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En este artículo se aborda el papel geopolítico de los Estados Unidos («el Tío
Sam») en el entramado internacional. Cuestiones tales como el incremento
de la brecha Norte-Sur, la rentabilidad económica obtenida de China, los
beneficios logrados con el cobro de la deuda de los países del Tercer Mundo
son tratadas críticamente. Especial atención se presta al control que «el Tío
Sam» hace del petróleo mundial, la nueva situación del dólar frente a otras
monedas pujantes, el papel del Pentágono como agente redistribuidor de los
ingresos de los más desfavorecidos en favor de los más ricos, el
unilateralismo en materia de política internacional, los nuevos focos de
conflicto y las justificaciones que el Gobierno de Bush ha utilizado para la
invasión de Irak.
El Tío Sam acaba de faltar a su palabra dejando de pagar hasta el 40 por 100 de
sus billones de dólares de deuda externa, y nadie ha dicho nada con la única
excepción de una línea que le dedicó estos días The Economist. Hablando sin
rodeos, eso significa que el Tío Sam lleva a cabo un fraude mundial con su dólar
autosuficiente basándose en la confianza que ha obtenido y recibido del resto del
mundo, y es un gorrón en la medida en que no hace honor a su deuda devolviendo
el dinero que ha recibido. La cantidad que perdamos en nuestra apuesta por el
dólar depende de cuánto hayamos pagado originalmente por él los acreedores. El
Tío Sam dejó caer su dólar, o más bien lo hizo caer, mediante sus medidas
económicas políticamente deliberadas, hasta en un 40 por 100, pasando de un euro
a 80 céntimos de dólar a los actuales 135 céntimos respecto del euro, del yen, del
yuan y de otras divisas. Y el dólar sigue bajando, decididamente dispuesto a caer
en picado.
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La deuda del Tío Sam con el resto del mundo se eleva, actualmente, a un tercio de
su Producto Interior Neto, PIN, y sigue aumentando. Esto hace que su deuda no
pueda ser jamás recuperable ni económica ni políticamente, incluso aunque quisiera
pagarla, lo cual es obvio que no desea hacer. La deuda interna del Tío Sam, es
decir, la de los titulares de tarjetas de crédito e hipotecas, representa casi el 100
por 100 del Producto Interior Bruto y del consumo, incluido el de China. La deuda
federal del Tío Sam asciende actualmente a 7,5 billones de dólares, de los cuales 1
billón se contrajo en las tres últimas décadas, 2 billones en los últimos ocho años y
1 billón más en los últimos dos años. Eso cuesta alrededor de 330.000 millones en
concepto de intereses, comparado con los 15.000 millones que gastan en la NASA.
«¿Preocupado yo?». El Congreso acaba de elevar el techo de la deuda hasta 8,2
billones de dólares. Para que se vea mejor, sólo un billón de dólares en billetes de
1.000 dólares en fajos bien apretados equivaldría a la altura de un edificio de 40
plantas; por lo tanto, los 7,5 billones equivaldrían a 300 pisos o, lo que es lo
mismo, a casi tres veces la altura del Empire State. Casi la mitad de esa cantidad
se les debe a los extranjeros. Toda la deuda del Tío Sam, incluida la deuda de los
hogares, que representa alrededor de 10 billones, la deuda corporativa y financiera,
con sus opciones, productos derivados y otros, más la deuda de los Gobiernos
estatales y locales alcanza la inimaginable cifra de 37 billones; para ayudar al lector
1.480 veces la altura del Empire State y casi cuatro veces el PIN del Tío Sam. La
emisión del Tío Sam efectuada el año pasado, que alcanzó el récord de 140.000
millones en bonos basura de alto rendimiento, puede parecer una tontería, incluso
si se los denomina así porque son (¡sólo!) los primeros que no se van a pagar,
después de la deuda, o junto con ella, de consumo e hipotecas y de las empresas
que se irán al garete. Sólo una parte de esa deuda y de su futura situación de
impago se puede gestionar en el país, pero con peligrosas limitaciones para el Tío
Sam, como se pone de manifiesto más adelante. Esa es sólo una de las razones por
las que quiero que conozcan al Tío Sam, ese gorrón estafador, que tal vez le
recuerde a la película ¿Conoces a Joe Black? Porque a medida que vayamos
conociendo al Tío Sam nos daremos cuenta de que es también un usurero y un
corrupto.
Cuanta menos atención prestemos a las consignas idealistas, tanto mejor» (Estudio
de Planificación Política, núm. 23, 1948, del Departamento de Estado). Como se
puede suponer, dicha aseveración era sólo para el uso privado del Tío Sam. Para el
resto del mundo, incluidos la mayoría de los hijos del Tío Sam, funcionarían mejor
las «consignas idealistas», siempre y cuando no significasen un obstáculo para
nosotros, desde luego. Esto es la concreción del mayor fraude realizado por el Tío
Sam, mediante el sistema piramidal, en todo el mundo. ¿Qué más podía hacerse
para «mantener esta disparidad»? El poder puro y duro ayuda, pero no es
suficiente. Cuanto más si, desde que el Sr. X había escrito su informe, la ya terrible
desigualdad en la distribución de los ingresos se había multiplicado casi por tres. En
la actualidad sólo hay que echarle un vistazo a estos porcentajes: 265 MILLONES
de Tíos Sam consumen más petróleo -el 22 por 100 del total mundial- que los más
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de TRES MIL MILLONES de asiáticos, que entre todos alcanzan el 20 por 100, pero
que quieren más, especialmente China. Desde luego, el Tío Sam también es
responsable de un porcentaje similar de la Buena Tierra. Para ayudarse en el
cometido, también se apoya en el Pentágono, que, para colmo, es probablemente el
mayor y menos visible contaminador individual del mundo.
El rico Tío Sam, y en primerísimo lugar los más ricos entre sus asalariados y
consumidores y, desde luego, el propio Gran Tío de Washington, viven a costa de
los demás países. Además de imprimir la moneda del mundo, el Tío Sam hace lo
mismo con sus «déficit gemelos», primero su presupuesto de más de 600.000
millones de dólares y luego el arriba mencionado y relacionado déficit comercial de
más de 600.000 millones de dólares, ahora a una cifra anual de 666.000 millones,
el mes de diciembre de 2004, como ya vimos. Con ellos, el Tío Sam absorbe los
ahorros de los demás países que -muy a menudo- están muy lejos de la opulencia.
En particular, sus bancos centrales colocan buena parte de sus reservas en la divisa
mundial, que es el dólar, en manos del Tío Sam de Washington y algunos también
en dólares en su propio país. Sus inversores privados envían a Wall Street, o
compran allí, activos en dólares, con la total confianza de que están colocando sus
recursos en el paraíso más seguro del mundo, el del Tío Sam (que, por supuesto, es
parte del antes mencionado fraude de confianza). Sólo de los bancos centrales se
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reciben sumas anuales de alrededor de 100.000 millones de dólares de Europa,
alrededor de 100.000 millones de la pobre China, 140.000 millones del
superahorrador Japón y una cantidad de decenas de miles de millones de muchos
otros países de todo el mundo. En esto se incluyen los inversores y los bancos del
empobrecido Tercer Mundo.
Además, el Tío Sam obliga a los Estados del Tercer Mundo a actuar como agencias
recaudadoras o incluso como matones recaudadores, entendiendo por matones los
enviados para recuperar la propiedad del padrino por cualquier medio. Sólo que en
este caso ni siquiera es eso, porque se está llevando algo nuevo, dado que la deuda
original hace mucho tiempo que fue pagada. Los Estados cobran tasas e impuestos
a la población, pero reducen el gasto social en educación y salud dentro de los
países para desviar esos fondos al pago de la deuda externa. También piden
prestado al capital privado nacional a altos tipos de interés que el Estado paga a los
ricos prestamistas, pero a costa de los impuestos que les cobra a los pobres. De
ese modo, los ingresos se «reciclan» de los pobres hacia los ricos dentro de cada
país y de éstos, a través de la deuda externa, hacia los todavía más ricos del
exterior. Estos ahorros, literalmente forzosos, de los pobres se envían luego al Tío
Sam bajo la forma de «servicio» de la deuda en dólares contraída con él.
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importantes, como lo fue el Canal para acortar el camino hacia la joya del Imperio
Británico, la India.
NOTAS
[ 1 ] Las pocas cifras que no son de disposición general, o del Financial Times del
10 y 15 de diciembre de 2004, y otras fuentes como el International Herald Tribune
también del 15 de diciembre y el Economic and Political Weekly (Mumbai, 4 de
diciembre de 2004, pág. 5189) están tomadas de «The Economics of Uncle Sam
Imperialism at the turn of the 21 st Century» de Gerard Dumenil & Dominique Levy
en Review of International Political Economy, 11, 4 de octubre de 2004, págs. 657-
676. El autor les está agradecido a ellos en París, a Jeffrey Sommers en Riga, a
William Engdahl en Frankfurt y a Mark Weisbrot en Washington por sus útiles y tan
citados comentarios. Barry Gills, en Newcastle, insistió en que me refiriese sólo al
Tío Sam y propuso la división mundial del trabajo entre los consumidores del Tío
Sam y los productores del resto del mundo, y me remitió a Clausewitz. Los lectores
deberán estar agradecidos a Arlene Hohnstock por haber hecho legible esta
narración. Por supuesto, ninguno de ellos es responsable en absoluto de que los
haya usado como una rosquilla. Se pueden encontrar muchas más de mis
observaciones, a través de los ojos de aquel niño, en mi página web en
rojasdatabank/info/agfrank y por lo que respecta al Tío Sam y otros dentro de él,
especialmente en las secciones
http://rrojasdatabank.info/agfrank/new_world_order.html y
http://rrojasdatabank.info/agfrank/online. html#current
El otro consejo procede del gran estratega militar Clausewitz: obliga a los países
que conquistes a que paguen su propia conquista y administración. Eso fue, desde
luego, lo que los británicos hicieron en la India mediante los infames «Gastos
Domésticos» que se enviaban a Londres como pago por la administración británica
de la India. Incluso los propios británicos reconocían que se trataba de un «tributo»
que tuvo mucho que ver con «El Drenaje» de la India hacia el Reino Unido. Pero sin
duda es más eficiente dejar que los propios Estados de los países extranjeros se
administren por sí mismos (los británicos lo llamaron «gobierno indirecto»), según
las normas establecidas e impuestas por el Tío Sam a través del FMI, y luego
efectuar el drenaje del servicio de la deuda. También en eso han sentado un
precedente los británicos en el siglo XIX con los Estados «independientes». A partir
de entonces se le llamaría el «imperialismo del libre comercio». Mientras las normas
funcionan todo va bien. Cuando no funcionan puede resultar muy útil un toque de
diplomacia de las cañoneras, y el Tío Sam ya aprendió a usarla a comienzos del
siglo XX . Cuando no basta con eso, la siguiente opción es invadir y, si es necesario,
ocupar, y luego atender a la norma de Clausewitz de que paguen las víctimas su
propia ocupación. Más adelante mostraremos numerosos ejemplos recientes de
esto y prestaremos especial atención a la actual situación de Irak. Mientras escribía,
y después de escribir lo que antecede, recibí el siguiente mensaje por el correo
electrónico: «Confesiones de un brillante hombre de negocios: Cómo utiliza USA la
globalización para estafar billones a los países pobres. Hablamos con John Perkins,
antiguo y respetado miembro de la comunidad bancaria internacional. En su libro
Confessions of an Economic Hit Man describe cómo un profesional tan bien pagado
como él ayudó a EEUU a estafar a los países pobres de todo el mundo billones de
dólares prestándoles más dinero del que podían devolver y cómo luego tomó el
control de sus economías.
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éxito. Hemos consolidado el mayor imperio de la historia del mundo... básicamente
a través de nuestra manipulación económica, a través de la estafa, del fraude, de la
atracción de la gente hacia nuestro modo de vida, con el concurso de los brillantes
hombres de negocios. Yo tomé parte activa en todo eso... Inicialmente fui reclutado
mientras estudiaba en una facultad de empresariales, a finales de la década de
1960, por la Agencia Nacional de Seguridad, la organización de espionaje más
grande y menos comprendida del país... y luego [ella] nos puso a trabajar en
empresas privadas de consultoría, despachos de ingeniería, compañías
constructoras, de tal modo que si nos descubrían no se pudiera encontrar conexión
alguna con el Gobierno...
De ese modo, los tenemos literalmente con el agua al cuello. Por eso, cuando
necesitamos más petróleo nos dirigimos a Ecuador y le decimos: "Como está visto
que no podéis pagar vuestras deudas, vais a tener que entregar a nuestras
petroleras vuestra selva amazónica, que es rica en petróleo." Y en la actualidad
estamos empezando a destruir la selva del Amazonas, forzando a Ecuador a
entregárnosla porque han acumulado esa deuda con nosotros... [Trabajamos] muy,
pero que muy en contacto con el Banco Mundial, que es el que suministra, junto
con el FMI, la mayor parte del dinero que emplean los brillantes hombres de
negocios.» (http://www.democracynow.org/article.pl?sid=04/11/09/1526251 ).
En último lugar, aunque no por ello menos importante, los productores de petróleo
colocan sus ahorros con el Tío Sam. Con la «crisis» del petróleo que recuperó su
precio real después de que su valoración en dólares hubiera caído en 1973, el
siempre astuto Henry Kissinger estableció un acuerdo con el mayor exportador de
petróleo del mundo, Arabia Saudita, según el cual seguiría cotizando el petróleo en
dólares, y estas ganancias se depositarían en la casa del Tío Sam, que las
compensaría parcialmente con pertrechos militares. Ese acuerdo se amplió de facto
a toda la OPEP y siguió en vigor, salvo en los momentos previos a la invasión de
Irak, en que este país decidió de repente establecer los precios de su petróleo en
euros e Irán amenazó con hacer lo propio. Corea del Norte no tiene petróleo, pero
comercia enteramente en euros. Esos tres países constituyen el «eje del mal». En
la actualidad, Venezuela es uno de los principales proveedores de petróleo del Tío
Sam y también suministra una cierta cantidad a precios preferentes, por la vía del
intercambio comercial al margen del dólar, a países como Cuba. Por ese motivo, el
Tío Sam patrocinó y financió a los comandos militares de su vecino Plan Colombia,
promovió un golpe de Estado ilegal y, cuando éste falló, un referéndum legal
tratando por todos los medios de provocar un «cambio de régimen» también allí; y
ahora, junto con Brasil, a los tres países se los está empezando a considerar como
otro «eje del mal».
Después de haber escrito esto, me encontré con que el bueno del Sr. Perkins, el
[brillante] hombre de finanzas, también estuvo en Arabia Saudita: «Efectivamente,
fue una etapa fascinante. Lo recuerdo bien... el Departamento del Tesoro me
contrató junto con un pequeño grupo de brillantes hombres de negocios. Viajamos
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a Arabia Saudita... Allí redactamos ese acuerdo por medio del cual la Casa Real
Saudita accedía a enviar la mayoría de sus petrodólares a Estados Unidos y a
invertirlos en bonos del Gobierno. El Departamento del Tesoro emplearía los
intereses de estos bonos en contratar a empresas estadounidenses para construir
Arabia Saudita -nuevas ciudades, nuevas infraestructuras- y así lo hicimos. Y la
monarquía saudita se comprometió a mantener el precio del petróleo dentro de
unos límites razonables para EEUU, lo cual hizo a lo largo de todos estos años,
mientras que nosotros nos comprometimos a mantener a la dinastía saudita en el
poder mientras ellos siguiesen cumpliendo sus compromisos, cosa que también
hicimos, y ésa fue una de las razones principales por las que entramos en guerra
con Irak. Y en Irak intentamos aplicar la misma política que tan buenos resultados
nos había dado en Arabia Saudita, pero Saddam Hussein no compró la idea. Cuando
los brillantes financieros fallan en este escenario, el siguiente paso es el que
nosotros llamamos el de los chacales. Los chacales son gente autorizada por la CIA
que trata de promover un golpe de Estado o una revolución. Si esto tampoco
funciona, provocan algunas muertes. O tratan de hacerlo. En el caso de Irak, no
fueron capaces de derrocar a Saddam Hussein. Contaba con unos guardaespaldas
demasiado buenos. Además, tenía dobles. No le pudieron echar mano.
De modo que se puso en marcha la tercera línea de defensa después del fallo de los
brillantes financieros y de los chacales: nuestros jóvenes hombres y mujeres, que
se envían a morir y a matar y que es, obviamente, lo que hemos hecho en Irak.»
(http://www. democracynow.org/article.pl?sid= 04/11/09/1526251 ).
¿Pero qué ocurre si se diluye la confianza y dejan de entrar los dólares? Las cosas
se están poniendo inestables en la casa del Tío Sam. El declive del dólar reduce los
necesarios ingresos de dólares. El último mes fueron de 48.000 millones en lugar
de 55.000. Por eso el doctor Alan Greenspan tiene que elevar los tipos de interés
para mantener un cierto atractivo por parte del Tío Sam para los dólares
extranjeros que necesita para tapar la brecha comercial. Como compensación por
haber sido confirmado por el presidente Bush, prometió hacerlo cuando hubiesen
pasado las elecciones.
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préstamos y todavía más consumo. Así volaron los capitales del Este de Asia
después de la crisis financiera de 1997. Volaron hacia el seguro paraíso del Tío
Sam, tanto a Washington en Bonos del Tesoro como a Nueva York en acciones de
Wall Street. Al mismo tiempo, el Tío Sam se benefició de las crisis mediante la
compra de las devaluadas divisas del Este de Asia y su utilización para comprar los
recursos reales de esa región; en Corea compró incluso bancos a precios de
auténtica ganga. Eso fue lo que dio lugar al gran mercado alcista de los precios de
las acciones y a una mayor riqueza aparente, que también sirvió de respaldo a un
mayor consumo. A partir de ese momento, el mercado de valores ha vuelto a
desplomarse.
Hasta ahora, la aparente inflación de los precios externos en rublos y pesos y sus
consiguientes devaluaciones han sido una deflación de hecho en lo que se refiere a
la divisa dólar mundial. Entonces el Tío Sam imprimía dólares para comprar a
precios de saldo sus recursos naturales a Rusia (cuya economía andaba entonces
por los 100.000 millones de dólares), y sus empresas e incluso sus bancos, como
en Corea del Sur. No hay duda de que ahora el doctor Greenspan y el Tío Sam
vuelven a intentar que otros bancos centrales suban también sus tipos de interés y
hundan a sus ciudadanos en una depresión aun más profunda. Pero aunque
mediante ese recurso pueda anularse la relativa atracción de su propio aumento de
los tipos de interés ¿cómo podría eso salvar al propio Tío Sam?
Más allá de Osama Bin Laden, de Al Qaeda y de todos los terroristas juntos, la
mayor amenaza del mundo real para el Tío Sam es que no se mantenga esta
entrada de dólares. Por ejemplo, los bancos centrales extranjeros y los inversores
privados (se dice que los «chinos de ultramar» poseen su buen billón de dólares)
podrían decidir un día de estos colocar la mayor parte de su dinero en otro lugar
que no sea el declinante dólar y abandonar al pobre y viejo Tío Sam a su suerte.
China podría duplicar su renta per cápita en muy poco tiempo si hiciese inversiones
reales en su propio país en lugar de hacer inversiones financieras con el Tío Sam.
Efectivamente, Henry G. K. Liu escribe, aunque con cierto toque de irrealismo, que
«si los 430.000 millones de dólares de las exportaciones chinas se consumiesen en
el país a su precio final de mercado, se sumarían 2,15 billones de dólares al PNB
chino de 2003, que es de 1 billón de dólares, triplicándolo»
(http://archives.econ.utah.edu/archives/a-list/2004w07).
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Los bancos centrales, tanto los europeos como los demás, pueden ahora poner sus
reservas en euros -¡al alza!- o muy pronto podrán hacerlo en los revaluados yuanes
chinos. Casi a la vuelta de la esquina puede estar una divisa del Este Asiático, o lo
que es lo mismo, una cesta de monedas, en primer lugar de la ASEAN _ 3 (China,
Japón, Corea) y luego _ 4, con India. Mientras que las exportaciones totales de la
India en los pasados cinco años se elevaron en un 73 por 100, las de la ASEAN
duplicaron esa tasa y seis veces la de China. India se ha convertido en un miembro
de alto nivel de la ASEAN, y su Primer Ministro acaba de declarar que la India desea
mantener relaciones cada vez más estrechas con la ASEAN, y sus ambiciones van
todavía más allá encaminadas a una EAC desde la India a Japón (Economic and
Political Weekly) . No es casual que en la crisis de la Divisa del Este de Asia de
1997, que luego se transformó en una crisis económica total, el Tío Sam impidiera a
Japón que iniciase el propuesto fondo de monedas del Este Asiático que habría
evitado por lo menos lo peor de la crisis económica. Pero ahora China, el amigo del
Tío Sam, ya está dando los pasos necesarios para establecer dicho arreglo, sólo que
en una escala financiera y ahora también económica mucho mayor.
NOTAS
[ 2 ] El autor juega con la expresión inglesa «to call a spade a spade» («llamar una
espada a una espada»), que equivale en español a «llamar a las cosas por su
nombre», o a «llamar al pan, pan, y al vino, vino».
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Así pues, muchos bancos centrales de diferentes países han empezado a colocar
una parte cada vez mayor de sus reservas en euros y en divisas distintas a los
dólares del Tío Sam. Ahora, incluso su mejor amigo, el Banco Central de China, el
país más amigo del Tío Sam por necesidad, ha empezado a comprar algunos euros.
La propia China ha empezado también a usar algunos de sus dólares -en la medida
en que se los aceptan- para comprar bienes reales a otros países asiáticos y miles
de toneladas de acero a Brasil, etcétera. El presidente de este país visitó China
recientemente al frente de una nutrida delegación económica, y el presidente chino
acaba de visitar Argentina. También van detrás del petróleo africano y de los
minerales de Sudáfrica.
Todos los esquemas de Ponzi levantan una pirámide financiera. Muchos de los que
pagan para entrar en ellos proceden ya de un mundo financiero, pero otros
necesitan obtener sus pagos iniciales mediante ingresos provenientes de la
producción en el mundo real. En el mundo actual de las transacciones financieras,
que cada día son cien veces más que todos los pagos juntos por bienes y servicios
reales, los financieros dejan en la sombra a los reales, ocultos por el brillo de los
primeros. Además, para sobresimplificar un asunto muy complejo y ponerlo en un
lenguaje más accesible a los legos, las opciones, los derivados, las operaciones
cruzadas y otros recientes instrumentos financieros han ido todavía mucho más allá
en la composición de los intereses ya compuestos sobre las propiedades reales en
las cuales se basan sus apuestas y sus deudas, lo cual ha contribuido al crecimiento
espectacular del mundo financiero. Sin embargo, la pirámide financiera que ahora
vemos en todo su esplendor y brillantez, especialmente en la casa del Tío Sam, que
es su centro, sigue asentada sobre la base de un mundo real productor _ mercantil
_ consumidor, por más que el mundo financiero también proporciona créditos para
las transacciones de ese mundo real.
Ahora tenemos que mirar al mundo como si fuera una rosquilla, semejante a tantas
ciudades del cinturón industrial del Tío Sam. El centro está abandonado y vacío
debido a que la producción y el consumo se han desplazado hacia los suburbios
circundantes (en el Detroit de la industria automotriz, los escaparates de la
principal galería comercial, la Hudson, han estado tapados durante años, a pesar de
que Detroit ha construido un costoso «Renaissance Center» para repoblar su centro
urbano, proceso que ha tenido «éxito» en algunas otras ciudades). La abandonada
Flint de la General Motors es el punto de partida de Michael Moore, que la refleja en
películas que van desde (el ejecutivo de GM) «Roger y yo» hasta «Fahrenheit 9-
11». Podríamos observar el mundo entero como si se tratara de una rosquilla, con
el Tío Sam en su conjunto ocupando el agujero central, que casi no produce nada
que se pueda vender fuera. Las principales excepciones son los bienes del agro y el
equipamiento militar que están muy subvencionados por el Gobierno del Tío Sam y
que pagan sus propios contribuyentes y la máquina de imprimir dólares, y aun así
arrastra un déficit presupuestario de más de 600.000 millones de dólares.
La GRAN diferencia en lo que se refiere a esta rosquilla del Tío Sam es que tanto el
presupuesto como el déficit comercial de más de 600.000 millones de dólares están
financiados por los extranjeros, como ya hemos visto. El Tío Sam excluiría a la
mayor parte de ellos como personas, pero recibe encantado los bienes reales que
producen. Como consumidor mundial de última instancia, como ya se ha sugerido,
el Tío Sam desempeña esta importante función en la actual división política y
económica mundial del trabajo: todos los demás producen y necesitan exportar, y el
Tío Sam consume y necesita importar.
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millones de personas, sin mencionar a los incontables millones de dólares y a sus
poseedores, a un torbellino de consecuencias no calculadas y tal vez incalculables.
Mucha gente, tanto si está arriba como si está abajo en el tótem mundial, tiene
ante sí el GRAN reto de evitar que eso ocurra, aunque para ello sea necesario
seguir inflando al vacío Tío Sam como si fuera un globo. O bien, utilizando un
conocido símil, seguir simulando que el emperador desnudo está vestido y enviar a
alguien que le haga la pelota.
Ese sigue siendo el caso de China, para la cual una confrontación financiera con el
Tío Sam sería un mal que reportaría algo bueno: eso obligaría a China a cambiar la
trayectoria de la política económica y en lugar de entregar sus bienes por nada al
Tío Sam, volcar la producción y el consumo hacia adentro, hacia su propio y pobre
país y hacia los del Este Asiático, y todo esto se podría y se debería hacer ya; esto
último, China ya ha empezado a hacerlo hace poco, pero no lo primero. ¿Qué
pasaría, pues, con los ricos que ocupan la parte superior de la pirámide de Ponzi del
Tío Sam si desapareciese la confianza de los bancos centrales más pobres y de los
exportadores de petróleo que ocupan la parte intermedia, y si los más pobres entre
los pobres de todo el mundo, confiados o no, no pudiesen seguir haciendo sus
pagos iniciales en la base? La estafa de la pirámide de Ponzi del Tío Sam se
hundiría -¿o se hundirá?- como les ocurrió anteriormente a todos esos planes, sólo
que esta vez con un gran estallido mundial. Reduciría la actual demanda mundial de
consumidor de última instancia del Tío Sam a una escala mundial real(ista) y
dañaría a muchos exportadores y productores de todo el mundo. De hecho, puede
implicar una reorganización fundamental total de la economía política mundial
regida actualmente por el Tío Sam.
Desde luego, el hundimiento del dólar significaría una caída en picado al implicar el
impago de la deuda del Tío Sam. Por eso, también provocaría simultáneamente la
pérdida de sus activos en dólares de todos los extranjeros y de los ricos
estadounidenses.
Razón de más para que DEBAMOS resolverlo. Pero la salida del callejón no tiene por
qué ser como un aterrizaje suave. Indudablemente puede resultar dura. El
desmoronamiento de la pirámide de Ponzi del Tío Sam costará mucho y los mayores
costes recaerán como de costumbre sobre los más pobres, que son los menos
capaces de soportarlos, pero que son también los que menos pueden evitar que los
obliguen a hacerlo. Y la históricamente necesaria transición desde la rosquilla
controlada por el Tío Sam puede precipitar al mundo entero en la depresión más
profunda que jamás haya conocido. Sólo el Este Asiático está en una posición
relativamente buena para salvarse de caer al precipicio, pero aun así después de
haber pagado un elevado coste por esta transición ¡hacia sí mismo!
Sin embargo, el mundo se enfrenta a un callejón sin salida, geopolítico y militar
global, todavía más demencial. Ahí sigue la gran incógnita, tal vez indescifrable.
¿Cómo reaccionaría (¿reaccionará?) el Tío Sam como un Tigre de Papel (moneda)
herido por un desmoronamiento de la estafa de la pirámide Ponzi gracias a la cual
él y los millones de tíos Sam se han dado la buena vida? Para compensar la
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reducción de pan y de derechos civiles, pero el aumento de los actos de patriotismo
en casa, un Tío Sam más chauvinista puede montar en el exterior el circo de la
Tercera Guerra Mundial. Un derrumbe del dólar acabará con el soporte financiero y
esto desalentará a sus víctimas extranjeras de seguir pagando las nuevas aventuras
del Pentágono en el exterior. Pero todavía podría hacer algunas guerras más con las
armas que le quedarían y aumentar todavía más en casa el déficit militar de un
Gobierno de corte keynesiano, también para las nuevas y «pequeñas» bombas
atómicas que está preparando para la ocasión. Ese podría muy bien ser el horroroso
coste para el mundo de las actuales políticas de «defensa de la libertad y la
civilización». El callejón sin salida por excelencia es que casi nadie, salvo Osama Bin
Laden, quiere correr el riesgo.
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Mundo) que papá Bush inició contra Irak en 1991 [(véase mi «Third World War»)
http://rrojasdatabank.info/agfrank/gulf_war.html
http://rrojasdatabank.info/agfrank/nato_kosovo/msg00080.html].
Sin embargo, también hay otros en el mundo que no se sienten (¿todavía?) metidos
en un callejón sin salida. De manera calculada, justo antes de las elecciones del Tío
Sam en 2004, uno de ellos lo dijo bien alto al mundo en una grabación de vídeo
difundida por los medios de comunicación. Parece haber tenido menos eco público
en su principal destinatario, el Tío Sam, que tendría que haber sido el más
interesado porque fue nada menos que el propio Bin Laden quien anunció que «iba
a arruinar al Tío Sam!». A la vista de la deliberada ceguera del Tío Sam respecto de
las convulsiones de los cimientos exteriores de su mundo real, una quiebra tan
global en el exterior no debe de ser más difícil de preparar de lo que lo fue derribar
en su propia casa el símbolo de las Torres Gemelas.
Entretanto, allá en la granja, como se denomina a Tejas, ¿qué hace el propio Tío
Sam alegremente con los ahorros y el dinero del mundo duramente ganado? Sus
consumidores siguen consumiéndolo en exceso sin que el 99,9 por 100 sepa lo que
está haciendo, porque casi nadie se lo dice. Y el Gobierno del Tío Sam usa gran
parte de su incremento de cientos de millones de dólares para el Pentágono. Ese
dinero no se gasta en pagar a sus pobres soldados profesionales, que proceden
principalmente de los pequeños pueblos rurales de EEUU y echan mano del único
trabajo que pueden conseguir, ni mucho menos se gasta en atender a sus
desventurados reservistas.
Entre 1994 y mediados de 2003, el Pentágono del Tío Sam firmó alrededor de
3.000 contratos valorados en más de 300.000 millones de dólares con 12 empresas
militares privadas del Tío Sam de las 35 calculadas por The New York Times,
algunas de las cuales son pequeñas y ofrecen servicios de mercenarios. Pero más
de 2.700 de esos contratos se otorgaron a sólo dos empresas: Kellogg Brown &
Root (KBR), subsidiaria de la Halliburton de Cheney, y Booz Allen Hamilton (Center
for Public Integrity's International Consortium of Investigative Journalists, citado en
el correoe de Mafruza Khan, del 16 de agosto de 2003). En Irak, estas empresas
militares privadas tienen ahora tantos mercenarios como tropas tienen el Tío Sam y
el Reino Unido juntos. Pero no cabe duda de que esto son sólo patatas «pequeñas»,
dado que el grueso del dinero del Pentágono lo dedica el Tío Sam a comprar
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costosos sistemas de armas exclusivamente a los cuatro mayores contratistas de la
«Defensa» del Tío Sam y a sus congéneres de la Halliburton del vicepresidente
Cheney. Luego, el Tío Sam usa estas armas unilateralmente para forzar a otros
mediante la amenaza armada y el chantaje, y si no basta con eso, para invadir el
mundo que suministró el dinero en primer lugar. Después de todo, el Tío Sam tiene
que hacer lo que sea necesario para mantener el flujo de entrada del dinero.
El unilateralismo del Tío Sam no está tan aislado como con frecuencia se supone
equivocadamente. Se proclama la lucha por la «libertad» (¿la de quién? podríamos
preguntarnos) y por la «salvación de la civilización», como lo hacen todos los días
el Tío Sam presidente Bush y su más elocuente portavoz del Reino Unido, Tony
Blair. La forma más fácil de «salvar» la civilización fue el haber abolido en un día el
don más preciado, que es todo el corpus jurídico de leyes internacionales para
mantener la paz, que a Occidente le costó siglos desarrollar, y hacerlo
descaradamente para sus propios intereses imperiales. A pesar de todo, era la
mejor y la única ley internacional que teníamos y en definitiva mucho mejor que no
tener ninguna. Ahora, la única «Ley de Occidente» que nos queda es, desde luego,
«la Ley del Oeste»: la ley de las patrullas de vigilancia de los spaghetti western
que, con o sin un juez connivente, toman la «ley» en sus propias manos para
formar un grupo de linchamiento.
Luego persiguen a quien quieren, donde quieren y cuando quieren. Que Dios nos
coja confesados porque ahora, en el mundo real, las patrullas autoconstituidas
operan «fuera de jurisdicción» a una escala mucho mayor de lo que podría haber
imaginado jamás cualquier película del spaghetti western.
Desde luego, el Tío Sam prefiere ahora tratar las relaciones bilaterales
unilateralmente, a medida que se aísla cada vez más en el contexto internacional.
Así puede ejercer todavía más poder de negociación militar, político y económico
sobre cada una de sus víctimas de lo que le sería posible sobre todas a la vez o
sobre algunas en las instituciones internacionales.
Y cuando esa negociación no basta, o incluso aunque pudiera bastar, el Tío Sam
simplemente ataca cuando le viene en gana e invade la pequeña isla de Granada
(población total 300.000); Nicaragua (con la ayuda del archienemigo Irán); Panamá
(7.000 civiles muertos en una noche para capturar a un solo hombre, Noriega, el
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otrora amigo y aliado de Papá Bush, a quien se ve en una foto, todo sonrisas,
dándole la mano); Irak en 1991 (que fue incluso una incursión para hacer dinero,
ya que el Tío Sam, mediante extorsión, sacó a sus aliados más dólares para costear
la guerra de los que realmente le costó. Pero fue contaminada por el uranio agotado
del Tío Sam que multiplicó las malformaciones en los recién nacidos en el país
dando lugar al infame «Síndrome de la Guerra del Golfo» entre sus propias tropas y
las británicas, aunque el Tío Sam se niega a reconocerlo). Cuanto menos se diga
sobre Somalia, mejor. Yugoslavia fue atacada en parte para dejar claro lo que
sucede cuando un Estado es débil y se atreve a pesar de todo a desafiar al Tío Sam
y a su FMI, manteniendo cierta cuota de propiedad estatal sobre los medios de
producción y sigue brindando a la población ciertos principios de un Estado de
Bienestar. Y es todavía lo que sucede hoy en Bielorrusia, donde el Tío Sam trató de
conseguir un «cambio de régimen» pero se encontró con que la actuación militar es
más difícil en la frontera de Rusia, a menos que se produzca de común acuerdo,
como contra Afganistán, o se pague por ello. Además, Yugoslavia sólo se rindió en
1999 cuando Rusia le retiró su apoyo porque el Tío Sam empleó con éxito el
chantaje político y económico y en parte lo obtuvo en Berlín mediante sobornos.
La siguiente víctima fue Afganistán y esta vez también contó con la ayuda de Irán y
de Rusia. Todo esto cuando el Tío Sam ya había creado y patrocinado al Gobierno
talibán que erradicó el opio, mientras que ahora, el Afganistán «liberado» vuelve a
cultivarlo con más dedicación que antes, hasta tal punto que este cultivo representa
actualmente un tercio del PIB de ese país, según el anuncio que hizo el nuevo
presidente instalado por el Tío Sam cuando asumió el cargo. Mientras escribo estas
páginas, el Tío Sam está lanzando una ofensiva militar renovada contra los
talibanes sin mencionar ahora para nada a Bin Laden. Y otra vez el inocente Irak
vuelve a ser objetivo y víctima del Tío Sam, cuestión sobre la que volveremos más
adelante. ¿Quién será el próximo? ¿Irán?, ¿Siria?... No Libia, por supuesto, que
ahora acepta obedientemente los tratados petrolíferos con el Tío Sam; ni Corea del
Norte, que fabricó la bomba atómica para protegerse precisamente de eso.
Lo siento, olvidé mencionar las que tal vez serían dos alternativas posibles antes de
la invasión. Una de ellas es, por supuesto, el patrocinio, organización o incluso un
golpe de Estado, de esos de los que la CIA ostenta un orgulloso récord: Irán en
1953, Guatemala en 1954, El Congo en 1960, Vietnam en 1961, Brasil en 1964,
Guayana en 1964, Indonesia en 1964-1965, la República Dominicana en 1965,
Ghana en 1966, Grecia en 1967, Camboya en 1970, Chile en 1973, Argentina en
1976, otra vez Bolivia repetidas veces, Fiji en 1987, Nicaragua en 1990 mediante
«elecciones» bajo amenaza de seguir con la guerra de los Contras, Haití repetidas
veces, nuevamente contra la ex marioneta del Tío Sam colocada allí previamente, y
todo esto por nombrar sólo unos cuantos de los casos más conocidos (por
supuesto, no en casa del Tío Sam).
La otra alternativa es más conocida y se intentó varias veces contra Fidel Castro en
Cuba, mediante cigarros explosivos y demás imaginativas «sucias trampas» de la
CIA, todo ello infructuosamente. La misma suerte tuvo el bombardeo de la tienda
del coronel Gadafi en el que murió su hija. Sin embargo, nuestro buen Sr. Perkins
relata un intento exitoso de la CIA: «Los japoneses querían financiar y construir un
canal a nivel del mar en Panamá. [el presidente Omar] Torrijos habló con ellos al
respecto, lo cual puso muy nerviosa a la Bechtel Corporation, cuyo presidente era
George Schultz, y que tenía como consejero a Casper Weinberger. Cuando Carter
quedó fuera de juego (y la forma en que esto sucedió realmente también es una
historia interesante), al perder las elecciones, y llegó Reagan nombrando a Schultz
secretario de Estado y a Weinberger secretario de defensa, ambos, como hombres
de la Bechtel, estaban furiosos con Torrijos. Trataron de renegociar el Tratado del
Canal y, ni que decir tiene, con los japoneses. Torrijos se negó rotundamente.
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Era un hombre de principios. Tenía sus problemas, pero era un hombre de sólidos
principios, una persona realmente sorprendente. Tanto que murió cuando se
estrelló su avión que estaba conectado a un grabador con explosivos en su interior
que... yo estaba allí. Había estado trabajando con él. Sabía que nosotros, los
brillantes financieros, habíamos fracasado. Sabía que los chacales lo estaban
cercando, y lo siguiente fue que su avión explotó con un grabador que tenía una
bomba dentro. A mí no me queda ninguna duda de que fue planeado por la CIA, y
muchos investigadores latinoamericanos, la mayoría, llegaron a la misma
conclusión. Por supuesto, de eso jamás oímos hablar en nuestro país.»
(http://www.democracynow.org/article.pl?sid=04/11/09/1526251).
Resulta una casualidad (¿o no?) que una simple inspección de los hechos sobre el
terreno revele que si las mencionadas «líneas defensivas» fallan y el Tío Sam entra
en guerra, salvo en el caso de la pequeña isla de Granada, jamás ésta la ganan las
fuerzas militares, a menos que hablemos de la guerra del Pacífico contra Japón. La
Segunda Guerra Mundial la ganaron en Europa, en Estalingrado, en 1943, las tropas
rusas (que habrían llegado hasta Berlín aunque el Tío Sam no hubiera llegado en el
último momento). La Guerra de Corea fue y sigue siendo un punto muerto. La
Guerra de Vietnam la perdió. La guerra contra Yugoslavia sólo se «ganó» cuando
los rusos retiraron su apoyo, y a pesar de todo, sólo cuando todos los tanques
yugoslavos menos siete y la totalidad de la aviación abandonaron Kosovo sin sufrir
daños. Sólo su infraestructura y la infraestructura civil de Yugoslavia habían sido
bombardeadas hasta los cimientos, y su paisaje, junto con el más extenso de los
Balcanes, quedó contaminado sin remedio por el renovado uso del uranio
empobrecido del Tío Sam. La guerra contra Afganistán se está perdiendo, y también
la guerra contra Irak, a pesar de que, una vez más, se haya hecho uso del uranio
empobrecido, del napalm, como en Vietnam, e incluso del gas.
A pesar de todo, el Tío Sam tiene otra vez muchos otros planes geopolíticos,
económicos, militares en marcha. Para empezar, ya ha construido 800 bases
militares en todo el mundo, y especialmente en el «corazón» petrolíferamente rico
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del «tablero de ajedrez» mundial de Zbigniew Brzezinski (Ziggy) y alrededor de
China. El Pentágono también va a redesplegar el 60 por 100 de la flota de
submarinos de EEUU en el Pacífico Occidental (según un correo-e del 12 de
diciembre a P. Jakob Förg j.foerg@msc-salzburg.at). Todo ello para usos futuros,
pero también para mantener una influencia política ya presente. Aparte de eso, el
presidente Bush tiene un nuevo «Plan para Oriente Próximo», que ahora se
extiende desde Marruecos hasta más allá de Pakistán... ¿hasta la Indonesia
musulmana? Todavía no están claras las implicaciones de este plan, pero la
sociedad civil ya está allanando el camino: Yale University Press ya incluye a
Pakistán entre sus Estudios sobre «Oriente Próximo», y Swissair ya tiene
mantelillos de papel que sitúan a Karachi, Delhi y Mumbai entre sus destinos para
«Oriente Próximo». Lo que sí está claro es que Israel seguirá siendo, como siempre,
el candidato encubierto del Tío Sam en la región. No importa que gobiernen en
Washington los republicanos o los demócratas, el papel de perro guardián que
desempeña Israel para el Tío Sam en su petrolíferamente rica área de operaciones
se mantendrá, lo mismo que la seguridad de que Israel disfruta a cambio, gracias a
la protección diplomática, política y militar que le ofrecen incondicionalmente los
EEUU, así como su apoyo económico y militar sin el cual Israel no podría existir.
Sólo que ahora, la influencia regional que Israel tiene asignada y que además se
atribuye puede expandirse todavía más, ya que los dos neocons antes mencionados
a los que se ha colocado en altos puestos del Pentágono están allí para trazar un
plan para el racista y chovinista partido Likud actualmente en el poder. Y el propio
Bush fue a Africa, especialmente a Africa Occidental, para echar una mirada a su
petróleo.
El Tío Sam no sólo tiene que comprar cada vez más petróleo con los dólares que él
mismo imprime, y tal vez mañana tenga que hacerlo con euros o con yuanes.
También tiene que tratar de asegurarse de meter la mano en todos los grifos, para
poder controlar a todos los demás que pueden, y especialmente a los que no
pueden, comprarlo. Por eso ahora lo vemos intentando el control político y
financiero de los grifos del petróleo allí donde todavía puede, y estableciendo una
presencia militar como en Asia Central, o reuniendo potencia militar para entrar
como hizo en Irak. Persigue una doble finalidad, la de usarla como palanca de
control y la de advertir a sus vecinos de lo que puede sucederles si dejan de hacerle
el juego al Tío Sam. Por fortuna para él, parece ser que la mayor parte del Este de
Asia, y China en especial, también están obligados a comprar petróleo en el
extranjero, aunque mañana tal vez ya no sea con dólares, sino con yuanes/yenes.
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Por otra parte, la triste verdad es que el mayor vendedor de petróleo del mundo es
Rusia, cuyos grifos siguen estando fuera de control para el Tío Sam. Pero ¿cómo
podría el Tío Sam seguir pagando todas estas arriesgadas aventuras en Defensa de
la Libertad, con esos dólares de papel si ya nadie los aceptara? ¿Y por qué habrían
de aceptarlos?
El Financial Times del 10 de diciembre permite atisbar algo más sobre lo que no es
sino la punta del iceberg de la Defensa de la Libertad por el Tío Sam en Irak.
Aunque el malhadado Irak se asienta sobre la mayor reserva de petróleo aún sin
explotar y cada día más preciado, sigue estando en el trasfondo o meramente en el
fondo de esta historia que casi ni lo menciona y que, al igual que este ensayo, se
centra más bien en los dólares que representa y en el Tío Sam. En dos informes
diferentes se cuenta cómo tres helicópteros llevaron 14 toneladas de billetes de 100
dólares a los kurdos, que desde hace tiempo son la quinta columna del Tío Sam en
la zona. El dinero, gran parte de los 1.800 millones que el Tío Sam pagó a los
kurdos, era parte del fondo «petróleo por alimentos» de la ONU para Irak.
Inicialmente, por supuesto, los billetes simplemente eran el producto de la
mismísima impresión del Tío Sam, a cambio del cual Irak había exportado petróleo
real. No provenía de los 18.000 millones que el Congreso del Tío Sam había
destinado para la «reconstrucción» de Irak. Como demuestra gráficamente el
Financial Times, apenas $ 388 millones -o el 2,15 por 100- de ese dinero del Tío
Sam se habían gastado hasta el momento, y sólo 5.000 millones del mismo habían
sido presupuestados siquiera por el Tío Sam en Irak cuando Brenner, el procónsul
del Tío Sam, volvió a casa con un trabajo bien hecho. En lugar de eso, en su gran
sabiduría, el bueno del Tío Sam había considerado que era más conveniente
gastarse 13.000 de los 20.000 millones de dólares de los fondos iraquíes. Eso
representa el 65 por 100 del dinero iraquí frente a lo que sigue siendo apenas el 2
por 100 de la cantidad casi equivalente de dinero original del Tío Sam. Para cuando
el nuevo Gobierno iraquí se hizo cargo de algunas de las tareas del Tío Sam que era
quien lo había colocado allí, descubrió que se habían gastado nada menos que
20.000 millones de dólares de sus fondos, 11.000 de ellos provenientes de ventas
de petróleo (International Herald Tribune). ¿Por qué? El oficial «responsable» de
finanzas del Tío Sam, el almirante Oliver, respondió simplemente: «Sé que
gastamos algo de dinero del fondo [iraquí]. Es que sencillamente se nos había
acabado el dinero del Tío Sam»... del cual sólo quedaban por gastar otros 17.500
millones de dólares. Cabría preguntarse si el bueno del general había seguido las
enseñanzas de Clausewitz sobre la guerra y había llegado a descubrir sus
convenientes consejos de hacer que la víctima conquistada pagase por su propia
ocupación militar, en este caso por el Tío Sam.
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incluso «da» «a» y «para» todos los países del Tercer Mundo, se dejan los dólares
en casa, que es donde les conviene estar y a donde volverían de todos modos. No
importa; el Congreso del Tío Sam ya ha asignado otros 30.000 millones de dólares
para «preparar la transición a las elecciones» en Irak en enero de 2005.
Vistas así las cosas, sería muy poco conveniente para los iraquíes, y mucho menos
para el Tío Sam, que los fondos fueran a desperdiciarse en el servicio de alguna
antigua deuda contraída con otros. Así pues, es de pura lógica que los «aliados»,
que no pueden evitar perder lo que el Tío Sam les debe, también perdonaran la
deuda iraquí. ¡Y a todo esto, tal como antes hemos visto, el Tío Sam sigue
insistiendo en que el resto del Tercer Mundo debe seguir pagando las deudas que
tiene con él! Porque Dios nos libre de que cualquier devolución de la deuda iraquí
vaya a parar en cambio a esos rusos irredentos, franceses traidores o incluso a su
mejor amigo, China, el que más invirtió en Irak. Una auténtica vileza cuando el Tío
Sam tiene causas mucho más dignas en las que gastar el dinero iraquí.
Y habrá quien se pregunte cuáles son esas causas más dignas. El primer pago
importante, por valor de 1.400 millones de dólares, fue a parar a la Halliburton del
mismísimo vicepresidente Cheney. Y, sin embargo, ahora sabemos que al mismo
tiempo también estafaba a su generoso benefactor, el Tío Sam, en cientos de
millones más por su lado, al comprar petróleo por x dólares en Kuwait y venderlo
en Irak por 5 o 10 veces más, aparte de otras fruslerías. De entrada, Halliburton
consiguió contratos en Irak por nada menos que 10.000 millones de dólares, más el
cambio (International Herald Tribune). (Cheney también tiene intereses en UNOCAL
que hace tiempo quiere construir un oleoducto desde Asia Central hasta el océano
Indico, atravesando Afganistán, primero con la ayuda de los talibanes a quienes el
Tío Sam había puesto allí precisamente para ese fin y a los cuales invitó después a
Texas para mantener conversaciones mientras todavía parecía que estaban
haciendo el trabajo que se les había encargado. A decir verdad, también visitaron la
unidad de «investigación académica» puramente afgana de la universidad de
Nebraska en Omaha.
Sin la menor duda, la mayor parte de los supuestamente abundantes fondos del Tío
Sam para Irak, y que hasta ahora resultaron tan escasos, fue a parar a otro de sus
compinches, quedando sólo las migajas para repartir entre el RU, las corporaciones
e incluso personas físicas y militares que metieron la mano en el cajón. Por Dios
que nunca sabremos quiénes son, ya que, citando al Inspector General del Tío
Sam: «Yo, inocentemente, no estaba interesado en tener auditores en el ejército
porque pensaba que teníamos que introducirnos en el sistema iraquí lo antes
posible.» Por mi parte, como no soy militar, es más, soy antimilitarista, no he leído
a Clausewitz. Por lo tanto, no sé qué consejo da, si es que da algún buen consejo,
sobre fiarse de la corrupción como principio fundamental a la hora de cortar y
repartir el pastel conquistado.
Todas las anteriores «especulaciones» las escribí antes de que el Consejo de Control
y Asesoramiento Internacional de la ONU para el Desarrollo en Irak, IAMBDI,
emitiese un informe con sus conclusiones sobre la Administración del Tío Sam.
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Antes de pasar a dicho Informe, debemos tener presente que el Financial Times
observa diplomáticamente que «la ONU ha sido reacia a regañar públicamente al
Tío Sam por su forma de gastar los fondos iraquíes». El Financial Times cita
directamente del Informe: «Hubo puntos débiles en el control... sistemas contables
inadecuados, aplicación desigual de los procedimientos de contratación acordados y
una forma inadecuada de llevar las cuentas.» El International Herald Tribune
también hace su propia síntesis del mismo informe: «Había habido irregularidades
generalizadas, incluso mala gestión financiera, falta de represión del contrabando
(salida de petróleo y demás propiedades físicas iraquíes, nadie sabe a qué precio y
en beneficio de quién) y dependencia excesiva de contratos sin licitación previa.» El
Financial Times, por su parte, ofrece algunos detalles más del Info rme:
«Especialmente preocupantes... fueron los contratos de a veces miles de millones
de dólares adjudicados a empresas del Tío Sam como la Halliburton con fondos
iraquíes sin competencia de ofertas.»
El pasado enero el presidente Bush dio la mayor condecoración civil del país, la
Medalla de la Libertad, a L. Paul Brenner III, el civil que actuó como procónsul del
Tío Sam y que lo supervisó todo, y al general Tommy Franks, quien dirigió la
invasión que hizo posible todo esto. George Tenet, el director de la CIA que
proporcionó toda la información falsa para «legitimar» toda esta empresa y que
desde entonces fue desacreditado y obligado a dimitir, tampoco fue olvidado y
recibió la tercera condecoración. El International Herald Tribune publicó una
fotografía de la ceremonia donde se les ve a los tres muy sonrientes con George W.
que también sonreía. Después de todo, es el reconocimiento debido por un trabajo
bien hecho, el agradecimiento a todos los que hicieron un servicio a la «Libertad»
(¿para quién y para qué? podemos preguntar).
EN SUMA: EL TIO GEORGE W. SAM DICE QUE ESTÁ BIEN QUE NUESTROS
MUCHACHOS ENTREGUEN SUS VIDAS PARA PROTEGER LA LIBERTAD PARA
QUE HALLIBURTON SAQUEE IRAK
Podemos estar seguros de que los otros que metieron la mano en la lata se cuentan
entre ese 20 por 100 que, podemos recordar, el doctor Greenspan, de la Reserva
Federal, calificó como los mayores perceptores de renta del Tío Sam. Son los más
privilegiados entre los superconsumidores, los que son totalmente [i]responsables
del déficit de ahorro del Tío Sam, según dijo, y también del creciente déficit
comercial del cual se quejó recientemente en Berlín. Si examinamos con más
detenimiento la distribución de la renta del Tío Sam, es probable que nos
enteremos de que entre ese 20 por 100, la parte del león de cada dólar, como de la
mayoría de los del Pentágono, va a parar a los bolsillos del 2 por 100 superior de
los más superprivilegiados, para que puedan consumir una parte aun mayor de la
riqueza de la Tierra. ¿Quién podría negar que indudablemente ésta es una causa
digna para la protección de la Libertad a cualquier precio? En esto va incluida la
famosa e infame invitación del presidente Bush a los iraquíes «a que atacaran» al
Tío Sam. Resulta difícil comprender al presidente cuando alienta a los iraquíes «a
atacar», cuando ellos ya están en su casa en Irak y es el Tío Sam el que envió sus
tropas allí, aunque es posible que Faluya explique la idea que tenía en mente el
presidente Bush cuando habló de que los iraquíes «atacaran» al Tío Sam. Pero,
como el propio presidente Bush dijo al mundo, es totalmente justo que «nosotros»
excluyamos a otros países del pastel de Irak. Después de todo, explicó, cuando los
iraquíes aceptaron su invitación, fueron « nuestros muchachos los que expusieron
sus vidas en el frente». Me gustaría que la encarnación actual del Tío Sam hubiera
explicado también para qué y por quién.
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http://www.revistasculturales.com/articulos/83/sistema/348/1/el-tio-sam-al-
desnudo.html
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