, integrada por seis representantes de cada
una de las partes, empresarial y social, para entender de cuantas cuestiones de
carácter general referentes a la aplicación del presente arbitraje le sean sometidas por
cualquiera de las partes. Entenderá igualmente de las propuestas de inaplicación del
régimen salarial que los interesados puedan someterla.
Cuando la Comisión Paritaria no logre en su seno acuerdos para la solución de los
conflictos a ella sometidos en virtud de lo previsto en el apartado anterior, las partes se
obligan a acudir a la vía establecida en el Acuerdo Interprofesional sobre la creación
del Sistema de Solución Extrajudicial de Conflictos y del Instituto Laboral de la
Comunidad de Madrid y su Reglamento de 22 de noviembre de 1994.
Sin perjuicio de lo específicamente establecido en este Laudo, la solución de los
conflictos colectivos de interpretación y aplicación de este arbitraje y cualesquiera
otros que afecten a los trabajadores y empresarios incluidos en su ámbito de
aplicación, se efectuará conforme a los procedimientos regulados en el Acuerdo
Interprofesional citado en el apartado anterior.
Noveno. Cláusula Final
El Convenio Colectivo de Transporte de Viajeros por Carretera de la Comunidad de
Madrid con vigencia para los años 2000 y 2001 se mantendrá vigente en su contenido
normativo, salvo las previsiones establecidas en el presente Laudo que le puedan
afectar.

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